La constitución soberana

Autor: Ramón Aguiló SJ

   

Los políticos se convierten a veces en verdaderas piedras de escándalo para los pacíficos ciudadanos que desean sencillamente vivir en paz y alcanzar un cierto nivel de prosperidad. Y esto sucede cuando la conducta política de los que actúan en ese gran escenario o teatro de los Partidos y las Instituciones públicas no se acomoda a las normas. Entonces se produce una desorientación general. Y el pueblo no sabe a quién volverse.

 

Sucede así en política, como en la Iglesia. Cuando los eclesiásticos fallan por alguna causa, inducen con su conducta mediocre o rechazable la caída también de otros. Y no es extraño encontrar gentes que no son cristianos, que no son católicos, porque han recibido el impacto de algun escándalo. Y esto resulta completamente ilógico.  Porque donde hay hombres y mujeres, hay limitaciones y faltas. Y Cristo y su Doctrina son tan válidos y convincentes en todas las ocasiones, a pesar de la imperfección de los que les siguen.

 

Lo propio habría que decir, en su línea, de la Política y de los Políticos. Cuando se habla de corrupción y hasta cuando la corrupción se demuestra, queda en claro que los políticos son hombres y por tanto limitados y hasta, si se quiere, aprovechados y mezquinos. Pero la bondad del sistema y de sus normas fundamentales sigue tan evidente y tan válida como antes.

 

Además hay que tener en cuenta que siempre existe ese grupo de los que no creen en la Democracia. Y por tanto aprovechan todas las ocasiones que se les ofrecen para denostarla. Y para demostrar con hechos reales o imaginarios que la Democracia no sirve. Y este grupo, por desgracia, se va demostrando más numeroso de los que se podría sospechar.

 

Nosotros, los que pensamos que el sistema político más humano y más normal es la Democracia, deberíamos mantener siempre clara la idea de que hemos de corregir los defectos del sistema y procurar elegir a los hombres políticos que demuestren su capacidad y su entereza moral. Pero todo ello sin tocar lo esencial de una Convivencia humana en le Igualdad y en la Justicia, en la Libertad y en la Solidaridad.

 

Después de unos largos siglos de atrasos, inquietudes, agitaciones, violencias, clasismos, guerras civiles, absolutismos y dictaduras, España logró darse una Constitución Democrática que fue refrendada por la mayoría del pueblo, el 6 de Diciembre de 1978. Y con aquella Ley refrendada, cristalizó el Consenso político de unos hombres que se demostraron sensatos y prudentes. Terminó aquella Transición. Y España cada año, debe mirar hacia esa Ley Constitucional que sigue siendo válida, y que, como decía aquel político inglés contra el absolutismo del Rey Carlos I de Inglaterra, no tiene ningun Soberano superior a ella.

 

No podemos soñar en perfeccionismos imposibles. Los políticos deberían aportar todo su esfuerzo para que las cosas nacionales marchen muy bien. Pero el pueblo, los hombres de a pie deben comprender y colaborar. Y el día de las Elecciones votar. Y votar bien, a conciencia. Mientras tanto la Constitución se demuestra como un conjunto fuerte de fundamentos estables del Palacio Español. )Palacio? Tal vez sea mejor decir Casa, la sencilla Casa de todos.