Violencia y sexo

Autor: Ramón Aguiló SJ

 

Nuestra sociedad universal parece que se va acostumbrando a lo que podríamos llamar la epidemia moral y social de la violencia desenfrenada y del sexo llevado hasta todas las posibilidades, aun las más vergonzosas.

 

Es triste tener que pensar, meditar y escribir sobre estos temas tan vergonzosos para nuestra humanidad del siglo XXI y del Tercer Milenio. Pero si queremos reflejar algo la realidad que nos rodea, no podemos evitarlos. Están ahí a nuestro alrededor. Y todos los sufrimos, aun aquellos que son los protagonistas de estos humillantes hechos.

 

Parece que los medios de comunicación social, aun aquellos se deberían dedicarse solamente a informar a las masas humanas sobre los sucesos del día a día, parece que ofrecer a sus clientes películas imaginativas y hechos reales sobre la violencia más variada y los abusos terribles de l sexo les llevará a las más altas cuotas de espectadores y de lectores.

 

Además en el orden internacional parece que la violencia es como el pan nuestro de cada día. Lo demás, lo normal, es poco interesante para los que dirigen los Servicios Informativos de las Radioemisoras y las Televisiones, las portadas de los Diarios y de las Revistas. Guerras entre varios países, guerras entre las diferentes etnias, guerras por la libertad, guerras por la independencia, muros de la vergüenza también ahora, duras actuaciones con las armas más sofisticadas contra los considerados enemigos. El terrorismo parece que está presente en todas partes, está escondido y se prepara siempre para actuar contra las naciones que consideran sus enemigos más odiados. Así la violencia se transforma en una forma concreta que se va haciendo cada día más peligrosa y más capaz para actuar en el secretismo más estricto.  Por eso vemos que hay poderosas naciones que están constantemente en estado de Alerta. Los terrorismos vienes revestidos con las más variadas formas, formas religiosas, independentistas, históricas, tribales, etc..

 

¿Es posible vivir felices en un mundo así, en medio de tantas tensiones, con tantos terrorismos?

Lo peor es que la violencia tiene las puertas abiertas para penetrar en muchos hogares, que deberían focos de paz, de alegría y de unidad. Es lo que se llama violencia de género, la violencia doméstica. Es la violencia que generalmente va dirigida contra los que deberían seres más queridos: las mujeres compañeras, esposas, los niños recién nacidos, o ya mayorcitos. El número de las víctimas de la violencia doméstica resulta desoladora. Se dice que casi 170 mujeres han sido asesinadas durante los últimos tres años en España. Durante el año 2003 las víctimas en España fueron 64.  Y España no es una excepción. También se pueden ofrecer números terribles sobre la violencia doméstica en otras naciones del mundo. ¿Tendrán que llevar un guardaespaldas todos los hombres y mujeres, niños y niñas de este mundo tan sangriento?

 

El segundo terrible aspecto de nuestra realidad social es lo que podríamos calificar de sexismo exacerbado. Basta dar un vistazo, aunque sea ligero, a nuestro conjunto de medios de comunicación, sin excluir la informática, los correos electrónicos y ese inmenso universo de Internet y de las WEBS, o WWW.

 

Hace unos pocos días se publicaban unas noticias sobre hechos delictivos que se referían a la realización y publicación de relaciones sexuales con niños y niñas. Fueron detenidas 27 personas en toda España. La policía calificó de imágenes “ESPELUZNANTES” con las que trabajaban los detenidos. Fue una gran actuación policial española en el mundo de los Países Europeos. La operación de la policía se llamó “Troya”. Por desgracia el mundo hispánico no es el único que crea estas situaciones tan bárbaras. En otras naciones del mundo, aun en las más progresadas, se producen estos hecho, que en el fondo, siempre son creaciones comerciales  y productoras de dinero y de capitales monetarios.

 

El delito consistía en la publicación de imágenes de niños y niñas que estaban siendo violados sexualmente. Esto no solamente desde el punto de vista cristiano, sino también desde el punto de vista estrictamente humano, es una verdadera aberración moral insoportable para la sociedad. Los que viven de estas tristes y angustiosas realidades son delincuentes. Y, como tales, deben ser perseguidos y castigados.

 

Nosotros quisiéramos recordar que las personas normales están en contra de estos hechos. Que los rechazan, porque no pueden soportar que se pueda utilizar la inocencia de los pequeños para ganar dinero. Esta es una triste realidad.

 

Jesucristo y su cristianismo han mostrado siempre un gran respeto a la moralidad de todos, y muy especialmente para la moralidad y la dignidad de los más jóvenes. Jesús habló siempre con una gran admiración para los niños. Y los puso como modelo a todos los que le quisieran seguir y practicar sus enseñanzas evangélicas. Creo que Jesucristo sería terrible en la acusación contra la perversión de los pequeños. Y no sólo esto, sino también se mostraría duro contra los que escandalizan a los demás. “Más les valiera...”