Tú, Jesús, no amas las fronteras

Autor: Ramón Aguiló SJ   

 

 

Es terrible, Jesús de Nazaret, que nuestro mundo viva constantemente discutiendo sobre las fronteras y esté siempre armado para defenderlas, y a veces ampliarlas. Tú desde el cielo puedes ver el conjunto de este planeta, y podrás ver los límites de cada nación y de cada lengua. Es como contemplar y analizar un mapamundi.

 

Para Ti, Jesús, nuestro planeta te parecerá muy pequeño y sin embargo muy agitado, muy manchado de sangre, muy agresivo. Por eso nos has querido dar repetidas veces  a todos los que  buscamos la verdad, unas importantes lecciones de paz, de fraternidad, de internacionalidad.

 

Tú, durante tu Vida Pública, es decir, los años de tu existencia terrena que dedicaste a la comunicación de tu mensaje, de tu bondad y de tu comprensión, has reunido a un grupo de hombres de muy variadas categorías, para formar lo que llamamos tu Colegio Apostólico. Es lo que podríamos llamar el Gobierno de la Iglesia que Tú estabas organizando para que fuera la Mensajera de la Verdad Eterna y del Amor entre todos los seres humanos, de todos los Continentes, del Norte y del Sur, del Este y del Oeste.

 

Algunos eran hermanos o parientes. Otros no se conocían. Hubo algunos pescadores. Casi todos eran trabajadores. Alguno era publicano o sea cobrador de los impuestos, otros de origen desconocido. Y finalmente también elegiste a un tal Judas Iscariote, que llevaba la bolsa de las ayudas que recibíais y que se convirtió en un ladrón y un traidor. Los que investigan las verdades reveladas  se quedan perplejos y desorientados ante esta última elección. Tú sabías a quién elegías y por qué.

 

Como queda patente Tú quisiste que el grupo de los Apóstoles reflejara tu amor interclasista. No estuviste ni con los ricos, ni con los austeros fariseos, ni con Jerusalén o Betsaida, ni con los que habían recibido una amplia formación científica o cultural.

 

Pero además Tú les diste a todos ellos una formación muy especial que podríamos llamar formación evangélica,  para que pudieran realizar la gran Misión que les encomendabas. Antes de dejarles solos en este mundo, les diste una clara Orden para que supieran y pudieran poner en marcha a tu gran Iglesia, que llamamos tu Cuerpo Místico.

 

A pesar de tus esfuerzos, los Apóstoles mantuvieron una actitud reducida, nacionalista, pequeñita. Recuerdo lo que sucedió poco antes de tu gloriosa Ascensión al Padre Dios. Lo cuenta el Libro de los HECHOS DE LOS APÓSTOLES (C. 1). Dice así:

 

“Los que estaban reunidos le preguntaron [a Jesús]: ´Señor, ¿es en este momento cuando vas a restablecer el Reino de Israel?´ Él les contestó: ´A vosotros no os toca conocer el tiempo y el momento que ha fijado el Padre con su autoridad, sino que recibiréis la fuerza del Espíritu Santo que vendrá sobre vosotros y seréis mis testigos en Jerusalén, en toda Judea y Samaria, y HASTA LOS CONFINES DE LA TIERRA´. Y, dicho esto, fue levantado en presencia de ellos, y una nube le ocultó a sus ojos”

 

El Evangelista Lucas recoge también las últimas instrucciones que les diste a tus Apóstoles antes de dejarles. Escribió  (C. 24) las palabras que Tú les dijiste: “Así está escrito que el Cristo padeciera y resucitara de entre los muertos al tercer día, y se predicara en su nombre la CONVERSIÓN PARA PERDÓN DE LOS PECADOS A TODAS LAS NACIONES, EMPEZANDO DESDE JERUSALÉN. Vosotros sois testigos de estas cosas”

 

San Mateo, el que había sido publicano rico y que Te siguió, con decisión y sin ninguna discusión, cuando Tú le llamaste, recoge también tus palabras. En el Capítulo 28, que es el último de su Evangelio, las pone en tus manifestaciones: “ME HA SIDO DADO TODO PODER EN EL CIELO Y EN LA TIERRA. ID, PUES, Y HACED DISCÍPULOS A TODAS LAS GENTES BAUTIZÁNDOLAS EN EL NOMBRE DEL PADRE Y DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO, Y ENSEÑÁNDOLES A GUARDAR TODO LO QUE YO OS HE MANDADO. Y HE AQUÍ QUE YO ESTOY CON VOSOTROS TODOS LOS DÍAS HASTA EL FIN DEL MUNDO”

 

Tú, Jesús, demostraste esta internacionalidad tan profunda y tan contraria a los sentimientos israelitas de entonces, con tus hechos. Los hemos recordado varias veces. Y hemos de llevarlos siempre, como guías, en nuestro corazón.

 

Tendríamos que transcribir largas páginas de los Evangelios, de los Hechos, de las Cartas de tus Apóstoles y hasta del Apocalipsis para demostrar tus sentimientos universalistas frente a los reducidos, localistas, israelitas, patrióticos, de los que te escuchaban y de tus Apóstoles.

 

Hablaste largamente con una mujer Samaritana y le revelaste hermosos misterios planetarios. Curaste a cananeos, bendijiste  a centuriones romanos, etc. Tú hacías el bien y te comunicabas a todos, sin tener en cuenta su nacionalidad.

 

Hay otro importante aspecto que es necesario recalcar. Entre los hombres y mujeres de este mundo han surgido varias Religiones, y entre los Cristianos han aparecido lo que algunos llaman Sectas. Creo que debemos ir con mucho cuidado. Me parece que Tú, Jesús de Nazaret, no las condenarías. Porque una gran mayoría de los que no son cristiano-católicos, siguen sus caminos con total sinceridad. Estos pueden encontrarte y estar contigo aunque no lo sepan.

 

Cuando Tú pusiste en escena el Juicio Final afirmabas que los que se salvaban, lo consiguieron porque “Tuve hambre y me disteis de comer. Tuve sed...”  Y por tanto, yo no tengo ninguna duda  de que los que se comportan bondadosamente con los pobres, es decir, con los que en sociedad son despreciados, de hecho están Contigo, Jesús. Y por tanto están con los que Tú tendrás a tu derecha.

 

Hay más. El Papa Juan Pablo II afirmó, ante los representantes de otras religiones, en un encuentro ecuménico que se realizó en la hermosa ciudad de Asís que “El Fundamento Teológico del Diálogo es el MISTERIO DE UNIDAD, existente entre Cristianos y no Cristianos,  UNIDAD UNIVERSAL basada en el común origen y destino de toda la Humanidad por la Creación, la Redención de Cristo y la Presencia Activa del Espíritu EN TODA ORACIÓN SINCERA”.  Es decir, que de hecho están contigo millones de seres humanos que siguen los dictámenes de su propia conciencia. Algunos teólogos dicen que ellos forman parte del ALMA DEL CUERPO MÍSTICO.

 

Jesús, me emociona tu actitud salvadora. Viniste al mundo para todos. Y a todos los quieres contigo. Así sea.