Tu mensaje y las culturas

Autor: Ramón Aguiló SJ  

 

 

Jesús de Nazaret, Tú conoces muy bien el tema de la cultura y de las culturas. Porque Tú naciste en un pueblo que tenía su propia cultura, y estaba rodeado de otros grupos culturales diferentes. Tú mismo varias veces lo has notado. Porque hablaste de Tiro y Sidón. Y hablaste de Salomón y de la mujer importante que fue a visitarlo. Y tomaste una posición firme y condenatoria ante la que llamaste “Generación Perversa”. Porque aquellos antiguos que buscaron la verdad y se sometieron a la llamada de Dios, tu Padre, habían sabido reaccionar dignamente, como buenas personas. Y, en cambio, los que te escuchaban del Pueblo de Israel, no aceptaban tu mensaje, ni se proponían cumplirlo. Todo esto me indica, nos indica, que  eras consciente de que te rodeaban diferentes culturas.  

Hay un caso muy concreto: Samaria y los Samaritanos. Ellos eran enemigos del pueblo de Israel, que era tu pueblo entonces. ¿Recuerdas lo que te sucedió cuando caminabais Tú y tus Discípulos hacia Jerusalén? Teníais que atravesar Samaria. Pero los samaritanos no quisieron que vosotros pasarais por su territorio, porque marchabais hacia la Capital de vuestra Nación. Entonces Tú, escandalizado, escuchaste la Voz de dos Apóstoles tuyos que quisieron que bajara fuego del cielo, para que abrasara a los Samaritanos y Samaritanas. Tú no se lo permitiste.  

Al contrario, Tú siempre expresaste una especial simpatía por los habitantes de Samaria. Fue famoso tu encuentro con una mujer Samaritana, junto a un pozo, cuando Tú experimentabas la desagradable sensación de la sed. Tal vez sudaste, tal vez se hacía sentir un calor sofocante. Y Tú pediste un poco de agua a una mujer que se acercó al pozo.  

Pero aquel encuentro se convirtió en un tema de discusión importante. Y ahora la Samaritana es una mujer famosa, aunque no conocemos su nombre.  

Una vez propusiste al pueblo una bella parábola que necesariamente tenía que molestar a los judíos de nacimiento. Era la Parábola que ahora llamamos “Parábola del Buen Samaritano” La propusiste a un oyente que te preguntó: “¿Quién es mi Prójimo?”  

¿Quién es nuestro prójimo? ¿A quienes hemos de ayudar, hemos de respetar, hemos de amar y hemos de curar si están enfermos o heridos?

 

La Parábola nos contesta con un ejemplo de un Samaritano, enemigo de los Judíos. De otra cultura.

 

“Bajaba un hombre de Jerusalén a Jericó, y cayó en manos de salteadores, que, después de despojarle  y golpearle, se fueron dejándole medio muerto”. Por el mismo camino pasaron un Sacerdote de Israel y después un Levita. Los dos vieron al hombre maltrecho y herido, desangrándose, y DIERON UN RODEO. Y no hicieron nada por aquel  hombre que tanto sufría.

 

Pero UN SAMARITANO, que supuestamente era enemigo de Israel y de otra cultura, hizo lo que Tú nos enseñaste que debíamos realizar con nuestros Prójimos. Siempre. Nos gritaste con esta Parábola que hemos de estar dispuestos en todas las ocasiones a ayudar a los que sufren, o en general a los que necesitan la ayuda de los demás, aunque pertenezcan a otras culturas, a otras religiones, a otras naciones, aunque hablen diferentes lenguas que la nuestra.

 

Tú gritaste, como afirma Lucas, cuando hablaste del Juicio decisivo de Dios, “Y vendrán  de Oriente y de Occidente, del Norte y del Sur, y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios”

 

Lo decía ya el Profeta Isaías: “ESTO DICE EL SEÑOR: YO VENDRÉ PARA REUNIR A LAS NACIONES DE TODA LENGUA…”

 

Tú mismo quisiste que tus Apóstoles fueran al Mundo Entero. Se lo dijiste con toda claridad. Como dice San Lucas, casi al final de su Evangelio, después de tu Resurrección y antes de tu Ascensión: “Entonces (Jesús) abrió  sus inteligencias para que comprendieran las Escrituras. Y les dijo: Así está escrito que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día, y se predicara en su nombre la conversión para perdón de los pecados A TODAS LAS NACIONES EMPEZANDO DESDE JERUSALÉN. Vosotros sois testigos de estas cosas”

 

Así los seres humanos de todas las culturas son o pueden ser Cristianos. Y tu Iglesia, la Iglesia Católica, está en todas las Naciones, habla todas las Lenguas y se va modificando sensatamente según la cultura en que debe trabajar y desarrollarse.

 

LA IGLESIA ES COMO UN POLIEDRO CULTURAL. Tiene muchas caras, muchas superficies, muchos ángulos, como los poliedros. Y así debe ser. Porque tu Iglesia está ahí para la Salvación de Todos, sin ninguna excepción.

 

La diversidad cultural no se puede considerar un enemigo de la Iglesia. Al contrario, es un aliado con el que hay que trabajar. Tú, Jesús de Nazaret, como dice tu Evangelista Marcos (c. 16), cuando, ya resucitado, te despedías de tus queridos Apóstoles, les dijiste: “ID POR TODO EL MUNDO Y PROCLAMAD LA BUENA NUEVA A TODA LA CREACIÓN”

 

Y los apóstoles así lo hicieron, y lo sigue realizando tu Iglesia: primero tomó las formas culturales judías. Después añadió las formas griegas, más tarde las latinas. Y así se fue expandiendo por el Universo. Ahora está ya en todos los países y en todas las culturas. Y va evolucionando, a través de los siglos, como se lo pide la Historia. Y no sabemos a dónde podrá llegar. Porque las nuevas tecnologías globalizan las posibilidades de comunicación. La Informática llega al universo. Muchos Apóstoles tuyos, Jesucristo, dirigen sus mensajes cristianos a seres desconocidos que pueden encontrarse en los antípodas. Días llegarán en que se podrá comunicar el Evangelio a los habitantes de otros astros del Universo. ESTO ES LA UNIVERSALIZACIÓN DE LAS CULTURAS, QUE PUEDEN ENCONTRARSE CONTIGO, JESÚS DE NAZARET. Así sea.