Una constitución para la convivencia

Autor: Ramón Aguiló SJ

 

Tú Y EL AMBIENTE POLíTICO. Jesús de Nazaret. Tú no fuiste ni eres un Hombre de la Política. No quisiste ser un Mesías Político y por ello defraudaste a muchos dirigentes y ciudadanos de Israel, especialmente a los más fanáticos, a los integristas, a los zelotes.  

Además pronunciaste algunas críticas muy duras contra los que ocupaban en tu tiempo y ocupan ahora el poder de una forma totalitaria o dictatorial y así explotan a los demás. Pero Tú has rehuido siempre toda apariencia de intervención en el campo de la Política, y mucho más has evitado intervenir en él. Siempre que se presentaba este tema o esta posibilidad que enturbia todo lo que toca, has desaparecido prudentemente, silenciosamente.  

En el tiempo de tu permanencia entre nosotros en este mundo, nunca has participado en unas Elecciones Generales.  

En el Pueblo de Israel las Leyes eran las Leyes de Dios, dadas  y comunicadas al Pueblo, por medio de Moisés. El sistema era lo que ahora llamaríamos una "Teocracia". La Política y la Religión marchaban juntas, prácticamente identificadas por lo menos en las Normas Comunes a todos.  

Seguramente has encontrado por las calles de las ciudades y pueblos que visitabas, hombres vestidos de unifome, soldados y oficiales del Imperio Romano, de los ejércitos que ocupaban el territorio israelí.  

Varias veces has hablado con ellos, como nos cuentan tus amigos y escritores. Y has encontrado entre los hombres uniformados personas muy buenas, a las que has atendido con todo cariño y atención.  

Yo también a lo largo de mi vida encontré militares así, y ha sido un placer tratar con ellos. Tú ciertamente los viste, en otras circunstancias menos agradables, cuando Te escoltaban y maltrataban en los días de tu Pasión y Muerte.

 

LOS SISTEMAS POLíTICOS. Los Romanos tenían su propio sistema de organización estatal e imperial. Pero en su sistema no tenían importancia las elecciones. Lo que mandaba allí era la Fuerza. El Emperador, la Fuerza de los Ejércitos, y un Senado que estaba formado por los llamados Patricios, una casta de nobles que recibían su posición por herencia familiar.  

Tampoco había ninguna Constitución escrita, aunque seguramente tanto en Israel como en Roma había una Constitución no escrita, que se conservaba y quedaba más o menos definida, por la tradición histórica.  

Así es como sucede todavía ahora en la primera de las grandes Democracias que fue la Británica. Los Británicos no tienen una Constitución Escrita.  

Pero todos los políticos y los Partidos de este país norteño, insular, procuran cumplir lo mejor posible la Constitución determinada por las costumbres propias y las leyes anteriores recibidas por la historia. Es lo que se llama Constitución Oral o también Consuetudinaria. Y es una forma de Democracia que podría calificarse como la Democracia de los Muertos y de los Vivos. Porque los Vivos tienen en cuenta las opiniones de los que les han precedido en el territorio, aunque ahora ya estén muertos. Ellos opinaron en su tiempo sobre los más variados asuntos políticos y ahora que están en los sepulcros, los vivos tienen en cuenta sus opiniones que permanecen en las leyes y en las costumbres y tradiciones. Los muertos siguen presentes y opinando. Esto me gusta. Está bien.  

Cada país, cada nación, cada pueblo tiene una Constitución Natural que proviene de las propias formas de ser, lo que se llama la identidad nacional. Y este identidad queda definida en diferentes rasgos, rasgos culturales, rasgos históricos, raciales, jurídicos, lingüísticos, geográficos, etc... Esta Constitución Natural se proyecta primero en la Constitución Oral, No Escrita, Consuetudinaria, y, posteriormente, en la Constitución Escrita refrendada por todo el Pueblo. Esto es lo que ha sucedido en prácticamente todos los pueblos soberanos, menos el Británico.

 

NECESIDAD DE SíNTESIS. TU LEY FUNDAMENTAL, TU CONSTITUCIóN.  Esta dificultad me ha llevado a pensar en una reducción de las Leyes Fundamentales al mínimo posible.  

Siempre que me encuentro en el Evangelio con tu entrevista con el Doctor de la Ley, pienso en ello.  

Tú fuiste un Maestro que buscaba la síntesis. Se nota en tu modo de hablar. Dices muchas cosas en pocas palabras.  

Cuenta Lucas, Capítulo 10: "Se levantó un Legista y dijo para ponerle a prueba: 'Maestro ¿qué he de hacer para tener en herencia vida eterna?'. El le dijo: '¿Qué está escrito en la Ley? ¿Cómo lees?'. Respondió: 'Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente. Y a tu prójimo como a tí mismo'. Díjole entonces: 'Bien has respondido. Haz eso y vivirás'".  

También es interesante recalcar que cuando un joven Te preguntó, qué debía hacer él para conseguir la vida Eterna, Tú le respondiste: "Guarda los Mandamientos". Y se los citaste. Y es que la Constitución de todos los pueblos debería consistir en estos Diez Mandamientos que el mismo Yahvé grabó en las dos tablas de la Ley para dárselas a Moisés en el Monte Sinaí.  

Y Tú hiciste la síntesis de los Diez reduciéndolos a dos, y los dos quedan resumidos en el Amor. Amar a Dios. Amar al prójimo.  

Todavía lo dijiste de una forma más sintética, cuando afirmaste: "Todo cuanto queráis que os hagan los hombres, hacédselo también vosotros a ellos. Porque ésta es la Ley y los Profetas" (Mateo, Capítulo 7). Esta es la que se ha llamado "Regla de oro". Una Regla antigua que los Judíos conocían a través de sus Libros Sagrados, y también otras culturas, a través de sus Maestros. Pero los Antiguos daban a esta Norma una forma Negativa: "No hacer a los demás lo que no queremos que ellos nos hagan a nosotros". Tú le diste un vuelco positivo, que es mucho más exigente y constructivo.  

Estas tus Frases tan claras, deberían resumir todas las Constituciones de los Países del Mundo. Se podrían escribir sobre las fachadas de los Palacios de los Congresos, de los Senados, de los Parlamentos.  

Debería repetirse en todas las escuelas y en todas las Religiones. Porque esta Norma es el tronco robusto sobre el que pueden extenderse todas las ramas de las legislaciones.  

Bastaría que dijera: "Amarás". Y hubiera suficiente sinceridad para sacar las consecuencias de esta Ley. El "Amarás" debe referirse también a Dios. Porque, sin amar a Dios sobre todas las cosas y con todo el ser, es prácticamente imposible amar a los semejantes.  

Yo me puedo olvidar de todas las Constituciones, de todos los Artículos, de todas las Leyes, de todos los Códigos, del Código Civil, del Código Penal, del Código de Derecho Canónico.  

Porque quiero amar a Dios con toda la intensidad posible, y quiero amar a los hombres y mujeres de este mundo, sin ninguna excepción y servirles a todos "lo mejor posible", "en todo lo que yo pueda". Y me quedo completamente convencido de que, amándoles así, cumpliré todas mis obligaciones como cristiano y como ciudadano, aun sin conocerlas textualmente, sin haberlas leído siquiera.  

¿Qué Te parece a Tí, Jesús de Nazaret?. No somos orgullosos. Al contrario. Somos humildes. Y Te amamos en los demás, como Tú quisiste y quieres también ahora.

 

LO QUE ESCRIBIó PABLO. Tu querido Apóstol y Amigo Pablo escribió una larga y hermosa Carta a los Romanos. Y en su Capítulo 13, afirma y repite todo lo que Tú nos enseñaste, diciendo: "Con nadie tengáis otra deuda que la del mutuo amor. Pues el que ama al prójimo ha cumplido la Ley. En efecto, lo de 'No adulterarás, no matarás, no robarás, no codiciarás' y todos los demás preceptos, se resumen en esta fórmula: 'Amarás a tu prójimo como a tí mismo'. La Caridad no hace mal al prójimo. La Caridad es, por tanto, la Ley en su plenitud". ¡Maravilloso!. Es lo que dijiste Tú. Y lo que procuramos nosotros realizar. Amar a todos. Siempre. Danos fuerzas.