En la Iglesia hay santos y pecadores

Autora: Rebeca Reynaud  

 

 

La Iglesia ha dejado un increíble rastro de luz a lo largo de la historia. La acción del Espíritu Santo ha transformado a millones de hombres y mujeres y ha suscitado hechos heroicos. Sin embargo, hay quienes también han deformado el rostro de la Iglesia de Cristo.  

El pecado no es sólo posible en la Iglesia sino una triste realidad. Esta es la aflicción de la Iglesia, que no todos los llamados se muestran dignos y ejemplares. Hay escándalos, cizaña, falsos hermanos, ovejas perdidas… Por eso desde su origen la Iglesia ha predicado siempre una invitación a la metanoia, a la reforma interior y de las costumbres.  

Todos estos males no rompieron la unidad de la Iglesia. Sólo hubo separación frente a los herejes y viciosos (I Cor 5, 11, 1 Io 2, 19), y aún con estos el pastor tenía que emplear su solicitud para atraerlos al redil.  

La visión que nos dan San Pablo y el Apocalipsis de una Iglesia “sin mancha y sin arruga” es teológica, es la Iglesia vista desde la obra e intención de Cristo. La constante capacidad de reforma que posee el cristiano es un índice de su perenne vitalidad y constante aspiración a configurarse según el modelo de Cristo.  

Primado de Pedro: El texto de Mateo 16, 17-19: es uno de los textos de mayor trascendencia eclesiológica. Jesús le dice a Pedro: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. La realidad histórica de la promesa del primado se ve confirmado en otros textos (cfr. Lc 22, 31-32).  

La realidad de la Iglesia excede la conciencia que se tiene de ella. P.e. salvación niños abortados. Dios puede tener cauces que no conocemos para salvarlos, pero la Iglesia habla sólo de lo que es seguro, por eso destaca la importancia del Bautismo.  

Reino de Dios: La meta última del plan de Dios no es la Iglesia , sino del definitivo reinado de Dios, al cual la Iglesia llegará al fin de los tiempos. La celebración eucarística es una anticipación del “comer y beber a la mesa de Jesús en su reino” (Lc 22,30). La Eucaristía anuncia la venida del Señor hasta el Él vuelva (1 Cor 11, 26). Los miembros de la iglesia están redimidos pero todavía no están salvados. Lo tiene todo y todavía no posee nada.  

Las Notas de la verdadera Iglesia son: una, santa, católica y apostólica.

Unidad (en la fe, sacramentos, culto, pastor. El mediador es uno), Santa, Católica (significa universal), Apostólica (porque fue fundada por Cristo sobre los apóstoles y se remonta hasta los Doce).  

La Incorporación a la Iglesia : se hace a través del Bautismo. La Iglesia condena la doctrina que asegura que a la Iglesia pertenecen sólo los predestinados (Huss), los santos (Quesnel),… A la Iglesia pertenecen los que han perdido la caridad y la gracia, pecando, pero retienen la fe y la esperanza, y puede ser movidos a arrepentirse. “¡Qué bondad la de Cristo al dejar a su Iglesia los Sacramentos! —Son un remedio para cada necesidad. —Venéralos y queda, al Señor y a su Iglesia, muy agradecido”, escribe San Josemaría Escrivá (Camino, n. 521).  

Axioma: Extra ecclesia  nulla salus. Quoere decir: “Fuera de la Iglesia no hay salvación”. Pero hay que entender esta expresión en su justa medida. “Podemos decir que sí hay salvación fuera de la Iglesia , pero no independientemente de la Iglesia”[1].  

Salvación

El Magisterio ha afirmado solemnemente dos cosas:

a) La necesidad absoluta de la Iglesia para la salvación.

b) La posibilidad de justificación y salvación fuera del recinto visible de la Iglesia (s. XVII: Alejandro VIII condenó a los jansenistas[2]). Apoyándose en la voluntad salvífica universal de Dios. Pío IX: se ve que a veces hay ignorancia invencible respecto a la Revelación y a la Iglesia , pero respeta la ley natural.[3]  

Le dice el Señor a una mística francesa: Me daréis grande gozo si hacéis el mayor bien posible. Mi Corazón es feliz cuando reportáis una victoria. Debéis pensar que esa victoria no es solamente para vuestro propio provecho, sino para el de toda la Iglesia. La Iglesia del Cielo, donde los santos se regocijan; la Iglesia que sufre, y que vosotros aliviáis; y finalmente, la Iglesia que combate, a la cual ayudáis. Es como un ruido pequeño que tuviera un gran eco (Gabriela Bossis, Él y yo, n.181).  

La Iglesia es la única institución que tiene más de 2 mil años de existencia.



[1] Raniero Cantalamessa, Un Himno de silencio, Monte Carmelo, España 2002, p. 107.

[2] Cfr Denzinger, nn. 1294 y 1295, año 1690.

[3] Cfr. Denzinger n. 1677.