Tu respuesta a la eterna pregunta

Autor: Ramón Aguiló sj.


Nosotros, los hombres, llevamos siempre en el fondo de nuestro ser contingente, una angustia. Es la angustia que se puede expresar en una pregunta: la pregunta sobre la Verdad. ¿Dónde está la Verdad?. ¿Qué cosa es la Verdad?. ¿Quién posee la Verdad?.

 

LA BúSQUEDA DE LA VERDAD. Queremos la Verdad. Buscamos la Verdad. Creemos poseerla, como un Tesoro, como una Perla preciosa, por la cual lo hemos vendido todo. Pero...  

Pero, de cuando en cuando, tal vez en los días grises de la depresión, nos sentimos inquietos. Y no sabemos exactamente si aquel tesoro, aquella perla, son realmente lo que pensamos que son, o quizás, un montón de oro falso, de hierro sucio pintado hermosamente, o tal vez, unas perlas fabricadas de unos trozos de piedras pulimentadas por algun experto en falsificaciones. Y son tantos ahora estos falsificadores...de todo. 

Falsifican la joyas. Falsifican las monedas, los cheques, los cuadros de grandes pintores. Hasta falsifican los tejidos de las camisas y de los pantalones para aprovechar el prestigio de otras marcas. Falsifican las declaraciones juradas y otros documentos y así pueden mentir y acumular riquezas manchadas. 

Además hay una extensa conciencia en el mundo de que el conocimiento de la Verdad es siempre muy relativo. Decía Sigmundo Freud que "La Verdad al cien por cien existe tan poco como el acohol al cien por cien". Y es que se nos presentan por los demás y hasta por nuestro propio pensamiento cargado de prejuicios, de inexactitudes, de heridas, verdades impuras, mezcladas con mentiras, con errores, con coloraciones especiales.  

Muchos satisfacen su vanidad investigando la verdad, pero, como los atenienses, no tienen un profundo y sincero interés en encontrarla, y mucho menos, en vivirla. Lo dijo León Tolstoi en su Obra "Ana Karenina": "No sé quién era aquel gran Hombre que dijo que la dicha consistía en buscar la Verdad y no en hallarla". 

Otros más prudentes, investigan seriamente, pero no quieren darse por satisfechos. Porque, como decía aquel francmasón en la Novela Histórica "Guerra y Paz" del mismo Tolstoi, "Nunca me atreveré a afirmar que poseo la verdad... Un Individuo no puede descubrir la verdad como no sea piedra por piedra, con la ayuda de los demás y a través de mil generaciones. Desde el viejo Adán hasta nosotros se está edificando el Templo digno del Altísimo -dijo el Francmasón, cerrando los ojos".

 

LAS FALSIFICACIONES. Estamos rodeados de falsificaciones, como los atenienses que conoció Pablo, cuando llegó, fugitivo, a Atenas antes que sus compañeros, y, estando solo, paseaba por los paseos de aquella gran ciudad capital de la Cultura. "Mientras Pablo les esperaba en Atenas, estaba interiormente indignado al ver la ciudad llena de ídolos" (Hechos, Capítulo 17). "Discutía en la sinagoga con los judíos y con los que adoraban a Dios. Y diariamente en el Agora con los que por allí se encontraban. Trababan también  conversación con él algunos filósofos epicúreos y estoicos. Unos decían: '¿Qué querrá decir este charlatán?'. Y otros: "Parece ser un predicador de divinidades extranjeras'. Porque anunciaba a Jesús y la Resurrección". 

En Atenas Pablo consiguió algo, pero fracasó. Quiso adaptarse a los sistemas propios de un Filósofo. Y se acomodó al modo de actuar de los Peripatéticos. Pasear y discutir. Pero estaba rodeado de falsificaciones de dios con tantos ídolos. Y estaba intentando comunicarse con unos hombres que se divertían discutiendo. No halló respuesta. Fueron muy pocos los que le escucharon. Jesús, la Verdad, no les interesaba. Los Atenienses continuaron sus paseos y sus divagaciones filosóficas. 

A veces también se nos crean dificultades interiores, psíquicas, cuando pensamos demasiado, o pensamos excesivamente por nuestra cuenta. Porque, el gran dramaturgo Benavente puso en boca de uno de sus personajes en "La Cenicienta", "para que de cuando en cuando pueda oirse una verdad, hay que haber dicho antes muchas tonterías". Y en un orden mucho más serio, el religioso, había dicho un creyente budista: "Los que se pegan al error caen en espesas tinieblas. Los que se adhieren a la verdad caen en tinieblas más espesas todavía". Aquí se manifiesta la debilidad de un sistema y de una religión, que no es la Tuya. 

Se cuenta que uno preguntó al famoso Confucio: "Permitidme interrogaros acerca de la Muerte. Contestó Confucio: 'Aquel que no sabe qué es la Vida, ¿Cómo podría saber qué es la Muerte?'". Esta es una posición típicamente escéptica. 

Los mortales nos movemos entre oscuridades, ambigüedades, medias verdades, mentiras, y muy especialmente ante la Indiferencia de aquellos que "no saben", "no contestan", "no les interesa". Uno que busca la Verdad sinceramente se encuentra muy solo. Y son muchas estas soledades intelectuales.

 

TU REVELACIóN ANTE LA INDIFERENCIA. Tú también lo habías experimentado, cuando estabas de pie, ante Pilato, el Procurador Romano, el que se lavó las manos ante la gran Injusticia de tu condena a muerte.  

Tú comenzaste a manifestarTe a ese Romano, militar y prepotente, que quería conservar su buena fama y su tranquilidad social, para medrar ante el Emperador. Pero no Te escuchó. 

Como dice Juan en el capítulo 18 de su Evangelio, Tú le manifestaste que eres Rey y le estabas explicando en qué sentido lo eres, cuando Te interrumpió y se fue porque no le interesaba la Verdad. Era un Escéptico. Pilato Te preguntó: "Tu Pueblo y los Sumos Sacerdotes Te han entregado a mí. ¿Qué has hecho?". Y Tú le has respondido con gran serenidad, como cogiéndolo de la mano, para llevarle hacia una gran Luz, hacia el País de la Verdad: "Mi Reino no es de este mundo. Si mi Reino fuese de este mundo, mi gente habría combatido para que Yo no fuese entregado a los judíos. Pero mi Reino no es de aquí". Entonces Pilato Te dijo, sacando la lógica consecuencia de tus palabras: "¿Luego Tú eres Rey?".  Y le respondiste Tú: "Sí. Tú lo dices. Yo soy Rey". Y entonces llegaba la gran Revelación, que fue recogida por el Evangelista y que nos ha dado una imagen hermosa de tu Realeza, como Te comentaba en otra Carta: "Yo para esto he nacido, y para esto he venido al mundo: para dar testimonio de la Verdad. Todo el que es de la Verdad, escucha mi Voz".  

Todo aquello era muy bello, muy significativo. Estabas abriendo la Puerta de lo que eres Tú. Y con ello, nos la has abierto a todos los que Te escuchamos con un poco de buena voluntad. 

Pero Pilato Te miraría con indiferencia, con un rictus de ironía en sus ojos y en sus labios, expresión de la amargura de su corazón desilusionado ante tantas cosas paganas y Te preguntó: ¿Qué es la Verdad". Y añade Juan: "Dicho esto, volvió a salir donde los judíos". Y entonces les propuso que eligieran entre tu Persona y Barrabás, que "era un salteador". Y el Pueblo eligió la libertad del Salteador, y tu condena a muerte, aunque no habías cometido ningun delito, como repitió Pilato varias veces ante el pueblo enfurecido. 

Ante un escéptico que no cree posible la verdad, Tú has proclamado a todos los siglos y a todas las gentes que Tú eras el Rey de la Verdad, y que todos los que quieren estar con la Verdad, están contigo. 

Y esto para mí y para todos los que leen esta carta es una inmensa alegría. Tu afirmación, tu Revelación, nos encanta. Y nos lleva a sentirnos humildemente orgullosos de ser Cristianos.

 

LAS GENTES TE PREGUNTABAN. Tú y lo que Tú decías levantaba controversias, discusiones. Unos estaban en contra. Otros a tu favor. Unos deseaban que tropezaras públicamente para levantar las sospechas de los demás, su rechazo, su burla. Pero Tú sabías encontrar siempre la respuesta adecuada. Y los que Te escuchaban generalmente lo reconocían, y aprobaban tus actitudes y tus mensajes.  

Pero también había algunos que con aquellas buenas palabras querían encubrir sus verdaderos deseos de tentarTe, ponerTe en aprietos y hacerTe caer. "Entonces los Fariseos se fueron y deliberaron sobre la forma de cazarLe en alguna palabra. Le envían sus discípulos, junto con los herodianos, [que eran los Partidarios de Herodes y del poder romano], a decirle: 'Maestro, sabemos que eres sincero y que enseñas el Camino de Dios con franqueza, y que no te importa de nadie, porque no miras la condición de las personas. Dinos, pues...". En esta ocasión Te plantearon la difícil cuestión de si tenían que pagar el Tributo o los Tributos al César. Y Tú, con tu Verdad por delante, les diste una respuesta que les maravilló, y ha maravillado a todas las generaciones de la historia humana después de Tí. 

Los que buscaban la Verdad la escucharon. Y Tú se la dijiste con toda claridad. También habría algunos que, como Pilato, dirían en su interior y tal vez comentarían con los demás: "La verdad. ¡qué chollo!" y seguirían su camino.

 

PERO ¿QUé ES LA VERDAD?. Tendríamos que recurrir ahora, para escuchar una sabia respuesta, a alguno de los filósofos griegos o a Agustín de Hipona, o a Tomás de Aquino. Los Jesuítas acudirían a Francisco Suárez. Lo que yo recuerdo de mis pobres estudios filosóficos es que la verdad lógica consiste en una ecuación entre el entendimiento que afirma o niega algo y la realidad de las cosas. Cuando mi inteligencia afirma: "Esto es así" habrá conseguido y afirmado la verdad, si en la realidad "Esto es así" y no "Asá". Cuando dice mi inteligencia "Este es Pepe", dice la verdad si aquel que está frente a mí es realmente Pepe. 

Ahora puedo recordar aquella famosa definición de verdad, que aprendimos en latín. Decía que la verdad es "adequatio Intellectus et Rei", que en castellano sería: La verdad es la adecuación, o la ecuación de la inteligencia y la cosa. Pero evidentemente esta verdad es la verdad llamada "Lógica" o del Pensamiento.   

Pero existe otra verdad, que es la Verdad Real, o también llamada "Verdad Metafísica" o, en latín: "Veritas in essendo", o "Veritas Rei", o "Veritas Existentiae".  Y esta clase de verdad consiste en la conformidad de la cosa, ser o existencia con la idea del entendimiento del sujeto que los ha producido y, en último caso, con el entendimiento de Dios. 

Como afirmaba Agustín de Hipona: "Verum est id quod est". "Es Verdad aquello que es", y podríamos añadir nosotros, para que quede más claro: "Aquello que es en todos sentidos". 

No creo que Te guste mucho la Filosofía. Tú no fuiste un Filósofo, ni fuiste tampoco lo que de forma más general se llama "Un Pensador". No fuiste un investigador del pensamiento humano, ni de las ciencias más sofisticadas. Nada de todo esto. Aunque también puedo afirmar que todo lo que Tú dijiste, todo lo que Tú formulaste y comunicaste, ha tenido y tiene grandes consecuencias en la Filosofía y en todos los demás conocimientos de la humanidad. Tú lo iluminas todo. Y Tú que Te definiste como la Verdad, como la Luz, proyectas tu Ser sobre todos los aspectos del existir y del pensar. Podríamos decir, utilizando un modo típicamente filosófico, que Tú fuiste y eres "Un Pensador" "Eminenter", porque tu Personalidad Intelectual y Expresiva supera a todas las Personalidades que han existido, que puedan todavía existir o que se puedan fingir como existentes.

 

LA VERDAD EN DIOS. Cuando aplicamos, con nuestras pobres y muy limitadas mentes, el término "Verdad" a Dios, me parece que no podemos distinguir entre las dos definciones de "Verdad" que he dado, recogiendo las enseñanzas de la Filosofía: Verdad Lógica y Verdad Ontológica. Me parece que en Dios, Conocimiento infinito, sólamente se puede dar la Verdad Ontológica. Porque, en su Pensamiento, coinciden las dos Verdades. No puede ser de otro modo. Porque la "Ecuación" entre la Mente de Dios y la Realidad ha de ser Perfecta, sin ninguna sombra. La Realidad es precisamente el Pensamiento de Dios. Coinciden perfectamente. 

Dios es el Ente cuya esencia es el existir. Y todo Ente tiene las grandes cuatro características o atributos transcendentales que son: Uno, Verdadero, Bueno y Hermoso. El Ente Infinito tiene estos atributos de un modo Infinito. Dios es Infinitamente Uno, Verdadero, Bueno y Hermoso. Y por tanto en El la Verdad existente y la Verdad pensada son Infinitas. Tanto que la Verdad, según la Revelación Cristiana, es la Palabra, la Segunda Persona de la Santa Trinidad. 

Y así hemos penetrado en el gran misterio del Dios de tu Revelación. Es el Dios, Padre tuyo, Padre del Jesús de Nazaret. Los que creemos en esta Revelación, afirmamos que en el caso de Dios el propio Conocimiento de Sí mismo y de las Cosas es una Persona realmente distinta de la Persona del Padre: Es el Hijo y este Hijo es la Palabra, en una impresionante expresión del Apóstol-Evangelista, Juan. Y esta Palabra fue la que se hizo Carne y plantó su tienda de campaña entre nosotros, como uno más de los Hombres. 

Y así quedan iluminadas con una maravillosa y nueva luz las enseñanzas sobre tu Personalidad Divina. 

Cuando hablas de Tí mismo como Verdad estás hablando de tu Naturaleza Divina. Y entonces no hay distinción tampoco entre Verdad Lógica y Verdad Ontológica. Pero, en cambio, cuando hablas como Hijo del Hombre, este Hombre o el Hombre por antonomasia, entonces se pueden distinguir perfectamente las dos Verdades. Siempre teniendo en cuenta que tu Verdad Lógica, tus afirmaciones o negaciones sobre tantas cosas, está siempre iluminada, certificada por un Pensamiento exhaustivo y perfecto que Tú recibes de esta Palabra que existe en Tí. 

Todo esto que Te escribo me parece algo oscuro para los que puedan leer la presente carta. No para Tí que Te conoces perfectamente. Por esto, no insisto más. Y paso a recoger lo que Tú has dicho sobre la Verdad, de la que viniste a dar Testimonio y por la que has muerto sacrificado en la Cruz.

 

Tú Y LA VERDAD. A lo largo de tu Vida terrena y a medida que las circunstancias Te ofrecían una oportunidad especial, Tú Te has definido a través de unas expresivas frases que comienzan con un rotundo "Yo Soy".  

Resulta realmente agradable y aleccionador espigar en los Evangelios estas expresiones de autodefinición. Tú las has pronunciado hablando de Tí mismo y de tu Misión. En ellas muchas veces se puede contemplar el primor poético de unas imágenes o comparaciones, de gran contenido espiritual y evangélico.  

Estas son algunas de estas frases: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida". "Yo soy la Resurrección y la Vida". "Yo soy el Buen Pastor" (o según la versión original del Griego: "Yo soy el Pastor Perfecto"). "Yo soy la Puerta, la Puerta del Redil". "Antes que naciese Abraham, Yo Soy". "Yo soy la Vid Verdadera". "Yo soy la Luz del Mundo". "Yo soy el Pan de la Vida". "Yo soy el Pan bajado del Cielo". "Yo y el Padre somos Uno". "Yo he vencido al mundo". "Yo soy [Jesús Nazareno]" (A los solados que le detenían). Y lo repetiste: "Ya os he dicho que Yo soy [Jesús Nazareno]. "Yo he venido al mundo para dar testimonio de la Verdad". "Yo soy Rey" (ante Pilado). "Yo soy el Hijo de Dios" (ante el Sanedrín). "Yo soy el que hablo contigo" (El Mesías). "Yo soy Jesús a quien tú persigues" (A Saulo de Tarso). "Yo soy el Retoño y el descendiente de David, el Lucero radiante del alba" (En el Apocalipsis). "Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Ultimo, el Principio y el Fin" (En el Apocalipsis). 

Todas estas definiciones son interesante. Y, en un abanico, manifiestan diferentes aspectos de tu Personalidad. Pero creo que ahora he de fijarme sobre todo en la que he puesto la Primera. Porque está dentro del tema de esta Carta. "Yo soy la Verdad", dices Tú de Tí mismo. 

Creo que lo que Tú, con esta frase, quieres manifestar, es tu Divinidad. Porque sólamente Dios, el Ser Infinito, el Ser Supremo es en todos sentidos, perfectamente Uno, Verdadero, Bueno y Hermoso. Y, como he escrito antes, en Dios se realiza la plenitud de la Verdad Ontológica, de la Verdad propia del Ser sin Límites. Tú, Jesús de Nazaret, eres la Verdad en este sentido. 

Pero, además, como Hombre Salvador, como Hijo del Hombre, hermano de todos los hombres, comunicas siempre la Verdad, en el sentido de que en lo que Tú eres, en lo que Tú realizas, en lo que Tú piensas, en lo que Tú comunicas, no puede haber sombra de error. Tú eres y comunicas la Verdad plena. 

Por eso los que Te seguimos, podemos caminar pisando fuerte. Y seguros de que estamos en el Camino Recto. 

Esto es lo que quiere decir Juan el Evangelista en las hermosas frases de su Prólogo en el Evangelio: "La Palabra se hizo carne, y puso su morada entre nosotros, y hemos visto su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo Unico, lleno de gracia y de VERDAD". "Porque la Ley fue dada por Moisés. La Gracia y la VERDAD nos han llegado por Jesucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo Unico que está en el Seno del Padre, EL LO HA CONTADO".

 

EL REINO DE LA VERDAD. Con tu Venida, se estableció el Reino de la Verdad en el mundo. Para eso, Tú habías venido, como Tú mismo reconociste y manifestaste. En la entrevista concedida, de noche a Nicodemo, le dijiste: "El que obra la VERDAD, va a la Luz para que quede de manifiesto que sus obras están hechas según Dios". Y en la conversación con la mujer samaritana que planteó el litigio entre judíos y samaritanos acerca del Lugar donde se debía adorar a Dios, Tú le diste la respuesta precisa y clara: "Llega la Hora (ya estamos en ella) en que los adoradores VERDADEROS adorarán al Padre en Espíritu y en VERDAD". 

Tu Verdad ha creado un nuevo culto al Padre. Porque responde a la Verdad que Tú has enseñado al mundo. Y por ello es un Culto VERDADERO y los adoradores que con él adoran al Padre son VERDADEROS adoradores. 

En la discusión con los judíos, hablaste de la Liberación a través de la VERDAD que eres Tú que Tú comunicas. Dijiste: "Si os mantenéis fieles a mi Palabra, seréis VERDADERAMENTE mis discípulos, y conoceréis LA VERDAD, y la VERDAD os hará libres". 

Y Tú los acusabas porque querían matarTe: "Queréis matarme, a mí que os he dicho LA VERDAD QUE Oí A DIOS". 

El Mal, expresado por la persona del Diablo, está contra la Verdad. "Este [el Diablo] fue homicida desde el principio, y no se mantuvo en la VERDAD, porque no hay VERDAD en él. Cuando dice la mentira, dice lo que le sale de dentro, porque es mentiroso y padre de la mentira. Pero a Mí, como os digo LA VERDAD, no me creéis"... "Si digo la VERDAD ¿por qué no me creéis?". 

Al final ya de tu Vida terrena, tuviste emocionados discursos a tus Apóstoles, cuando Te despedías de ellos. Les manifestaste al Espíritu Santo de Dios, que iban a recibir en Jerusalén, y lo definiste como el Espíritu de la Verdad: "Yo rogaré al Padre y os dará otro Paráclito [o sea, Abogado y Consejero], para que esté con vosotros para siempre, el ESPíRITU DE LA VERDAD, a quien el mundo no puede recibir, porque no le ve ni le conoce. Pero vosotros le conocéis, porque mora con vosotros y en vosotros está...Cuando venga el Paráclito, el ESPíRITU DE LA VERDAD, que procede del Padre, y que Yo os enviaré de junto al Padre, El dará testimonio de Mí. También vosotros daréis testimonio, porque estáis conmigo desde el principio"... "Cuando venga El, el ESPíRITU DE LA VERDAD, os guiará hasta la VERDAD COMPLETA". 

Nosotros, los Cristianos, silenciosamente, casi sin caer en la cuenta de ello, estamos viviendo cada día esa manifestación de tu Verdad por la acción interior del Espíritu. Es como un telón que se va levantando. Como un faro que se mueve y gira en el fondo del paisaje, iluminando cada vez más claramente y más directamente todas las cosas.

 

LA PLEGARIA POR LA VERDAD. En tu Oración Sacerdotal del primer Jueves Santo de la Historia, cuando alzaste tus Ojos haxcia el Cielo para orar mejor, suplicaste por tus Apóstoles y por todos los que creyeran en Tí, por su predicación. Y también Te has referido a la Verdad. Está en el Capítulo 17 de Juan: 

"Padre, ha llegado la hora. Glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo Te glorifique a Tí. Ya que le has dado poder sobre toda carne, que dé también vida eterna a todos los que Tú le has dado. Esta es la Vida Eterna: Que TE CONOZCA A TI, el Unico DIOS VERDADERO y a tu Enviado, Jesucristo... Yo les he dado tu Palabra, y el mundo los ha odiado, porque no son del mundo, como Yo no soy del mundo...CONSáGRALOS EN LA VERDAD. TU PALABRA ES VERDAD... Y por ellos me consagro a Mí mismo, para que ellos también sean CONSAGRADOS EN LA VERDAD". Y termina así tu hermosa oración de místico Hijo del Hombre: "Padre Justo, el mundo no Te ha CONOCIDO, pero YO TE HE CONOCIDO y estos HAN CONOCIDO que Tú me has enviado. Yo les he dado a conocer tu Nombre y se lo seguiré dando a conocer, para que el Amor con que Tú me has amado esté en ellos y YO EN ELLOS".

 

CERTEZAS DE LOS FUNDAMENTOS. Los Evangelistas, Lucas y Juan, se han preocupado para comunicar seguridad a los que reciban su Mensaje. También lo han hecho Marcos y Mateo de una forma más indirecta.  

Juan en su Capítulo 19, cuando narra que del costado de Jesús, herido por la lanza de un soldado, "al instante salió sangre y agua". Y enseguida añade: "Lo atestigua el que lo vió y su testimonio es válido, y él sabe que dice la Verdad, para que también vosotros creáis. Y todo esto sucedió para que se cumpliera la Escritura. 'No se le quebrará hueso alguno'. Y también otra Escritura dice: 'Mirarán al que traspasaron'". Esta frase quiere garantizar a todos que Juan es un Testigo Fiel de lo que escribe. Es como si dijera que lo que escribió tenía todas las certezas de un Testigo que ha ido observando el desarrollo de los hechos, aun en los aspectos que pueden parecer menos centrales.  

Pero, además, lo dice claramente al final de su Evangelio: "Este es el Discípulo que da testimonio de ésto y que lo ha escrito. Y nosotros sabemos que es válido su testimonio". 

Lucas en el Prólogo de su Evangelio, comienzo del capítulo 1, afirma: "Puesto que muchos han intentado narrar ordenadamente las cosas que se han verificado entre nosotros, tal como nos las han transmitido los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra, he decidido yo también, después de haber investigado diligentemente todo desde los orígenes, escribírtelo por su orden, Ilustre Teófilo, para que conozcas la solidez de las enseñanzas que has recibido". 

Marcos empieza y termina su Evangelio con una pinceladas de Certeza. Estas son las primeras palabras: "Comienzo del Evangelio de Jesucristo, Hijo de Dios". Y éstas son las últimas: "Ellos [los Apóstoles] salieron a predicar por todas partes, COLABORANDO EL SEÑOR CON ELLOS Y CONFIRMANDO LA PALABRA CON LAS SEÑALES QUE LA ACOMPAÑABAN". 

Mateo pone punto final a su Evangelio con esta afirmación: "Sabed que YO ESTOY CON VOSOTROS TODOS L0S DIAS HASTA EL FIN DEL MUNDO".

Así la Presencia continua de Jesús, tu Presencia activa, hasta el final de los tiempos y de las cosas, es una infalible garantía de la Permanencia de tu Verdad. Así lo ha afirmado la Iglesia siempre. "No prevalecerán contra Ella". Y ahí está de pie tu Iglesia, a pesar de los siglos y de los combates más diversos, pero contínuos.

 

LOS DOS LIBROS DEL APOCALIPSIS. El Apocalipsis en varios de sus capítulos y de las visiones fantásticas que describe con unas formas y unos colores, imposibles de ser imaginados por los lectores, acude a la Comparación del Libro. Los Libros entonces eran más bien rollos o pergaminos manuscritos de difícil manejo. Juan, el Autor del Apocalipsis, describe un Libro de los Siete Sellos (Capítulo 5 y siguiente). También habla del Libro de la Vida, en los Capítulos 13, 20 y 21.

 

El Libro de los Siete Sellos contiene la descripción de lo que va a ser el Futuro de la Humanidad. En cambio el Libro de la Vida describe lo que la Humanidad y sus miembros han ido realizando a través de la Historia. 

"Ví también en la mano derecha del que está sentado en el Trono UN LIBRO, escrito por el anverso y el reverso, sellado con siete Sellos. Y ví a un Angel poderoso que proclamaba con fuerte voz: '¿Quién es digno de abrir el Libro y soltar sus Sellos?'. Pero nadie era capaz, ni en el cielo ni en la tierra, ni bajo la tierra, de abrir el Libro, ni de leerlo. Y yo lloraba mucho porque no se había encontrado a nadie digno de abrir el Libro ni de leerlo. Pero uno de los Ancianos me dice: 'No llores. Ha triunfado el León de la Tribu de Judá, el Retoño de David. El podrá abrir el Libro y sus siete Sellos'". 

"Entonces ví de pie en medio de Trono y de los cuatro Seres y de los Ancianos, un Cordero como degollado. Tenía siete cuernos y siete ojos, que son los siete Espíritus de Dios, enviados a toda la tierra. El Cordero se acercó y tomó el Libro de la mano derecha del que estaba sentado en el Trono [...]. Tenía cada uno una cítara y copas de oro llenas de perfumes, que son las oraciones de los Santos. Y cantan un cántico nuevo diciendo: 'Eres digno de tomar el Libro y abrir sus Sellos, porque fuiste degollado y con tu Sangre compraste para Dios hombres de toda raza, lengua, pueblo y nación. Y has hecho de ellos para nuestro Dios un Reino de Sacerdotes, y reinan sobre la Tierra'". 

En los siguientes capítulos, del 6 hasta el 8, el Cordero va soltando los Sellos. Y, bajo formas llenas de fuerza y de colorido, se van describiendo los grandes pasos de la Historia.

Lo que es importante subrayar aquí es que el Libro de la Historia está sellado. Y sólamente lo conoces Tú. Esta es la gran Verdad de lo que está sucediendo y de lo que va a suceder.

 

El Libro de la Vida. En el Capítulo 13, Juan comienza a discurrir sobre "el Libro de la Vida del Cordero Degollado", en el que están inscritos los Nombres de los Salvados desde la Creación del Mundo. 

En otra visión "fueron abiertos unos Libros, y luego se abrió otro Libro, que es el de La Vida. Y los muertos fueron juzgados según lo escrito en los Libros, conforme a sus Obras. El Mar devolvió los muertos que guardaba, la Muerte y el Hades fueron arrojados al Lago de Fuego -este lago de fuego es la muerte segunda-, y el que no se halló inscrito en el Libro de la Vida fue arrojado al Lago de Fuego" (Capítulo 20). 

Finalmente en el Capítulo 21 Juan nos presenta la "Ciudad Santa de Jerusalén, que bajaba del Cielo, de junto a Dios, y tenía la Gloria de Dios". Y afirma taxativamente: "Nada profano entrará en ella, ni los que cometen abominación y mentira, sino sólamente los inscritos en el LIBRO DE LA VIDA DEL CORDERO". También Pablo en su Carta a los Filipenses escribe sobre el Libro de la Vida: "Ruego a Evodia, lo mismo que a Síntique, tengan un mismo sentir en el Señor. También te ruego a tí, Sícigo, verdadero compañero, que las ayudes, ya que lucharon por el Evangelio a mi lado, lo mismo que Clemente y demás colaboradores míos, CUYOS NOMBRES ESTAN EN EL LIBRO DE LA VIDA". Pablo no pudo leer el Apocalipsis que todavía no estaba escrito cuando murió decapitado. Pero pudo haberse encontrado alguna vez con Juan, el Evangelista, aunque no consta en ningun documento. 

Este Libro de la Vida del Cordero contiene, terrible o alegre, (según los casos) la escondida Verdad de las Conciencias Humanas. Este es uno de los grandes misterios que nos rodean a todos los hombres y mujeres de nuestro mundo. A duras penas conocemos lo que personalmente somos. Nos es imposible a los que estamos aquí penetrar en el interior de nuestros semejantes. Este es el Gran Misterio de la Justicia.  

Yo no puedo creer en la Justicia de los Hombres y de los Tribunales Humanos, a los que considero sólamente capaces de una titubeante aproximación a la verdad. Y no creo ser una excepción. Supongo que a los demás, les sucede lo mismo. Hemos de confiar en la Justicia de Dios y en tu Justicia, Jesús de Nazaret. Tú eres el Unico Juez de vivos y muertos. Tú tienes poder para abrir de par en par todos los Libros, los Sellados y los No Sellados. 

Pero, sobre todo, hemos de confiar en tu Misericordia. Porque la necesitamos de veras para que nuestros Nombres estén inscritos en tu generoso Libro de la Vida, donde están también los arrepentidos, los humildes, y todos aquellos a los que Tú calificaste de "Mis pequeños hermanos".

 

EL SONORO SILENCIO DE LA VERDAD. Este conocimiento de la Verdad es el Eje Fundamental de toda Sabiduría. Y es que la Verdad no se nos presenta ruidosamente, sino dulcemente, a través de un Salvador Generoso y Bondadoso. Como decía Agustín de Hipona, hay un Silencio en la Comunicación de la Verdad: "Canorum et foecundum quoddam silentium Veritatis", "Un Cierto Silencio de la Verdad que es al mismo tiempo sonoro y fecundo". 

Dostoyevski pone en boca de uno de sus personajes de la Novela "Los Endemoniados": "Amigo mio, la Verdadera Verdad es siempre inverosímil. ¿Lo sabía?. Puede hacer la Verdad verosímil, pero debe añadirle la mentira, al menos un poco. Es lo que siempre han hecho los hombres" (En boca de Stefan Trofimovicht). 

Es lo que Te decía al principio de esta Carta. Al final sucede que los que buscan, no saben dónde encontrar lo que buscan. Y si creen saberlo, se han expuesto a acumular muchas mentiras. Pero también es verdad que este gran escritor que fue Dostoyevski Te quería mucho. Y lo confesó varias veces en sus obras. 

Así que quiero recordar, antes de despedirme, aquello que se cuenta de él. Se dice que escribió a una amiga: "Si alguien me hubiese demostrado que Cristo está fuera de la Verdad, y si estuviera realmente establecido que la Verdad está fuera de Cristo, hubiera preferido quedarme con Cristo antes que con la Verdad". 

Jesucristo, palpita un grande Amor a Tí en estas palabras del Escritor Ruso. Muchos otros las podríamos suscribir.    

Y nos preguntamos: ¿Pensaba Dostoyevski que era posible la disociación entre Tu Persona y la Verdad?. ¿Es posible que cada una vaya por su lado?. La respuesta para mí: En ambos casos es imposible. Porque Tú nos has dicho: "Yo Soy la Verdad". Y lo has demostrado. Yo creo que tampoco Dostoyevski dudaba de este punto tan crucial. Se lo planteó sólamente para afirmar su amor, su respeto y su adoración hacia tu Persona.