Tu Iglesia

Autor: Ramón Aguiló SJ

 

Florecieron de nuevo los lirios del jardín y volaron los pájaros alegres. El mundo es una galería de arte. Y los pájaros son un ejemplo de laboriosidad. Escucho los latidos de la vida nueva. 

Y pensé en Tí para contarTe lo que veo y vivo en este mundo tan hermoso que parece estar tan lejos de Tí. Es verdad que tu recuerdo morado de estos días de cirios y de saetas cubre las calles de España. Pero los hombres y las mujeres más jóvenes siguen su camino y pasan de largo. ¿Por qué?.

 

LA IGLESIA QUE Tú DEJASTE: SENCILLA, CONQUISTADORA. Cuando Te fuiste al Padre y enviaste a tu Espíritu, dejabas una Iglesia sencilla, de publicanos y pecadores, de hombres del mar y de los negocios, con tu Madre y unas pocas mujeres. Les habías confiado una misión universal. Era mucho pedir a un grupo de seres tan frágiles, tan pobres y tan incultos. 

Pero se pusieron en camino, cruzaron los mares y dieron su vida para que los hombres y mujeres de Palestina y Grecia, de Roma y de los países que después formarían Europa pudieran adorar el Padre en espíritu y en verdad. Hablaban de Tí, y decían en cualquier lengua y lugar que Jesús de Nazaret era el Cristo, el Hijo de Dios, que había proclamado la salvación universal en la fraternidad, que había muerto crucificado y había sido sepultado. Y que al tercer día había resucitado de entre los muertos, había creado una comunidad de hermanos, transformada y divinizada por la presencia del Espíritu de Dios. Que Jesús de Nazaret se fue al Padre y envió el Espíritu de la Verdad. 

Aquella Iglesia derribó las fronteras de Israel, se extendió y creció ligera, asimilando culturas y lenguas, organizándose para ser más fuerte y más una. Pero los Nacionalismos la rompieron primero por el Oriente y después por el Occidente, y la debilitó el humanismo paganizante instalado en Roma. La división que no habían conseguido los cristianos judaizantes antes del Concilio de Jerusalem gracias a la paciencia de Pedro y Pablo, fue después una realidad gracias a Papas convertidos en guerreros y en grandes señores humanistas, Patriarcas griegos, Popes orientales, Frailes rebeldes y Reyes mujeriegos.

 

TU IGLESIA RETROCEDIó. Tu Iglesia después fue perdiendo a los obreros, eternos esclavos del campo y de las máquinas, que ayudaron con sus ilusiones de justicia a construir un bloque de países ateos y materialistas. Y ahora aquella Iglesia que sigue siendo la Tuya, parece no interesar ya a la nuevas generaciones, que pasan de largo ante ella, como pasaban de largo los frívolos romanos ante tu Cruz, cuando Tú estabas muriendo. La Iglesia se esfuerza y a veces parece cansada, como si hablara un lenguaje extranjero, incomprensible, trasnochado, a unos seres agitados, ruidosos, que chapotean en los fangos del placer, que viven y pasan siempre con prisas. Tú habías puesto en marcha tu Evangelio Nuevo, tu Mundo Nuevo de los Hijos de Dios. ¿Se ha detenido esta marcha?. ¿Tal vez tu Creación Eclesial se bate en retirada?. Siento terror al pensarlo. Una especie de cansancio de los siglos está cubriendo el rostro de tu Esposa. Tú lo sabes.

 

POR QUé ESE PARóN. Los Baúles de la Historia llenos. Cada siglo cargó sus reliquias sobre la espalda de la Iglesia. Cada oleada de cultura abandonó sobre Ella sus obras. Cada Nación, su idiosincrasia y su historia, su identidad terrena, su personalidad diversificante. Y ahora Ella se arrastra por los caminos de la historia cargada de símbolos, de tradiciones, de imágenes, de libros, de leyes, de filosofías, de tesis. Cargada de hermosas catedrales y de templos de todos los estilos, palacios señoriales para sus magnates, casas y oficinas para sus burocracias ineficaces. Como si toda Ella se hubiera convertido en un enorme museo de cosas antiguas y espléndidas para ser contempladas por millones de curiosos turistas. Esa es tu Iglesia: tan bella y tan antigua, como si le fuera imposible ser post-moderna y galopar, como los otros, al ritmo de los nuevos tiempos.

 

Sus oficinas: Papeles, Archivos. Tu Iglesia tiene el peligro -no sé si ya ha tropezado en él- de ser una grandiosa colección de papeles y registros, de listas y documentos, de secretos incomunicables y de libros con millones de nombres de personas muertas, para las polvorientas estanterías de los archivos y el estudio paciente de los futuros investigadores. A veces Ella se parece más a una gran Empresa, Multinacional, con grandes despachos y miles de funcionarios, que se reúnen en largas y sesudas conferencias para tratar los más serios problemas de la humanidad y tomar decisiones importantes sin que las cosas cambien demasiado . Ella se presenta como un Estado o un Ejército con sus mandos que visten uniformes variopintos, vistosos, medievales, barrocos, decimonónicos, de diferentes colores según la categoría de los que los llevan. Y estos altos dirigentes ostentan sonoros títulos llenos de superlativos literarios. Y todos tienen un Código de Leyes donde todo queda previsto y bien atado.

 

QUé NOS DIRÍAS. No sé qué dirías Tú que criticaste a los Maestros que se ponían vestidos rozagantes y largas filacterias para ser vistos y saludados por las calles y en los primeros sitios de los banquetes. Nunca me han dicho que Tú llevaras un uniforme especial que expresara tu categoría divina y universal. Ni tus Apóstoles se cubrieron de púrpuras, aunque ya existían hombres que las fabricaban y mujeres, como Lidia de Tiatira, que las vendían.

 

TU CRUZ ES UN ADORNO AHORA. Tu Cruz es el lugar de tu sacrificio y el símbolo de nuestra Redención y de nuestra austeridad de vida. Pero después se ha convertido en una joya. Y hay cruces de oro y de plata, de brillantes, esmaltes y perlas, de todos los tamaños y formas. Están en los museos y como adornos de los templos, sobre el pecho de mujeres y hombres. Sirve para distinguir a los jerarcas. Y hasta se la imponen a aquellos que se han distinguido en el poder político y en las guerras.

 

LA IGLESIA QUE ME IMAGINO. Ágil. Yo Te pido que tu Iglesia sea más ágil y transparente para vivir y repetir sencillamente la realidad y el mensaje que Tú le has confiado: la divinización de todo por tu Presencia y por la realización vital de tu Mensaje. Y que sea libre y valiente para practicar y enseñar, contra todos los poderosos, la fraternidad e igualdad de los hombres, sin imitar a los hipócritas fariseos que imponían cargas insoportables. Que sepa servir sin buscar ser servida, imitándote a Tí, porque no hay más que un Padre, un Señor y un Maestro, y porque todos los demás somos simplemente hermanos. Que todos los que Te siguen con su pequeña e invisible cruz de cada día a cuestas, sean reconocidos por el uniforme de tu mandamiento nuevo como Tú quisiste y enseñó tu gran Amigo Pablo. Y yo Te pido que Ella, aunque sea eterna, corra siempre aprisa como la historia, porque los hombres no esperan.

 

Una. Y que todos seamos "Uno", como Tú querías. No puedes imaginarte la cantidad de grupos, órdenes, congregaciones y cosas semejantes que ha habido y hay todavía en tu Iglesia. Ya lo sufrió y lo intentó corregir tu amigo, Pablo. Escribió a los de Corinto: "Existen discordias entre vosotros. Me refiero a que cada uno de vosotros dice: 'Yo soy de Pablo', 'Yo soy de Apolo', 'Yo de Cefas', 'Yo de Cristo'". Pablo se sentía furioso y preguntaba: "¿Acaso fue Pablo crucificado por vosotros?". ¡Qué hubiera dicho si hubiera visto la historia de la Iglesia!. Aparecieron los fundadores y las fundadoras. Y se llenaron los monasterios, conventos y residencias de hombres y de mujeres, vestidos con los más variados y policromos trajes. "Yo soy de Benito". "Yo soy de Francisco". "Yo soy de Ignacio". Y a veces han discutido y peleado entre sí. Unos van de blanco y otros, marrón. Aquellos llevan varios colores sobre sí. A otros les gusta el negro, o el gris. Y no digamos nada de las monjas, Todos los modelos posibles. Menos mal que ahora van desapareciendo las diferencias en los hábitos y en las costumbres. Todos quieren buscar la sencillez y la cercanía con las gentes que les rodean y a las que quieren llevar su testimonio de tu Persona y de tu Mensaje.

 

Que Te comunique. Todos amamos a tu Iglesia porque Tú eres la Iglesia y con Ella estás en todas las Naciones y en todos los Tiempos. Tú Te manifiestas cada día, cada Domingo y cada año, a través de ese magnífico medio de Comunicación y de Comunión que es tu Liturgia, brillante y sencillo despliegue del abanico de tu Personalidad, tu Palabra, tu Comunidad.

 

Sin estorbos. A veces pienso que estorbamos, que muchos de nosotros los que Te queremos e intentamos llevarte a los hombres, somos como una opaca muralla de barro que se interpone entre tu Persona y los Hombres. Y que en vez de ayudar, somos una piedra de tropiezo, o un desengaño para tantos que buscan sinceramente su camino hacia la Verdad y su realización personal. Te necesitamos para que tu Fuerza se imponga sobre el tremendo fragor de nuestra cultura electrónica, y así podamos pensar y sentir como seres humanos.

 

MI SÚPLICA: MANIFIÉSTATE. Regresa con tus hombres del mar y de los campos: rudos, elementales, sinceros, para que tu sencilla Verdad rompa todos los muros de la vergüenza, el muro pedregoso de las cosas anticuadas y el muro de las viejas oratorias, y aparezca tu Eterna Verdad en toda su pureza. Habla Tú mismo al Universo. Si no hablas, mucho me temo que disminuya el número de tus seguidores. ¿Soy pesimista?. No sé. Pero Te aseguro que nunca me ha gustado el pesimismo. 

Tú tienes muchos caminos para manifestarTe. 

Porque Tú Te puedes manifestar directamente, silenciosamente, a las conciencias de los hombres y de las mujeres, de los jóvenes y de los mayores. Ese mundo interior de los seres inteligentes, de los seres que reflexionan, de los seres que se analizan a sí mismos, de los seres que, mientras actúan hacia afuera, experimentan el impacto íntimo de sus propias actuaciones, ese mundo es un misterioso tejido que sólamente el que lo va tejiendo es capaz de conocer, de descifrar, de comprender. Yo estoy convencido de que Tú vas hablando a muchas conciencias. Algunas Te escuchan. Otras no tienen tiempo, no tienen tranquilidad, no tienen paciencia, no comprenden tu lenguaje. Otras están tan agitadas, tan ruidosas, tan volcadas sobre el mundo exterior, que no pueden llegar a percibir tus señales.  

Yo creo también que muchas personas Te escuchan. Y van sacando sus consecuencias. Y van viviendo tus realidades. Y nadie lo sabe. Tal vez, ni siquiera ellas mismas. Porque procuran vivir según las exigencias de la Verdad tal como ellas la han encontrado, según los dictámenes de una Moral que ellas han deducido sinceramente, según las normas de un Religión que no es precisamente tu Religión Cristiana. Y Tú Te sientes satisfecho por ello. Y Tú las apruebas. Y Tú las bendices. Y Tú las consideras como miembros vivos, activos, pero no reconocidos, de tu Cuerpo Místico, de tu Iglesia, esa Iglesia, que extiende sus fronteras más allá de las estadísticas, más allá de los bautismos inscritos en los volúmenes de las Parroquias. Estas Personas sinceras forman lo que se llama "El Alma de la Iglesia". 

Tú también Te manifiestas por los Gestos más hermosos de tu Iglesia Visible, de tu Vicario en la Tierra, de los Sucesores de los Apóstoles, de los Ministros que participan de tu único y exclusivo Sacerdocio, de los Laicos y Laicas que, sin grandes alaracas, están practicando tu Evangelio del Amor y del Sacrificio por los demás. Y todos constituyen una gran Voz que Te proclama y que Te proclama no con griteríos, como se hace en las manifestaciones multitudinarias, sino, con el delicado y atento quehacer de cada día, con una alegría profunda, simple, expresada a través de la buena educación y de la bondad. 

Tú Te manifiestas, a través de los Sucesos de la Naturaleza y de la Historia. Unos sucesos que muchas veces no llegamos a comprender totalmente, pero que, mirados con ojos abiertos y con el espíritu de uno que piensa, adquieren una forma inequívoca de comunicación superior. Pueden ser castigos por los pecados cometidos o pueden expresar mensajes evidentes de tu Presencia y de tu Venida. Todo pecado lleva consigo su culpa y su pena. Todo suceso describe alguna verdad.

 

MI ORACIÓN. Te pido que tu Iglesia sea el Rostro Visible de tu Humanidad, de tu Divinidad, de tu Mensaje Evangélico. No la Mano que se levanta para amenazar. No el Ceño Adusto del que quiere mandar, ordenar, imponer. No el Grito del Gendarme que separa, que detiene, que arrastra. Sino el Corazón del Universo.