Un cántico a nuestro Rey

Autor: Ramón Aguiló sj.


Jesús de Nazaret, Tú eres Rey. Te lo digo, aunque sé que no Te gusta que Te lo repitamos. Pero lo eres. Y a nosotros nos agrada que lo seas y nos encanta que podamos aclamarTe y seguirTe y servirTe, escucharTe e imitarTe. Eres Rey. 

Eres un Rey muy especial, diferente, extraordinario, único, irrepetible, que no se parece en nada a los Reyes y Nobles de este mundo mentiroso. 

Tu Realeza se ha proyectado sobre tu Iglesia, sobre la Eternidad, sobre todo lo que existe. Tu Realeza nos entusiasma a los que no creemos demasiado en los poderes de la tierra, ni esperamos grandes cosas de ellos. 

Yo quisiera ahora recoger lo que mi memoria y mis experiencias me sugieren al recordar tu Realeza.

 

CóMO ERES REY. Tú eres un Rey que reinas desde la Cruz. El único de la Historia. Eres un Rey maravilloso que no has venido a ser servido sino a servir. Lo contrario de lo que suelen hacer los Reyes, Presidentes y Gobernantes de las Naciones, de las Comunidades Autónomas y de los Municipios, como ya avisaba Samuel el Profeta anciano y experimentado. Todos ellos intentan aprovecharse de su situación favorable que tal vez no se les vuelva a repetir. 

Me gustaría verTe. Ojalá regresaras a este mundo de luchas políticas y de juicios sin corazón... de uniformes brillantes y tronos esplendorosos, dorados, majestuosos... de fiestas oficiales con centenares de invitados de las clases altas, vestidos con los trajes de rigor, de etiqueta, bien planchados por las criadas... Este Mundo de señoras espléndidas recubiertas de telas costosas y de brillantes collares y joyas... Un mundo de desfiles militares y de saludos de hombres cuadrados y firmes...de bandas musicales y marchas rítmicas y sonoras para marcar bien el paso, un paso marcial... 

Tú, si regresaras al mundo, llegarías como un Rey Sencillo, Popular. Un Rey sin ejércitos, sin trono,  sin corte, sin fiestas lujosas, sin uniformes de color, sin estrellas en las solapas o puños, ni hombreras llamativas doradas o plateadas. 

Volverías como lo que Tú eres en realidad: El Hijo del Hombre, el Hombre por antonomasia, que se llama sencillamente "Jesús de Nazaret" y es la Encarnación más perfecta de todo lo que es humano, menos el pecado: desde sufrir el dolor y la muerte hasta ser la Víctima de las injusticias y odios de los que nos rodean y acosan. 

Tú viviste y Te presentaste como una persona sencilla. Porque, como dijiste cuando hablaste de tu Amigo y Precursor, Juan, "Los que visten con elegancia están en los Palacios de los Reyes" (según Mateo) y "Los que visten magníficamente y viven con molicie están en los Palacios" (según Lucas). 

Aquel que "entre los nacidos de mujer" fue el más grande, como Tó lo definiste, no se hallaba en los suntuosos palacetes de su tiempo y de su país, sino en las arenas ardientes del Desierto. Allí se alimentaba con lo que encontraba bajo el duro sol, los vientos y la ardiente y movediza arena. Pero Juan era grande. Y sólamente era tu Precursor... La Voz del que clama: "Preparad los caminos del Señor". 

Y sin embargo,"El más pequeño en el Reino de Dios es mayor que él", como Tú dijiste. ¡Cómo serás Tú que comunicas su grandeza a esos seres escogidos que podemos ser todos nosotros!. 

Tu grandeza supera a todas las grandezas de los grandes del mundo. Hay muchos que se proclaman grandes, aquí. Pero su grandeza es la grandeza de la ceniza, de la tierra pisada, de la hierba seca. Tu Grandeza está por encima de estas grandezas que resultan pequeñeces.  

Se habla de los Grandes de España, de los Grandes en otras Naciones, de los Grandes Personajes Históricos que constituyen el orgullo centenario nacional de tantos pueblos, a los que comunican rasgos de su identidad colectiva, cultural, humana. Ellos son los que habitan o han habitado en los palacios, más o menos ajados, más o menos ruinosos, más o menos deslucidos y trasnochados. Han realizado "Gestas" cuyos trofeos se conservan en los Museos y cuyas narraciones llenan las páginas de los libros de papel. Sus estatuas, más o menos torturadas por los consabidos "gamberros" nocturnos, se levantan en nuestras plazas, con su nombre en la peana, sus fechas de nacimiento y muerte, y una frase brillante que pronunciaron en alguna ocasión decisiva e importante. 

Tú no sigues estas rutas. Eres grande. Pero no vistes con magníficas telas, ni llevas uniformes de colores diversos según las celebraciones, ni estrellas de ocho puntas, ni brazaletes, ni collares o piedras preciosas. No habitas en Palacios. No Te complaces en la molicie, la comodidad, los placeres, los exquisitos alimentos y las bebidas selectas y caras, las músicas envolventes que sugieren los placeres y las liviandades. Estás bien lejos de todas estas cosas manchadas, contaminantes, mundanas, engañosas, que crispan a los pueblos, cuando las contemplan en sus soberanos y gobernantes, o sencillamente los obliga a sonreir y a murmurar. 

Tú eres el Rey del Dolor. Tú eres el Rey de la Cuz, la cruz hecha con unos trozos de tronco de árbol, entrecruzados, es tu Cátedra, tu Trono, elevado, glorioso, para que todos Te puedan ver, mirar, contemplar, admirar, escuchar. Y llorar. 

Tú eres el Rey de la Corona de Espinas. Una Corona de Espinas, punzantes, preparada con un entramado de ramas de zarza, es tu Corona Real. Es el adorno y el distintivo de tu Personalidad de Hijo del Hombre, de tu Cabeza, Rostro de Dios, Mirada de Dios, Bondad de Dios. Así todos podemos aceptar y soportar humildemente nuestros dolores. 

Tú eres el Rey de los Clavos. Los Clavos de hierro, retorcidos, hirientes, elementales, obra de algún aprendiz de herrero, son tus joyas preciosas. Así todos nos sentimos fuertes e invencibles cuando nos atormentan la pobreza, el hambre, las injusticias.

 

Tú eres el Rey de los Pobres. Tú eres aclamado como "Rey de Reyes y Señor de los Señores". Pero creo que estás lejos de todos ellos. Y Te sientes mejor con los pobres, los desamparados, los marginados, los sencillos, aquellos que han llenado de gozo tu Corazón tantas veces durante tu Vida. Porque ellos han sido los que mejor Te han escuchado, Te han comprendido y Te han seguido y amado. A ellos has llamado "Mis Humildes Hermanos". 

Tu Personalidad nos seduce. Nos encanta. Nos arrastra. Los Reyes y los Gobernantes de este mundo necesitan cosas externas para "parecer" grandes. Tú, en la pobreza, en el dolor, en el sacrificio y la persecución, en la soledad, eres y apareces como Realmente e Infinitamente Grande. Me siento feliz y seguro contigo, sólamente contigo. Me bastas Tú. No necesito nada de este mundo.

 

IGNACIO DE LOYOLA TE VIó COMO REY. Loyola en sus Ejercicios Espirituales, expone una Meditación, como Introducción a lo que él llama la "Segunda Semana", que es considerada una Meditación Emblemática de lo que quieren ser los "Ejercicios". La titula así: "El llamamiento del Rey Temporal ayuda a contemplar la Vida del Rey Eternal". Así Ignacio cuatro siglos antes de que el Papa instituyera la Fiesta de Cristo Rey, ya Te presentaba como tal. 

Ignacio era un Caballero formado en Loyola, Arévalo y Nájera, en medio de ideas y actitudes imperialistas de grandezas y guerras. Crecía entre nobles, Duques y Marqueses, que estaban a las órdenes de un Emperador. Y aprendió de ellos sus costumbres y sus ideas. Pero "fortuitamente" Te encontró a Tí. Fue por un accidente guerrero. Defendiendo la ciudadela de Pamplona, le estalló una bombarda francesa, entre las piernas. Y cayó mal herido. Tuvo que ser evacuado y llevado a su casa-torre de Loyola, cerca de Azpeitia y Azcoitia, en Guipúzcoa. Fue operado. Y pasó una convalescencia aburrida. Casi no podía caminar. Quiso leer. Hojeó los Libros de Caballería. Y sólamente se encontró allí un Libro que trataba de Tí. También lo leyó. Y así Te conoció y Te amó. 

Quiso cambiar de vida, y dedicarse a cosas serias, no a torneos, cortesanos y guerras. Y todo el estilo que había aprendido y absorbido en su juventud quedó proyectado en sus Ejercicios y en su Obra, la Compañía que lleva tu Nombre, la Compañía de Jesús. 

En el "Llamamiento", Ignacio Te presenta como "Señor, Rey Eterno". Y delante de Tí describe "todo el Universo Mundo, al cual y a cada uno en particular llama y dice: Mi Voluntad es de conquistar todo el mundo y todos los enemigos, y así entrar en la gloria de mi Padre". 

Esa idea, esa imagen fue la síntesis de su pensamiento, de su Espiritualidad Apostólica. Y con ella entusiasmó y conquistó a sus compañeros y amigos, y a tantos otros y otras en la Historia Moderna de tu Iglesia. Esto es tu Compañía. Y para otros muchos esto es el Cristianismo. Tú eres el Rey que nos llama a todos para vivir el Bien, el Sacrificio, el Amor y la Conquista de otros. 

Ignacio completa tu figura de Rey, en otra Meditación que él llama de "Las dos Banderas". Y es que su mente de caballero, con ideas imperiales y repleta de imágenes militares, fue construyendo las estructuras fundamentales de la espiritualidad cristiana bajo la óptica visionaria de la lucha entre dos Ejércitos: El Ejército o Bandera de Cristo, "sumo Capitán y Señor nuestro", se enfrenta con la "Bandera de Lucifer, mortal enemigo de nuestra humana naturaleza". 

Y a Tí, Jesús de Nazaret, Te presenta como "Sumo Capitán", o "Sumo Capitán General de los Buenos", o "Sumo y Verdadero Capitán". Parece que estas imágenes levantan en nuestra fantasía el colorido de las Banderas, los ritmos musicales de las trompetas que llaman a la guerra, los gestos agresivos y ruidosos de los millares de soldados, bien armados. Pero no es enteramente así para Ignacio, porque su Cristo "Capitán", es "Hermoso y Gracioso", y se halla "en un lugar humilde" de "aquella región de Jerusalén". 

El Discurso que pone en tu boca no es un discurso militar, no es un discurso exaltado, no es una arenga violenta, encendida, para empujar a los que han de arrostrar los peligros de muerte y arrollar a un enemigo superior. Su Discurso, Tu Discurso, es la Palabra precisa, profunda, evangélica, respetuosa, que llama a vivir un Mensaje de Pobreza asimilada, de Menosprecio aceptado, de Humildad convertida en algo connatural. 

Este eres Tú, Jesús de Nazaret, Rey y Capitán, que, aun en la visión caballeresca de Ignacio, toma las formas estrictamente sencillas y evangélicas, claramente alejadas de toda acción violenta, impositiva, que pudiera parecer bélica. Este Rey evidentemente no acepta las llamadas "Guerras de Religión", a pesar de que han existido entre cristianos y han manchado de forma vergonzosa la Historia de tu Iglesia. Este Rey es un Rey Pacífico que no se arma para mantener su poder, y que no se impone jamás por la fuerza o la coacción. 

Este es el gran Legado Espiritual, Evangélico, de un Ignacio de Loyola que hubiera podido extraviarse siguiendo hasta el final las imágenes imperiales y bélicas, en que vivió su juventud de cortesano. El Cristo de Ignacio es también un Cristo Popular. 

De hecho, los seguidores de Ignacio recibimos y procuramos aplicar esta su herencia, cada uno según sus posibilidades, según lo que es en realidad. 

Uno de los más característicos seguidores de Ignacio ha sido el Noble, Duque de Gandía, Marqués de Lombay, Virrey del Emperador, Francisco de Borja. Este hombre, tan metido en los ambientes cortesanos,  fue un testigo excepcional de la muerte y de la descomposición del cuerpo de la Emperatriz. Y entonces prometió no servir más a Señores que se puedan morir. Y pensó en Tí. 

Francisco de Borja cambió de vida, y ayudado por Ignacio de Loyola, se integró en tu Compañía. Y después llegó a ser el Tercer General de su historia. Había encontrado al Rey Eternal, después de haber estado tantos años al servicio del Emperador de la Tierra, un Rey de Reyes, que, sin embargo, se le podía morir, como así sucedió en Yuste. Borja Noble renunció. Y se hizo pobre. 

Los Emperadores y Reyes de este mundo se mueren y sus cuerpos se convierten en cenizas, como los cuerpos de todos los demás. Pero son servidos con tanto entusiasmo y dedicación por sus fieles cortesanos, pajes, soldados y esclavos, ansiosos de participar de sus glorias y de sus riquezas.

 

UN REY CON LA úNICA NORMA DEL AMOR. Hay un Salmo que es muy hermoso y expresivo. Es el 44. Este Salmo es un Poema, un verdadero "Canto de Amor". Dice así en la versión que ofrece el Breviario: 

          "Me brota del corazón un poema bello,

          recito mis versos a un Rey.

          Mi lengua es ágil pluma de escribano.

 

          Eres el más bello de los Hombres,

          en tus labios se derrama la gracia,

          el Señor Te bendice eternamente.

 

          Cíñete al flanco la espada, Valiente:

          es tu gala y tu orgullo.

          Cabalga victorioso por la Verdad y la Justicia.

          Tu Diestra Te enseñe a realizar proezas.

          Tus flechas son agudas, los pueblos se Te rinden.

          Se acobardan los enemigos del Rey.

 

          Tu Trono, Oh Dios, permanece para siempre,

          Cetro de Rectitud es tu Cetro Real.

          Has amado la Justicia y odiado la impiedad:

          Por éso el Señor tu Dios Te ha ungido

          con aceite de júbilo

          entre todos tus compañeros.

 

          A mirra, áloe y acacia huelen tus vestidos.

          Desde los palacios de marfiles Te deleitan las arpas.

          Hijas de Reyes salen a tu encuentro.

          De pie a tu derecha está la Reina,

          enjoyada con oro de Ofir.

 

          Escucha, Hija, mira: inclina el oído,

          olvida tu pueblo y la casa paterna.

          Prendado está el Rey de tu Belleza.

          Póstrate ante El, qwue El es tu Señor.

          La Ciudad de Tiro viene con regalos.

          Los Pueblos más ricos buscan tu favor.

 

          Ya entra la Princesa bellísima,

          vestida de perslas y brocado.

          La llevan ante el Rey, con séquito de Vírgenes.

          La siguen sus compañeras.

          Las traen entre alegría y algazara.

          Van entrando en el Palacio Real.

 

          'A cambio de tus padres, tendrás hijos,

          que nombrarás príncipes por toda la Tierra'.

 

          Quiero hacer memorable tu Nombre

          por generaciones y generaciones.

          Y los Pueblos Te alabarán

          por los siglos de los siglos".

 

Este Salmo se refiere al Amor de Dios a su Propio Pueblo. Y, si se proyecta sobre el más allá de la historia, también se refiere al Amor del Mesías Salvador a todo el Universo, y muy en especial a su Iglesia, que lo consagra y lo transforma todo, con su Mensaje y su Vida Sobrenatural, divinizada, recibidos de Tí, Jesús de Nazaret. Todo se va desarrollando en un ambiente de Fiesta Nupcial: Alegría, Música, Gloria y Amor. 

El Apocalipsis de Juan también se inspira en las bellas formas Nupciales, como sucede en el Capítulo 21: 

"Luego ví un Cielo Nuevo y una Tierra Nueva, porque el primer cielo y la primera tierra desaparecieron, y el mar no existe ya. Y ví la Ciudad Santa, la Nueva Jerusalén, que bajaba del Cielo de junto a Dios, engalanada como una novia ataviada para su Esposo. Y oí una fuerte voz que decía desde el trono: 'Esta es la morada de Dios con los Hombres [...]. Y ya no habrá muerte, ni habrá llanto, ni gritos, ni fatigas, porque el mundo viejo ha pasado'". 

Es la expresión del Amor del Hijo de Dios a la Humanidad de los Transformados. Esta es tu Realeza, Jesús de Nazaret. Muy diferente de todas las Realezas humanas que son transitorias, materialistas, aparentes. 

Tú eres un Rey en verdad Grande, porque tu Grandeza brota de Tí, de tu Personalidad.

 

LOS CRISTIANOS Y TU REALEZA. Yo ahora me siento feliz de pertenecerTe. Me siento dichoso de estar contigo, en tu grupo. Me siento seguro. Me siento como un niño protegido, cuando considero que Tú estás cerca de mí. No me siento como un objeto sin importancia, como me sucede cuando trato con los jefes de la tierra. Contigo me siento como lo que soy: Un Hombre, una Conciencia, una Responsabilidad, una Libertad, un Cristiano. 

Tú eres así. Y nadie Te podrá cambiar. Porque Tú has dicho y has repetido que has venido sólamente a "Servir", y a "Dar Tu Vida por los Hermanos", y "Para que tengan Vida, y la tengan abundante". 

Lo hemos de tener en cuenta nosotros, tus Cristianos. 

Tus Apóstoles varias veces han descrito en qué consiste la Personalidad de los Elegidos. Estos Elegidos son "un Reino de Sacerdotes para su Dios y Padre", como dice Juan en el Apocalipsis. Y lo repite con más claridad, poco después: "Con tu Sangre compraste para Dios hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación. Y has hecho de ellos para nuestro Dios un Reino de Sacerdotes y Reinan sobre la Tierra". 

Pedro, el Primer Papa, en su Primera Carta, describe lo que son los Cristianos en contraposición a los que no lo son, cuando dice: "Pero vosotros sois linaje elegido, sacerdocio real, nación santa, pueblo adquirido, para anunciar las Alabanzas de Aquel que os ha llamado de las Tinieblas a su admirable Luz". 

Y es que Pedro y Juan atribuyen al nuevo Pueblo transformado por Tí con tu Vida, tu Pasión, tu Muerte y tu Resurrección, las características que Dios en el Exodo y después en algunos Profetas, atribuye al Pueblo elegido de Israel. 

Pero es interesante y necesario subrayar que en estos casos, siempre se junta la Realeza de los Rescatados por Tí a su Misión Sacerdotal. Se habla de un "Reino de Sacerdotes", de "Un Sacerdocio Real".  Esto se debe a que la Realidad Transformadora, Santificadora, de la Comunidad Cristiana es su Rasgo Fundamental. No se trata, pues, de un Poder para dominar, sino de una Capacidad Intrínseca de Elevación Colectiva. No se puede buscar el "Ser Servido" por los demás. El único camino real posible para nosotros, los Cristianos, es el Servicio a Dios y a los otros, a través de la propia y personal inmolación.

 

UNA POESíA IRóNICA SOBRE EL PODER. Yo quisiera en este momento final de mi Carta, decirTe una Poesía que me han inspirado algunos tristes y violentos sucesos de nuestra realidad actual, siempre tan agresiva. Constantemente estamos viendo y escuchando a unos hombres, emborrachados por el Poder que tienen o que ambicionan tener. Algunas veces estos hombres van vestidos con uniformes de campaña, con esos uniformes pintados con machas de diferentes tonalidades para camuflarse mejor. 

Otros violentos cubren sus caras con capuchas negras y, a través de ellas, sólamente se les puede ver unos ojos brillantes llenos de odio. Son los Terroristas. 

Otros van muy bien peinados. Y echan elocuentes y prometedores discursos desde estrados levantados y altos, para que les puedan ver sus seguidores y los aplaudan y vitoreen con frenesí. 

Todos ellos prometen la Libertad, Libertades, Victorias del Pueblo, Soberanía Popular, Democracia en la Justicia, Un País Mejor, que supere las Vengüenzas del Pasado, y en algunos casos, también ofrecen Limpieza Etnica y Paz Colectiva. 

Algunos van armados, y quieren ser los Jefes de sus propios Ejércitos. 

Y todos ellos, los Oradores de la Mentira, me han inspirado esos pocos versos, en los que quiero expresar mi cordial rechazo de todo lo que signifique agresividad profunda y parrafadas palabreras, con promesas inalcanzables. 

Estos son muchos de los que quieren llegar al poder. No se llaman Reyes. Ni tampoco se llaman Gobernantes, Dictadores. No quieren aparecer, como lo que son, Hombres ambiciosos que quieren el Poder si no lo tienen, y, si lo tienen, lo quieren conservar.         

Estos Hombres, entre los cuales también están, discursean y prometen las Mujeres, están en todos los Países y en las portadas de las Revistas y de los Telediarios. Siempre gritan. Y siempre acusan y hieren al Adversario. Siempre prometen.

 

DESFILE DEL TATATá

 

               1. Tatatá - Ta - Tatatá.

               Tatatá. Llegan las Fiestas.

 

               Y pasan los guerrilleros

               que cazan con metralletas.

               Ellos son los hombres fuertes

               que llevan las botas puestas.

               Van salvando, y triturando

               mis Rosas y mis Cosechas.

               Van matando y van cantando

               que llega la Primavera.

               Y mi casita encalada

               y mi monte están que tiemblan.

 

               Tatatá - Ta - Tatatá.

               Ya llega la Primavera.

 

               2. Tatatá - Ta - Tatatá.

               Tatatá. La Primavera.

 

               Y desfilan los soldados

               con sus tanques y banderas.

               Van cantándole a la Patria,

               al Orden y al que Gobierna.

               Y una Zizaña de plomo

               en cada surco me siembran.

               Y riegan de roja sangre

               el camposanto de guerra.

               Y mi chocita de adobes

               se me cae de vergüenza.

 

               Tatatá - Ta - Tatatá.

               Tatatá. Los que gobiernan.

 

               3. Tatatá - Ta - Tatatá.

               Tatatá. Los que gobiernan.

 

               Y las palabras que pasan

               son un concierto que vuela.

               Y el hombre se queda muerto

               en mis montañas de piedra.

               Y mi arroyo baja turbio.

               Y mis flores quedan secas.

                Y nadie en mi pueblo entiende

               ese rugido de fieras.

               Y en las nubes que se van,

               van colgadas las promesas.

 

               Tatatá - Ta - Tatatá.

               Se marchan las nubes huecas.

 

               R. A.                1981.

 

Pero yo no podía quedarme así, pesimista, arrollado, caído, desamparado. Y pensé en Tí. Entonces escribí: 

 

SE ME CRUZó EN EL CAMINO

 

               - Caminante ¿A dónde vas?.

               - ¿Es que voy?. Perdí la senda.

               - Peregrino, mira, busca.

               El Camino es del que espera.

 

               Y El se cruza. Y El me mira.

               Y su Luz pinta mi Tierra.

               Ese que no lleva botas.

               Ni promete Primaveras.

 

               Ese que no tiene choza.

               El que no mata. Y se entrega.

 

               Ese que construye Lirios.

               Ese que carga la oveja.

               Ese que nació de noche

               bajo el cielo y una estrella.

 

               Ese que, herido, perdona.

               Ese del Lago y la Pesca.

               Ese que cura a Leprosos.

               El que va sin metralletas.

 

               Yo me pongo a caminar.

               Mi choza será su Cueva.

 

               R. A.              1981. 

 

No sé si Te han gustado estos versos sin grandes pretensiones, y con un toque de ironía y de color. Por desgracia, no todos los hombres rechazan la violencia y la fuerza de la mentira y de las falsas promesas. Pero así es ese nuestro mundo, especialmente el mundo del siglo XX que nos ha tocado vivir. Aunque no eran muy diferentes los siglos anteriores. Yo quisiera esperar que los venideros serán mejores, ... para los que los vivan y disfruten naturalmente.          

 

LOS PODEROSOS NOS TIENTAN. He contemplado varias veces en las pantallas de Televisión, reuniones de Líderes Políticos y Militares de diferentes bandos en guerra. ¿Te imaginas a quiénes he visto con ellos?. AdmíraTe. Estoy seguro de que ésto no Te va a agradar. 

He visto en el bando de los católicos a varios Obispos con sus Cruces Pectorales, sus solideos morados y lo demás que les suele distinguir. Apoyaban a los "Suyos" que utilizan las armas y matan a los adversarios. 

En el Bando de los Ortodoxos Orientales, he visto a varios Popes y Obispos con sus característicos Uniformes y Birretes. Los dos grupos de dirigentes cristianos bendecían y apoyaban a los propios Ejércitos y Políticos. En otra parte estaban los Musulmanes del Profeta Mahoma, que no pueden ver a los Cristianos. 

Hoy acabo de leer una cosa tristísima. Están en la cárcel de no sé qué pueblo africano varias religiosas católicas, monjas. ¿Sabes por qué?. Casi no me lo puede creer. Están fotografiadas dos de ellas. La foto y la noticia llevan un titular bárbaro y significativo: "Las Monjas Asesinas".  

Hasta ahora los titulares de las informaciones sobre Monjas se referían a Monjas "Asesinadas" o "Mártires". Desde este momento podremos hablar de Monjas agresivas, destructivas. Esto sucedió en Rwanda,  un País del Africa, en donde hay luchas durísimas, crueles, entre las diferentes Etnias. Esta monjas encarceladas habían animado y empujado a sus compañeros para que mataran a los de la Etnia considerada como enemiga. 

Esto no puede ser. Tal vez sea sólamente una mentira montada por alguien interesado en desprestigiar a tu Iglesia, o por algun Periodista que quiere utilizar sensacionalismos rentables. También puede ser una equivocación. 

El Tema del Poder Real, Político, Social, Religioso, da para muchas consideraciones. Tú lo sabes perfectamente. Por esto Tú eres ante todo Sacerdote y Profeta. Después, sólamente "después", Rey, un Rey qye quiere ser Testigo de la Verdad, desde la Cruz.

Por esto, he procurado cantarTe una Canción de Amor. 

Ahora a los Reyes y Reinas se les da el título de "Su Majestad". A los Sucesores de Pedro, tu Vicario, el de "Su Santidad". A los Patriarcas Orientales el de "Su Beatitud". Y a Tí todos podemos llamarTe con toda verdad, "Jesús de Nazaret". Y Te queremos, Te queremos mucho. No me saldría eso de llamarTe "Su Majestad". 

En una exclusiva de Mateo, en su capítulo 23, Tú dijiste de forma categórica, frente a las vanidades de poder de los Fariseos y Escribas: "Vosotros, en cambio, no os dejéis llamar 'Rabbí' (palabra en arameo que significa "Mi Maestro"), porque uno sólo es vuestro Maestro. Y vosotros sois todos hermanos. Ni llaméis a nadie 'Padre' (En Arameo, 'Abbá') vuestro en la tierra, porque uno sólo es vuestro Padre: el del Cielo. Ni tampoco os dejéis llamar 'Preceptores', porque uno sólo es vuestro Preceptor: Cristo". 

Rabbí y Abbá eran dos títulos que se daba a los Doctores Judíos.

Tú quieres que sólamente a Dios se le llame "Padre". Y Tú aceptas para Tí mismo el Nombre de "Maestro" y de "Conductor" o "Guía" espiritual, moral y religioso. Los demás deberían evitar estos títulos, aunque si se dan, deben darse sólamente como expresión de la participación de las Realidades de tu Personalidad. 

Es mejor pecar por la humildad. "Todo el que se ensalza"... Lo afirmaste Tú, cuando quisiste resaltar el valor de la humildad vivida. Somos pequeños. Y hemos de sentirnos pequeños. Somos pequeños. Y nos sentimos muy bien con los que son como nosotros: Pequeños. Lo demás está a tu cargo. Tú llevas las cuentas, la contabilidad del Reino de Dios. Nos fiamos de Tí.