Sonrisas y lágrimas

Autor: Ramón Aguiló SJ

 

 

Nuestra vida personal y nuestra vida colectiva es una mezcla terrible de sufrimientos, lágrimas, destrucción, terrorismos, violencias, sangre roja caliente por una parte y de unas pequeñas pero expresivas sonrisas, alegrías,  bienestar, solidaridad, admiración por los sacrificios que sabes aceptar y realizar nuestros prójimos, nuestros compañeros y compañeras de viaje.

 

No es una visión fatalista, incompleta, de un escritor que está atento a lo que sucede cada día. Es algo más terrible, porque esta capa de negro, de luto y de roja sangre, está en todas las naciones, y en todos los continentes humanos. Parece como si toda la realidad, todo el universo, quisiera comenzar el nuevo milenio, el nuevo siglo con la flamante bandera de la lucha. Siempre ha sido así: las guerras forman una enorme parte de la historia Universal, de la Historia de las Naciones. Cuando pienso en le historia de España siento escalofríos: porque la primitiva España de los comienzos históricos estaba formada por innumerable tribus guerreras. Y las guerras se han ido sucediendo a través de los años, por unas causas o por otras: Invasiones, movimientos de los pueblos, Pueblos Bárbaros o de otras religiones. Nacionalismos exacerbados. Guerras civiles. Guerras internacionales. Guerras por las más diversas causas.

 

Lo que vemos en nuestros días nos impulsa a llorar. Cuando escuchamos o vemos las noticias las lágrimas se asoman en nuestros ojos. Procuramos disimular nuestra tristeza angustiosa, pero muchas veces no lo conseguimos.

 

España y el Mundo han tenido unas experiencias terribles. Cuando miramos hacia el Occidente, recordamos espontáneamente la conquista de los pueblos indígenas, a través de la muerte y de las fuerzas armadas, en el Norte y en el Sur. Recordamos a los diferentes grupos guerrilleros, recordamos a los terroristas desconocidos, las torres gemelas, convertidas en escombros por unos aviones y pilotos suicidas.

 

Cuando nos miramos a nosotros mismos nos angustia ver saltar por los aires el coche del que era Presidente de un Gobierno, o, peor todavía, recordamos cómo inundan las calles de una gran ciudad los fragmentos de los cuerpos asesinados, destrozados, por el estallido de unas bombas, potentes y agresivas, preparadas por unos desconocidos terroristas. Cada Nación tiene su propia historia ensangrentada. Y en muchas partes ha aparecido la Violencia Doméstica o de Género.

 

El Próximo Oriente también está inquieto y malherido: mueren niños y niñas, mueren de los dos bandos, mueren dirigentes religiosos, mueren los más conocidos y los desconocidos: Mueren porque sencillamente quieren vivir.

 

El lejano Oriente, el Africa, la del Norte y la Subsahariana también tiemblan cada día porque los grupos extremistas a causa de la diversidad de religiones, de razas y de historia, se mantienen activos, armados y agresivos.

 

Nosotros, los Cristianos que deseamos vivir la Ley del Amor fraterno que Jesucristo nos pidió, nos sentimos abatidos. Parece como si el mundo que está a nuestro alrededor fuera alérgico a las enseñanzas de Jesús.  Pensamos que este mundo es el que crea nuestras Lágrimas, unas lágrimas calientes, que brotan de nuestros ojos, pero sobre todo, de nuestro corazón sensible.

 

Hemos de saber reaccionar. Y llevar, a pesar de todo lo que es triste, el mensaje de la Felicidad Fraternal, de la Solidaridad humana, del trabajo constructivo, del Amor generoso.

 

El otro día escuché en una Televisión una lección práctica de lo que ellos llamaban la RISOTERAPIA. La curación de muchos males, tensiones, agresividades y tristezas, a través de la Risa y de las Carcajadas. Deberíamos aprender todos esta lección. Y practicarla. Reir siempre con nuestros hermanos y hermanas, que son todos los que nos rodean. Por lo menos sonreir juntos. Una sonrisa vale por mil kilos de trabajo, por una larga charlatanería de profesor.

 

Hace unos días mi aparato Ordenador, a través de Internet y del Correo Electrónico, se puso a sonreir y me comunicó su sonrisa inmediatamente. Una persona amiga me envió la historieta de una GALLETITAS. Fue algo inesperado. Durante los días de más tensión. Yo ahora se la voy a contar, para que también Ustedes puedan sonreir. Dice así: “Una chica estaba aguardando su vuelo en una sala de espera de un gran aeropuerto. Como debía esperar un argo rato, decisió comprar un libro y también un paquete con galletitas. Se sentó en una sala del aeropuerto para poder descansar y leer en paz. Asiento de por medio, se ubicó un hombre que abrió una revista y empezó a leer. Entre ellos quedaron las GALLETITAS. Cuando ella tomó la primera, el hombre también tomó una. Ella se sentía indignada, pero no dijo nada. A penas pensó: ´Qué descarado; si yo estuviera más dispuesta, hasta le daría un golpe para que nunca más se olvide´.

 

Cada vez que ella tomaba una GALLETITA, el hombre  también tomaba una. Aquello le indignaba tanto que no conseguía concentrarse ni reaccionar. Cuando quedaba a penas una GALLETITA, pensó: ´¿Qué hará ahora este abusador?´. Entonces el hombre dividió la última GALLETITA y dejó la mitad para ella. Ah. No. Aquello le pareció demasiado. Se puso a bufar de rabia.  Cerró su libro y sus cosas y se dirigió al sector del embarque. Cuando se sentó en el interior del avión, miró dentro del bolso, y para su sorpresa, allí estaba su paquete de GALLETITAS, intacto, cerradito. Ella sintió tanta vergüenza. Sólo entonces percibió lo equivocada que estaba. Había olvidado que sus GALLETITAS estaban guardadas dentro de su bolso. El hombre había compartido las suyas sin sentirse indignado, nervioso, consternado o alterado. Y ya no había más tiempo ni posibilidades  para explicar o pedir disculpas.

 

 

Pero este hermoso cuento, que seguramente le ha llevado a sonreir, nos ofrece a todos un mensaje para que meditemos un poco sobre nuestras relaciones con los demás. ¡Cuantas veces en esta vida sacamos conclusiones cuando debiéramos observar mejor!. ¡Cuantas cosas no son exactamente como pensamos acerca de las personas!.

 

Hemos de recordar que existen cuatro cosas en la vida que no se recuperan: 1. Una PIEDRA, después de haber sido lanzada. 2. Una PALABRA, después de haber sido proferida. 3. Una OPORTUNIDAD después de haberla perdido.  4. El TIEMPO, DESPUÉS DE HABER PASADO.