Tú te autodefines

Autor: Ramón Aguiló SJ

 

Tú TE AUTODEFINES COMO HIJO DEL HOMBRE. Tú durante tu vida pública, en vez de referirTe a Tí mismo con un rotundo "Yo" como lo has hecho varias veces has usado una fórmula que subraya más tu Humanidad, y has dicho: "El Hijo del Hombre", o sea "Este Hombre que está aquí, ante vosotros", "Este Hombre que, a pesar de que vosotros todavía no lo sabéis perfectamente, os representa a todos, y por ello, puede ser considerado como el Hombre por antonomasia".

 

UN HOMBRE COMO LOS DEMáS. Con ello, Tú querías resaltar con un especial colorido, los aspectos humanos y humildes de tu Personalidad. Y entonces usabas frases como éstas:"Las zorras tienen guaridas y las aves del cielo nidos. Pero el Hijo del Hombre no tiene dónde reclinar su cabeza".  Era la respuesta que Tú le dabas a un Letrado que había mostrado un cierto deseo de seguirTe. (Mt. 8. Lc. 9) 

Condenaste a tu generación porque no aceptaba nunca el mensaje de Dios. Siempre buscaban y encontraban una excusa.  Y lo hiciste con una ingenua y bonita comparación sacada de unos juegos de niños. Está en Mateo, 11: "Pero ¿con quién compararé a esta generación?. Se parece a los chiquillos que, sentados en las plazas, se gritan unos a otros diciendo: 'Os hemos tocado la flauta y no habéis bailado. Os hemos entonado endechas, y no os habéis lamentado'. Porque vino Juan, que ni comía, ni bebía, y dicen: 'Demonio tiene'. Vino el Hijo del Hombre, que come y bebe, y dicen: 'Ahí tenéis a un comilón y un borracho, amigo de publicanos y pecadores'". Este es un alentador rasgo de tu Personalidad Humana. Comer y Beber como los demás, también invitado por ellos, y sentarTe a la misma mesa con los que eran rechazados por los Fanáticos e Integristas Fariseos. 

Otra vez enseñaste que las leyes, todas las leyes, aun las Leyes de Dios, están al servicio del Bien Personal y Colectivo de la Humanidad. Que en ellas, lo importante es el Bien del Hombre. Y por tanto, cuando hay conflicto entre el Bien del Hombre y la Ley debe prevalecer el Primero, es decir, el Amor, la Caridad. Lo has repetido en diferentes ocasiones. Hay una en Mateo, 12: "Vino a pasar Jesús un Sábado por los sembrados. Sus discípulos sintieron hambre y se pusieron a arrancar espigas y a comerlas. Al verlo, los Fariseos le dijeron: 'Mira, tus discípulos hacen lo que no es lícito hacer en Sábado'. Pero El les dijo: '¿No habéis leído lo que hizo David cuando sintió hambre él y los que le acompañaban, cómo entró en la Casa de Dios y comieron los panes de la Presencia, que no le era lícito comer a él, ni a sus compañeros, sino sólo a los sacerdotes?. ¿Tampoco habéis leído en la Ley que en día de Sábado los Sacerdotes en el Templo, quebrantan el Sábado sin incurrir en culpa?. Pues Yo os digo que hay aquí algo mayor que el Templo. Si hubiéseis comprendido lo que significa aquello de: 'Misericordia quiero, que no sacrificio', no condenaríais a los que no tienen culpa. Porque Señor es del Sábado el Hijo del Hombre".

 

EL MESíAS ES UN HOMBRE. Al llamarTe así resaltabas el brillo, la especial tonalidad de tu Mesianismo Salvador.  

No venías a "Dominar", como los señores, los reyes y los tiranos de la tierra que explotan y oprimen a sus pueblos. No querías esto entre los Cristianos. Estos debían imitarTe. Venías a Servir, a EntregarTe por los Hombres y Mujeres. Lo dice Mateo en su Capítulo 20: "No ha de ser así entre vosotros, sino que el quiera llegar a ser grande entre vosotros, sea vuestro servidor. Y el que quiera ser el primero entre vosotros, sea esclavo vuestro. De la misma manera que el Hijo del Hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos". Este Trabajo de Servicio hasta la muerte tenía varias facetas, que fuiste desarrollando y practicando. 

Hiciste un Milagro para demostrar que tenías el poder de perdonar pecados. Y lo dijiste expresamente: "¿Qué es más fácil decir: 'Tus pecados te son perdonados'o decir: 'Levántate y anda'?. Pues, para que sepáis que el Hijo del Hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados  - dice entonces al Paralítico- : 'Levántate, toma la camilla y vete a tu casa'. El se levantó y se fue a su casa. Y al ver esto, la gente se llenó de temor y glorificó a Dios, que había dado tal poder a los HOMBRES". (Mt. 9). Lo hermoso y alentador de esta discusión y de este milagro es precisamente ésto: que demuestra que un Hombre, este Hombre, el Hijo del Hombre tiene el poder de perdonar lo que sólo Dios puede perdonar, porque sólo Dios es el Ofendido por el pecador. Así un Hombre Poderoso demuestra su Solidaridad no en el Pecado, sino en el Perdón Activo de todos los angustiados por el pecado y arrependidos porque los han cometido. 

Llamaste a Zaqueo, el hombre pequeño encaramado en un árbol porque quería verTe pasar. Fue en Jericó. Fuiste a su casa para hospedarTe. Y cuando todos murmuraban por ello, Tú le dijiste a a quel hombre que repartió sus riquezas como un buen cristiano: "Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque tambiébn éste es hijo de Abraham, pues el Hijo del Hombre ha venido a buscar y a salvar lo que estaba perdido". Lo cuenta Lucas, capítulo 19. 

Tu Mesianismo, sin embargo, tiene un gran respeto para las conciencias individuales de los humanos de buena voluntad. Tú, el Hombre-Dios, no exiges un seguimiento ciego, tonto, cerrado. Dijiste unas frases que a mí siempre que las leo me parecen estupendas y sumamente comprensivas. Se hallan en Mateo, capítulo 12: "El que no está conmigo, está contra Mí, y el que no recoge conmigo, desparrama". Esto significa que Tú no Te contentas con posiciones ambiguas, grises, "ni blanco, ni negro", una especie de centro espiritual. Tú nos pides que tomemos una decisión precisa, clara, que defina nuestra elección de Cristianos: hemos de estar contigo. Pero a continuación añadiste: "Por eso os digo. Todo pecado y blasfemia se perdonará a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu Santo no será perdonada. Y al que diga una palabra contra el Hijo del Hombre, se le perdonará; pero al que la diga contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni en el otro". 

Me parece ver en estas frases que Tú comprendes la posibilidad de que hombres de buena fe, que buscan sinceramente la verdad, no Te comprendan, y puedan afirmar cosas contra Tí. Todo esto se puede perdonar. Pero aquel pecado que consiste en rechazar de una forma radical y total la Verdad, no se puede perdonar, porque el que así se comporta cierra la puerta caprichosamente a toda posibilidad de Salvación.  

En tu Mesianismo está incluída la realidad de tu Muerte. La imagen del Mesías que Tú ofrecías es la de un Mesías aparentemente derrotado. Y ésta es una de las varias chocantes características de tu imagen de Mesías que los Israelitas no podían, ni querían aceptar. Tu Mesías debía pasar por el túnel tenebroso de la Muerte, como todo hombre. Y lo dijiste de una forma que necesariamente debía desagradar a los dirigentes y al mismo pueblo. La propone Mateo, capítulo 12. Algunos Letrados y Fariseos Te interpelaron y Te dijeron: "Queremos ver una señal hecha por Tí". Evidentemente querían un milagro claro que demostrara tu Misión de Mesías. Exigían algo que "autentificara" tu Embajada Divina. Y Tú contraatacaste y les acusaste, duramente diciéndoles: "¡Generación malvada y adúltera!. Una Señal reclama. Y no se le dará otra señal que la señal del Profeta Jonás. Porque de la misma manera que Jonás estuvo en el vientre del cetáceo tres días y tres noches, así también el Hijo del Hombre estará en el seno de la tierra tres días y tres noches".  

Con estas palabras tan fogosas Tú desbaratabas sus planes. Y les ofrecías veladamente la señal con que Tú demostrarías tu Misión Salvadora: Tu exaltación Humano-Divina, consistente en tu Muerte violenta y tu Resurrección gloriosa. Como Hombre-Dios. Otra vez se lo dijiste claramente a tus Apóstoles, después de tu bella Transfiguración: "Cuando bajaban del monte, Jesús les ordenó. 'No contéis a nadie la visión hasta que el Hijo del Hombre haya resucitado de entre los muertos'".  Y añadías: "Así también el Hijo del Hombre tendrá que padecer de parte de ellos". Y otro día, en una caminata, "yendo juntos por Galilea", les dijiste: 'El Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los hombres. Le matarán, y al tercer día, resucitará'. Y se entristecieron mucho". Todo está escrito en Mateo, capítulo 17. El mismo Mateo en el capítulo 20 pone en tu boca de Mesías: "Mirad, que subimos a Jerusalén, y el Hijo del Hombre será entregado a los Sumos Sacerdotes y Escribas. Le condenarán a muerte, y le entregarán a los gentiles, para burlarse de El, azotarLe y crucificarLe, y al tercer día resucitará" 

En otra ocasión, bajo la forma de una Parábola, la Parábola del Buen Trigo y la Cizaña, Tú has descrito tu Trabajo de Mesías como el de un Mensajero de la Palabra, y lo has comparado con el trabajo de un Sembrador: Salió el Sembrador a sembrar...Pero apareció la cizaña... Y al explicar la Parábola a tus amigos, les dijiste que "El que siembra la Buena Semilla es el Hijo del Hombre".  Tu Acción Mesiánica es la de un Trabajador. Y lo has demostrado con tu incansable actividad durante los años de tu Vida de Maestro, y con la inacabable acción a través de tu Iglesia. Mateo, capítulo 13. 

Te acercabas a tu Pasión y varias veces la anunciaste a tus discípulos: ""Ya sabéis que dentro de dos días es la Pascua. Y el Hijo del Hombre va a ser entregado para ser crucificado". MAteo, capítulo 26. "El Hijo del Hombre se va como está escrito de El, pero ¡ay de aquel por quien el Hijo del Hombre es entregado!. Más le valdría a ese hombre no haber nacido". Y en el Huerto de Getsemaní, después de tu agonía: "Ahora ya podéis dormir y descansar. Mirad, ha llegado la hora en que el Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de pecadores. Levantaos. Vámonos. Ya ha llegado el que me entrega". Y llegó Judas, el Iscariote. El Traidor. El que Te entregó. Comenzaba tu Calvario. Comenzaba el tiempo supremo de tu manifestación como Hombre-Dios Salvador. Cumplías así tu Misión de Mesías: Redentor. 

Durante tu Pasión, ante los Tribunales, confesaste tu Divinidad, comol Te comentaba en otra carta. Pero también reafirmaste tu Humanidad. Lo describe Mateo en su Capítulo 26. Ante el Sumo Sacerdote y el Sanedrín afirmaste que eras "el Hijo de Dios", con un "Sí, Tú lo has dicho". Y enseguida has añadido: " Y Yo os declaro que a partir de ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder y venir sobre las nubes del cielo". Estas confesiones fueron la causa de tu Condena por blasfemia.

 

UN HOMBRE PARA SIEMPRE Y JUEZ. Así quedaban subrayados los trazos característicos del Hombre que ha conquistado el Final Escatológico de todas las cosas. Tú visitarías con tu castigo la querida Ciudad de Jerusalén, y lo dijiste en Mateo, 10: "Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra. Y si también en ésta os persiguen, marchaos a otra. Yo os aseguro:  no acabaréis de recorrer las ciudades de Israel antes que venga el Hijo del Hombre". Te referías a la destrucción de la Ciudad, lo que Te hizo llorar una vez cuando la contemplabas, y en la que veías el símbolo y la señal de la destrucción final del Universo. 

Este Final estará presidido también por el Hijo del Hombre, que será el Juez de vivos y muertos. En las parábolas del Trigo y la Cizaña, Tú dices: "De la misma manera que se recoge la cizaña y se la quema en el fuego, así será al fin del mundo. El Hijo del Hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los agentes de iniquidad, y los echarán en el horno de fuego. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los justos brillarán como el sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga". 

Lo dice claramente más tarde el mismo Mateo, capítulo 16: "El Hijo del Hombre ha de venir en la gloria de su Padre, con sus ángeles, y entonces pagará a cada uno según su conducta. Yo os aseguro: hay algunos entre los aquí presentes que no gustarán la muerte hasta que vean al Hijo del Hombre venir en su Reino". Hablabas aquí también de la dos venidas: la destrucción de Jerusalén,  y la venida del Juicio definitivo. 

Pedro, siempre impulsivo y sincero, se atrevió a plantearTe una cuestión sobre las "riquezas" que ellos habían dejado, cuando Tú les habían hablado tan mal de los Ricos y de su difícil salvación. Te preguntó Pedro: "Ya lo ves, nosotros lo hemos dejado todo y Te hemos seguido. ¿Qué recibiremos por tanto?". Tampoco habían abandonado grandes riquezas como los Importantes de Roma. Pero Tú se lo agradeciste y le contestaste: "Yo os aseguro que vosotros que me habéis seguido, en la regeneración, cuando el Hijo del Hombre se siente en el trono de su gloria, os sentaréis también vosotros en doce tronos, para juzgar a las doce tribus de Israel. Y todo aquel que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o hacienda por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará la vida eterna". Mateo, 19. 

En el Capítulo 24 de Mateo has expuesto largamente lo que se ha llamado "Discurso Escatológico". Comparas tu venida como Juez, con la destrucción de la Ciudad de Jerusalén que está más próxima, y dices que llegará inpensadamente. "Como el relámpago sale por Oriente y brilla hasta el Occidente, así será la venida del Hijo del Hombre. Donde esté el cadáver, allí se juntarán los buitres". 

También la comparas con lo que sucedía en tiempos de Noé. "Como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre. Porque como en los días que precedieron al diluvio, comían, bebían, tomaban mujer o marido, hasta el día en que entró Noé en el arca, y no se dieron cuenta hasta que vino el diluvio y los arrastró a todos, así será también la venida del Hijo del Hombre". 

La comparas con lo que sucedió a Sodoma y Gomorra y a Lot y su familia. Lo dice Lucas, capítulo 17. 

Hasta llegas a comparar tu Venida con la de un ladrón en la noche. Que llega sin avisar. "Por esto, también vosotros estad preparados, porque en el momento que no penséis, vendrá el Hijo del Hombre". 

Expone después Mateo tres parábolas que se refieren a tu llegada a las personas, consideradas como individuos: la del Mayordomo, la de las Diez Vírgenes y la de los Talentos. Son las tres muy hermosas obras de tu arte de narrador y de pensador. Dos se hallan ya en el capítulo 25. No las copio por no alargar mucho más esta carta.  

Finalmente termina este Capítulo con la solemne descripción del Juicio Final. "Cuando el Hijo del Hombre venga en su gloria acompañado de todos sus ángeles, se sentará en el trono"... Y "se congregarán delante de El todas las naciones". Y todos los hombres y mujeres de la Historia serán juzgados por ESTE HOMBRE. El "separará a los unos de los otros". Y llamará a los de su derecha: "Venid, benditos de mi Padre, recibid la herencia del Reino preparado para vosotros desde la creación del mundo". Porque "tuve hambre", "tuve sed", "era forastero", "estaba desnudo", "estaba enfermo" y "estaba en la cárcel". Y en todos estos casos me habéis atendido. "Porque cuanto hicisteis a uno de estos hermanos míos más pequeños, a mí me lo hicisteis". 

Los  colocados a su izquierda serán condenados porque no atendieron a los hermanos tuyos más pequeños. "Cuanto dejasteis de hacer con uno de estos más pequeños, también conmigo dejasteis de hacerlo".  

Es realmente de todo punto impresionante que Te identifiques, Hijo del Hombre, Hombre por Antonomasia, con los hambrientos, los sedientos, los forasteros, los desnudos, mal vestidos y harapientos, los enfermos y los encarcelados, que es como decir los delincuentes. Esto no lo puede soportar nuestro mundo tan creído, tan orgulloso, tan adherido a las elegantes formas sociales. En todos estos Hombres tan desastrados, marginados y dolientes estás Tú encarnado, Hijo del Hombre. Y seremos juzgados por el trato que, a Tí en ellos, Te hayamos dado. Esto se llama la hermosa "Humanización de Dios". El cumplimiento de aquellas palabras que dijiste ante tanta gente que Te escuchaba: "Quien se avergüence de mí y de mis palabras en esta generación adúltera y pecadora,  también el Hijo del Hombre se avergonzará de él cuando venga en la gloria de su Padre con los santos ángeles"

 

JUAN Y EL HIJO DEL HOMBRE. El Evangelista Juan subraya también varias veces tu Humanidad como Hijo del Hombre. En su Capítulo 3 pone en tus labios esta frase: "Nadie ha subido al cielo sino el que bajó del cielo, el Hijo del Hombre que está en el cielo". Se lo dijiste a Nicodemo. Y añadiste: "Y como Moisés levantó la serpiente en el desierto, así tiene que ser levantado el Hijo del Hombre, para que todo el que crea tenga por El vida eterna".  

Y, cuando Te ofreces como Pan de Vida para la Humanidad, capítulo 6 de Juan, dices: "Obrad, no por el alimento perecedero, sino por el alimento que permanece para vida eterna, el que os da el Hijo del Hombre, porque a éste es a quien el Padre Dios ha marcado con su sello". Así la Respuesta a las necesidades espirituales de la humanidad se halla en el Hijo del Hombre, por la Fe en él, y por la comunión de su propia carne. "Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y no bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros".

 

ALEGRíA FINAL. Jesús de Nazaret. Nos emociona tu Humanismo. Nosotros Te aclamamos como a Hermano nuestro. Eres de nuestra Tierra. Y como Hombre Terreno has vivido, cuando "comías y bebías" con los publicanos y pecadores, cuando asistías a bodas, cuando participabas en los banquetes, cuando comprendías a los pecadores y a las prostitutas y malas mujeres. Te has mostrado como Hombre de esta Tierra en todas las ocasiones que esta larga carta ha intentado recoger. 

No sé si he logrado comunicarTe mi pensamiento. Y mi admiración. Y muy especialmente mi gratitud. Porque ciertamente Te has sumergido hasta el fondo en este lodazal de dolor y de estrecheces,  que es nuestro mundo. Menos en el pecado. 

 

      MI SIERRA

 

                                    Yo caminaba y subía

                                    los caminos de mi Sierra.

                                    Y era mi Sierra muy alta.

                                    Y era mi Sierra muy negra.

 

                                    Yo nunca llego a la cumbre.

                                    Aunque camino en mi Sierra.

                                    Voy trepando por las rocas.

                                    Y están las rocas desiertas.

 

                                    Yo no me puedo sentar

                                    sobre los hielos de piedra.

                                    Yo tenía que subir.

                                    Pero no tenía fuerzas.

 

                                    Cuando ya desfallecía

                                    yo ví una luz en mi Sierra.

                                    El bosque estaba danzando

                                    y ardía como una hoguera.

 

                                    Yo escuchaba el crepitar

                                    del Universo en mi Sierra.

                                    Todo parecía un canto.

                                    Un embrujo. Y una orquesta.

 

                                    Me pareció verTe a Tí.

                                    Caminabas por la hoguera.

                                    Como una gran sinfonía

                                    sonaba tu voz serena.

 

                                    ¿Me mirabas?. ¿Me escuchabas?.

                                    ¿Me decías que subiera?.

                                    Yo no sé. Pero Te hallé.

                                    En los fuegos de mi sierra. 

 

                                    R. A.              1994. 

EncontrarTe a Tí, Hijo del Hombre, ha sido la gran Fortuna de mi pobre Vida, la gran Alegría de mi triste Existencia, la gran Respuesta a mis penosas Soledades. No Te vayas. No me dejes. Te necesito. Necesito escucharTe. Aunque sea a través de ese telón espeso que nos separa a los dos y a todos. 

Tú que eres la Humanización de Dios nos empujas hacia nuestra propia Divinización por la gracia que nos va transformando. Por ello, todos nos sentimos arrastrados gustosamente hacia la Perfección que eres Tú. Pablo lo dice claramente en su carta a los Efesios, capítulo 4: "A cada uno de nosotros le ha sido concedida la gracia a la medida del don de Cristo... Para edificación del Cuerpo de Cristo, hasta que lleguemos todos a la Unidad de la Fe y del Conocimiento pleno del Hijo de Dios, AL ESTADO DE HOMBRE PERFECTO, A LA MADUREZ DE LA PLENITUD DE CRISTO". 

De este modo, Tú, Cristo, HIJO DEL HOMBRE, eres el Prototipo de todos los regenerados, los salvados. Nos parecemos a Tí aquellos que creemos en Tí y Te amamos, los que Te escuchamos y procuramos vivir lo que nos enseñas.

 

EL GRAN HOMBRE DE LA HISTORIA. A veces nos dejamos influenciar por las Figuras de Hombres y Mujeres Famosos de la Historia pasada y de la actual. Y algunos se deciden a imitarlos. Y no tengo ninguna duda de que han existido y existen personajes históricos de gran estatura humana y moral. 

Repasando los que aparecen ahora en mi imaginación y en mis recuerdos, yo veo a Moisés, el Gran Libertador del Pueblo de Israel, veo a los grandes iniciadores de las Religiones Antiguas como Confucio, Buda. Veo a los Sabios Filósofos de la Antigua Grecia, desde los Siete Sabios, hasta Sócrates, Platón, Aristóteles, Demóstenes. Veo a los fantásticos poetas como Homero, escultores y constructores de aquella nación, creadora del fundamento cultural de nuestros ser colectivo, juntamente con la Roma Clásica de Cicerón, Virgilio, Horacio. Escucho sus Poemas Epicos. Sus discursos imperecederos, modélicos. 

Y acercándonos más a nuestros tiempos, contemplo a Emperadores y Reyes, Poetas, Escritores, Pintores, Arquitectos, Pensadores y Filósofos que han cubierto el mundo y la historia de Belleza y de Progreso, de Victorias y de Anécdota, de pensamientos y semiverdades. Los ha habido en todos los países, y sus monumentos, sus bustos se yerguen en las plazas y calles de la Urbes, Ciudades y Aldeas de todo el mundo. Ellos les dan su nombre. Y así las gentes los pueden recordar más fácilmente, más espontáneamente. 

Yo no recuerdo haber encontrado ninguna "Calle de Jesús de Nazaret", o "Plaza de Jesucristo". No me gustaría que existiera un Nombre así. Esto está bien para los "Hijos Ilustres" de las Ciudades o para los "Hijos Adoptivos" de algun pueblo, nombrados por los Consejos Municipales respectivos. 

Tú estás por encima de estas cosas. Es todo el Universo el que lleva tu Nombre. Porque, como Hombre también, eres Señor de toda la Creación. Y todo se hizo por Tí, y, sin Tí no se hizo nada de cuanto se hizo. Tu Nombre  se dibuja sobre todas las montañas, sobre todos los mares, sobre todos los cielos, sobre todos los astros, sobre todos los vacíos y los misterios terrenos y materiales. 

Yo estoy convencido de que ningun Personaje Histórico puede acercarse a Tí sintiéndose orgulloso de su propia Supremacía. Ninguno se parece a Tí. Ni de lejos. Tú tienes una Personalidad Humana insuperable. Tu doctrina es tuya, y has dejado en ella tu huella personal. Tu Vida es única, una contradicción de glorias y de fracasos, de exaltaciones y de muerte. Tu Mensaje de Amor es insuperable, fundamento de todas las Constituciones de la Historia. Tu Estilo es inimitable, insuperable, exclusivo, con el vigor de la síntesis, la hermosura y la originalidad del lenguaje y de las formas, la capacidad de persuasión. Has hablado de todo lo que puede servir para caminar hacia la Verdad que eres Tú. Y todo se abre ante el Hombre que quiere imitarTe, como un Camino difícil, estrecho, pero transitable, luminoso, musical hacia lo que es Verdadero. 

Los Grandes Hombre y Mujeres de la Historia deben abrir sus filas, y dejarTe pasar. Porque ninguno puede ocupar tu Sitio de Líder Exclusivo, de Maestro, de Hijo de Hombre, es decir, de Hombre perfecto.  

En Tí la Humanidad queda glorificada, sublimada, divinizada. 

Yo no terminaría nunca. Te estaría contando en páginas sin término impresiones siempre nuevas. Y siempre más positivas, alegres y felices. 

Te doy gracias porque estás con nosotros.