Los bostezos me derrotan

Autor: Ramón Aguiló SJ

 

Jesús de Nazaret. Que una persona suelte un bostezo en su casa, cuando está solitaria, me parece algo de poca importancia. Pero que bostece ante los demás es una señal de mala educación y de poco dominio de sí mismo.

 

Las gentes lo saben. Por esto, cuando escuchando un discurso o en alguna reunión social, les invade el impulso de bostezar, procuran dominarse, y disimular. Entonces el bostezo se convierte en una forma de mueca, con la boca semiabierta, torcida y los ojos con unos guiños característicos.

 

He observado que en las iglesias, algunos o algunas bostezan largamente, tranquilamente, como si estuvieran solos y nadie les viera. Pero el que preside la Celebración Eucarística o habla de Tí, desde el altar lo ve todo.

 

Yo lo veo. Y entonces el bostezo del que está ahí en el banco, rezando, me parece una herida a la colectividad. A mí me desanima, me derrota, hasta me desvanece toda la inspiración. Es como si me dijeran: "Oye, Tronco, cállate, porque te digo que me estás molestando, aburriendo. Acaba pronto".

 

Tú seguramente me dirás: "Ten paciencia, hombre. No te fijes en los bostezos. Cuando veas que alguno abre la boca, mira hacia el otro lado. Y sigue hablando procurando dar interés a lo que dices".

 

LOS BOSTEZOS Y SUS CAUSAS. Es verdad. Yo no les puedo gritar: "Oiga. Que eso de bostezar en público es algo que demuestra una mala educación, según dicen los bien educados de ahora. Por favor".

 

Yo he visto a bastantes gentes bostezando. Las he visto bostezar antes de retirarse para dormir durante toda la noche. Y curiosamente también las he visto bostezar, cuando, por la mañana, después de haber descansado toda la noche, aparecen por algun lugar.

 

Bostezan de noche. Y bostezan al amanecer.

 

Y ¿por qué bostezarán las gentes?. ¿Por qué bostezarán también en la Iglesia?.

 

Yo no sé qué costumbres había en tus tiempos y en tu pueblo de Israel. Porque he notado que esta costumbre o mala costumbre también depende de la cultura y de la llamada identidad nacional. Hay pueblos en los que el bostezo es siempre una expresión de poca educación, de poco dominio de sí mismo.

 

Pero también he constatado que en algunos pueblos las personas bostezan con toda tranquilidad, como si fuera algo completamente normal y permitido. Yo no recuerdo haber leído jamás en alguna página de los Libros Sagrados, ni en alguno de los Libros del Nuevo Testamento, que alguien bostezara, y que su bostezo fuera registrado por los historiadores.

 

Sin embargo, me supongo que en tu entorno no faltaría el bostezo alguna que otra vez. Tus Seguidores expresarían así algunas de sus limitaciones físicas.

 

Porque se dice que se bosteza normalmente o por tener Hambre, o por sufrir una profunda necesidad de dormir, o también por lo que genéricamente podríamos llamar un sentimiento de aburrimiento, de hastío o de cansancio psicológico.

 

Tú ORABAS Y TUS SEGUIDORES SE DORMíAN. Seguro que algunas de estas manifestaciones de la limitación humana aparecieron en Tí, como Hombre, y en tu grupo.

 

Sabemos por los Evangelios que Tú experimentaste el Hambre, y también el Sueño. ¿El hastío?. No lo creo.

 

En la Triste Oración del Huerto de los Olivos, según Mateo, Capítulo 26, Tú comenzaste "a sentir tristeza y angustia".

 

Pero este sentimiento tan profundo y excitante era algo totalmente diferente del hastío. Porque lo que Tú experimentaste fue el miedo y la ansiedad ante la muerte que se Te acercaba, ante lo que se podría considerar como el fracaso de tu Vida.

 

Fueron unas horas espantosas. Unas horas de terror que Tú has manifestado con una heróica oración a tu Padre, suplicándoLe que apartara de Tí aquella amarga copa.

 

Marcos, Capítulo 14, habla de "Pavor". Lucas, Capítulo 22, de "Agonía", y dice que "Sudaste espesas gotas de sangre que caían sobre la tierra".

 

Muchos pintores Te han pintado en esta situación terrible, entre las sombras de la noche y los rayos de una luz mortecina que se acerca a Tí, la de los que Te buscan para detenerTe, o la de la luna que se filtra entre las ramas y las hojitas de los olivos.

 

También he visto esculturas muy impresionantes de tu oración angustiada. Algunos "Pasos" de las más famosas procesiones de Semana Santa Te representan así.

 

Algunos de tus Apóstoles, en cambio, estaban echados sobre el suelo, recostados sobre alguna roca o sobre su propio manto, durmiendo descaradamente, mientras Tú estabas agotado por los sufrimientos, lo que Te venía encima y la Soledad.

 

Cuando Tú, después de orar, Te acercaste a ellos que no estaban lejos en dos grupos, los encontraste "durmiendo". Y estaban tan agotados que la escena se repitió varias veces. Yo quisiera recordar contigo aquella página tan impresionante de Mateo, Capítulo 26, en la que narra tu oración en el Huerto de Getsemaní, que significa "Lagar de Aceite", situado en el valle de Cedrón, al pie del Monte de los Olivos:

 

"Entonces va Jesús con ellos a una propiedad llamada Getsemaní, y dice a los discípulos: 'Sentaos aquí, mientras voy allá a orar'. Y tomando consigo a Pedro y a los dos hijos de Zebedeo, comenzó a sentir tristeza y angustia. Entonces les dice: 'Mi alma está triste hasta el punto de morir. Quedaos aquí y velad conmigo'. Y adelantándose un poco, cayó rostro en tierra, y suplicaba así: 'Padre mío, si es posible, que pase de Mí esta copa, pero no sea como Yo quiero, sino como quieras Tú'. Viene, entonces, donde los discípulos y los encuentra dormidos. Y dice a Pedro: '¿Conque no habéis podido velar una hora conmigo?. Velad y orad, para que no caigáis en tentación. Que el espíritu está pronto, pero la carne es débil'. Y alejándose de nuevo, por segunda vez oró así: 'Padre mío, si esta copa no puede pasar sin que Yo la beba, hágase tu Voluntad'. Volvió otra vez y los encontró dormidos, pues sus ojos estaban cargados. Los dejó y se fue a orar por tercera vez, repitiendo las mismas palabras. Viene entonces donde los discípulos y les dice: 'Ahora ya podéis dormir y descansar. Mirad, ha llegado la hora en que el Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de pecadores. ¡Levantaos!. ¡Vámonos!. Mirad que el que me va a entregar está cerca'".

 

La Angustia y el Terror a Tí Te despiertan y Te empujan a la Oración. A los discípulos, inconscientes, agotados, hastiados, aquel ambiente les da sueño. Y duermen. Se duermen una y otra vez, cuando Tú le llamas. Aquello era un sueño irresponsable. El sueño de los que experimentan sobre todo el peso de su propio cuerpo, las necesidades de su carne empobrecida.

 

CONTRASTES EN NUESTROS TIEMPOS. Este contraste también se da en nuestros tiempos de luchas y de paces, de espiritualismos tibios, y de feroces enfrentamientos.

 

Unos pocos reaccionan desvelados, sin poder descansar, preocupados, entregándose completamente al quehacer apostólico.

 

Pero las grandes mayorías de tus seguidores se tumban no sobre las raices de unos olivos viejos, a la luz de la luna, sino en su propia cama que tiene todas las comodidades posibles para que todo sea confortable.

 

Es verdad que a veces se escuchan las voces nerviosas, arrastradas, cansadas, de algunos dirigentes católicos que intentan descubrir los peligros, las tristes realidades, los amargos retrocesos de tu Mensaje. Pero estos discursos suenan a discursos, escritos en los despachos. Oratoria. Parrafadas. Gestos pasajeros. Ruidos que el viento de cada día se lleva en sus alas inquietas.

 

TU SUEÑO TRANQUILO. ¡Qué diferentes fueron tus horas de sueño, cuando Te sentías cansado!. Estoy seguro de que no bostezaste. Porque Te extendías en la cubierta de una barca, sobre un pequeño almohadón, para descansar durmiendo, ya estabas pensando en la tormenta simbólica que ibas a calmar ante tus aterrorizados amigos.

 

La Narración de Lucas, Capítulo 8, es muy simpática, y por eso la voy a recordar contigo: "Sucedió que cierto día subió a una barca con sus discípulos, y les dijo: 'Pasemos a la otra orilla del Lago'. Y se hicieron a la mar. Mientras ellos navegaban, se durmió. Se abatió sobre el Lago una borrasca. Se inundaba la barca y estaban en peligro. Entonces, acercándose, Le despertaron, diciendo: '¡Maestro, Maestro!. Que perecemos'.  El, habiéndose despertado, increpó al viento y al oleaje, que amainaron, y sobrevino la bonanza".

 

Tu sueño no era el sueño del hombre normal que necesita un descanso largo. A cualquiera de nosotros, nos hubiera sido imposible mantenernos tranquilos, dormidos, sobre una patera elemental, como eran aquellas de tus discípulos, mientras una borrasca de lluvia y de olas, va inundándola, asustando naturalmente a los avezados pescadores y remeros.

 

Y a pesar de todo aquel barullo, Tú seguías dormido. No sé si dormido o despierto. Por lo menos, mantenías los ojos cerrados, y no creo que hicieras nada extraordinario para sencillamente descansar.

 

Cualquiera de nosotros ahora hubiera tomado una pastilla para evitarse el mareo o para dormir, más o menos tranquilo, durante la travesía, siempre desagradable y llena de riesgos.

 

Me parece también curioso el pormenor que recoge Marcos en su narración del mismo hecho, en el Capítulo 4. Aquel joven escritor dice así: "El estaba en popa, durmiendo sobre un cabezal".

 

Esto indica que este Evangelista había recibido las informaciones de algunos discípulos que estuvieron presentes en aquella noche de trasiego. Habían observado que estabas "en la Popa" de la Barca, es decir, en la parte de detrás. Y además, dormido, tranquilamente dormido, "sobre un cabezal". ¿Cómo podría ser ese cabezal?. Puede haber cabezales de muchas formas. Porque lo esencial del cabezal es que sirva para recostar la cabeza. Puede ser una madera, o un rollo de maromas, o más cómo, una pequeña almohada, especialmente fabricada en forma casera para reclinar sobre ella la propia cabeza, sin herirse, ni golpearse por los movimientos del mar.

 

Estoy seguro de que Pedro no hubiera dormido tan tranquilamente aquella noche de tempestad, a pesar de ser un pescador curtido en todos estos azares.

 

EL SUEÑO DE PEDRO PRIMER PAPA. Pero, en cambio, cuando unos pocos años después, había recibido el Espíritu Santo del Día de Pentecostés, también supo dormir pacíficamente y descansar en circunstancias inquietantes. Había sido detenido por orden de Herodes. Y Pedro estaba en la cárcel. Los "Hechos de los Apóstoles" añaden estos detalles, Capítulo 12:

 

"Cuando ya Herodes le iba a presentar, aquella misma noche estaba Pedro durmiendo entre dos soldados, atado con dos cadenas. También había ante la puerta unos centinelas custodiando la cárcel. De pronto se presentó el Angel del Señor y la celda se llenó de luz. Le dió el Angel a Pedro en el costado, le despertó y le dijo: Levántate aprisa"

 

Y así Pedro, durmiendo tranquilamente, tuvo que ser despertado por el Angel, para que pudiera salir de la Cárcel, evitando, cadenas, centinelas, puertas cerradas, y todo lo demás.

 

Maravilloso el Pedro de los "Hechos de los Apóstoles". Tan diferente del Simón Bar Yona de antes de Pentecostés...

 

NUESTRO SUEÑO. Deberíamos aprender de Tí y de tu Roca Fundamental a dormir tranquilamente, aun en los tiempos difíciles de las tormentas naturales, humanas, o en las persecuciones y las agresiones. Debemos dormir. Porque hemos de estar seguros de que Tú estás despierto, aunque no digas una palabra.

 

He observado también algo curioso en diferentes situaciones de tu vida, sobre todo cuando Te has encontrado con la Muerte. Tú bastantes veces has hablado de la Muerte cierta de algunos, como de un Sueño.

 

Siempre que ibas a resucitar a alguien, hablabas de la muerte como de un Sueño. Esto sucedió con la niña que estaba muerta, con tu amigo Lázaro que llevaba cuatro días sepultado. Y esto puede tener un hermoso Mensaje para todos. Porque, para un cristiano la muerte cierta, no es más que una "dormición" temporal. Esta es una palabra que se suele aplicar a la muerte de tu Madre María. Nosotros nos "dormimos", cuando morimos. Porque unos siglos después, no sabemos cuántos, Alguien nos llamará, y nos despertará, y nos encontraremos de nuevo con la vida, con los ojos abiertos y el corazón latiendo. Y esperamos que sea una Vida Feliz.

 

Hay otro rasgo de tu Vida que también me impresiona, y es que Tú sueles llamar con el verbo "Dormir", las diferentes situaciones de "descuido", de "abandono de sus propios deberes", como lo hiciste cuando expusiste aquella simpática "Parábola de las muchachas inteligentes y de la muchachas tontas". Estas "se durmieron", cansadas de esperar al Esposo y a la Esposa, que celebrabran su fiesta de Boda. Y por "dormirse" todo les fue muy mal. Se quedaron fuera. Y las puertas se cerraron. Y a pesar de sus gritos, las puertas no se abrieron. 

 

No podemos dormirnos los seres de este mundo. Hemos de estar despiertos, siempre, como están despiertos los "Centinelas" en tiempos de Guardia, en tiempos Peligrosos, en tiempos de Guerra. Ni siquiera podemos bostezar, porque el bostezo significa todo lo contrario de lo que se pide a una personalidad en plena conciencia, en plena actividad. Espero que nos concederás esta actitud vigilante para "RecibirTe" siempre que nos llames.

 

EL HAMBRE EN TU VIDA. Sabemos que algunas veces pasaste sed. Y la sed es desagradable, como Tú sabes. Un día, seguramente de calor, Te sentaste junto a un pozo que era un manantial. Y experimentaste la sed. Y pediste Agua a una mujer Samaritana. Y aquello dio origen a un largo diálogo con ella, un diálogo sobre el Agua del Espíritu y la conversión de aquella mujer que no había llevado una vida ejemplar.

 

Pero también has experimentado el Hambre. Y probablemente sufriste mucho por causa de él. Porque estuviste nada menos que cuarenta días con sus noches, sin probar bocado, en un lugar desierto.

 

Los Evangelistas que narran tu permanencia en el desierto son Mateo, Capítulo 4 y Lucas, Capítulo 4 también. Marcos lo reduce todo a una breve referencia, y en ella subraya sobre todo que en aquellos días estuviste "entre los animales del campo".

 

Mateo dice: "Después de hacer una ayuno de cuarenta días y cuarenta noche, al fin sintió hambre". Lucas completa la figura de aquella realidad diciendo: "No comió nada en aquellos días, y, al cabo de ellos, sitió hambre".

 

Precisamente la primera Tentacióbn tal como la formulan estos dos Evangelistas se fundamenta en el hambre que sentías entonces. El Tentador Te sugirió que convirtieras las piedras en panes, si realmente eras el Hijo de Dios. Tú venciste todas las tentaciones. Y luego, según Mateo y Marcos, los Angeles Te sirvieron. Necesitabas alimentarTe como todos los demás caminantes de este mundo.

 

Mateo recoge una anécdota de tu vida que comenzó sencillamente, como algo rutinario, y se convirtió después en una gran lección de espiritualidad cristiana. Está en el Capítulo 21. Sucedió, cuando ya Te encontrabas en el período de la apasionantes controversias con los dirigentes del Pueblo de Israel, pocos días antes de tu detención.

 

Después que expulsaste a los comerciantes y cambistas del Templo, regresaste a Betania, para pasar la noche en casa de tus amigos. Y continúa Mateo: "Al amanecer, cuando volvía a la Ciudad, sintió hambre".  Esto indica que no habías desayunado en Betania. Y cuando comenzaste a experimentar el deseo de comer algo, "viendo una higuera junto al camino, se acercó a ella, pero no encontró en ella más que hojas. Entonces le dice: '¡Que nunca jamás brote fruto de tí!'. Y al momento se secó la higuera".

 

Marcos en su Capítulo 11, afirma: "No era tiempo de higos". Lo que evidencia que lo que Tú pretendías era dar una lección de fe en la oración.

 

Para Marcos, los discípulos no cayeron en la cuenta de que la higuera se había secado hasta el día siguiente, cuando Pedro lo observó y Te lo hizo notar a Tí. Entonces les diste una lección sobre cómo hay que orar. Orar con Fe. Una Fe que será capaz de trasladar las montañas, en una hermosa hipérbole poética.

 

De este hecho creaste después una Parábola que recogió Lucas, en su Capítulo 13, y que insiste más bien en la paciencia que Dios tu Padre tiene con aquellos que son como higueras estériles. Tú mismo indicas que pides un tiempo más, unos años más de vida, para que puedan cambiar y producir frutos dignos de premio.

 

Ya ves. Un capítulo de magníficas enseñanzas han brotado del hecho que puede parecer insignificante, de que una mañana has sentido hambre, y quisiste comer unos buenos higos, de aquellos que penden de las ramas y que, al amanecer, frescos, son tan agradables.

 

TE IMPRESIONó EL HAMBRE DE LOS DEMáS. Varias veces tus Seguidores pasaron hambre. Y es que tus viajes a pie por las tierras de Palestina exigían mucha previsión del administrador de vuestros bienes. Y algunas veces se olvidaron de que debían comprar alimentos para cuando estuvieran lejos de las ciudades y pueblos.

Mateo, Capítulo 12, observa que en cierta ocasión, cuando pasaban a través de unos campos sembrados, tus discípulos sintieron hambre, y entonces iban desgranando y comiendo algunas espigas que recogían y arrancaban de los campos. Esto estaba permitido por las costumbres hebreas. Pero escandalizaron a los Fariseos, porque lo hacían en el día Sagrado del Sábado.

 

Y Tú saliste en defensa de tus discípulos y les recordaste a los Fariseos, siempre tan celosos de las leyes, que una vez "David sintió hambre él y los que le acompañaban", y comieron de los Panes de la Presencia, lo que no les estaba permitido.

 

Lo que me gusta de esta anécdota de las espigas en que Tú comprendiste que tus discípulos sintieran hambre, y que, como consecuencia, buscaran algo que comer, algo asequible y barato, como eran las espigas de aquellos campos sembrados. Tan asequibles que les rodeaban. Y tan baratas, que no les costaba nada.

 

Eres maravilloso, Jesucristo. Eres siempre muy humano. Y yo estoy plenamente convencido de que, si regresaras ahora al mundo, y vieras cuántos hombres y mujeres, niños y niñas, mueren de hambre, les gritarías que fueran a cualquier lugar donde hubiera algo que se pudiera comer, y tranquilamente lo tomaran y lo comieran, sin dañar a nadie naturalmente.

 

Otras veces caiste en la cuenta del Hambre de las multitudes que Te habían seguido hasta lugares alejados de las ciudades y pueblos. Y habías multiplicado milagrosamente los panes y los peces que iban sacando de sus talegos los que estaban allí para escucharTe y verTe. Siempre tan humano, siempre tan atento a los sufrimientos del Pueblo.

 

Porque hiciste estos milagros querían aclamarTe como Rey. Pero Tú desapareciste. No querías aclamaciones políticas, como si hubieras ofrecido un banquete a las masas para que Te votaran y Te dieran el apoyo social que necesitan los dirigentes.

 

Tú les diste de comer, y no has aceptado sus aclamaciones. Los dirigentes políticos que ambicionan el poder prometen dar de comer, dar trabajo, buenas condiciones de vida, a los pueblos, para que les apoyen con sus votos. Prometen, pero, cuando están arriba, en los despachos, todo se vuelve más complicado, se olvidan de lo que prometieron, y todo sigue igual o peor.

 

Y no Te hablo de memoria. Porque las pruebas de lo que digo están ahí, en los Diarios y en las Pantallas, y en las conversaciones de tantos amigos y hermanos desilusionados, abatidos por la evidencia de la triste realidad.

 

Y es que el Hambre es un azote social terrible. Por ello, suele ser considerado como un castigo. Y lo es, porque todos los desórdenes, todos los pecados, arrastran consigo su propio instrumento de tortura, de sufrimiento. Tú lo has notado varias veces.

 

Tú TE HAS IDENTIFICADO CON LOS HAMBRIENTOS. Yo quisiera terminar esta Carta a Tí, sugerida por los Bostezos Humanos, recordando una palabra que Tú nos dijiste, cuando nos explicaste cómo sería el Juicio Final, en aquella exclusiva de Mateo, en su Capítulo 25. Dijiste que los que se salven, se salvarán porque Te dieron de comer cuando sentiste hambre, y que los que se condenen, se condenarán, porque no Te dieron de comer, cuando estabas hambriento. Y Tú finalmente darías una enérgica definición del por qué: "Cuanto hicisteis a unos de estos hermanos míos más pequeños, a Mí me lo hicisteis".

 

UN DESEO FINAL. Yo quisiera que nadie por el mundo tuviera razones suficientes para bostezar. Ni a causa del Sueño no dormido. Ni por el Hambre no saciado. Ni por el hastío agotador, incurable.

 

Quisiera que todos caminen su ruta como seres dignos y buenos cristianos. Como Tú nos quieres, Jesús de Nazaret que fuiste tan hombre, tan humano, siempre.

 

Lo fuiste muy especialmente con los que sufren más: "A los hambrientos colmó de bienes", como cantó tu Madre, María, en su Poesía Profética, el "Magníficat", que ha recogido con tanto carño y veneración Lucas, en su Capítulo 1.

 

Pero es difícil decirle a un pobretón, mendigo, flaco, desdentado, que va hurgando en los contenedores públicos para ver de encontrar algo comestible: "Oye, amigo, hermano, no te preocupes. Jesús está en Tí. Yo lo veo. Yo lo contemplo así".

 

Lo más seguro es que se vuelva hacia la otra parte, y murmure, entre dientes: "Este tipo está loco".

 

Y en parte tiene razón: Es la Locura del Evangelio. La Locura del Amor entrañable, en una historia llena de sangre y de odios.