Una mesa para tres

Autor: Ramón Aguiló sj.


Generalmente las Mesas de Trabajo tienen tantas bandas como Interlocutores, cuando son pocos. Si son muchos, las mesas suelen ser circulares. Muchas veces los que hablan y discuten son dos. Entonces las mesas son rectangulares. Esto es lo que solemos ver en las grandes Conversaciones Internacionales. 

Si son cuatro países los que tratan de ponerse de acuerdo, la Mesa será Cuadrada. 

Las mesas de los comedores de las casas suelen ser variables. Se pueden alargar a medida que crece la Familia. 

Las mesas de los despachos suelen ser para dos personas: una es la que lo ocupa constantemente. Otra es la que está de visita y trata algún asunto especial. 

Cuando me encontré contigo, Jesús de Nazaret, no había ninguna mesa, ni despacho. Ni siquiera la pequeña mesa de un bar o de un Restaurante. Nos hemos encontrado. Nada más. Hemos dialogado a través de esos canales misteriosos que Tú utilizas para comunicarte con la Humanidad, con todos. Lo que sucede es que algunos Te escuchan. Otros no, porque están demasiado ocupados en otros asuntos. 

Pero hoy somos Tres. Pongamos una Mesa triangular, para que podamos vernos, escucharnos, aprender de Tí, y comunicarte nuestras alegrías y nuestras penas, nuestras dudas y nuestras seguridades. 

El principal eres Tú, Hijo de Dios, Hijo del Hombre, Jesús de Nazaret. Tú tienes la Palabra, porque Tú eres la Palabra. Los otros dos Te escucharemos. Y procuraremos hacerte llegar nuestras opiniones, nuestras ideas, nuestras preguntas. Te contaremos lo que vemos, lo que experimentamos. Y escucharemos tus Mensajes. 

Estos dos son: El Lector de estas Cartas. Y este pobre escritor que las escribió.  

En realidad, los que vais a hablar sois dos, porque este escritor no es más que una especie de presentador, o como un intérprete ocasional al que solamente se le escucha, cuando se presenta una situación especial. 

Son unas cartas sencillas, nacidas del corazón de la experiencia. Un día Te encontré no sé cómo. Y Te dije que iba a escribir sobre todo lo que he visto en Tí y he oído de Tí. Y aquí está. En forma de Cartas, que pueden ser consideradas como sencillas Oraciones, Meditaciones, Sugerencias, Pensamientos, Ejercicios. Lo que se quiera... Lo importante es que un Hombre Te habla. Y Tú le hablas a un Hombre. Lo demás lo vas realizando solamente Tú, Jesucristo. 

Te presento a mi amigo, este lector que está sentado ahí, en nuestra original Mesa de Tres. Es un Hombre. Es una Mujer. Joven. Anciano. No lo sé. No me importa. Es un Ser Humano. 

Yo Te hablaré. Te contaré algo de mi vida, de mis experiencias, por eso a veces, estas Cartas parecerán unas Memorias, una Forma truncada de Autobiografía. También Te expondré mis miradas sobre este mundo tan extraño en el que me ha tocado vivir, y sobre el Futuro que puedo prever o soñar. Recordaré tantas cosas de las diferentes culturas que he ido contactando a través de mis años.

Son recuerdos generalmente agradables. 

Tú irás diciendo lo que nos has dicho, y lo que quieras añadir ahora, como algo nuevo. Procuraremos recoger los esplendores de tu Personalidad histórica, de tu Personalidad siempre activa, siempre presente, de tu Mensaje de todos los tiempos. 

Te escucharemos. Y estoy seguro que así, silenciosamente, irás conquistando cada vez más, cada vez más profundamente, nuestra inteligencia, nuestra voluntad, nuestro amor. 

Estoy completamente convencido de que ninguno de los Tres se cansará. Y nuestra vida se convertirá en un Gran Diálogo contigo. 

Es una larga Lista de Cartas. Todas van dirigidas a Tí, Jesús de Nazaret. Todavía tengo muchas más para escribirte y enviarte allí donde estés, donde Te encuentres ahora. Pero el tiempo pasa. Y la vida es breve. Quiero dejar testimonio de tu Presencia en mi pobre vida. Y al final de ella, quisiera que se pueda decir con verdad, esta especie de epitafio: "Este fue un hombre que amó a Jesús de Nazaret". 

No hay más que explicar. Tú lo sabes todo. Nuestro amigo, el Lector, irá descubriendo el sentido de las Cartas.  

Quisiera afirmar ya ahora, para que lo sepa nuestro común amigo que ahora tiene el libro en sus manos, que Creo profundamente en Jesucristo, Le amo con todo el corazón, quiero transmitir su Mensaje y su Futuro, amo también y respeto a su Iglesia Cristiana, Católica, bajo la autoridad de tu Vicario, sucesor de Pedro, y la de los Sucesores de los Apóstoles. Amo y respeto a todos los hombres y mujeres del mundo de ahora, del pasado y del que vendrá. 

Y a tí, Lector, te digo que leas despacio. Y procures regresar casi cada día, a esta mesa de Tres. Verás que Te ayudará. Pero mírale a El. Escúchale. Verás cuántas cosas Te dice. Y experimentarás la Alegría de estar con El. Del Tercer Personaje, te puedes olvidar. Si te acuerdas, di una pequeña oración por él. 

Quiero decirte también que el "Pintor Amigo" cuyos cuadros recuerdo frecuentemente, se llamó Miguel Salvá Planas. Murió hace poco tiempo. Nos dejó un hermoso mensaje pictórico: que Jesús y su Mensaje son siempre actuales, en cualquier tiempo y en cualquier nación. 

También quisiera decirte que cuando se copian textos originales de los Libros Sagrados, he procurado reproducirlos tal como los presenta "La Biblia de Jerusalén". 

Las Cartas están escritas con una cierta espontaneidad o familiaridad, como suele ser el estilo de las Cartas que no son "Oficiales". Estas suelen ser frías. Las Otras, que brotan de la amistad o de las relaciones familiares, son espontáneas, cálidas, desordenadas. Yo hubiera querido mantener este estilo "Informal", pero la extensión y los temas me han sugerido que incluya títulos y subtítulos para ayudar a su comprensión y a su más fácil recuerdo. 

Yo quisiera callarme. Porque deseo ardientemente que conversen el "Hijo del Hombre" y este "Ser Humano" que está ahí, muy cerca, detrás de las páginas de este Libro.