Pudo ser polémico

Autor: Ramón Aguiló SJ

 

Juan Pablo II ha canonizado a un Jesuíta cuya vida no es muy conocida, pero es interesante y hasta pudo ser polémica. Es la historia de un educado, elegante y simpático francés que se topó con una monja extraordinaria, y experimentó la crudeza de las luchas religiosas de su siglo, el siglo XVII. El Jesuíta se llama Claudio de la Colombière. La monja es Santa Margarita María de Alacoque, la promotora de la nueva Devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Y las luchas religiosas, muchas veces sangrientas, son las referidas a la llamada Reforma Protestante, y muy especialmente a la separación de la Iglesia de Inglaterra por el Rey Enrique VIII. 

Claudio había nacido en San Sinforiano de Ozón, el 2 de Febrero de 1641 y era hijo de un notario real de Provincia. Su familia pronto se desplazó a Viena para vivir allí. Pero Claudio entró en el Noviciado de los Jesuítas de Avignon, cuando tenía algo más de 17 años. Siguió sus estudios normalmente en varias ciudades francesas y, siendo todavía estudiante en París, fue preceptor de dos hijos del famoso Ministro de Finanzas del Rey Sol, Colbert. 

Cuando se encontraba en el comienzo del llamado Terceronado (un tercer año de Noviciado, después de toda la formación jesuítica) fue nombrado Superior de la Residencia de Paray-le-Monial. Y aquí comenzaron las dificultades y las glorias de este hombre. En el Convento de la visitación la Superiora y las religiosas se hallaban revueltas y divididas ante las actitudes y enseñanzas de una monja que hablaba de visiones y mensajes de Jesús. Era la H. Margarita María de Alacoque. Fue llamado el P. Claudio para analizar este delicado asunto. Y así él mismo quedó envuelto y entusiasmado por todo lo que le contaba la religiosa. Decidió: Es un mensaje de Dios, no puede provenir del mal espíritu. Y así se abrió camino, en medio de discusiones y oposiciones, una devoción que fue polémica y ha sido siempre polémica al Corazón de Jesús. 

Pero Claudio debía salir de aquella pequeña ciudad de provincia. Los superiores le llamaron a Londres, para ser predicador de la Duquesa de York, esposa del futuro Rey de Inglaterra que se llamó Jacobo II. Ella era católica. Se llamaba Beatriz y era hija del Duque de Módena. Quería mantener su fé católica. 

Claudio llegó a Londres el  13 de Octubre de 1676. Y se dirigió al Palacio de San Jaime, donde tenía unas habitaciones a su disposición. Trabajó incansablemente en su nuevo ambiente, como lo había hecho antes, sobre todo en Paray-le-Monial. Proyectó su apostolado sobre la difícil ciudad de Londres, separada ya entonces de Roma, llena de apóstatas católicos de diferentes nacionalidades, en especial de Francia. Y uno de éstos le acusó. Claudio fue juzgado como si hubiera intervenido en la famosa conjura papista. Pero fue absuelto. También fue acusado de recibir a separados que volvían al catolicismo. Estuvo en la cárcel, dura y cruel, como las de entonces. Allí se le manifestó una feroz tuberculosis. Así, después de dos años en Londres, regresaba a su patria, enfermo y débil. Ya no pudo realizar grandes cosas más que sufrir, escuchar y orientar. Fue Director espiritual de los estudiantes jesuítas, y regresó a Paray-le-Monial, donde reencontró a Margarita María de Alacoque. Murió en Paray aquel que fue llamado por Jesús "Siervo Fiel" el 15 de Febrero de 1682. Así su nombre quedó unido en Paray al de Santa Margarita María y a la nueva Devoción del Sagrado Corazón. 

Fue beatificado por Pio XI en 1929 y canonizado por Juan Pablo II, más de trescientos años después de su muerte. Su vida duró cuarenta y un años y trece días. Fue una gran personalidad. El Hombre-Dios de gran Corazón desde entonces ha sido muy recordado.