Belleza del amor humano

Autora: Rebeca Reynaud

 

 

El amor no es un tema más. Es el más importante para la vida humana. La aspiración más profunda y la experiencia más gozosa es la de amar y ser amado. También es lo que más se echa en falta y lo que más duele cuando no sale bien.

El amor humano posee una gran belleza y guarda promesas grandes. El auténtico amor no se queda sólo en el arrebato pasional, que es pasajero, sino que llega a descubrir a la persona, y ese amor se convierte en dar y darse.  

La Revolución sexual ha llevado a falsificar el amor. Los seres humanos somos seres sexuados y con intereses sexuales fuertes, y de esto da testimonio toda la historia de la humanidad. Lo novedoso es que ahora está por todas partes lo sexual, tiene una presencia pública manifiesta e hiriente. El sexo explícito está en la pantalla del televisor, en internet, en revistas, anuncios y espectaculares. ¿Quién dirige este fenómeno cultural?  

Sheed, escritor australiano, decía que el sexo parecía como un animalito con el que se puede jugar, pero cuando crece

puede convertirse en un tigre que juega con nosotros. Y así es, pues los reclamos sexuales tiene repercusiones en los resortes psicológicos de los individuos y en el comportamiento de la sociedad.  

Una amiga, que aún no tiene novio, me preguntaba recientemente: “¿Cómo ser feliz en el matrimonio?”. Le respondí: Es difícil pues los dos tendrían que tener madurez, virtudes humanas (sinceridad, optimismo, laboriosidad, generosidad, pureza, etc.), ser libres y responsables y practicar su fe.  

Hay que tener presente que existe un vínculo entre la pureza de corazón, la del cuerpo y la de la fe (CEC 2518). El corazón es la sede de la personalidad moral, por eso se ha de tener en mucho la pureza de cuerpo y de alma.  

El mensaje judeocristiano dice que hay un único principio que ha hecho todo bien y ha hecho todo bueno, pero a cada ser humano le ha dado libertad para buscar el bien; sin embargo, el ser humano es falible y se puede equivocar.  

Jesucristo dice que todo es bueno. Nada de fuera que entra en el hombre puede hacerle inmundo; pero las cosas que salen del hombre, ésas son las que lo manchan. “De dentro del corazón salen las intenciones malas, asesinatos, adulterios, fornicaciones” (Mateo 15,19). Lo que mancha es lo que sale de dentro del hombre: sus vicios y sus decisiones. nuestra vida depende de nuestras decisiones  

Dios no nos va a exigir más de lo que podemos dar pero pide nuestro esfuerzo máximo. Por contraste está la moral relativista que dice: “Haz lo que quieras”. La moral personalista es constructiva. La moral relativista es destructiva. ¿En orden a qué? A un ideal de perfección.  

Como nos cuesta mucho trabajo alcanzar los ideales, el relativismo borra los ideales y dice: Haz lo que quieras. Y renuncia a una moral de exigencia. Pero vas a rumbo al precipicio porque así lo decidiste, luego no te quejes.  

Hace unos años, el Cardenal Ratzinger decía que la fe cristiana brilla con dos grandes testimonios. El primero es la santidad, la caridad heroica de los santos. Y el segundo es la belleza del arte cristiano que rodea la liturgia. Los dos son signos de Dios y llevan a Dios.