Tú, esclavo con los esclavos

Autor: Ramón Aguiló SJ

 

UN MUNDO DE ESCLAVOS. Me parece estar en un mundo de esclavos. Te lo digo sinceramente. Además Tú lo ves. Tú supiste decir unas palabras cariñosas a aquella madre cananea que suplicaba tu atención para su hija enferma. La trataste de "Perrita", cuando dijiste: "no está bien tomar el pan de los hijos y echárselo a los perritos", como dice Mateo en su Capítulo 15. "Espera que primero se sacien los hijos", añade Marcos en su capítulo 7.

 

LOS ESCLAVOS Y LOS ISRAELITAS. Para los Israelitas aquellos hombres y mujeres paganos, gentiles, eran peores que los esclavos. Los despreciaban. Y aquella mujer era cananea, sirofenicia de nacimiento. Es verdad que el sistema de la esclavitud estaba muy suavizado dentro del Pueblo de Israel, como se puede ver en diferentes normas del Levítico.

 

LA ESCLAVITUD ENTRE LOS GRIEGOS. Pero en todo el mundo conocido de tu tiempo, la esclavitud estaba en vigor. Y había sido aceptada y enseñada aun por los pensadores más serios de la antigua Grecia, como Platón y Aristóteles, que la proponían como "algo natural". Según ellos hay seres humanos que nacen para servir por su naturaleza, a los demás que son los hombres libres.

 

LOS ROMANOS Y LOS ESCLAVOS. Tú has vivido y absorbido el ambiente Romano y un poco menos intensamente el reflujo de todo lo griego. Y seguramente pudiste escuchar en repetidas ocasiones las tristes y sobrecogedoras historias de los esclavos y esclavas del Imperio, tan universal y tan glorioso. No en todo era así. Ni para todos los que habitaban dentro de sus fronteras. Y no todo lo que estaba permitido y era legal en Roma era tan brillante y tan conmovedor.  

Como sus legiones militares estaban en todas partes de aquella Europa desunida y en formación, los soldados y sus jefes realizaban toda clase de excesos, hasta los más violentos, y reunían a multitudes de esclavos que llevaban, obligados por la fuerza, a la Capital del Imperio para que trabajaran y fueran una mano de obra baratísima. Los así esclavizados eran millones de Seres Humanos provenientes de la Galia, de las Españas, de las Bretañas y de otras zonas. Los esclavos y esclavas no tenían derechos humanos fundamentales. Es decir, los tenían, pero el Estado no se los reconocía. Y los Ciudadanos Romanos Libres, menos todavía.

 

LAS SUBLEVACIONES DE LOS ESCLAVOS. La existencia de aquellos hombres y mujeres realmente cazados en los pueblos subyugados se desarrollaba como un verdadero martirio prolongado. Por ello hubo varios intentos de sublevación masiva. Sobre todo se produjeron en Sicilia y en el Sur de Italia. Una de estas sublevaciones se convirtió en una verdadera guerra por la acción de un joven valiente, llamado Espartaco, que no quiso ser Gladiador, y estaba decidido a liberar a su hermana que había sido esclavizada y obligada a prostituirse.  

Espartaco nació en Tracia, 113 años antes de tu Nacimiento. Era de familia noble y de buena posición social. Estuvo enrolado dentro de las legiones romanas, pero desertó, fue perseguido y condenado a la esclavitud, y por ello fué llevado a Capua, donde debía prepararse para ser Gladiador, uno de esos hombres fuertes y brutales que debían enfrentarse con los leones, fieras o con otros hombres, para satisfacer los deseos de placer de los espectadores romanos libres. Pero él no quiso y con 74 o más compañeros, también esclavos, huyó de Capua y se dirigió hacia el Vesubio. Comenzó así la llamada "Guerra de los Gladiadores". Duró varios años. Y al principio, Espartaco, sus compañeros y otros millares de esclavos que se les iban juntando, consiguieron varias victorias sobre el ejército. Llegaron a cruzar las rutas de la península italiana hacia el Norte. Pero el desorden, las rapiñas en sus propias filas, les llevaron a la derrota.  

Los Legionarios detuvieron a miles de los rebeldes y llegaron a crucificar a 6.000 esclavos en las veredas de la vía militar de Capua a Roma. Espartaco murió en la batalla de Silaro, el año 71 antes de tu Era. Su recuerdo ha quedado en la Historia como un intento violento de conquistar la Libertad para los esclavos de todos los países. Se han pintado muchos cuadros de su gesta. Y han quedado muchas estatuas de su vigoroso cuerpo de Gladiador a la fuerza y de rebelde indomable. 

La Esclavitud no es humana. Y los esclavos han tenido siempre el derecho a decir: "No quiero". Pero entonces chocaban con las espadas, las lanzas y las cruces.

 

TU VENIDA COMO ESCLAVO. Después llegaste Tú. Y Te hiciste uno de ellos. Tú Te has sumergido en las peores realidades de la Humanidad, menos en el Pecado. Y Te has convertido en esclavo, para que todos los esclavos del mundo y de la historia puedan mirarTe, amarTe, sentirse fuertes, vigorosos, luchar por su propia liberación humana, y la de sus compañeros y compañeras. Y además experimentar la Alegría de TenerTe como Hermano. Tú eres un Esclavo con los Esclavos. 

Lo dice Pablo en varias de sus Cartas.  En la dirigida a los Gálatas (Capítulo 3), afirma: "Cristo nos rescató de la maldición de la Ley, haciéndose El mismo Maldición por nosotros. Pues dice la Escritura: 'Maldito todo el que está colgado de un madero'". 

Y en la Carta a los Filipenses, capítulo 2, afirma, reproduciendo un hermoso Himno Litúrgico: "Sentid entre vosotros lo mismo que Cristo, el cual, siendo de condición divina, no hizo alarde de ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo tomando condición de Siervo (otros traducen: "de Esclavo"), haciéndose semejante a los hombres,  y apareciendo como hombre. Y se humilló a sí mismo, obedeciendo hasta la muerte y muerte de Cruz. Por lo cual Dios Le exaltó y Le otorgó el Nombre que está sobre todo nombre. Para que al nombre de Jesús toda rodilla se doble en los cielos, en la tierra y en los abismos, y toda lengua confiese que Jesucristo es Señor, para gloria de Dios Padre". 

Este Hombre, hijo de Dios, que eres Tú, clavado en una Cruz como aquellas en las que morían los Esclavos, me parece que está rodeado y aclamado por los millares de esclavos gladiadores que, en tiempos de Espartaco, fueron crucificados en la Vía de Capua a Roma, y por todos los millones y centenares de millones que, en cualquier país y en cualquier tiempo, han  sido condenados a la esclavitud y han muerto silenciosamente como consecuencia de ello... Crucificados también ellos, no en cruces de madera, sino en las cruces del trabajo inhumano de las minas y de los campos, de las fábricas y de los talleres, porque así lo han querido los grandes de este mundo y el sistema de Producción y Distribución de las Riquezas.

 

LA IGLESIA Y LOS ESCLAVOS. La Iglesia no quiso ser la Causa de una sublevación total de los esclavos contra los señores. No quiso resucitar la Guerra de los Gladiadores. Siguió el Camino de la Paz. Pero sus ideas, que eran las tuyas, se fueron filtrando en las conciencias cristianas y en las sociedades que recibían sus influjos. Y así poco a poco los esclavos encontraban a través de la Iglesia el Camino de la Libertad Social. 

Aquella mujer sirofenicia "de nacimiento", como subraya Marcos, no se calló ante tu piropo. Escuchó cómo hablabas de los "Perritos", al referirTe a ella. Y Te contestó de una forma muy delicada, con una voz suave de mujer convencida, que le habías comprendido. Y Te sugirió todo aquello de las migajas que aprovechan los perritos y las perritas. Y Tú comprendiste la sinceridad y agudeza de aquella esclavita extranjera y curaste sencillamente a su Hija que ella creía "endemoniada".

 

LOS ESCLAVOS MODERNOS. Jesús de Nazaret, hay muchos esclavos en este mundo. Y son todos aquellos que dependen inevitablemente de la libre voluntad de otros. Y son todos aquellos que están atados a los "caprichos" de los Señores. Son las grandes mayorías de la Sociedad Humana. Son los Proletarios, los que se definen por los economistas como "Mano de Obra" barata, y ojalá que nunca fueran considerados como Obra de Mano, Basura. La Basura tiene una ventaja: que no cuesta nada. Se regala. Por esto veo tanta gente que trabaja con las basuras que engendra la actual sociedad, como se puede ver por las calles. 

La Iglesia de todos los tiempos ha procurado seguir el camino trazado por Tí, proclamado por tus Apóstoles, especialmente por Pablo de Tarso, que ha repetido en varias de sus hermosas y atrevidas cartas, su Mensaje Social, que es tu propio Mensaje, acomodado a los ambientes de las ciudades por donde el Apóstol pasaba, predicaba y trabajaba: "Hemos sido todos bautizados, para no formar más que un Cuerpo, Judíos y Griegos, esclavos y libres", escribe en la Primera Carta a los Corintios, capítulo 12.  Y en la Carta a los Gálatas, capítulo 3: "Ya no hay Judío, ni griego. Ni Esclavo ni Libre. Ni hombre ni mujer. Ya que todos vosotros sois uno en Cristo Jesús".

 

TODOS SOMOS IGUALES. Para Tí y para tu Iglesia todos somos iguales. Todos somos hijos de Dios y Hermanos tuyos. Dentro de los Templos y Capillas, en las estructuras de las diferentes iglesias, Universal, Diocesana, Parroquial, Grupal, no pueden existir galones, ni uniformes que nos diferencien, ni puestos "reservados", ni ventajas, ni excepciones, ni privilegios, ni puestos de mando. Todos somos uno en Cristo. Y la única autoridad posible es la del "Servicio a los demás", que sería una forma de "Esclavitud Aceptada y Divinizada por la Caridad". 

Todos procuramos vivir tu Evangelio, conocerlo, transmitirlo. Y para ello, nos ayudamos mutuamente y mutuamente nos apoyamos. 

Nadie puede sentirse "Inferior" a los hermanos. Nadie puede sentirse "Superior" a los demás miembros de la Iglesia, por causas sociales, de pertenencia a familias antiguas, nobles, reales o a familias modestas, trabajadoras, sin historia. Nadie puede quedarse junto a la puerta de entrada, al sentirse despreciado por los otros. Nadie puede entrar a ocupar los primeros puestos, porque cree que es una persona importante, especialmente querida, relevante, poderosa políticamente, en la ciudad y en la nación.

 

LA CARTA A FILEMóN. He leído una Carta de Pablo de Tarso que me ha parecido afectuosa y muy especial. Y enormemente significativa. Y actual en todos sentidos. Es la más corta de todas las Cartas que escribió él, aunque existen todavía dos cartas más breves, que son dos de Juan el Evangelista, la segunda y la tercera. 

Más que una Carta parece un Telegrama. Es una especie de Carta enviada por "Fax", como lo haríamos ahora que tenemos tantos medios técnicos para intercomunicarnos. Es un Billete escrito con espíritu de síntesis, rápidamente, para aprovechar el viaje de alguien que lo va a llevar personalmente. 

Y todo esto es así. Se cumple en la llamada Carta a Filemón, que es indudablemente una de las auténticas de Pablo. Este Apóstol tuvo que soportar, por serlo, la desagradable experiencia de la cárcel varias veces. Algunas de sus Cartas partieron de las mazmorras en que él estuvo. No perdía el tiempo. Esta Carta fue escrita en una de las épocas en que Pablo estuvo detenido en la misma Roma, aunque gozaba de una cierta posibilidad de acción. 

Sería hacia el año 61-63 de tu Era Cristiana. En la cárcel Pablo iba conociendo a compañeros, condenados, detenidos, como él, que le escuchaban y algunas veces le seguían. Uno de ellos fue Onésimo, un esclavo que había cometido un robo a su Propietario Filemón y que enseguida había huído. Por ello fue condenado a prisión. Pero en la cárcel por la acción de Pablo, encontró la Fe en Tí y fué Bautizado, encontrando así la Libertad de los Hijos de Dios. Onésimo había cumplido su castigo y pronto abandonaría la cárcel.  

La Palabra "Onésimo" etimológicamente significa "Provechoso", "Util", y Pablo juega con estas significaciones en su breve Carta. Pide a Filemón, Cristiano, discípulo suyo, que conceda la Libertad a Onésimo.  

Lo mejor es leerla directamente toda entera. En ella se refleja tu Bondad, tu Mensaje. 

"Pablo, preso de Cristo Jesús, y Timoteo, el hermano, a nuestro querido amigo y colaborador Filemón, a la hermana Apfia, a nuestro compañero de armas Arquipo, y a la Iglesia de tu casa. Gracia y Paz a vosotros de parte de Dios, nuestro Padre, y del Señor Jesucristo. 

"Doy gracias sin cesar a mi Dios, recordándote en mis oraciones, pues tengo noticia de tu caridad y de tu fe para con el Señor Jesús y para bien de todos los santos, a fin de que tu participación en la fe se haga eficiente, mediante el conocimiento perfecto de todo el bien que hay en nosotros en orden a Cristo. Pues tuve gran alegría y consuelo a causa de tu caridad, por el alivio que los corazones de los santos han recibido de tí, hermano. 

"Por lo cual, aunque tengo en Cristo bastante libertad para mandarte lo que conviene, prefiero más bien rogarte en nombre de la caridad, yo, este Pablo ya anciano, y además ahora preso de Cristo Jesús. Te ruego en favor de mi hijo, a quien engendré entre cadenas, Onésimo, que en otro tiempo te fué inútil, pero ahora muy útil para tí y para mí. Te lo devuelvo, a éste, mi propio corazón. 

"Yo querría retenerle conmigo, para que me sirviera en tu lugar, en estas cadenas por el Evangelio; mas, sin consultarte, no he querido hacer nada, para que esta buena acción tuya no fuera forzada sino voluntaria. Pues tal vez fue alejado de ti por algún tiempo, precisamente para que lo recuperaras para siempre, y no como esclavo, sino como algo mejor que un esclavo, como un hermano querido, que, siéndolo mucho para mí, ¡cuánto más lo será para tí, no sólo como amo, sino también en el Señor!. 

"Por tanto, si me tienes como algo unido a tí, acógele como a mí mismo. Y si en algo te perjudicó, o algo te debe, ponlo a mi cuenta. Yo mismo, Pablo, lo firmo con mi puño. Yo te lo pagaré... Por no recordarte deudas para conmigo, pues tú mismo te me debes. Sí, hermano, hazme este favor en el Señor. ¡Alivia mi corazón en Cristo!. Te escribo confiado en tu docilidad, seguro de que harás más de lo que te pido. 

"Y al mismo tiempo, prepárame hospedaje; pues espero que por vuestras oraciones se os concederá la gracia de mi presencia. Te saludan Epafras, mi compañero de cautiverio en Cristo Jesús, Marcos, Aristarco, Demas y Lucas, mis colaboradores. Que la gracia del Señor Jesucristo sea con vuestro espíritu".

 

UNA CARTA DIRIGIDA A LOS SEÑORES DE TODOS LOS TIEMPOS. Esta Carta me parece maravillosa, profundamente Cristiana. Filemón representa a todos los Señores y Propietarios que están bautizados en Cristo. Onésimo, el Esclavo Liberado, es la expresión colectiva de los millones de Sirvientes, Obreros, Campesinos y Empleados que sufren las cadenas de la organización humana e inhumana y que, generalmente sólo en su corazón y en el fondo de sus conciencias, claman por una vida productiva más libre y más reconocida. 

Yo veo cada día a estos esclavos y esclavas modernos. Los veo en los silenciosos vendedores de "Diarios", sentados en las esquinas de las calles y plazas, a pesar del frío y del calor del ambiente. Los veo en los pobres que, de rodillas, piden unas limosnas, con un pequeño letrero que dice: "Hambre. Gracias". Los veo en los jóvenes que, en motonetas, van a las casas para llevarles unos productos que necesitan. Y, más ocultamente, los veo también en tantos hombres y mujeres que están detrás de los mostradores de las tiendas, de las oficinas, y, vestidos con batas blancas, junto a las camas de los enfermos en los hospitales.

 

LA ORACIóN DE JEREMíAS. Esto me recuerda aquellos versos tan patéticos de las angustiadas "Lamentaciones", la Quinta, que también se puede llamar "Oración de Jeremías": 

"¡Acuérdate, Jahvé, de lo que nos ha sobrevenido, mira y ve nuestro oprobio!. Nuestra heredad ha pasado a extranjeros, nuestras casas a extraños. Somos huérfanos, sin padre. Nuestras madres, como viudas. A precio de plata bebemos nuestra agua. Nuestra leña nos llega por dinero. El Yugo a nuestro cuello, andamos acosados. Estamos agotados. No se nos da respiro... Esclavos nos dominan, nadie nos libra de sus manos. A riegos de la vida logramos nuestro pan, afrontando la espada del desierto. Nuestra piel abrasa como un horno, por el ardor del hambre. Han violado a las mujeres en Sión, a las vírgenes en las ciudades de Judá... Han arrastrado la muela los muchachos, bajo la carga de leña se han doblado los niños. Los ancianos han dejado de acudir a la puerta, los muchachos han parado sus cantares. Ha cesado la alegría de nuestro corazón. Se ha trocado en duelo nuestra danza".

 

NUESTRA ACTITUD ANTE LAS INJUSTICIAS ACTUALES. Estoy cierto de que la existencia humana del tiempo de aquel profeta era más terrible y desolada que la de nuestros tiempos y de nuestras naciones ricas. Pero algo de aquella tristeza y de aquellas injusticias se proyecta también ahora en muchos corazones humanos. Jeremías y los demás Profetas atribuían siempre los males de sus Pueblo al Castigo de Dios por los numerosos pecados colectivos, especialmente la Idolatría.  

Algo parecido se podría decir de lo que sucede en nuestros pobres tiempos. Somos reos de muchos pecados. Todo pecado arrastra, adherido, consigo un castigo. Y, como los pecados son tantos, son también muchos los castigos que caen sobre la Humanidad. 

Yo no sé qué podríamos hacer para liberarlos a todos, por lo menos a las mayorías, de los pecados y de los castigos.

Tu Iglesia lo debe pensar. Lo debe realizar. Contigo puede. 

 

LA LIBERACIóN ES UNA FANTASíA IMPOSIBLE. DECEPCIONES. La Libertad para todos, por ahora resulta una fantasía imposible. Es como una película o una novela de ciencia-ficción. En las que los colores, las Músicas y las Fiestas sirven para "endulzar y suavizar" el ambiente comprimido de violencias y odios. 

La historia, además, resulta tan decepcionante, muy especialmente en este tema de las liberaciones. Hay muy poco espacio para la esperanza verdadera, total. 

Nosotros hemos visto cómo pueblos enteros luchaban, con las armas en las manos, contra las armas de sus Dominadores de Naciones Europeas o Americanas que los habían invadido y conquistado anteriormente. Largos años de guerras llamadas de liberación. Terrorismos de Liberación. Grupos Armados de Liberación. Han luchado con entusiasmo, hasta con heroismo. Las antiguas metrópolis las dominaban por el miedo, les imponían sus costumbres, sus lenguas, sus leyes, sus obligaciones de trabajo, la explotación de sus recursos naturales. Y los pueblos querían sentirse libres. Ser ellos mismos. Ser Soberanos, independientes. 

Lo han conseguido. Y después... 

Muchas veces el "Después" ha sido más trágico que el Colonialismo anterior. O por lo menos, no ha traído la Liberación tan esperada y buscada. En este momento estoy pensando en varios países del Norte, del Centro y del Sur de Africa. Y en otros países del Asia. Y aun de nuestra América Latina e Hispánica. 

Salían del dominio esclavizante de las Metrópolis y caían bajo la clara esclavitud de unas dictaduras militares locales defensoras y protectoras de los intereses de los Terratenientes e Industriales, y apoyadas a su vez por las oligarquías de los ricos. Esto ha sucedido en varias naciones durante nuestro siglo XX, con motivo de las llamadas, soñadas y muy esperadas por todos, "Descolonizaciones". 

Algo parecido ha sucedido en las grandes Revoluciones Sociales contra el Capitalismo y los poderes de la Realeza. Las doctrinas de Marx y Engels, desde Londres, se extendieron por el mundo. El Manifiesto Comunista preparado por ellos, en el que se llamaba a la Unidad de todos los Proletarios del mundo, comenzaba así: "Proletarios del Mundo Entero: Uníos". Era una llamada a la rebelión de los esclavos del siglo XIX. Y en realidad, eran esclavos, los hombres, mujeres, jóvenes y hasta niños y niñas trabajadores. Se formaron Partidos Políticos, llamados Socialistas, Comunistas, Soviéticos, Bolcheviques, Mencheviques, y no sé cuántos más. 

Algunos de ellos llegaron al poder por la Fuerza de las Revoluciones. Desaparecieron los Parlamentos. Aparecieron las Dictaduras del Proletariado. Pero todo esto se fué convirtiendo en una nueva Esclavitud. Murieron las Libertades. Se crearon las Policías Políticas, los Campos de Concentración, las Checas y Lugares de Tortura.  

Unos años después las gentes no pudieron resistir tantas cadenas. Se alzaron. Se rebelaron. Destruyeron palacios y el Muro de Berlín. Y buscaron la Libertad en las Democracias. Pero... van apareciendo las nubes en nuestro cielo. Nos amenazan nuevas tormentas históricas. No sabemos qué hacer.

 

MIS SENTIMIENTOS PERSONALES. Y esto me produce tristeza. Y esta tristeza se mezcla con mi alegría de vivir... esa pequeña alegría que me regalan los días que pasan tan rápidos, tan silenciosos. 

Yo no me siento esclavo. No me puedo sentir encadenado, ni torturado o amenazado por los que están cerca de mí. Pero no puedo evitar que mi pensamiento y mis sentimientos más íntimos se dirijan hacia los que ahí, detrás de los muros de mi casa, al pie de mi ventana abierta, viven y sufren su esclavitud inevitable.  

Yo también soy un esclavo. Pero lo he aceptado. Y de esta forma, mis sufrimientos son más llevaderos. No hay cosa peor y más dolorosa que "dar coces contra el aguijón". Yo no quiero dar coces contra nadie y contra nada. Mi destino es aceptar.

 

UNA POESíA HERMOSA Y TRISTE. Una vez leí una poesía que me agradó, y que, en unas estrofas afortunadas, supo mezclar los colores y los sentimientos más variados. Esos versos que cantan, parecen entonar una canción  a la tristeza, y al mismo tiempo a la resignación que la transforma en alegría, una alegría moderada, una alegría en sordina. 

Dicen así las estrofas:

 

          "Lo mejor de mi vida es el dolor. Tú sabes

          cómo soy. Tú levantas esta carne que es mía.

          Tú, esta luz que sonrosa las alas de las aves.

          Tú, esta noble tristeza que llaman alegría.

 

          Tú me diste la gracia para vivir contigo.

          Tú me diste las nubes como el amor humano.

          Y, al principio del tiempo, Tú me ofreciste el trigo,

          con la primera alondra que nació de tu mano.

 

          "Como el último rezo de un niño que se duerme

          y, con la voz nublada de sueño y de pureza,

          se vuelve hacia el silencio, yo quisiera volverme

          hacia Tí, y en tus manos desmayar mi cabeza".

 

UNA LLAMADA DE ESDRAS A LA ALEGRíA. El "Libro de Esdras" está lleno de emociones. Narra la reconstrucción del Templo de Jerusalén y del Pueblo de Dios, después del Destierro.  

Regresa un "Resto" de Israel. Y el Sacerdote Esdras procura el aliento para su Prosperidad y su Religión. Tiene una muy bella oración, en el Capítulo 9 de su Libro. El pueblo se rebela contra los planes de Dios. "Al oir esto -dice Esdras- rasgué mis vestiduras y mi manto... Todos los temerosos de las Palabras del Dios de Israel se reunieron en torno a mí, a causa de esta rebeldía de los deportados. Yo permanecí sentado, desolado, hasta la Oblación de la tarde. A la hora de la Oblación de la tarde salí de mi postración y, con las vestiduras y el manto rasgados, caí de rodillas, extendí mis manos hacia Yahvé, mi Dios, y dije: 

'Dios mio, harta vergüenza y confusión tengo para levantar mi rostro hacia Tí, Dios mio. Porque nuestros crímenes se han multiplicado... Mas ahora, en un instante, Yahvé, nuestro Dios, nos ha concedido la gracia de dejarnos un Resto y de darnos una liberación en su lugar santo: nuestro Dios ha iluminado así nuestros ojos y nos ha reanimado en medio de nuestra esclavitud. Porque Esclavos fuimos nosotros, pero en nuestra Esclavitud, nuestro Dios no nos ha abandonado'". 

Podríamos decir esta oración los hombres de todos los tiempos. Danos la Libertad de los Hijos de Dios, Señor Jesús. Tu Libertad. Concédenos que sepamos respetar la Libertad de los demás. Y promoverla.

 

UN MONUMENTO A LA LIBERTAD. En Palma de Mallorca, muy cerca del Puerto, bañado por las azules aguas del Mar Mediterráneo, se levanta erguida una hermosa estatua de Ramón Llull. Aquel Mallorquín Misionero, pensador, filósofo inquieto, escritor prolífico del siglo 13. En la base de la estatua hay una inscripción en varias lenguas, sacada de alguna de sus obras, que dice en su lengua nativa y yo traduzco al castellano: "Amor es aquella cosa que a los libres los sujeta a la servidumbre, y a los esclavos les concede la libertad".  Yo pensé al verlo. Lo que nos falta a todos los hombres y mujeres es el Amor, para poderlo poner en nuestras relaciones con los demás, aunque no sea más que en unas gotitas. Pero que sea un Amor auténtico. 

Es como si la estatua fría de Ramón Llull, el extraño Pensador de la Edad Media, en medio de la preciosa Bahía de la Isla Encantada, estuviera gritando una llamada a la Liberación de todos los que vivimos en las Galeras de la Historia. Una Liberación que sólo puede llegar por la autopista abierta, amplia, del Amor Universal. 

Tú deberías regresar para decirnos cuál es el Camino. No sé si tu Iglesia tiene Voz suficiente para ser escuchada por el mundo muy dividido, distraído, ruidoso.

 

UN SANTO ESCLAVO DE LOS ESCLAVOS. Hay un Jesuíta catalán que nos dejó una larga enseñanza. Estuvo en Mallorca para estudiar. En Mallorca conoció a un Hermano llamado Alonso Rodríguez. Y este Hermano Portero le indicó el camino de América. El Jesuíta se llama Pedro Claver.  

Se fue a América. Y en Cartagena de Indias conoció los Esclavos negros, que eran cazados en Africa y exportados a América, para que trabajaran al servicio de los amos que los compraban. Pedro Claver sirvió siempre y entregándose todo él y entregando todo lo que tenía a los esclavos. Y firmó el documento más importante de su vida, el de los Votos Religiosos, como "El Esclavo de los Esclavos", Pedro Claver. Un hermoso ejemplo para todos los que se sienten señores y directores de los demás.  

Este Santo Catalán que se sentía esclavo de los esclavos, no quiso perder el tiempo suplicando ayudas a los ricos. Seguramente porque los esclavos no pueden humillarse ante el dinero. Los ayudaba como podían hacerlo él y un pequeño grupo de amigos, que probablemente serían otros negros.

 

Tú, ESCLAVO, ERES EL HERMANO DE LOS ESCLAVOS. Tú, Jesús de Nazaret, has sido más: Has sido y sigues siendo un Esclavo, hermano de los Esclavos que son prácticamente todos los hombres. Tú, al hacerTe hombre, Te identificabas con los Esclavos. Eras uno de ellos. En los ojos de los esclavos a veces se puede ver una chispa de rencor, de odio. En tus Ojos he visto siempre el Amor. Deberíamos imitarTe todos, y llevar siempre en nuestros ojos de esclavos, una chispita de amor. Lo voy a intentar.  

Tú, en exclusiva de Lucas (Capítulo 17), nos has enseñado que es bueno sentirse "Esclavo", "Sin exigencias", ante Dios y los hermanos. "Cuando hayáis hecho todo lo que os fue mandado, decid: 'Somos esclavos inútiles. Hemos hecho lo que debíamos hacer'".