Una muchedumbre inmensa

Autor: Ramón Aguiló SJ 

 

 

Jesús de Nazaret, tu apóstol a quien tanto amabas, escribió un libro fantástico, al que hemos llamado “El Libro del Apocalipsis”. Es un conjunto de visiones, de profecías, de recuerdos, que giran todos alrededor de tu Personalidad y de tu Mensaje. Juan nos presente aspectos terribles de la realidad. Pero también tiene páginas magníficas que quieren expresar la grandeza, la belleza, la grandiosidad de tu Iglesia.  

UNA VISIÓN. A mí siempre me ha impresionado profundamente esa breve página en que describe una visión llena de colorido y de cristianismo. En el capítulo 7, el Apocalipsis nos grita algo precioso. Es la voz de un ángel que subía del Oriente y tenía el SELLO DEL DIOS VIVO, con el que estaban marcados los Siervos de Dios. Después Juan añade que “había una muchedumbre inmensa que nadie podría contar, de toda Nación, Raza, Pueblos y Lenguas, de pie delante  del trono y el Cordero, vestidos con vestiduras blancas y con palmas en sus manos. Y gritan con  fuerte voz LA SALVACIÓN ES DE NUESTRO DIOS, QUE ESTÁ SENTADO EN EL TRONO Y DEL CORDERO”  

Nuestro agitado mundo a veces nos ofrece la terrible impresión de ser un mundo de Salvajes, Asesinos, Terroristas. Pero nosotros deberíamos mirar más profundamente la realidad. Y ésta es que los Buenos, los Santos, los que tienen Fe en Ti y Te aman, los que siguen respetuosamente las exigencias humanas, pacíficas, de sus Religiones, son muchos más. Desde el comienzo de los siglos has nuestros tiempos, mirando a todas las naciones y escuchando todas las lenguas, vemos que los que queremos ser buenos, los que queremos respetar a los demás, los que estamos dispuestos siempre a perdonar, somos una multitud  que nadie podría contar.  

LOS SANTOS SON MUCHOS. Es verdad que durante todo el año vamos recordando, además de los hechos de tu vida y los de tu Madre y Madre nuestra, María, los ejemplos de los Santos y Santas, Beatos y Beatas, que nos ayudan a ser mejores en tu seguimiento. Muchos permaneces ocultos. Pero otros han sido canonizados, beatificados por algún Papa, los sucesores de Simón Bar Yona, al que llamaste Pedro, Cefas. Y esto también es una gran ayuda, una poderosa llamada, para todos los que vivimos una vida agitada, distraídos, trabajando en cosas materiales, los que sufrimos y gozamos, los cristianos a medias.  

Podría darte una muestra. El día que te escribo esta CARTA, la Iglesia celebra la Fiesta del hombre llamado NICOLÁS DE TOLENTINO. Fue un hombre curioso, que había nacido en la Marca de Ancona (Italia) y vivió durante el siglo XIII. Sus papás le pusieron el nombre de un Santo al que habían orado para que les diera un niño sano: Se llamaba NICOLÁS DE BARI. Y así el peque se llamó también así, Nicolás.  

SAN NICOLÁS DE TOLENTINO. Aquel niño creció. Estudió. Quiso ser y fue Religioso Agustino. Y así, enfermo o sano, se dedicó con alma y cuerpo a su Vocación. Fue un hombre de gran Oración. Fue un Apóstol, encantado por tu presencia real en la Eucaristía, y celebraba las Misas con gran devoción. Confesaba, daba buenos consejos, viajaba y hacía grandes penitencias. Este es el resumen de su vida. Es un ejemplo para todos. ¿Podría resumirse así la vida de muchos y muchas de tus seguidores? Yo creo que sí. Porque Tú nos has dado y nos sigues dando tu mensaje  a todos. Todos podemos ser Santos. Todos podemos practicar sencillamente lo que Tú nos enseñaste. Y esto es lo que Te pido para todos mis amigos y para mí mismo. Así sea.