Un escrito del siglo I: La Didaché (parte II)

Autora: Rebeca Reynaud

 

 

En su primera parte, la Didaché es una catequesis moral ─la moral de los dos caminos─, una moral personalista que tiene la propuesta de tiene la propuesta de grandes ideales que se centran en su expresión más importante: el mensaje del Evangelio. Supone la superación de la Ley del Talión, pues dice: Cuando te abofeteen en una mejilla, pon la otra. Este radicalismo transforma los valores.  

Parte Litúrgica (capítulos 7 a 10). Se centra en el Bautismo y en la Eucaristía. Existe una advertencia que da a entender que ha habido una catequesis previa a la lectura de la Didaché, en el catecumenado. Sobre ella viene la catequesis moral que es un proceso de conversión en base a los nuevos valores e ideales. Este catecumenado se da del siglo II al VII, cuando la sociedad está en proceso de transformación a partir de la catequesis.  

El Bautismo implica aceptar a Cristo pero supone también una transformación interior personal. Después el catecumenado deja de ser funcional en una sociedad que ya está cristianizada (en la Edad Media). Hoy deberíamos plantearnos nuevas formas de metanoia, de educación en los valores cristianos; es el gran reto de nuestro tiempo. Tenemos una sociedad que ha recibido el Bautismo pero no está garantizada la vivencia de ese Bautismo. Se trata de encontrar formas ─ dichas con anterioridad, dice la Didaché─ para la metanoia, para la conversión a Cristo.  

La metanoia se llama hoy “nueva evangelización”. Dice la Didaché: “Dichas estas cosas, bautizarás” en agua viva. ¿Cuál es esa agua? El agua corriente de un arroyo, de un río o de un lago. El que se inicia en la fe se sumerge en agua. Si no hay agua fría o caliente, dice, derrama el agua tres veces e invoca al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo. La Liturgia no es repetir palabras, es vivir la fe. La Didaché pide el ayuno del que va a bautizar y del que va a ser bautizado. El ayuno es preparación externa para una vivencia espiritual. Se trata de dejar algo valioso por algo más valioso; así hay más estima por lo que se va a recibir.  

El alimento más valioso, en la mentalidad cristiana, es la carne. Se deja la carne por algo más valioso. Los judíos hacen ayuno el 2º (lunes) y el 5º (jueves) día de la semana. La Didaché dice: Ustedes en cambio ayunen el miércoles y el viernes.  

La Eucaristía es el centro de la nueva experiencia cristiana. Está referida a Jesucristo, el Siervo de Dios, como alimento espiritual para la vida eterna. “Nos has reunido junto a Jesús, tu siervo”: es una comunión. Así como este trozo de pan estaba disperso por los montes en los granos de trigo, así ahora se reúne en el pan y así también se reúne a los hombres en tu Iglesia. Sólo los bautizados tendrán acceso a la Eucaristía. Es allí donde se va a forjar la nueva conciencia cristiana.  

Exigencias comunitarias (Caps. 11-15). Trata de la corrección fraterna: “Corregíos los unos a los otros”. Habla luego de la participación en la comunidad y en los ministerios. El primer elemento que destaca es la importancia de la comunidad. Se habla a la comunidad y de la comunidad. Dice: “Cuando venga alguien a enseñar, recíbanlo como al Señor mismo. Dentro de esta comunidad se señalan:

a)     los deberes, las responsabilidades;

b)     la actitud de discernimiento que han de tener.

¿Cuál es la principal responsabilidad de la comunidad? La primera  y principal responsabilidad es la caridad: recibe a quien venga, acepta, ayuda al otro. La comunidad cristiana es de puertas abiertas. Todo el que venga en nombre del Señor merece su alimento. La comunidad se distingue por su ayuda a los demás, pero hay que discernir, pues puede haber “traficantes de Cristo” que quiere abusar. Si alguno se quiere quedar, que trabaje. En la antigüedad se vivía la hospitalidad, y aquí se advierte que se han de evitar con los vividores. La caridad no es eliminar el trabajo. Hay que discernir.  

La segunda responsabilidad va en la línea de la vivencia de la fe. La comunidad se reúne en asamblea el Día del Señor o Día del Sol (Domingo, Kiriaké). Hay conciencia celebrativa: Se celebra la resurrección de Jesucristo. Esta referencia se encuentra, por primera vez, en los Hechos de los Apóstoles y en la Didaché. La comunidad se reúne para la fracción del pan y la lectura de textos.  

Se trata de una comunidad activa, participativa, que analiza y toma decisiones. Si viene alguno que predica un Evangelio distinto hay que tener cuidado pues el Evangelio es sólo uno. Habla del discernimiento: El Apóstol que pide dinero es falso profeta; el que no vive de acuerdo al Señor, es falso profeta, porque una cosa es lo que te enseña y otra la que vive.  

El segundo elemento del texto son los ministerios y carismas (servicios). En los primeros años del cristianismo se está en un tiempo carismático; los carismas no están regulados; son dones del Espíritu Santo. Se habla de tres carismas: el apóstol, el profeta y el maestro. El apóstol es el evangelizador itinerante, inicia nuevas comunidades, y sigue su camino. San Pablo fue un apóstol, pasa 3 años en Éfeso y 2 en Corinto. Si la comunidad ya está organizada, que se quede allí 2 ó 3 días. Si se quiere quedar más tiempo, que trabaje. El profeta vive en la comunidad y está al servicio de ella en lo referente a la fe. Preside la Eucaristía y coordina la caridad comunitaria. No es el dinero el que garantiza la fuerza de la evangelización, sino su persona. Todo profeta merece vivir de su trabajo al igual que todo maestro o doctor.  

En el número 14 la Didaché dice que la comunidad elija epíscopos y diáconos (vigilantes y servidores), hombres mansos, desinteresados y probados (n. 15).  

Profeta y doctor será el papel del Obispo. Pasamos de los carismas a los ministerios ordenados, que vienen inmediatamente después de la época de los Apóstoles. Al final del siglo I tenemos los tres ministerios: episcopoi, diaconoi y presbíteros.  

El capítulo XVI habla del pensamiento teológico. Primero trata de la tensión escatológica: dice: no sabemos la hora en que va a volver el Señor. En los últimos días se multiplicarán los falsos profetas; aparecerá el Extraviador del mundo. Es una de las partes fundamentales del pensamiento cristiano: 1) el regreso de Cristo glorificado, el inicio del Reino, y 2) la resurrección y participación en ese Reino. La vida cristiana supone una serie de exigencias para el presente, y tiene una meta futura. El final no es la destrucción, es la plenitud de la vida, de la participación en Dios.  

El Apocalipsis es la revelación de esa plenitud. Vendrán las pruebas de la fe, de la esperanza, de la muerte; pero eso es un proceso. La esperanza contempla la plenitud del final. Hay que estar vigilantes pues habrá momentos de prueba; los falsos profetas vendrán vestidos con piel de oveja pero son lobos. Los Evangelios tienen este discurso. La vida de fe supondrá muchas pruebas. Vendrá la apertura del cielo…, la presencia de Cristo glorificado es lo que sostiene al cristiano. La meta es el Reino de Dios. Es una advertencia para que no decaiga la fe y la esperanza. El cristiano del siglo I lo veía como algo inminente: están atentos a la Segunda Venida de Cristo.  

Con la Didaché nos acercamos a las comunidades cristianas contemporáneas al Evangelio; es un tiempo en que la tradición oral era lo más importante, por eso son importantes los Padres Apostólicos, porque son el primer eslabón hacia la Tradición cristiana. Este escrito circuló en tiempo de los Apóstoles pero no necesariamente está escrito por ellos. Es un texto que orienta a la comunidad cristiana..