Un tema olvidado: el de la soltería

Autor: Ramón Aguiló SJ

 

Jesús de Nazaret. No creas que esta carta vaya en broma. Como si fuera un festival de chistes. Al contrario, las gentes en sus conversaciones y actitudes frecuentemente maltratan a los solteros y muy en especial a las solteras. Y así la Soltería tanto masculina como femenina se puede convertir en un verdadero drama personal, en una frustración destructora. En una ofensiva marginación.  

Soltería se identifica con Soledad no querida. Y la Soledad para los seres humanos resulta una carga pesada, cuando no se desea.

 

LO QUE ME DIJO ALGUIEN. Me ha dicho una Soltera que la Iglesia, tu Iglesia, no las tiene en cuenta suficientemente. Y que el Mundo las olvida, las margina y en el fondo las maltrata. Ella me lo decía después de haber leído con atención la Carta que Te dirigí hablando de las Mujeres Viudas Extraordinarias. No sé qué Te pareció a Tí esta Carta sobre un tema tan candente. Yo creo que Te interesó. Y que los dos pudimos constatar cuán importante ha sido el papel de las Viudas en la Historia de la Humanidad, en tu Vida, en la Historia de la primera Iglesia y de la Iglesia de todos los siglos.  

Pero la Soltera no es una Viuda. La Soltera y el Soltero son algo más duro, menos humano. Porque son los hombres y las mujeres que o no han encontrado la mitad de la naranja, o, si la encontraron en algun momento, no se comprendieron bien, y consiguientemente tuvieron que separarse para existir solos, siguiendo cada uno su propio camino.  

La Soltera además me decía que los hombres que, pudiendo, no se dirigen hacia el matrimonio, lo suelen hacer por egoismo, porque no quieren soportar a otra persona, ni les interesa fundar una familia con todo lo que el cuidado de una esposa y unos hijos trae consigo de sinsabores, penas, preocupaciones. "Los Hombres que se quedan solteros son unos egoistas", me decía ella. "Y si no se casan es porque no se preocupan por buscar una novia. La encontrarían. Ellos son los que en todo esto llevan la iniciativa. Las mujeres no podemos hacer más que esperar, y, en algun caso, ponermos a tiro, para pescar a alguien".

 

LAS SOLTERAS DE ISRAEL. EL ENCANTO DE LA HIJA DE JEFTé. Las Solteras en el Antiguo Testamento suelen ser consideradas como futuras esposas. Y por tanto, la soltería o la virginidad es una etapa de la vida, sólamente una etapa, que necesariamente lleva a las alegrías del matrimonio y de la maternidad.  

Se encuentra una bellísima historia en el Libro de los Jueces, Capítulo 11. Yo no sé si es una historia demostrada científicamente, o sólo una leyenda, llena de ternura. Se refiere a Jefté y a su única hija, virgen todavía. Jefté fue uno de los Jueces que gobernó el Pueblo de Israel y tuvo que enfrentarse a los ammonitas. Para vencer, pronunció un voto a Yahvé: "Si entregas en mis manos a los ammonitas, el primero que salga de las puertas de mi casa a mi encuentro cuando vuelva victorioso, será para Yahvé y lo ofreceré en holocausto".  

Jefté venció con gloria y humilló a los enemigos. Pero, cuando regresó a su casa de Mispá, salió a su encuentro "bailando al son de las panderetas", su propia hija, que era la hija única de su matrimonio.  

Al verla Jefté "rasgó sus vestiduras" y gritó su desventura. Pero su hija dulcemente aceptó su propio sacrificio. Y pidió a su padre esta gracia: "Déjame dos meses para ir a vagar por las montañas y llorar con mis compañeras mi virginidad".  

Su padre se lo permitió. Y se fue dos meses. "Ella se fue con sus compañeras y estuvo llorando su virginidad por los montes".  

"Al cabo de los dos meses volvió donde su padre. Y él cumplió con ella el voto que había hecho. La joven no había conocido varón. Y se hizo costumbre en Israel: de año en año las hijas de Israel van a lamentarse cuatro días al año por la hija de Jefté el galaadita".

 

LA POESíA DE LA VIRGEN QUE BUSCA AL AMADO. El CANTAR DE LOS CANTARES se desliza también en esta linea de que el Amado y la Doncella Amada buscan encontrarse y unir sus vidas. Los Comentaristas ven en esta poesía fantástica y profundamente sentimental el Amor de tu Persona hacia la Humanidad, un amor que se realiza en la unión llamada hipostática, en la que las dos Naturalezas, Divina y Humana, se funden en un abrazo con proyecciones de eternidad y de transcendentalidad.

 

CUANDO LLEGASTE Tú. Todo cambió. Las ideas del Antiguo Testamento fueron superadas. La maternidad de la mujer se vió superada por la gloria de la Virginidad Consagrada. María, tu Madre, quiso mantener su consagración a Yahvé, que expresó desde jovencita, y que puso al cuidado de un hombre como José. Pero Dios la eligió para Madre tuya. Y lo fue sin que perdiera la gloria de su Soltería aceptada y divinizada.

Así comenzó esa estela brillante, hermosa, de tantas mujeres y tantos hombres, que han aceptado y proclamado su rechazo del matrimonio y han dedicado su existencia a ideales superiores, solidarios, sacrificados, altruistas.

 

LO QUE FUISTE Tú Y LO QUE Tú DIJISTE. Tú mismo has sido un Hombre solitario, consagrado a tu Padre y a la Misión que tu Padre Te había señalado. Has sido modelo de todos los célibes y las vírgenes consagrados.  

Tú mismo has hablado de los que se hacen "Eunucos" por el Reino de Dios. Y los has alabado. Se Te planteó la cuestión de la posibilidad del divorcio. Y Tú desde tu autoridad suprema de la Verdad, afirmaste que el lazo matrimonial del amor no puede ser detruído por nadie. Así defendiste la indisolubilidad del matrimonio frente a los machistas israelitas. Tus Apóstoles se quedaron sobrecogidos, y algunos dijeron: "Es mejor no casarse". Y Tú recogiste su afirmación, dándole un tinte espiritual. Porque ellos la decían como una concesión al egoismo del hombre que busca la comodidad y no quiere complicaciones fastidiosas. Y Tú por ello añadiste que ciertamente era mejor no casarse con tal de que se hiciera por el Reino de Dios: "No todos entienden este lenguaje, sino aquellos a quienes se les ha concedido. Porque hay eunucos que nacieron así del seno materno, y hay eunucos hechos por los hombres, y hay eunucos que se hicieron tales a sí mismos por el Reino de los Cielos. Quien pueda entender, que entienda". Esta es una exclusiva de Mateo, Capítulo 19. Lo de los "Eunucos" nos resulta chocante a los hombres y mujeres de estos siglos. Es una Parábola, una Comparación que podía ser mejor comprendida por los que Te escuchaban directamente. Sin embargo, nosotros también la entendemos. Y sabemos lo que quieres decir.

 

VíRGENES ENTRE LOS QUE TE SIGUIERON. De hecho Tú mismo has tenido entre tus apóstoles y discípulos, a hombres que han sido célibes consagrados, como el joven Juan el Evangelista, hijo del Zebedeo, y otros, de los que no se dice que tuvieran esposa, como se dice, por ejemplo de Pedro. Pablo también fue célibe, porque sabemos que vivía solo, y únicamente se habla en los Hechos de un su Sobrino, valiente cristiano, hijo de una hermana suya.  

Tú mismo has tratado con mujeres famosas de las que no se dice que vivieran en matrimonio. Solteras fueron, me parece, sin duda, Marta y María, las dos hermanas de Lázaro, a quien devolviste la vida terrena, después de muerto y sepultado. Solteras serían también algunas de las mujeres que Te seguían y Te ayudaban con sus bienes y con sus varias actividades, como dice Lucas en su Capítulo 8: "Le acompañaban los doce. Y algunas mujeres que habían sido curadas de espíritus malignos y enfermedades". Y entonces Lucas de algunas dice que estaba casadas, y cita el nombre de su esposo. Pero de otras no lo dice. Casada era "Juana, mujer de Cusa, un administrador de Herodes". Nada se dice en cambio, de otras como "María, llamada Magdalena, de la que habían salido siete demonios [...] Susana y otras muchas que les servían con sus bienes". Varias de estas mujeres, juntamente con otras casadas, se hallaban sufriendo contigo junto a la Cruz, el día de tu Muerte.  

Y esta tu Vida y estos tus seguidores, hombres y mujeres, que lo dejaron todo, hasta las alegrías del amor y de los hijos, ocuparon los primeros y decididos puestos en el desfile de los que llevan tu Cruz, en el corazón y en las obras, a través de las avenidas de la historia.  

No sabemos cómo era la situación familiar de otros Apóstoles, como, sin embargo, conocemos la de Pedro. Porque ha aparecido su Suegra enferma. Pero nada sabemos de la esposa del llamado Príncipe de los Apóstoles. ¿Le siguió durante sus correrías contigo por Palestina?. ¿Le seguiría después en sus viajes y a Roma?. Nada se sabe. ¿Había muerto?. Más lógico parece ser que encontraran un entendimiento mutuo y que la esposa, reconociendo la nueva situación de su marido, le dejara seguir sus caminos inescrutables.  

De los demás Apóstoles no sabemos nada en concreto sobre este tema. Sólamente de Juan sabemos que era célibe.

 

SACERDOTES Y CELIBATO. ENSEÑANZAS DE PABLO Y JUAN. Lo cierto es que, al principio, los sucesores de los Apóstoles, Obispos y Presbíteros, podían ser hombres casados. Pero más tarde, la Iglesia impuso la obligación del Celibato a los que querían líbremente ser Sacerdotes.  

Y es que Pablo comprendió plenamente tu Mensaje de Espiritualidad en la Virginidad y en el Celibato. Y varias veces lo explicó en sus Cartas.  

En la Primera a los Corintios tiene todo un capítulo, el 7, dedicado al tema del Matrimonio y al de la Virginidad. Me interesa ahora recordar lo que se refiere a los que quieren quedarse vírgenes.  

Pablo afirma la validez del matrimonio. Pero, al mismo tiempo, reconoce la grandeza de los que se abstienen de él por el Reino de Dios. "Bien le está al hombre abstenerse de mujer". Pero el matrimonio está bien, y es mejor que la impureza. "Mejor es casarse que abrasarse". Y añadía: "Mi deseo sería que todos los hombres fueran como yo; mas cada cual tiene de Dios su gracia particular: unos de una manera, otros de otra. No obstante digo a los célibes y a las viudas: Bien les está quedarse como yo".  

Más tarde escribe en el mismo capítulo 7: "Que cada cual viva conforme le ha asignado el Señor, cada cual como le ha llamado Dios". "Acerca de la Virginidad, no tengo precepto del Señor. Doy, no obstante, un consejo". Aquí trata evidentemente de la virginidad del hombre y de la mujer.  

"Pienso que es cosa buena, a causa de la necesidad presente, quedarse el hombre así. ¿Estás unido a una mujer?. No busques la separación. ¿No estás unido a mujer?. No la busques. Mas, si te casas, no pecas. Y, si la joven se casa, no peca".  

"Yo os quisiera libres de preocupaciones. El no casado se preocupa de las cosas del Señor, de cómo agradar al Señor. El casado se preocupa de las cosas del mundo, de cómo agradar a su mujer. Está por tanto dividido. La mujer no casada, lo mismo que la doncella, se preocupa de las cosas del Señor, de ser santa en el cuerpo y en el Espíritu. Mas la casada se preocupa de las cosas del mundo, de cómo agradar a su marido. Os digo esto para vuestro provecho, no para tenderos un lazo, sino para moveros a lo más digno y al trato asiduo con el Señor, sin división".  

Según Pablo, la Virginidad, el Celibato no son precauciones humanas para evitarse complicaciones, sufrimientos, no son una concesión a las exigencias del egoismo, sino una entrega generosa, sacrificada, a los grandes ideales del Reino de Dios, y al servicio generoso de la humanidad, a la que hay que hacer llegar tu Mensaje y tu Presencia.  

Así lo vió también Juan, el Virgen, en su poético Libro del Apocalipsis, Capítulo 14, cuando contempló el Cielo abierto, al Cordero de Dios, tu misma Persona, acompañado por los elegidos. Dice: "Seguí mirando, y había un Cordero, que estaba en pie sobre el Monte Sión, y con El ciento cuarenta y cuatro mil, que llevaban escrito en la frente el nombre del Cordero, y el nombre de su Padre. Y oí un ruido que venía del cielo, como el ruido de grandes aguas o el fragor de un gran trueno. Y el ruido que oía era como de citaristas que tocaran sus cítaras. Cantan un cántico nuevo delante del trono y delante de los cuatro Vivientes y de los Ancianos. Y nadie podía aprender el cántico, fuera de los ciento cuarenta y cuatro mil rescatados de la tierra. Estos son los que no se mancharon con mujeres, pues son vírgenes. Estos siguen al Cordero a dondequiera que vaya. Y han sido rescatados de entre los hombres como primicias para Dios y para el Cordero, y en su boca no se encontró mentira: no tienen tacha".  

Me parece que este texto evidentemente también se refiere a las mujeres que no se mancharon con los hombres.

 

LA VIRGINIDAD QUE ES GENEROSA. Así quedó perfectamente claro tu pensamiento evangélico: Hay una Soltería querida, consagrada, que no es egoismo, sino generosidad, entrega, libertad para vivir completamente, cien por cien de sí mismo, de sí misma, al Servicio del Padre y de tu Mensaje Transformador, Divinizante.  

Lo comprendió la Iglesia. Y por esto quiso que sus sacerdotes fueran célibes por el Reino de Dios. Y que eligieran su estado líbremente, antes de ser ordenados en el Sacramento del Orden, que es una participación de tu Sacerdocio Eterno. El celibato es libre. Lo deben pensar seriamente aquellos que quieren ordenarse. Y lo han de decidir libremente, antes de que el Obispo y los Presbíteros les impongan las manos. En este momento importante de su vida ejercen el derecho de escoger libremente lo que desean. Después será demasiado tarde. Como un joven o una joven eligen libremente su futuro antes de casarse.  Porque las consecuencias de su elección libre son para toda la vida.

 

LOS OPOSITORES. Algunos no comprenden esta libertad. Y quisieran que el Celibato de los Sacerdotes sea libre, como si ya no lo fuera ahora.  

Ha aparecido un libro extraño, cargado con ácidos dañinos para la fe y el amor de los cristianos reunidos en la Iglesia Católica. Se llama "La Vida Sexual del Clero".  

Quiere ser una investigación Sociológica. Pero desde el primer momento se orienta hacia la demostración de unas tesis: que el Celibato Sacerdotal es imposible. Y que, por lo tanto, debe ser libre, para que haya sacerdotes casados y otros que no lo sean.  

Estas tesis quieren demostrarse con las estadísticas de los Sacerdotes que han abandonado el Celibato durante estas últimas decenas de años, para conseguir su secularización, y la acumulación de algunos hechos más o menos probados, en los que sacerdotes y aun religiosos han aparecido como hipócritas fariseos que llevan una doble vida. Algunos de estos casos han sido llevados a los tribunales.

 

Al ler un libro así, cualquier persona seria cae en la cuenta de que el libro presenta un contenido distorsionado, sesgado, por esta voluntad de demostrar algo. Los estudios sociológicos no han de querer demostrar tesis, para ser buenos y aceptables como tales, sino que sólamente han de intentar dibujar el verdadero retrato de la sociedad o grupo social de que se trata.

 

En todos los grupos humanos hay una cierta corrupción. Lo demuestra la historia, ya desde su principio. Lo demuestra la presencia en tu grupo de Apóstoles, de uno de ellos que fue un traidor y de otros que han sido débiles y cobardes. Tú lo sabes perfectamente.

 

SOLTERONES Y SOLTERONAS. Algunos diccionarios afirman, y se equivocan, que las palabras "Solterón" o "Solterona" son sinónimos de "Soltero" o "Soltera". Y esto no es enteramente exacto. Porque en la conversación popular, hay una distinción clara entre las dos formas.

 

La forma "Solterón", "Solterona" añaden una carga despectiva a las palabras "Soltero", "Soltera", una carga de egoismo, de solipsismo, de egocentrismo comodón y cerrado. Esta carga presenta a los Solteros, como unos pequeños pero verdaderos idólatras de sí mismos.

 

Todos tenemos una clara imagen de lo que queremos decir, cuando usamos estas palabras. Y rechazamos esta forma de ser, como poco humana, poco generosa, poco social.

 

LA SOLTERíA EN TU IGLESIA. Lo que Tú nos has dicho con tu vida, con tus palabras del "Eunuco por el Reino de los Cielos", con tus seguidores y seguidoras y sus enseñanzas, va mucho más allá. Y nos presenta una figura espiritual, divinizada, apostólica, de los que por Tí lo abandonan todo, hasta la posibilidad de crear una propia familia con unos pocos hijos e hijas que, en la vejez, los cuiden y les ayuden. Tu Célibe, lo es porque libremente ha escogido este camino de la bondad y del servicio a la colectividad.

 

No tendrá hijos nacidos de su pequeña familia, pero tendrá hermanos y hermanas en todas las partes del mundo donde ejerza su labor pastoral o apostólica, educativa u hospitalaria.

 

El Diácono Felipe estaba casado en Cesarea. Y tal como lo describe el Libro de los Hechos de los Apóstoles, capítulo 21, acogió a Pablo y a Lucas, en su casa de la gran ciudad. Dice el texto indicado: "Llegamos a Cesarea. Entramos en casa de Felipe, el Evangelista, que era uno de los Siete, y nos hospedamos en su casa. Tenía éste cuatro hijas vírgenes que profetizaban. Nos detuvimos allí bastantes días".

 

Este pequeño grupo de vírgenes-profetisas, es decir, vírgenes que repetían el mensaje de la fe para alentar a los cristianos, es como un símbolo, una primera piedra de lo que iba a ser el papel de tantas vírgenes en tu Comunidad Eclesial. Esta primera piedra ha de unirse a los fundamentos que han puesto los hombres célibes consagrados de los primeros tiempos.

 

Muy pronto aparecieron en la Iglesia varias fórmulas y ritos sagrados por los que muchachos y muchachas se "consagraban a Cristo". Esto se vió muy especialmente entre las mujeres que vivían su consagración durante toda su vida, y estaban al servicio de la Iglesia. Se les entregaba una especie de uniforme o hábito por el que podían ser reconocidas.

 

Numerosas de estas Vírgenes consagradas fueron perseguidas y tentadas por los paganos, en los siglos de las persecuciones, y dieron su vida para conservar su virginidad. Recuerdo a las Santas Inés, Agueda, Lucía, Cecilia, Bárbara, Eulalia, Eufemia, Teodora, Irene y muchas otras. No conocemos los datos de su vida y su martirio de una forma convincente e históricamente probada, porque la fantasía popular ha ido añadiendo elementos legendarios a aquellas figuras intrépidas, expresión de la fortaleza de la Virginidad Consagrada.

 

En nuestro siglo XX ha sobresalido la figura de la muchacha italiana, María Goretti, cuya sepultura he tenido la suerte y la devoción de visitar en Nettuno, Italia. Murió asesinada porque no quiso aceptar las sugerencias de un joven, Alejandro, que la deseaba.

 

Desde los primeros siglos cristianos han sido millones las muchachas y los muchachos que han escogido practicar totalmente los mensajes de perfección que Tú has transmitido a la humanidad.

Además del gran grupo de los Sacerdotes, han surgido millares de Ordenes y de Congregaciones Religiosas que han reunido a tantos millones de sere humanos que en la virginidad y el celibato, han intentado vivir sólamente para Tí, para tu Presencia, y para la construcción del Templo de Dios.

 

Algunos dicen que la Vida Religiosa de la Virginidad Consagrada se ha manifestado en la Iglesia, como una forma de vivir el martirio, aun en los tiempos en los que no haya persecuciones violentas. La Consagración Virginal sería como un Martirio Blanco, un Martirio sin Sangre, pero con una muerte lenta a todo lo que siginifica el ser de este mundo.

 

En este siglo en que estamos, siglo XX, han ido brotando dentro del campo de tu Iglesia, unas nuevas formas, muy hermosas, de colaboración espiritual y apostólica. Son los llamados Institutos Seculares para hombres, para mujeres, y en algunos casos, para los dos.

 

A veces en estos Institutos existen puestos especiales para los sacerdotes. Pero en otras ocasiones sólamente son laicos y laicas, los que pueden pertenecer al Instituto. Muchos de sus miembros activos viven en sus propias casas, entre sus familiares, a veces son casados, otras veces solteros. Pero todos ellos y ellas viven una vida consagrada a Dios, para un cierto modo de Apostolado.

 

El Papa Juan Pablo II les ha dado un gran impulso. Y en su Libro "Cruzando el Umbral de la Esperanza", llega a decir que ahora la Renovación de la Iglesia llegará a través de estos Institutos de Laicos y Laicas, dando a entender que las Ordenes y las mismas Congregaciones Religiosas han tenido su propio tiempo, para el que nacieron. Lo dice en el Capítulo 26 que lleva como título "Una Cualidad Renovada", porque "El Ideal de la Renovación del Mundo en Cristo nace directamente del fundamental compromiso del Bautismo".

 

No puedo darTe la lista de todos los grupos. Porque Tú los conoces. Y no tendríamos espacio en una sola carta. Cada joven que quiera, puede encontrar su sitio, porque las posibilidades de servir son muy variadas, y responden a todas las necesidades que se presentan en una humanidad maltratada y doliente, ignorante, desviada y olvidadiza.

 

Pero siempre queda el Camino de la Soltería aceptada y vivida conscientemente en el seno de la propia familia, con el gran ideal del servicio desinteresado a los demás. Existen hombres y mujeres solteros y solteras, que, sin pertenecer a ningun grupo organizado, son el eje moral, espiritual, evangélico de las personas que de ellos dependen en el propio hogar. Pero a veces no se contentan con esta labor de apoyo incondicional y de ojos abiertos para la búsqueda de soluciones a los problemas que se presentan. Y entonces dedican horas de su tiempo al servicio de otras personas que buscan apoyo porque lo necesitan. Son los verdaderos "Voluntarios" y "Voluntarias" que sacrifican su propia tranquilidad y comodidad, para que otros puedan sonreir a la vida, puedan sentirse acompañados y alentados.

 

UNA REFLEXIóN FINAL. Jesús de Nazaret, el Libro de que Te hablé en esta Carta Te llama "Sado-Masoquista" y no sé cuántas cosas más, porque enseñaste las grandezas del sufrimiento y enarbolaste una gran Cruz sobre el Universo. Y porque aconsejaste a todos los que Te querían seguir, que tomaran su "Cruz cada día".

 

Me parece que el autor de ese libro no ha entendido nada de tu Vida de Redentor y de tu Mensaje de Salvación y de Amor.

 

Qué poca cosa ha dicho. Tal vez nada más que esto: que en tu Iglesia, por desgracia, existen también las manchas, los pecados, las debilidades. Como si Tú no hubieras hablado y previsto ya todo ese conjunto agridulce, esa mezcla de negro y blanco, esa contaminación de lo divino por lo terreno, de lo espiritual por el materialismo. Lo has descrito en muchas formas, en las Parábolas del Trigo y la Zizaña, en la Historia del Juicio Final, en la Oración Sacerdotal que insistía en la Unidad de todos, frente a las luchas, guerras y divisiones que veías en el horizonte de la historia.

 

Lo sabíamos. Lo sabías Tú. Por esto nos dejaste un Sacramento Restaurador de los caídos, un Sacramento tan humano, tan comprensivo, tan cercano a la realidad del corazón de los hombres y de las mujeres cristianos, como es el Sacramento de la Reconciliación, de la Penitencia, del Perdón.

 

Danos fuerza para vivir nuestros compromisos sacerdotales. Danos fuerza para ser vírgenes, célibes, consagrados, y practicar lo que todo esto significa y nos exige de trabajo por los demás. Da fuerza a tu Iglesia, para que siempre mantenga la obligación del Celibato Sacerdotal, frente a las embestidas de los comodones y condescendientes.

 

Sería un día muy triste para los Cristianos, para los Católicos, el día en que se abriesen las puertas a los que desean unir las dos cosas que Tú, Pablo y otros Apóstoles habíais previsto como concesiones a la debilidad humana. La Iglesia no puede renunciar al esfuerzo para acercarse a lo más perfecto, como Tú has propuesto tantas veces a los que Te escuchaban y Te escuchan actualmente. Hay que ir más allá, nos repites. Hay que marchar hacia lo mejor. Y mal podrían impulsar al más allá de la perfección, aquellos que en su propia vida personal reconocieran su aceptación de la mediocridad, del "Ser y del No Ser", de lo "Poco sacrificado", de la "Ley del Menor Esfuerzo", del "Comprometerse, pero no demasiado".

 

En una de tus Bienaventuranzas has dicho: "Bienaventurados o Dichosos los Limpios de Corazón, porque ellos verán a Dios", como nos lo ha transmitido Mateo, en su Capítulo 5.

 

Te referías evidentemente a la limpieza y transparencia del Interior del Ser Humano, una Limpieza que incluye la exclusión de toda mancha de pecado y de las inquietudes, causadas por toda clase de pasión terrena. El Limpio de Corazón es el Ser equilibrado que, iluminado por tu Mensaje, sabe contemplar todas las cosas como irradiaciones de la Bondad de Dios. El Reino de Dios nos lo exige todo. No podemos juntar cuidados terrenos y cuidados transcendentales y transcendentes.

 

Una vez Te preguntaron "Unos Saduceos, esos que niegan que haya resurrección", sobre cómo serían las cuestiones matrimoniales en el otro mundo.

 

Y Tú les diste una respuesta magistral afirmando que no entendían nada  de lo que era el Mundo del más Allá. "Estáis en un error, por no entender las Escrituras ni el Poder de Dios. Pues en la Resurrección, ni ellos tomarán mujer, ni ellas marido, sino que serán como Angeles en el Cielo". Lo dicen así Mateo, Capítulo 22, Marcos, Capítulo 12, Lucas, Capítulo 20.

 

Con estas palabras has pintado uno de los aspectos más elevados y encantadores de la Felicidad Eterna. Los Angeles de Dios no necesitan casarse para ser felices. Ni los que se salvan estarán sujetos a las tendencias sexuales de la carne.

 

El Cristianismo aquí en el Planeta Tierra y en el Universo creado es una antesala de la Eternidad. Y en ella, ya se viven las grandes coordenadas de lo que va a ser después.

 

Esto es maravilloso. Sabemos que el Reino comienza aquí, entre las ruinas, entre los heridos y las guerras. Aquí está floreciente, pero semi-oculto, el Reino de los Hijos de Dios. Y en este Reino, los Hijos, tus Hermanos, Jesús de Nazaret, están ya respirando el oxígeno del otro mundo, están viviendo, más o menos profundamente, según los casos, las realidades de lo espiritual, de lo cabalmente evangélico.  

Son multitud los solteros y las solteras que han querido quedarse así para convertirse en Célibes y Vírgenes del Reino de tu Padre, y seguirTe sólamente a Tí. Pero concédeles a todos que no se degraden convirtiéndose en "Solterones" y en "Solteronas" que no sueñan más que en descansar, alimentarse bien, beber algunas copas y evitarse toda clase de complicaciones con un trabajo moderado. Todo esto huele a egoismo. Nada cristiano. Por desgracia, no es algo infrecuente.