Un carpintero de estirpe real

Autor: Ramón Aguiló SJ

 

Jesús de Nazaret, quisiera contarTe hoy la impresión excelente y al mismo tiempo inquietante, que me ha producido la figura, casi desconocida, de aquel Carpintero de Estirpe Real, a quien Tú, de pequeño, has llamado tantas veces "Papá" o "Padre", en tu casita de Nazaret o en el pequeño taller familiar, donde os ganabais lo necesario para vivir.  

Alguna tradición antigua afirma que tu Padre José era hermano de un tal Cleofás que estaba casado con una María de Cleofás o Clopás, como dicen otros. María de Cleofás era una de las mujeres que estaban, fuertes, en el Calvario, al pie de la Cruz, en la que Tú estabas muriendo, junto con tu Madre, María. Lo narra Juan, en su Capítulo 19: "Junto a la Cruz de Jesús estaban su Madre y la hermana de su Madre, María, Mujer de Cleofás...Esta María llamada hermana de tu Madre sería propiamente hermana política, o sea cuñada, de tu Madre, porque el parentesco vendría a través de José, su esposo, que era hermano de Cleofás.  

Se llamaba José, dicen Mateo y Lucas en sus Primeros Capítulos. Desde entonces el nombre de José ha sido uno de los más frecuentes para distinguir a muchos hijos e hijas de las familias cristianas.

 

EL NOMBRE DE JOSÉ Y LA HISTORIA. Es un nombre que fue inventado por Raquel, una de las esposas de Jacob, a quien Yahvé quiso llamar Israel.  

En las familias de ahora. Casi en todas las familias de ahora hay algun José. Es un nombre que ha tenido éxito, y que, consiguientemente, ha adquirido diferentes formas. En España por José, se dice Pepe, Pepito, Pepín, Joséchu, Giusep, Pepón, Pepote. Y así. También hay mujeres que se llaman José, y se dicen Josefa, Josefina, Finita. Se han creado combinaciones del nombnre de José con otros. Por ejemplo, José María, José Antonio, Juan José y otros. Todos ellos tienen su diminutivo o su forma familiar, simplática, afectuosa, como Josémari, Juanjo. Y es que la fantasía y el cariño de los papás no tiene límite para la creatividad.  

Este nombre tan tajante en su pronunciación, me recuerda a personajes famosos que se han llamado así, y que de alguna manera han pasado a las páginas de las historias de los diferentes pueblos y naciones.  

Varios José en la historia bíblica. En la Biblia han ido apareciendo varios José. Pero hay dos que sobresalen, además de tu Padre legal: uno antes de que Tú vinieras al mundo, y otro a quien Tú conociste personalmente y que ocultamente Te seguía. El primero fue el Hijo de Jacob que llegó a ser Administrador General del Imperio Faraónico del Egipto, y el segundo ha sido José de Arimatea, discípulo tuyo que apareció, superando su miedo, después de tu muerte en la Cruz, para cuidar de tu digna sepultura.  

JOSé, HIJO DE JACOB O ISRAEL, ha sido una gran figura histórica. Fue su mamá, Raquel, la que inventó este nombre y se lo impuso, porque había recibido aquel niño como un regalo de Dios. Su madre, Raquel, se sintió feliz y escuchada por Dios, cuando le tuvo, y por esto le impuso el nombre de "José", como lo explica el Génesis: "Entonces se acordó Dios de Raquel. Dios la oyó y abrió su seno, y ella concibió y dió a luz un hijo. Y dijo: 'Ha quitado Dios mi afrenta'. Y le llamó José como diciendo: 'Añádame Yahvé otro hijo'". Objeto de envidia de parte de sus hermanos, vendido como esclavo, llegó a ocupar el segundo puesto en el Gobierno de Egipto en tiempos de los Faraones. Su interesante historia llena muchas páginas de los Libros Sagrados. El Génesis del capítulo 30 hasta el capítulo 50 se explaya contando las peripecias y la gloria de José hasta que murió a la edad de 110 años.  La Vida de aquel niño tan deseado fue densa y larga. Cuando murió, "Le embalsamaron, y se le puso en una caja en Egipto". Con estas palabras tan elocuentes y expresivas, termina el Libro del Génesis.  

Los Libros posteriores también aluden repetidas veces a José como cabeza de una gran tribu, una gran rama del Pueblo de Israel. Su personalidad ha quedado como un emblema de lo que puede suceder a un hombre, cuando es un elegido de Dios, aunque sea odiado, vendido y esclavizado por sus propios hermanos.   

JOSé DE ARIMATEA ha dejado un recuerdo más fugaz pero ya en la historia cristiana. Era una persona importante que Te miraba y escuchaba desde lejos, por no comprometerse ante sus compañeros del mismo nivel social y religioso. Pero demostró que Te quería, cuando, después de tu trágica muerte crucificado, se atrevió a pedir tu Cuerpo Sagrado al mismo Gobernador, Poncio Pilato. Era de Arimatea, una Ciudad de Judea muy cercana a la frontera de Samaria. Hombre importante, rico y miembro del Sanedrín o Consejo Religioso de Israel. Los cuatro Evangelistas han mencionado su nombre, su posición, su admiración por Tí como discípulo tuyo, aunque no reconocido como tal por los demás. Y sobre todo, su comportamiento ejemplar y valiente, generoso y eficaz para que tuvieras una sepultura que se acercara un poco a la grandeza de tu dignidad personal.

 

VARIOS SANTOS SE LLAMAN JOSÉ. JOSÉ DE ARIMATEA ha sido venerado como Santo por tu Iglesia, desde el principio.  

Ha habido otros Santos llamados también José, como JOSÉ DE CALASANZ, Fundador de una Congregación Religiosa dedicada a la educación de los niños pobres, llamada "Escuelas Pías". Era español. Nació en Peralta de la Sal, Aragón, el año 1556 y murió el 1648.  

También JOSÉ LEONISA, nacido en Leonisa, Umbría, Italia, en 1556 y muerto en 1612. Era capuchino.  

Otro santo José fue JOSÉ DE CUPERTINO, italiano, nacido en Osimo en 1603 y muerto en 1663.   

Otro Santo fue JOSÉ BENITO COTTOLENGO, fundador en Turín (Italia) de la "Pequeña Casa de la Divina Providencia", dedicada a auxiliar a los enfermos más pobres y abandonados. Nació en Bra el año 1788 y murió en Chieri el 1842.  

JOSÉ DE ORIOL, nació y murió en Barcelona, España, en 1750 y 1802.

 

FAMOSOS DE LA HISTORIA PROFANA. También en la Historia que podríamos llamar profana han ido apareciendo Josés de gran categoría. Numerosos Emperadores de Alemania y algun Rey de Portugal se han llamado José. Pero en España, sobresale entre todos, por su figura poco simpática y por haber venido desde fuera como algo impuesto, el Rey José I Bonaparte, hermano mayor de Napoleón I, el Dictador que escaló por la fuerza los más altos peldaños del poder, y colocó en ellos también a sus propios familiares más próximos.  

José Bonaparte fue Rey de España y de Nápoles hasta que fue derrotado y expulsado por los españoles.  

NINGUN PAPA JOSÉ. Una cosa extraña. En tu Iglesia no hubo ningun Papa, Sucesor de Pedro, que haya escogido el nombre de José. Ha habido 23 Juanes, 16 Gregorios, 15 Benedictos, 14 Clementes, 13 Inocencios y Leones, 12 Pios, 10 Estébanes (aunque algunos cuentan sólamente nueve, porque una vez fue elegido Papa un Sacerdote Romano llamado Esteban que murió cuatro días después de haber sido elegido y antes de que fuera consagrado Obispo), 8 Urbanos y Alejandros. Otros nombres se han dado en cantidades menores. Pablos ha habido 6. Y Pedro sólamente 1, el que Tú elegiste personalmente.  

Yo encuentro muy llamativo que ningun Papa haya querido llamarse José. Tal vez lo han hecho así, para demostrar su respeto hacia tu Padre legal, aquel Carpintero de Estirpe Real, al que Tú tanto has querido, respetado y que, sin embargo, no tuvo en la tierra más que silencio, humillación, trabajo y sacrificios muy duros para tutelar tu tranquilidad y seguridad de niño y de adolescente, y las de tu Madre, María.

 

DESTINO GLORIOSO DE JOSÉ. SU ESTIRPE REAL. Su elección era grandiosa. Su destino excepcional. Pero su vida fue de lo más sacrificada y humilde.  

Era de estirpe real. Pero, en sus años de vida, no recibió ningun honor, no ocupó ningun puesto especial, extraordinario, en la sociedad israelita. Era un noble en la escala social y al mismo tiempo un obrero artesano de los que ocupan el último peldaño.  

El Evangelista Lucas, Capítulo 1, afirma que el Angel, para anunciar tu concepción, fue enviado a una Virgen "Desposada con un hombre llamado José, de la Casa de David".  

Cuando Lucas, en su capítulo 2, narra el viaje a Belén para el empadronamiento, "estando tu Madre en cinta", explica por qué se dirigieron hacia este Ciudad de David, y dice: "Subió también José desde Galilea, de la Ciudad de Nazaret, a Judea, a la Ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la Casa y Familia de David".  

El Evangelista Mateo es otro de los Evangelistas que se refiere, junto con Lucas, a tu concepción y nacimiento. Los otros dos no lo hacen, sino que Te presentan ya persona adulta. Mateo, pues, al describir tu genealogía, dice que "Jacob engendró a José, el esposo de María, de la que nació Jesús, llamado el Cristo".  

En la Genealogía que pone Lucas, en su Capítulo 3, también se subraya que José era "Hijo de David", es decir, descendiente de este Rey de Israel.

Cuando José se sumergió en la duda sobre lo que él debía hacer, al constatar que María iba a ser madre de un niño, sin él saberlo, recibió un mensaje tranquilizador de un Angel, quien le dijo: "José, Hijo de David, no temas tomar contigo a María" (Mateo, Capítulo 1).  

Evidentemente los Evangelistas y por su medio Dios, tu Padre, quieren recalcar la importancia y seguridad de este hecho familiar y genealógico. Y es que estaba profetizado que el Mesías Salvador, el Ungido de Dios, el Cristo, sería descendiente de David. Y por tanto de su Casa Real.  

En varios textos del Antiguo Testamento se prevé la existencia de "Alguien", "Un Descendiente" que dará a la Casa de David un rasgo de perpetuidad. Hay un texto muy explícito en el Segundo Libro de Samuel, Capítulo 7, cuando, a propósito de las dudas sobre la construcción del Templo, el Profeta Natán anuncia el apoyo que Yahvé dará a la Casa y a la Perpetuidad de David. Dice Natán a David: "Cuando tus días se hayan cumplido y te acuestes con tus padres, afirmaré después de tí la descendencia que saldrá de tus entrañas, y consolidaré el trono de su realeza". "El construirá una casa para mi Nombre y yo consolidaré el trono de su realeza para siempre"..."Tu Casa y tu Reino permanecerán para siempre ante Mí. Tu trono estará firme eternamente".  

Lo mismo se repite casi textualmente en el Libro Primero de las Crónicas, Capítulos 17, 22 y 28.  

Por todo ello, el Arcangel Gabriel, al saludar a María para anunciarle que va a ser madre a pesar de su decisión de mantener su virginidad, le dice que su Hijo, "será grande y será llamado Hijo del Altísimo, y el Señor Dios le dará el Trono de David su padre", como  narra Lucas en su Capítulo 1.  

Así el Hijo de María será descendiente de David y heredero de todas sus prerrogativas reales. Jesús es el Desacendiente de David esperado por las generaciones precedentes del Pueblo de Israel. Y como en Israel el Padre de Familia es el Indicador de la línea hereditaria, en la Familia de Nazaret y Belén, el padre de Jesús debía ser descendiente de la Personalidad Histórica de David, el gran Rey especialmente elegido por Yahvé. En Tí, Jesús de Nazaret, hijo de José, se realizará la Voluntad de Dios de que la Descendencia de David permanezca para siempre. Porque tu Reino y tu Realeza permanecen para siempre.  

SIN EMBARGO, CARPINTERO. Curiosamente ninguno de los Cuatro Evangelistas, ninguno de los escritores del Nuevo Testamento afirma que tu Padre, José, fuera un Carpintero, un Artesano o sencillamente un Trabajador. Nada de eso. Ellos presentan a tu Padre como una persona de Estirpe Real, descendiente de la Casa de David.  

Son las gentes del Pueblo de Nazaret, las que, cuando constatan tus milagros y tus enseñanzas tan superiores a las de los otros maestros, expresan su admiración y sus dudas. ¿Cómo puede ser así y realizar todo eso el Hijo de un Carpintero?.  

Mateo, capítulo 13, cuenta: "Viniendo a su patria [Nazaret, que era el pueblo donde pasó su infancia y juventud], les enseñaba en su sinagoga, de tal manera que decían maravillados: '¿De dónde le viene a éste esa sabiduría y esos milagros?. ¿No es éste el Hijo del Carpintero?'".  

Lucas, Capítulo 6, en cambio, al narrar la misma visita a Nazaret, no dice nada de tu padre, y las gentes parecen ignorarlo, porque dice así Lucas: "Vino a su patria, y sus discípulos le siguen. Cuando llegó el Sábado se puso a enseñar en la sinagoga. La multitud, al oirle, quedaba maravillada y decía. '¿De dónde le viene esto?. Y ¿qué sabiduría es ésta que le ha sido dada?. ¿Y esos milagros hechos por sus manos?. ¿No es éste el Carpintero?.  

La pregunta que recoge Marcos prescinde de tu padre José, como si el evangelista quisiera indicar tu nacimiento virginal. O como si los mismos habitantes del pueblo supieran que algo misterioso había sucedido en tu Concepción y tu Nacimiento.

 

LA PROYECCIóN DE JOSÉ EN TU VIDA DE NIÑO Y DE JOVENCITO. La presencia de tu padre, junto a Tí y junto a tu Madre, es la presencia de una Fuerza Protectora de tu Seguridad, de la Tranquilidad de tu Madre. Pero un Fuerza Silenciosa, muda, a veces heróica.

 

SOMBRA PROTECTORA. No podía Ella ir sola por el mundo de Israel. No podía de ningun modo aparecer ante los demás como una mujer abandonada, sin familia, sin el apoyo de su marido. La mujer en Israel tenía muy poca prestancia social. Era una sociedad de clara preeminencia machista, la de Israel. Las gentes no hubieran podido comprender ni aceptar que una mujer digna, respetable, santa como era María, apareciera de pronto como madre, sin un esposo que la acompañara, que la protegiera, que le diera el lugar social correspondiente.  

La figura de José aparece ya antes de tu Concepción. Los Evangelistas le presentan como el "Prometido" de María, el que iba a ser su esposo con todo lo que en aquel pueblo de leyes y normas, tradiciones y costumbres, esto significaba.  

María estaba "desposada" con José. Era la "Prometida" de José, diríamos ahora. Lo afirman Mateo en su Capítulo 1 y Lucas, también en su capítulo 1. Esto daría una enorme datisfacción a aquel hombre honrado y buen israelita, porque amaba a una muchacha maravillosa, hermosa y delicadamente religiosa, y era muy amado por ella. Los dos tenían un alto concepto del amor entre un hombre y una mujer, bajo la inspiración y la atención de Dios, el Yahvé de los Israelitas.

 

LA TORTURA DE LA DUDA. Pero muy pronto, junto al amor intenso, apareció la terrible figura del sufrimiento, de la duda, de la cavilación. José cayó en la cuenta de que su querida María estaba embarazada. Y él no lo sabía. No podía comprender aquello en una muchacha tan fiel, tan consciente de sus obligaciones, tan retirada.  

¿La iba a repudiar, como se le permitían las Leyes?. El no sabía qué contestar a esta pregunta inquietante. ¿Cómo iba él a arrancar la buena fama a aquella muchacha tan piadosa?. La dejaría en secreto. Que nadie se enterara. Así dejaba en manos de Dios toda aquella tortura. Porque estaba convencido de que en todo aquello había un misterioso destino de Dios.  

En este trance, José se comportó como un "Hombre Justo" o sea "Santo", como lo afirma Mateo al narrar este suceso.  

Pero llegó de noche un ángel y se lo descubrió todo. Lo narra Mateo, capítulo 1.  

"La generación de Jesucristo fue de esta manera: Su Madre, María, estaba desposada con José y, antes de empezar a estar juntos ellos, se encontró encinta por obra del Espíritu Santo. Su marido José, como era justo y no quería ponerla en evidencia, resolvió repudiarla en secreto. Así lo tenía planeado, cuuando el Angel del Señor se le apareció en sueños y le dijo: 'José, Hijo de David, no temas tomar contigo a María tu mujer porque lo engendrado en ella es del Espíritu Santo. Dará a luz un Hijo, y tú le pondrás por nombre Jesús, porque El salvará a su pueblo de sus pecados'. Todo esto sucedió para que se cumpliese el oráculo del Señor por medio del profeta: 'Ved que la Virgen concebirá y dará a luz un hijo, y le pondrán por nombre Emmanuel', que traducido significa: 'Dios con nosotros'. Despertado José del sueño, hizo como el Angel del Señor le había mandado, y tomó consigo a su mujer. Y no la conocía hasta que ella dió a luz un hijo, y le puso por nombre Jesús".  

Hasta aquí José no ha dicho ninguna palabra. Sólamente ha sufrido calladamente, y ha obedecido a lo que el Angel le comunicaba de parte de Dios.

 

SILENCIO CONTEMPLATIVO EN EL VIAJE Y EN BELéN. José vuelve a aparecer cuando se acercaban los días de tu alumbramiento. El Mesías debía nacer en Belén de Judá. Y llegó la orden del Emperador para que cada uno se empadronase en la ciudad de sus orígenes. Lucas, en su Capítulo 2, narra hermosamente aquel viaje de los dos esposos hacia Belén, para cumplir con la orden imperial.  

"Sucedió que por aquellos días salió un edicto de César Augusto ordenando que se empadronase todo el mundo. Este primer empadronamiento tuvo lugar siendo Gobernador de Siria, Cirino. Iban todos a empadronarse, cada uno a su ciudad. Subió también José desde Galilea, de la Ciudad de Nazaret, a Judea, a la Ciudad de David, que se llama Belén, por ser él de la casa y familia de David, para empadronarse con María, su esposa, que estaba encinta. Y sucedió que, mientras ellos estaban allí, se le cumplieron los días del alumbramiento, y dio a luz a su Hijo primogénito, le envolvió en pañales y le acostó en un pesebre, porque no tenían sitio en el alojamiento".

 

SILENCIO ANTE LA ADORACIóN BULLICIOSA DE LOS PASTORES Y DE OTROS. El Pesebre se convierte en un centro temprano de peregrinaciones festivas. Los Pastores, iluminados por unos ángeles, llegan al Portal de Belén, se postran ante el Niño, mientran los ángeles proclaman el cántico y el mensaje de la Paz y del Amor. Todos hablan. Pero José, recogido, admirado, contempla y calla. De María se dice que conservaba todo lo que veía y oía en su corazón. De José los Evangelistas no dicen nada. Sólamente sabemos, que estaba allí, como un Guardián del Cielo.  

Tú, pequeño, de ocho días, fuiste circuncidado. Después fuiste llevado por tus Padres a la Ciudad de Jerusalén para ser presentado a Dijos y ser rescatado, según los ritos de la Ley de Moisés. Simeón, el abuelito de la esperanza, Te cogió en sus manos, y pronunció su poesía alegre, dando gracias a Dios, Ana, la Profetisa, también Te alabó. Simeón zse dirigió a tu Madre María para hablarle de Espadas. Pero nadie dice nada a José, que está allí, silencioso, alegre, esperanzado, pero seguro de que el sufrimiento estaba al acecho.

 

LOS MAGOS DEL ORIENTE Y LA HUíDA A EGIPTO. En su Capítulo 2, Mateo narra la adoración de los Magos llegados del Oriente, guiados por una estrella milagrosa.  

Es una narración encantada. Después de alborotar a Herodes y a la Ciudad de Jerusalén con sus preguntas, los Magos llegan a donde estaba el Niño, y Le adoran, Le ofrecen sus dones. "Entraron en la casa. Vieron al Niño con María su Madre. Y postrándose, Le adoraron. Abrieron luego sus cofres y le ofrecieron dones de oro, incienso y mirra".  

De José no se afirma nada, ni se le menciona en este momento de gloria y de gozo. Como si no estuviera allí.  

Pero enseguida aparece de nuevo, en silencio, para escuchar, de noche, la orden de un Angel que le mandaba huir con el Niño y su Madre a Egipto.  

"Después que ellos [los Magos] se retiraron, el Angel del Señor se apareció en sueños a José y le dijo: 'Levántate, toma contigo al Niño y a su Madre y huye a Egipto. Y estate allí hasta que yo te diga. Porque Herodes va a buscar al Niño para matarLe'. El se levantó, tomó de noche al Niño y a su Madre, y se retiró a Egipto. Y estuvo allí hasta la muerte de Herodes".  

"Muerto Herodes, el Angel del Señor se apareció en sueños a José en Egipto y le dijo: 'Levántate, toma contigo al Niño y a su Madre, y ponte en camino de la Tierra de Israel, pues ya han muerto los que buscaban la vida del Niño'. El se levantó, tomó consigo al Niño y a su Madre, y entró en Tierra de Israel. Pero al enterarse de que Arquelao reinaba en Judea en lugar de su padre Herodes, tuvo miedo de ir allí. Y avisado en sueños, se retiró a la región de Galilea. Y fue a vivir en una ciudad llamada Nazaret".

 

José, tu Padre, no ha dicho ninguna palabra en todo este trasiego peligroso. Recibió sencillamente órdenes. Y las cumplió religiosamente: "Se levantó. Y tomó al Niño y a su Madre"... Las órdenes le llegaban siempre cuando descansaba, durmiendo, en la placidez de las noches serenas.

 

JOSé, TU VIDA OCULTA Y TU MANIFESTACIóN ANTE LOS DOCTORES. Tú crecías, aprendías, observabas y trabajabas en el hogar de Nazaret. Estaba allí María. Estaba el Carpintero de Estirpe Real, tu Padre, José.

 

Los dos Te observaban silenciosos, admirados, siempre atentos.

Seguramente comentarían tu desarrollo físico, cultural, psicológico, espiritual. Lo afirma Lucas en su Capítulo 2.  

Pero cumpliste doce años, y tus padres quisieron que fueras con ellos a Jerusalén para celebrar la Fiesta de la Pascua, la gran Festividad de Israel.  

Y fuiste. Y entonces cometiste la primera travesura de tu Vida. Seguramente tus padres la juzgaron así, como los padres de la actualidad califican las inesperadas fugas de su hijos o hijas adolescentes, de sus propios hogares, sin avisar de antemano. Generalmente no se les encuentra después en un Templo de Dios, sino más probablemente en alguna Discoteca o en algun oscuro local de diversión.  

Tu caso, a los doce años, no fue realmente una travesura. Fue una primera y hasta sonada, manifestación de lo que Tú realmente eras y de lo Tú ibas a realizar en este mundo. Lucas escribió una página emocionante sobre todo esto en su Capítulo 2.  

"Sus padres iban todos los años a Jerusalén a la Fiesta de la Pascua. Cuando tuvo doce años, subieron ellos como de costumbre a la Fiesta y, al volverse, pasados los días, el Niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin saberlo sus padres. Pero creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos, pero, al no encontrarLe, se volvieron a Jerusalén en su busca".  

"Y sucedió que, al cabo de tres días, Le encontraron en el Templo sentado en medio de los maestros, escuchándoles y preguntándoles. Todos los que Le oían, estaban estupefactos por su inteligencia y sus respuestas. Cuando Le vieron quedaron sorprendidos, y su Madre Le dijo: 'Hijo ¿por qué nos has hecho esto?. Mira, tu padre y yo, angustiados, Te andábamos buscando'. El les dijo: 'Y ¿por qué me buscabais?. ¿No sabíais que yo debía estar en la casa de mi Padre?'. Pero ellos no comprendieron la respuesta que les dio".  

"Bajó con ellos y vino a Nazaret, y vivía sujeto a ellos. Su Madre conservaba cuidadosamente todas las cosas en su corazón. Jesús progresaba en sabiduría, en estatura y en gracia ante Dios y ante los hombres".  

En todo este Drama familiar estaba presente José. Sufría él mucho, como suelen sufrir los padres responsables y afectuosos ante estos imprevistos. Sufría más tu Madre, y ella fue más espontánea para presentarTe sus quejas, las quejas que los dos habían ido formulando y comentando durante aquellos tres largos días de búsqueda ansiosa.  

José sufría, pero callaba. Fue su esposa la que habló y hasta cierto punto Te reprendió por tu conducta poco respetuosa con la autoridad de los padres. Tu Respuesta, muy conforme con tu  Misión Salvadora y tu Divinidad de Hijo de Dios, fue amorosa, filial, pero firme y clara.

 

LA FIGURA DE JOSÉ DESAPARECE. En los Cuatro Evangelios desaparece después de este suceso, la figura de José. Sólmanente se le nombra siempre en relación contigo. Algunos de los hombres que Te fueron encontrando y a los que Tú preparabas como tus Apóstoles, Te calificaban como "Jesús de Nazaret, el Hijo de José", para que los que escuchaban pudieran saber a quién se referían.  

También otras gentes, al escuchar tus sabios discursos, tus interesantes palabras, se preguntaban a sí mismas y a los amigos y conocidos, expresando su admiración: ¿No es éste el Hijo de José?. De modo que algunas veces aparece la Figura de tu padre, pero no se sabe si está vivo o ya murió.  

Se ha especulado mucho sobre la muerte de José. Y se han pintado hermosos Cuadros que están en las Iglesias y en los Museos. Y es que todos nos imaginamos que José murió en tus Brazos Divinos, de Hijo de Dios, pero oficialmente también de hijo de José.

José ha sido proclamado como Patrón de la Buena Muerte, por este motivo tan familiar y obvio.  

Lo cierto es que su nombre desapareció. ¿Volvió a la Vida Eterna después de la Resurección Gloriosa de su Hijo, Jesús?. Esta es una hipótesis que ofrecen algunos pensadores teólogos. Pero no es más que una idea, una suposición, una teoría.

                                                                          

JOSé EN LA IGLESIA. Muchos escritores sobre cuestiones ascéticas y espirituales se han fijado en la personalidad de José, para presentarle como Patrono y Defensor de la Iglesia, como Cuerpo de Jesús. Hay una corriente de pensamiento josefino que arranca de los grandes movimientos de espiritualidad. Los Carmelitas y Santa Teresa de Avila en concreto han tenido importancia en este campo.  

Actualmente en todos los templos suele encontrarse una imagen del Patriarca José con una rama florecida en su mano.  

Algunos Papas tardíos han escrito documentos sobre su personalidad de padre y su espiritualidad silenciosa y humilde. Pio IX, por el Decreto "Quemadmodum Deus" (1850) nombra a José Patrono de la Iglesia Universal. León XIII en su encíclica "Quamquam pluries" lo proclama Abogado de los Hogares Cristianos. Benedicto XV por un Decreto de 1917 impone la obligatoriedad del precepto para la Fiesta de San José y en su motu proprio "Bonum Sane" (1920) lo presenta como modelo de las familias pobres y de los trabajadores.  

Todo esto sucedía a finales del siglo XIX y principios del XX, cuando los problemas sociales se agrandaban, las masas obreras iban potenciando su poder de acción y se agitaban para conseguir nuevas metas de justicia social. Tambiém han aparecido varias devociones populares dedicadas al recuerdo de José como los "Dolores y Gozos de San José" y los "Siete Domingos de San José".  

Como siempre resulta algo curioso que todas estas exaltaciones devocionales aparezcan 18 siglos después de la muerte del Santo, o sea, 1.800 años después. Un poco tarde. ¿No Te parece?.  

Ha habido teólogos que se han especializado en la que llaman Teología Josefina. Alguno de ellos por los años cincuenta del siglo XX, repetía que estaba llegando un tiempo de esplendor de esta Teología Josefina, después de haberse agotado la Teología Mariana. Pero de hecho no ha sucedido así. Han llegado tiempos nuevos y ha habido muchos cambios en el mundo y en tu Iglesia. Vino el Concilio Ecuménico Vaticano II, y sencillamente todo ha sucedido como si la figura de tu Padre José haya pasado a un segundo plano, silencioso, cubierto de neblina. Ahora se habla muy poco de José entre los jóvenes eclesiásticos.

 

ME GUSTA EL CARPINTERO. Que sea de Estirpe Real, está bien. Así lo había querido tu Padre Yahvé. Así debía cumplirse en Tí todo lo que significaba ser el Mesías, el Ungido, el Cristo de Dios. Todo lo que habían previsto los Profetas.  

Pero a mi me encanta que tu Padre, Jesús de Nazaret, haya sido un Carpintero, y que Tú hayas aprendido de él, tu propio oficio, con el que llenabas tus horas y tus días de Nazaret, cuando eras un adolescente, un joven, y un Israelita ya maduro, y con el que servías a tus clientes y reunías todo lo necesario para que tu pequeña familia pudiera vivir sin tener que endeudarse y sin sufrir las miserias de la marginación total.  

Los marginados de todos los siglos podemos sentirnos claramente representados por José, por tu Padre, y por Tú mismo, que fuiste un trabajador incansable, un trabajador de aquellos que no pierden el tiempo y que responden bien a las peticiones de sus clientes, porque no pueden permitirse ningun lujo y ningun capricho. Tú lo sabes perfectamente.  

Tú nos comprendes. Y comprendes por qué, cuando pensamos y cuando hablamos, cuando escribimos y podemos opinar sobre todo lo que sucede a nuestro alrededor, parecemos un poco revolucionarios y promotores del cambio hacia una mayor justicia social y una mayor solidaridad y equilibrio en el reparto de las riquezas que se producen en este mundo.  

Muchas veces tenemos la impresión, demostrada, de que una minoría de la sociedad que es la que no trabaja directamente, pero mantiene el control de las empresas, acumula bienes, en detrimento de aquellos que, en las fábricas, talleres, oficinas, comercios y otros ambientes laborales, son los que, con su esfuerzo silencioso, agotador, son los verdaderos creadores de los productos que valen.