Los medios y la verdad

Autor: Ramón Aguiló sj.

Todos nosotros nos zampamos cada día una buena dosis de “medios”. Naturalmente me refiero a los llamados “Medios de Comunicación Social”. Y estos “Medios” tienen diferentes formas. Son de lo más variado, y hasta extraordinarios. Hasta hace casi un siglo, los únicos medios eran los impresos. Después Marconi inventó la Radio, que utiliza las ondas hercianas. Y finalmente con un esfuerzo realmente magnífico se inventó la Televisión, que se transmite a través de las ondas también, primero en blanco y negro, y después a todo color. El cine merece una mención aparte. Porque es un medio, que más que medio, parece una obra de arte, montada a pedazos. Una escena se filma aquí, otra se filma en la calle, otra en los campos, otra reparte puñetazos, tiros, sangre, destrucción, para terminar con una voz diamante que entona un canto triunfal. El cine es una mentira montada con otras mentiras. Y la gente se queda embelesada ante el conjunto de imágenes y de sonidos. 

Estos son los llamados “medios de masa”, de multitudes.  ¿Sirven para algo más que para la diversión, la pérdida del tiempo, y la pérdida de la conciencia moral? 

Se habla mucho de la basura  de los programas televisivos. También he oído hablar de la “caja tonta”, de la “caja loca”, que todos estos “piropos” se han echado contra el medio masmediático más vistoso y colorista, la tele. Pero ¿es siempre así?. ¿No son más que el entretenimiento para echar a perder unas horas que podrían dedicarse al sueño, o que podrían servir para entrar en él con más tranquilidad y rapidez?. Algunos, algunas van a mirar la tele, para dormir una siesta. 

Yo no creo que todo sea así. Creo en la Prensa escrita. Creo en la Radiofusión. Creo en la Televisión. Creo en el Cine. Me gustan todos los medios, cuando están bien confeccionados, cuando son serios, cuando son humanos, cuando nos dan en pocas palabras y en pocos minutos, un retrato verdadero, sincero, sin retoques interesados, sin manipulaciones indignas, al servicio de la empresa que los maneja o del gobierno que los manipula para sus finalidades de poder político o de poder ideológico. Y por desgracia, he de reconocer y reconozco que muchos medios de comunicación, casi me atrevería a decir, que todos los medios de comunicación nos dan unas informaciones “sesgadas”, “coloreadas”, “ideologizadas”. Y que, por tanto, los espectadores, los lectores, no podemos llegar al conocimiento de la realidad inmediata. Nos engañan. Más o menos. Son muy pocos los que tienen medios y conocimientos para llegar a deshacerse de todos los tintes, con que tiñen los datos objetivos. No sabemos lo que sucede ahora en nuestra patria. Lo que sucede en Macedonia, en el Próximo Oriente, lo que sucede en Rusia, en la China, en la India, en todos los países de Africa. Todo se reduce a unas cuantas frases. A unos cuantos muertos, que a veces llegan a centenares. 

Los dirigentes de los “medios” suelen hablar y exigir la llamada “Libertad de Expresión”. Pero ellos son los primeros que se la roban a los que trabajan para su empresa, su periódico o su canal.  Es la Empresa la que manda y ordena, la que decide: “Esto se publica. Esto no se publicará jamás”. “Esto irá a una segunda página”. “Esto en una breve información de la columna de sucesos”, etc... Hace falta mucha sinceridad y profesionalidad para no imponer límites a la libertad de los que escriben, preparan, montan y dan el último toque a todo el sistema comunicativo, al Diario, al Telediario, a las Noticias de cada hora. 

Lo que más me molesta, como usuario de los “medios” es esa mezcla disfrazada de verdad, entre la información y la opinión. Es una mezcla sutil, venenosa, egoísta. Se dice lo que sucedió, lo que se dijo, pero siempre de una forma interesada, sesgada, opinable, que sirve a los que detentan el poder, a los “mios”, a mi grupo, a mi partido político, a mis compañeros, a los que me pagan y me aseguran el puesto de trabajo. Analicen Ustedes lo que perciben y oyen en los medios y verán que no exagero. Si quieren conocer la verdad, no se traguen todo lo que se les ofrece. Analícenlo. 

Durante estos últimos tiempos hemos recibido mensajes muy alentadores, a través de los “medios”. Hemos podido vivir realidades que podemos llamar verdaderamente históricas. Y esto es encantador, maravilloso. Hace unos años vimos cómo el hombre podía los pies en la luna, y caminaba por nuestro satélite. Hemos podido constatar que un multimillonario calvo y de edad avanzada, volaba feliz como un niño que jugaba, a sumergirse en la atmósfera, siendo un pasajero de la “soyuz” rusa. Era Dennis Tito.  Siempre con la sonrisa en la cara, con los dedos formando la señal de la victoria. Era algo profunda, verdaderamente, histórico. No le olvidaremos. Tito se merece nuestro aplauso. El primer turista espacial. 

Otro hecho histórico que sucedía casi al mismo tiempo que el de Tito consistía en la visita del Papa Juan Pablo II, a las naciones ortodoxas, separadas de la Iglesia Católica, y después a Damasco de la Siria, una nación musulmana, donde sembró un ramo de olivo y lo regó con agua limpia, como símbolo de la paz, en las tierras belicosas y cubiertas de ruinas de los altos del Golán. 

Así, un niño sonriente de 60 años, volaba, ingrávido, por la atmósfera, mientras agitaba las manos en forma de triunfo y un papa católico, achacoso, agotado, con manos temblorosas y ojos casi cerrados, empuñaba la regadera para sembrar y dar vida al olivo de la paz, que es lo que todos deseamos. Hechos históricos que hemos podido vivir gracias a los Medios de Comunicación Social.