Tenías conciencia de tu divinidad

Autor: Ramón Aguiló SJ

 

Tú RECONOCISTE SER HIJO DE DIOS. Ante los Tribunales. En variadas ocasiones, al final de tu Vida Mortal, Tú aceptaste que realmente eres el Hijo de Dios. Antes de tu Pasión, cuando se estaba poniendo en marcha la maquinaria de la Injusticia Humana, Tú fuiste detenido y llevado ante el Sanedrín. Mateo, capítulo 26, lo narra así: "Los que prendieron a Jesús le llevaron a casa del Sumo Sacerdote Caifás, donde se reunieron los Escribas y los Ancianos". Pedro Te seguía desde lejos.  

Prosigue Mateo: "Los Sumos Sacerdote y el Sanedrín entero andaban buscando un falso testimonio contra Jesús con ánimo de darle muerte. Pero no lo encontraron, a pesar de que se presentaron muchos falsos testigos. Al fin se presentaron dos, que dijeron: 'Este dijo: Yo puedo destruir el Santuario de Dios, y en tres días levantarlo'. Entonces se levantó el Sumo Sacerdote y le dijo: '¿No respondes nada?. ¿Qué es lo que éstos atestiguan contra Tí?'. Pero Jesús seguía callado. Díjole entonces el Sumo Sacerdote: 'Yo te conjuro por el Dios vivo a que nos digas si Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios'. Le responde Jesús: 'Sí. Tú lo has dicho. Y yo os declaro que a partir de ahora veréis al Hijo del Hombre, sentado a la diestra del Poder y venir sobre las nubes del Cielo'. Entonces el Sumo Sacerdote rasgó sus vestidos y dijo: '¡Ha blasfemado!. ¿Qué necesidad tenemos ya de testigos?. Acabáis de oir la blasfemia. ¿Qué os parece?'. Respondieron ellos diciendo: 'Es reo de Muerte'".  

Entonces Te escupieron en la cara y Te abofetearon. Y otros Te golpearon, diciendo: "Adivínanos, Cristo. ¿Quién es el que Te ha pegado?". Y al día siguiente Te llevaron al Procurador Pilato.

 

Ante el Procurador, Pilato. Tú fuiste condenado a Muerte por los Judíos porque aceptaste "Ser el Hijo de Dios". Así lo han narrado Mateo, Marcos y Lucas. 

Juan lo describe con energía en su Capítulo 19. Delante del débil Procurador Pilato, cuando ya estabas coronado con la ignominiosa Corona de Espinas, tuviste que escuchar la misma acusación por parte de los dirigentes del Pueblo de Israel, que estaban soliviantando a las masas contra Tí. Ellos gritaban: CrucifícaLe. CrucifícaLe. "Les dice Pilato: 'TomadLe vosotros y crucificadLe, porque yo ningún delito encuentro en El'. Los judíos le replicaron: 'Nosotros tenemos una Ley y según esa Ley debe morir, porque se tiene por Hijo de Dios'". "Cuando oyó Pilato estas palabras se atemorizó aún más".  

El Pueblo y sus Senadores, vergonzosamente, llegaron a proclamar como Rey al odiado César de Roma, para no aceptarTe a Tí. La más grande Injusticia realizada por los Tribunales Humanos se iba consumando. Eras condenado por decir la Verdad, sencillamente la Verdad, demostrada con tu propia Vida, con tu propio Mensaje, con tu propio dominio de las cosas y del universo.

 

Tú LO HABíAS AFIRMADO. Tú habías afirmado en repetidas ocasiones que eras el Hijo de Dios.

 

Se lo dijiste a Nicodemo. Se lo dijiste a Nicodemo, durante la noche, en su entrevista secreta contigo: "El que cree en El, no es condenado, pero el que no cree, ya está condenado, porque no ha creído en el nombre del Hijo Unico de Dios".

 

En tu Discurso sobre la Obra del Hijo. Y en tu discurso sobre la Obra del Hijo, en el capítulo 5 de Juan, dices: "En verdad, en verdad, os digo: el Hijo no puede hacer nada por su cuenta, sino lo que ve hacer al Padre. Lo que hace El, eso también lo hace igualmente el Hijo. Porque el Padre quiere al Hijo y le muestra todo lo que El hace". Y en el Capítulo del Pan de Vida, 6, de Juan, Tú afirmaste: "Esta es la Voluntad de mi Padre: que todo el que vea al Hijo y crea en El, tenga vida eterna y que yo lo resucite el último día".

 

En tu Controversia en el Templo. En Juan Capítulo 10, Tú lo afirmas expresamente: "Se celebró por entonces em Jerusalén la Fiesta de la Dedicación. Era invierno. Jesús se paseaba por el Templo, en el Pórtico de Salomón. Le rodearon los judíos, y le decían: '¿Hasta cuándo vas a tenernos en vilo?. Si Tú eres el Cristo, dínoslo abiertamente'. Jesús les respondió: 'Ya os lo he dicho, pero no me creéis. Las obras que hago en nombre de mi Padre son las que dan testimonio de Mí. Pero vosotros no creéis porque no sois de mis ovejas... El Padre que me las ha dado, es más que todos, y nadie puede arrebatar nada de la mano del Padre. EL PADRE Y YO SOMOS UNO'. 

Los judíos trajeron piedras para apedrearLe. Y Te explicaron que Te apedreaban "por una Blasfemia, porque Tú, siendo Hombre, Te haces a Tí mismo Dios". Tú has insistido en tus Obras. Y les dijiste: "Creed por las Obras, aunque a mí no me creáis, y así sabréis y conoceréis que el Padre está en Mí y Yo en el Padre". "Querían prenderLe, pero se les escapó de las manos".

 

Desde La Cruz. Después de tantas apasionadas controversias, fuiste llevado a la Cruz. Y Tú estabas silencioso, sufriendo horrores.  

Recuerdo las frases de la Carta a los Hebreos que hasta Te presentan como obsesionado por el Miedo al Dolor. Están en el Capítulo 4, y en parte, se leen en la Eucaristía del Día de Nuestra Señora Virgen de los Dolores: "El cual [Cristo Sacerdote], habiendo ofrecido en los días de su vida mortal, ruegos y súplicas con poderoso clamor y lágrimas, al que podía salvarLe de la Muerte, fué escuchado por su piedad, y aun siendo Hijo, con lo que padeció, aprendió la obediencia. Y llegado a la perfección, se convirtió en causa de salvación eterna para todos los que Le obedecen, proclamado por Dios Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec". 

Según este texto a los Hebreos, Tu Muerte ha sido tu Exaltación. Y ha de unirse necesariamente con la Alegría de Tu Resurrección. Tu Muerte y Tu Resurrección = Tu Exaltación. 

Cuando ya estabas en la Cruz, algunos de los que pasaban por allí se burlaban de Tí y Te gritaban usando tus propias palabras: "Tú que destruyes el Santuario y en tres días lo levantas, ¡sálvaTe a Tí mismo, si eres Hijo de Dios, y baja de la Cruz!". Y un hombre de buena voluntad, el Centurión Romano, que estaba dirigiendo a los soldados que Te crucificaron, cuando contempló tu Muerte, juntamente son sus acompañantes, exclamaron: "Este hombre era verdaderamente Hijo de Dios". Tenían miedo por el terremoto y todo lo que sucedía ante sus ojos de paganos y gentiles. Lo explican Mateo, Capítulo 27 y Marcos, capítulo 15.

 

LA DESPEDIDA ANTES DE TU ASCENSIóN. Después de tu Resurrección, cuando Te despedías de los Tuyos, dejando organizada tu Iglesia, los reuniste en un monte de Galilea, y les encomendaste: "Me ha sido dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el NOMBRE DEL PADRE Y DEL HIJO Y DEL ESPíRITU SANTO, y enseñándoles a guardar todo lo que Yo os he mandado. Y sabed que Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo".

 

SOMOS BAUTIZADOS EN EL NOMBRE DE LA DIVINA TRINIDAD. Pablo en sus Cartas repite numerosas veces esta Fórmnula Bautismal, como expresión de la Fe Cristiana, en la Primera a los Corintios (capítulo 6), en la Segunda a los mismos Corintios (Capítulo 13) y en la Carta a los Romanos (Capítulo 1). 

Así tu Filiación Divina queda definitivamente sellada en esa fórmula de una profunda Teología, con la que han sido bautizados miles de millones de Cristianos, a través de todos los años de la Historia y de todos los países del mundo, en millares de lenguas y de situaciones.  

Yo mismo fuí bautizado así. Y Te lo agradezco muy sinceramente, porque, por el Bautismo, me siento consagrado a Tí, y, experimento como si yo fuera una débil y fugaz irradiación de tu Personalidad Divina. 

Yo puedo decirTe ahora, Jesús de Nazaret, que Creo en Tí, y que "Creo firmemente que Tú eres, el Cristo, el Hijo de Dios Vivo, que vino al Mundo para Salvarnos". 

Así cumplimos, ahora, después de casi dos mil años, lo que quiso demostrar Juan con la redacción de su Evangelio. El lo terminaba con estas palabras: "Jesús realizó en presencia de los discípulos otras muchas señales que no están escritas en este Libro. Estas lo han sido para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que, creyendo, tengáis vida en su Nombre". 

Yo Creo en Tí. Y por ésto me siento plenamente convencido de que poseo una nueva Vida en mi Ser Humano. Y esta Vida que vivo como Cristiano, no es esa Vida del Cuerpo, zozobrante y enfermiza, sino una Vida que me coloca en el Mundo Invisible de los Hijos de Dios, una Vida Divinizada, una Vida Eterna, que va más allá de los cambios de cada día, y que está arraigada en la misma Eternidad. Quiero vivirla plenamente así. Ahora la viviré, como pueda, según las fuerzas y las posibilidades que Tú me dés.

 

TU ORACIóN EN LA úLTIMA CENA. Tú, Jesús de Nazaret, cuando ya estabas cerca de tu Calvario, "alzando los ojos al Cielo" (Juan, capítulo 17), has recitado lo que hemos llamado tu "Oración Sacerdotal". Y la comenzaste diciendo: "Padre, ha llegado la Hora. Glorifica a tu Hijo, para que tu Hijo Te glorifique a Tí". Y poco después añadiste: "Ahora, Padre, glorifícame Tú, junto a Tí, con la gloria que tenía a tu lado antes que el mundo fuese". 

Nosotros, los que creemos en Tí y Te amamos, podríamos decir algo parecido, parafraseando tu Oración Sacerdotal: Hemos procurado darTe gloria en este mundo, y lo intentamos todos los días, juntamente con tu Hijo, Jesús. Concédenos poder experimentar la gloria de que goza nuestro Hermano Mayor.

 

LA EXALTACIóN DE TU FILIACIóN DIVINA SALVADORA DE LA HUMANIDAD. Tú, Jesucristo, has podido llamar Padre a Dios. Y lo llamaste así en un momento de exaltación y de gozo. Lo describe Lucas, en el Capítulo 10, cuando dice: "En aquel momento, se llenó de gozo Jesús en el Espíritu Santo, y dijo: 'Yo Te bendigo, Padre, Señor del Cielo y de la Tierra, poprque has ocultado estas cosas a sabios y prudentes, y se las has revelado a pequeños. Sí, Padre, pues tal ha sido tu beneplácito. Todo me ha sido entregado por mi Padre, y nadie conoce quién es el Hijo sino el Padre, y quién es el Padre sino el Hijo, y aquel a quien el Hijo se lo quiera revelar'".

 

PALABRA REVELADORA DEL PADRE. Y es que la Palabra que eres Tú, Jesucristo, es una Palabra Reveladora del Padre. A través de tu Personalidad y de tu Mensaje podemos contemplar, como en una transparencia, el Ser y la Presencia de tu Padre en el Universo y en Nosotros. Gracias por ello. Gracias porque cada día podemos avanzar en este Encuentro. 

Tú dijiste: "Mi Doctrina no es mía, sino del que me ha enviado. El que quiera cumplir su Voluntad, verá si mi Doctrina es de Dios o hablo Yo por mi cuenta" (Juan, Capítulo 7). Le dijiste a Tomás una vez: "Yo soy el Camino, la Verdad y la Vida. Nadie va al Padre sino por Mí. Si me conocéis a Mi, conoceréis también a mi Padre. Desde ahora Le conocéis y Le habéis visto...El que me ha visto a Mí, ha visto al Padre...Las palabras que os digo, no las digo por mi cuenta. El Padre que permanece en Mí es el que realiza las Obras... Creedme: Yo estoy en el Padre y el Padre está en Mí". Todo esto les ibas comunicando a tus Apóstoles durante las amargas e inquietas horas de tu Ultima Cena.

 

TUS SEGUIDORES TE PROCLAMARON HIJO DE DIOS. El Mensaje de tus Apóstoles, Misioneros y Amigos fué éste, después de Pentecostés.

 

El Eunuco y Felipe. El Eunuco de la Reina de Candaces que fué bautizado por Felipe, el Diácono, hizo la profesión de su Fe, antes de ser limpiado por el Agua que encontraron en el camino. Bajó de la Carroza. Y pronunció su nueva Fe, después de escuchar las explicaciopnes de su Maestro improvisado, encontrado. Dijo "Creo que Jesucristo es el Hijo de Dios". Esta era seguramente la fórmula litúrgica con la que se preparaban los que iban a ser bautizados.

 

Pablo a los Filipenses. Pablo lo repite insistentemente en sus Cartas. En una de ellas, la dirigida a los Filipenses, reproduce un brillante Himno Litúrgico del que ya Te hablé en otra Carta. En este Himno hay una vibrante contraposición entre tu Divinidad y la Esclavitud que Tú elegiste y soportaste por los Salvados. Pablo dice: "Sentid entre vosotros lo mismo que Cristo: El cual, siendo de condición divina, no hizo alarde de ser igual a Dios. Sino que se despojó de sí mismo, tomando condición de esclavo, haciéndose semejante a los hombres, y apareciendo como hombre".

Pablo en las Sinagogas. Lo primero que predicó Pablo, en las sinagogas, después de su conversión, fué que Jesús "Era el Hijo de Dios", como dice el Libro de los Hechos de los Apóstoles en su capítulo 9. El Tema de "Jesús" fué su tema preferido. Como ves, le impresionaste vivamente cuando le derribaste sobre el suelo en el camino de Damasco. Hablaba de Tí insistentemente, sin cansarse. Y decía que no sabía nada más. Su sabiduría era sólamente ésta: Jesucristo. "Y Jesucristo crucificado". Esto es lo que repitió en su Predicación pública, personal y en sus escritos.

 

Pablo a los Romanos. Afirmando tu Divinidad comienza la Carta a los Romanos, cuando dice que el Evangelio habla "acerca de su

Hijo [de Dios], nacido de la estirpe de David según la carne, constituído Hijo de Dios con poder, según el espíritu de santidad, por su resurrección de entre los muertos".

 

Pablo a los de Colosas. Y en el comienzo de la Carta a los Colosenses desorientados en el momento en que les escribe, se refiere también a Tí, al decir: Dios "nos libró del poder de las tinieblas y nos trasladó al Reino de su Hijo amado, en quien tenemos la redención: el perdón de los pecados". Y después prosigue con un himno a tu Primacía Universal en la Creación y en la  Re-Creación o Super-Creación que es tu Iglesia. 

Quiero copiar este Himno porque me parece maravilloso. Dice de Tí: "El es Imagen de Dios Invisible, Primogénito de toda la Creación, porque en El fueron creadas todas las cosas, en los cielos y en la tierra, las visibles y las invisibles, Tronos, Dominaciones, Principados, Potestades. Todo fué creado por El y para El. El es anterior a todo. Y todo subsiste en El. El es también la Cabeza del Cuerpo de la Iglesia. El es el Principio, el Primogénito de entre los muertos, para que sea El el Primero en todo. Pues Dios tuvo a bien hacer residir en El toda la Plenitud. Y reconciliar por El y para El todas las cosas, las de la tierra y las de los cielos, haciendo la paz mediante la sangre de su cruz". 

Esta hermosa página parece ofrecer un vibrante paralelo de ideas con las que expone Juan en el Prólogo de su Evangelio. Tú como Hijo de Dios, estás en el centro de ambas páginas y de los dos Hombres. Ciertamente los dos Te querían mucho. Y lo han demostrado con toda claridad, en sus vidas, sus actividades y sus escritos. 

Más tarde Pablo, en la misma carta, capítulo 2, insiste en el mismo tema: "En El [en Cristo] reside toda la plenitud de la Divinidad corporalmente. Y vosotros alcanzáis la plenitud en El, que es la Cabeza de todo Principado y de toda Potestad. En El también fuisteis circuncidados con circuncisión no quirúrgica, sino mediante el despojo de vuestro cuerpo mortal, por la circuncisión en Cristo. Sepultados con El en el Bautismo, con El también habéis resucitado por la fe en acción de Dios, que le resucitó de entre los muertos. Y a vosotros que estábais muertos en vuestros delitos y en vuestra carne incircuncisa, os vivificó juntamente con El y nos perdonó todos nuestros delitos. Canceló la nota de cargo que había contra nosotros, la de las prescripciones con sus cláusulas desfavorables, y la suprimió clavándola en la Cruz. Y, una vez despojados los Principados y las Potestades, los exhibió públicamente, incorporándolos a su cortejo triunfal".

 

Pablo a los de Galacia. En la Carta a los Gálatas (Capítulo 2) hay una frase exultante de Pablo que podría ponerse en los labios y en el corazón de todos los cristianos: "Con Cristo estoy crucificado. Y vivo... pero no vivo yo, sino que es Cristo quien vive en mí. La vida que vivo al presente en la carne, la vivo en la fe del Hijo de Dios que me amó y se entregó a sí mismo por mí". 

En Pablo y en todos los cristianos parece que se escucha vigorosa la alentadora palabra que pronunciabas Tú: "Abbá, Padre". "Al llegar la plenitud de los tiempos, envió Dios a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, para rescatar a los que se hallaban bajo la Ley, y para que recibiéramos la filiación adoptiva. La prueba de que sois hijos es que Dios ha enviado a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo que clama Abbá, Padre. De modo que ya no eres esclavo, sino hijo. Y si hijo, también heredero por voluntad de Dios". 

El Cristiano está llamado con Cristo y por Cristo a la Plenitud también "hasta que lleguemos todo a la unidad de la Fe y del conocimiento pleno del Hijo de Dios, al estado de Hombre Perfecto, a la Madurez de la Plenitud de Cristo".

 

La llamada Carta a los Hebreos y las tres Cartas de Juan. La llamada Carta a los Hebreos que no se sabe exactamente de qué autor es, contiene constantes referencias a la Divinidad del Sacerdote que eres Tú, según el Orden de Melquisedec. Y las tres cartas de Juan el Evangelista, sobre todo la más larga, la Primera, son un Himno a tu Divinidad Salvadora.

 

EL APOCALIPSIS Y TU FILIACIóN DIVINA. En el Apocalipsis de Juan hay unos versos curiosos que no puedo dejar de transcribir, por la imagen, fantástica, pictórica y hasta fuertemnente modernista, con que el Escritor intenta representarTe. Dice así "Al Angel de la Iglesia de Tiatira: Esto dice el Hijo de Dios, cuyos OJOS son como llama de Fuego y cuyos PIES parecen de metal precioso". Desde luego, yo no puedo imaginarTe así, con esos ojos y con esos pies...tan extraños. Pero hemos de tener en cuenta que se trata de una "Visión Apocalíptica", que se suele salir fuera de los caminos más normales de la Historia. 

Pero mi imaginación, llena de tu Divinidad y de tu Gloria, me está ofreciendo otras Frases que Juan y el Apocalipsis Te atribuyen. Están en el Capítulo 22, el último, de este Libro y del Libro de los Libros, la Biblia. 

Estás Tú allí, como profeta, prediciendo un futuro que para Tí está cercano, y para nosotros siempre nos parece estar lejos. Y, al bosquejar este Futuro de grandezas inimaginables y eternas, Tú vas repitiendo tu Presencia que se va a realizar pronto. Y exclamas: "Mira, pronto vendré y traeré mi recompensa conmigo para pagar a cada uno según su trabajo".  

Y entonces Tú Te defines. Y en pocos brochazos Te pintas con toda la fuerza y el vigor de las palabras humanas. Y dices: "Yo soy el Alfa y la Omega, el Primero y el Ultimo, el Principio y el Fin" 

Jamás hubiera podido imaginar que el Abecedario Griego hubiera servido para definirte. Nosotros diríamos que Tú eres, en una definición muy gráfica, "El A y la Z" de todas las Cosas.

 

NOSOTROS PROFESAMOS TU DIVINIDAD. ERES EL HIJO DE DIOS. Para los cristianos y para mí Tú lo eres todo. Te lo digo con toda la sinceridad de mi corazón, con toda la verdad de una conciencia, con toda la rotundidad de una expresión, sin paliativos, sin reticencias, sin tropiezos. 

Estoy convencido de que esta carta Te habrá aburrido. Muy larga. Además Tú recuerdas perfectamente lo que Te he contado. Y a los humanos, tantos textos, referencias y frases, acumulados, les parecen insoportables. Perdóname.  

Pero ten en cuenta, por favor, que cuando se nos presenta el problema de la Divinidad, de tu Divinidad, nos estamos saliendo de nuestros límites. Perdemos el equilibrio. Como si estuviéramos mareados, en un avión supersónico, que se agita en las alturas. No sabemos por dónde volamos.  

La Divinidad nos sobrepasa. Por ello, me agarré a los textos. Como si fueran focos, potentes reflectores, que bien analizados, y orientados, penetran en las Oscuridades de la Luminosidad Infinita. Hemos de evitar ser cegados por tan vertiginosas cascadas de Luz. Tú eres el Hijo de Dios. Yo lo creo así. Sencillamente. 

Jesús de Nazaret, termino. Nosotros hemos recibido y percibido la Verdad de tu Mensaje. Gracias por ello. Danos fuerza para que lo vivamos. A fondo. Y hasta el último aliento. Eres grande. Lo más grande de la Historia del Universo. Tú eres el Hijo de Dios. En Tí, Dios se nos manifiesta. 

Dios se ha manifestado, en los últimos tiempos, a través de Jesucristo, como escribe "La Carta a los Hebreos" en sus primeros párrafos. Los voy a repetir, porque me parecen maravillosos y una gran definición de lo que eres y de lo que has querido realizar: 

"De una manera fragmentaria y de muchos modos habló Dios en el pasado a nuestros Padres por medio de los Profetas. En estos últimos tiempos nos ha hablado por medio del Hijo a quien instituyó Heredero de todo, por quien también hizo los mundos. El Cual, siendo resplandor de su gloria e impronta de su Esencia, y el que sostiene todo con su palabra poderosa, después de llevar a cabo la purificación de los pecados, se sentó a la diestra de la Majestad en las Alturas, con una superioridad sobre los Angeles tanto mayor cuanto más les supera en el Nombre que ha heredado". 

Nuestra adoración más profunda. A Dios se le adora. Y a Tí, que eres su Hijo, también. Te adoramos. Te glorificamos. Te damos gracias de todo corazón. Pero no olvidamos que eres "Jesús de Nazaret".