Los nervios del globo

Autor: Ramón Aguiló SJ

 

Nuestro globito no está tranquilo. Y sin embargo ha sido creado para la coexistencia y la convivencia de una policroma humanidad siempre creciente. Nosotros no podríamos imaginar lo que sucede ahora, antes de que efectivamente sucediera. Si a mí me cuentan que una nación  africana, llamada F,  tiene más de 45 millones de habitantes, enseguida me la sabría imaginar, y, casi la podría pintar en varias telas, para realizar una interesante y hermosa exposición de cuadros artísticos bajo el título: ASÍ ES LA NACIÓN F. En las telas habría montañas, ríos, llanuras, desiertos, pueblecitos, ciudades, chozas, rascacielos, calles, algún puerto y unos pocos aeródromos. Además habría unos cuantos brochazos para presentar a los seres vivientes, ancianos y ancianas, hombres y mujeres, niños y niñas de todas las edades, que van en coches o en autobuses, en carritos arrastrados por caballos o burros, en bicicletas o en motos. Unos trabajando, otros estudiando, unos comiendo, otros durmiendo, unos procreando y otros tendidos en las camas o en los suelos porque están enfermos o muertos. Unos pequeñitos naciendo en las maternidades y otros trabajando en talleres, fábricas, campos. Y muchos bebiendo cervezas o coca-colas en bares, cafés, bistros, mesones, etc, etc. 

Pero muy pronto caigo en la cuenta de que todo esto que me imaginé de esta nación F, resulta bastante cojo, inexacto y fallido. Y, lo peor todavía, es que lo que sucede en otras tantas naciones de los demás continentes es también enfermizo, agitado, sanguinolento, polidimensional. No existe una nación hermosa, pacífica, radiante, cuyo rostro sea como una estrella brillante y cuyo canto se parezca a las melodías rítmicas de los astros del universo.  

Los medios de comunicación masiva cada día veo que están dedicados a dar una visión mucho más turbulenta, agitada y enfermiza, de las naciones. ¿Por qué? 

Porque no todas las naciones africanas están pobladas por hombres y mujeres de la raza negra, como yo pensaba. Ni todas las patrias del Oeste son de la raza blanca. Ni la raza amarilla tiene sus naciones en exclusiva. Ni todas las naciones hablan una sola lengua, como yo podía suponer. Ni todas las naciones han ido creando una historia uniforme de desarrollo de la propia personalidad cultural. Entonces no puedo imaginármelas como una película artística, musical, de amores, con maravillosos artistas y hermosas protagonistas.  

Me veo obligado a recurrir a los esquemas de una tragedia continuada, sangrienta, llorosa, porque, dentro de sus fronteras reina el odio ancestral. Y los ejércitos, policías y seres armados, deben estar siempre dispuestos a defenderse, agredir, encarcelar y matar, a los que, dentro de la nación buscan el mal, o fuera de las fronteras, disparan tiros con cañones, aviones, bombarderos y cazas, para conquistar unos metros cuadrados de tierras y de montes desérticos y así aumentar los dominios de sus patrias queridas. 

Nosotros, los que llevamos viviendo en este mundo algunos años más que los jóvenes, hemos tenido que experimentar la enfermedad colectiva de las violencias históricas. Y parece que las generaciones que nos siguen ya han asimilado esa forma de ser y de vivir de las colectividades: las guerras, las agresiones, las manifestaciones que gritan contra la guerra, mientras realizan las más variadas violencias, las proclamas de la democracia que se convierten en posturas dictatoriales. 

Lo estamos experimentando estos días, cuando todos esperábamos que el nuevo siglo XXI y el Tercer Milenio que hemos visto comenzar, serían un colectivo y universal Himno de la Paz y de la Fraternidad, un Cántico a la Alegría: “Escucha, hermano, la canción de la Alegría, el Canto alegre del que espera un nuevo día. Ven, canta y sueña cantando, vive soñando un nuevo sol”. Tantos poetas han creado hermosos versos a la Felicidad y al Amor. 

Tal vez esos cantos jubilosos son una clara señal de lo que no se tiene, de lo que no se puede conseguir, aunque se busca porque se quiere y se anhela. 

¿Quién ha investigado las fuerzas que son capaces de convertirse en armas de destrucción masiva?. ¿Quién ha sido capaz de construir las energías atómicas y manipularlas para exterminar a los demás considerados como enemigos? ¿ Quién ha inventado los fusiles y los misiles de nombres extraños y siempre sonantes a idiomas raros y desconocidos para los plebeyos del universo? ¿Quién ha construido los tanques, los bombarderos, los D-52, los cazas y no sé cuántas cosas raras que matan, pulverizan, destruyen a seres y pueblos considerados como enemigos, aunque no han realizado nada detestable, sino que solamente han pasado hambre, han estado siempre enfermos, porque no tienen médicos, ni medicinas, ni hospitales, ni alimentos, ni aguas potables?. 

No comprendo por qué un cuchillo con que se corta el pan casero puede convertirse en un arma letal para los familiares de la propia casa, del querido hogar. Todos siempre hemos pensado que el amor, la paciencia, la alegría, la seguridad, inconmovibles, reinan en la propia casa. 

Realmente nuestro globo está nervioso. Y cada vez más. Las gentes se preguntan: ¿Qué desastre nos llegará, cuando termine éste?