Los desharrapados del mundo

Autor: Ramón Aguiló SJ

 

SANTIAGO, UN OBRERISTA CRISTIANO. Este hombre que no se sabe exactamente quién es, me ha impresionado enormemente. Su Carta a los Cristianos, que "llevan ese hermoso apellido", como él dice, me ha conmovido. Y creo que debería todavía ahora conmover a toda la Cristiandad. El autor de la Carta podría ser tu "Pariente" que fue del grupo de los Apóstoles u otro escritor posterior. Los investigadores dudan. Pero esto no importa demasiado. Lo importante es lo que nos dice ese hombre que se manifiesta como un cristiano para la acción, para las obras, para la realidad. Un Apóstol que defiende a los más pobres, a los obreros para poder demostrar, con obras, la fe que él tenía y que nosotros tenemos en Tí.  

Santiago expone una serie de consejos para vivir según lo que Tú, Cristo, nos has enseñado. Un Plan de Vida. Su Carta parece más bien una sesuda sugerencia de unos propósitos pensados y escritos para después de unos conmovedores Ejercicios Espirituales.  

Sobre todo me parece sublime y valiente lo que él critica en algunos cristianos que practicaban la "acepción de personas" en las Reuniones Litúrgicas. Se nota enseguida que describe hechos concretos, que le habían contado o que tal vez él mismo había visto y vivido, y de los cuales se había avergonzado.  

Llega a la Reunión un Rico, bien vestido y con anillos en sus dedos...Y todos le miran, le admiran, le hacen caso, le saludan, se inclinan, y el Presidente de la Asamblea se dirige pausada y ceremoniosamente hacia él, baja su cabeza, le da la bienvenida, y le ofrece un puesto especial, reservado para los "Importantes" del lugar. Tal vez había un letrero escrito a mano que decía "Reservado".  

Un poco más tarde llega un pobre mal vestido, andrajoso, sucio, mal peinado. Todos esquivan su trato. Y el que preside le dice: "Siéntate ahí en el suelo", o tal vez "Estate de pie junto a la entrada". Un traductor llega a afirmar que las palabras del Presidente son: "Siéntate a mis pies".  

La diferencia de trato es evidente.  

Santiago reacciona con vivacidad, con una ira contenida, educada, cristiana, pero mal disimulada. Y entonces increpa a los que se comportan así, porque no han comprendido tu Personalidad, Jesús de Nazaret, ni han recogido lo más importante de tu mensaje.  

En la Iglesia no hay diferencias. Dice y repite Santiago, y se explaya en este tema. Los "Ricos" son realmente "los pobres que han recibido el tesoro de la Fe".  

No se puede permitir todo esto. Todos somos iguales en la Iglesia. No hay más que hermanos tuyos, hijos de Dios. Todos deben ser respetados y tratados igualmente.

 

ESTO NO SE CUMPLE EN NUESTROS TIEMPOS. Si vieras lo que ahora sucede en nuestras Iglesias, en nuestras Catedrales, a veces en nuestras Parroquias. Normalmente no se hacen diferencias entre los asistentes a los Actos Litúrgicos. Cada día todo es normal. Pero, de cuando en cuando, hay días de Fiestas especiales, Patronos de las Ciudades, de las Naciones, Funerales por personas Notables que han muerto, Matrimonios de Ricos o de Nobles, y entonces todo cambia. Aparecen los damascos rojos o azules, en algunos sillones, o bancos, adornos de flores blancas o encarnadas, banderas, y otras lindezas artísticas o señoriales. Son puestos RESERVADOS para autoridades, para familiares, para gentes que han pagado algo más o de las que se esperan ayudas, influencias, beneficios, favores.  

Nos hemos olvidado de tus enseñanzas, de tus preferencias, de lo que han conservado los Evangelios y los Apóstoles, lo que nos han dicho hombres como Santiago. Ellos Te conocieron bien. Ellos Te han visto. Ellos han seguido tus pasos, tus palabras. Y nos han transmitido tu verdadera Figura, tus Actitudes, tus Ordenes, tus Consejos, tus Bienaventuranzas, aquellas Razones y Explicaciones de la Salvación de unos y de la Condenación de otros que nos has dado al explicar el Juicio Final. Tú Te has identificado siempre con los Relegados, los Marginados, los Oprimidos. Y lo has clamado con toda claridad. Y lo vas repitiendo ahora valientemente, aunque muchos prefieren no escucharTe, o "InterpretarTe", quitando fuerza a tu Mensaje.  

Es bueno releer lo que Tú nos has dicho. Y releer lo que tus Apóstoles nos han repetido.  

Santiago lo tiene todo muy claro. Lo presenta todo de forma transparente. Hay que demostrar la Fe que tenemos por las Obras que esta Fe nos inspira. Porque la Fe es una adhesión total del creyente a tu Persona y a tu Mensaje.  

Santiago además insiste en que no hay diferencias entre los cristianos. No hay diferencias entre Ricos y Pobres. Y que en el caso en que fuera necesario realizar o aceptar alguna distinción, la preferencia debe dirigirse hacia los marginados, los desharrapados.

 

LA GRANDEZA DE LOS PEQUEÑOS. Afirma Santiago: "El hermano de condición humilde gloríese en su exaltación. Y el rico, en su humillación, porque pasará como flor de hierba: sale el sol con fuerza y seca la hierba y su flor cae y se pierde su hermosa apariencia. Así también el Rico se marchitará en sus caminos".  

"La Religión pura e intachable e intachable ante Dios Padre es ésta: visitar a los huérfanos y a las viudas en su tribulación y conservarse incontaminado del mundo".  

"Escuchad, hermanos míos queridos: ¿Acaso no ha escogido Dios a los pobres según el mundo como ricos en la fe y herederos del Reino que prometió a los que Le aman?. !En cambio vosotros habéis menospreciado al pobre!".  

"¿No son acaso los ricos los que os oprimen y os arrastran a los tribunales?. ¿No son ellos los que blasfeman el hermoso Nombre que ha sido invocado sobre vosotros?. Si cumplís plenamente la Ley regia según la Escritura: Amarás a tu prójimo como a tí mismo, obráis bien. Pero si tenéis acepción de personas, cometéis pecado y quedáis convictos de transgresión por la Ley".

 

LA PEQUEÑEZ DE LOS RICOS. Santiago sigue así, ya en el capítulo 4 de su Carta: "Ahora bien, vosotros los que decís: 'Hoy o mañana iremos a tal ciudad, pasaremos allí el año, negociaremos y ganaremos'. Vosotros que no sabéis qué será de vuestra vida mañana... ¡Sois vapor que aparece un momento y después desaparece!. En lugar de decir: 'Si el Señor quiere, viviremos, y haremos esto o aquello'. Pero ahora os jactáis en vuestra fanfarronería. Toda jactancia de este tipo es mala. Aquel, pues, que sabe hacer el bien y no lo hace, comete pecado".  

Y en el Capítulo 5: "Ahora bien, vosotros, ricos, llorad y dad alaridos por las desgracias que están para caer sobre vosotros. Vuestra riqueza está podrida, y vuestros vestidos están apolillados. Vuestro oro y vuestra plata están tomados de herrumbre y su herrumbre será testimonio contra vosotros y devorará vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado riquezas en estos días que son los últimos".  

"Mirad. El salario que no habéis pagado a los obreros que segaron vuestros campos está gritando. Y los gritos de los segadores han llegado a los oídos del Señor de los Ejércitos. Habéis vivido sobre la tierra regaladamente y os habéis entregado a los placeres. Habéis hartado vuestros corazones en el día de la matanza. Condenasteis y matasteis al justo. El no os resiste".

 

LA ORATORIA DE LA MARGINACIóN. Santiago me ha gritado cosas muy duras, muy claras, muy cristianas. Pocas palabras. Pero una sola Verdad: la Tuya, Jesús de Nazaret.  

En este tiempo ya nos hemos acostumbrado a lo que podríamos llamar "La Oratoria de la Marginación". Los Políticos, los Dirigentes Sociales Obreristas, también los más altos dirigentes de tu Iglesia, todos ellos -cada uno a su modo y muchas veces en defensa de sus propios intereses- claman a favor de los Pobres y "Marginados de la Sociedad".  

Pero, por desgracia, esta Oratoria, a veces Religiosa, no va acompañada de acciones evidentes, inmediatas, enérgicas y eficaces, para destruir la marginación real y abrir el camino de una Justicia Social, que demuestre prácticamente la Igualdad de todos y la Solidaridad de unos con los otros.  

Los Desharrapados subsisten. Son los que no encuentran trabajo, los enfermos incurables, los inmigrantes mal acogidos, los forasteros desechados, las viudas, los huérfanos, los que no tienen ninguna pensión o sólamente reciben una pensión de hambre.

Los demás escuchamos. Y nos vamos acostumbrando a esa Oratoria falsa, de frases hechas, de arengas oportunistas y demagógicas, de concentraciones que tienen un cariz más o menos religioso.  

Es la Oratoria del Camuflage. Es la Oratoria del mítin. Es la Oratoria de las entrevistas ante los medios de comunicación. Es la Oratoria de los Escritos Solemnes con motivo de alguna Celebración Histórica o de alguna Fiesta especialmente importante.  

Tú, Jesús de Nazaret, no hablaste así. No camuflabas nada. Decías la Verdad y las verdades. Porque siempre que hablabas, Te exponías a los altos riesgos de tu propia Vida como ocurrió realmente, en los días anteriores de aquella Fiesta Pascual, en Jerusalén.

 

LOS ANDRAJOS DEL ALMA. Los Ricos deberían saber que hay muchas formas de andrajos. Porque existen los andrajos del espíritu que llevan, ocultos más o menos, los que por fuera han recubierto su cuerpo con hermosos trajes de seda y, si son señoras, con brillantes visones y otras pieles valiosas.  

Se los ve por las calles. Se las ve en las tiendas.  

Por la noche han de ponerse trajes o vestidos especiales y preciosos para las fiestas de sociedad.  

Levita, smoking, corbatines, camisas plalchadas, almidonadas. Señoras con vestidos de noche, llamativos, especiales, de los más variados colores y tonalidades. Guantes blancos. O guantes negros. Joyas. Collares. Relojes. Pulseras. Anillos.  

¿Por dentro? ¿Por dentro, qué?.  

Tú nos dijiste en una parábola que el señor de las bodas echó a uno de los mendigos que había entrado en el salón de la fiesta, sin llevar el traje debido.  

Y esto significa que existe también una forma de vestido interior, que cubre el alma o mejor, que la transforma.  

Me parece que, por desgracia, puede suceder que aquellos que se preocupan tanto de su traje o de su vestido exterior, para parecer "señores y señoras de verdad", se olvidan de que lo importante es lo interior, el alma, lo que se refiere a lo que es real y verdaderamente vale delante de nuestro Padre Dios.  

Las conciencias desordenadas están cubiertas de harapos.  

Las conciencias adheridas al pecado están sucias.  

Las conciencias que no han seguido ni siguen los caminos de Dios son los verdaderos pordioseros de la humanidad.  

Si tenemos fe, hemos de mostrarla con nuestras obras. Y la fundamental de nuestras obras es el amor a los demás. La Igualdad. El Respeto mutuo. Sentirnos hijos de Dios, hermanos tuyos. Y vivir como tales.  

No podemos despreciar o menospreciar a otros, porque ocupan unos peldaños más abajo que nosotros, en esa larga escalera ficticia, farisaica, mentirosa, de lo que llamamos Sociedad.