Las viudas en la historia

Autor: Ramón Aguiló SJ 

 

LAS VIUDAS EN LA HISTORIA DE TU IGLESIA. De hecho las Viudas, después de tu Muerte y Ascensión, tuvieron importancia en el desarrollo de tu Iglesia. Parece ser que algunas de las mujeres que Te acompañaban, juntamente con tus Discípulos y Apóstoles, en tus viajes por Palestina, eran Viudas.  

 

En la Iglesia Primitiva. Posteriormente, las Viudas eran especialmente atendidas por la Iglesia Primitiva de Jerusalén. Y ésto causó alguna discusión e intranquilidad entre los primeros cristianos. Como narran los "Hechos de los Apóstoles" (Capítulo 6), "Al multiplicarse los discípulos, hubo quejas de los helenistas contra los hebreos, porque sus viudas eran desatendidas en la asistencia cotidiana. Y ésto dió origen a que los Apóstoles y la Comunidad crearan una nueva posición en la Iglesia, la de los Diáconos, que, para comenzar, fueron siete. Ellos se dedicaban a a la atención caritativa de las Viudas y otros necesitados que pudieran aparecer. 

Pedro realizó un milagro para resucitar en Joppe a una mujer, discípula, llamada Tabitá, que quiere decir Dorcás. "Esta mujer era rica en buenas obras y en limosnas que hacía. Por aquellos días, enfermó y murió. La lavaron y la pusieron en la estancia superior. Lida está cerca de Joppe, y los discípulos, al enterarse que Pedro estaba allí, enviaron dos hombres con este ruego: 'No tardes en venir a nosotros'. Pedro partió inmediatamente con ellos. Así que llegó le hicieron subir a la estancia superior y se le presentaron todas las Viudas llorando y mostrando las túnicas y los mantos que Dorcás hacía mientras estuvo con ellas". Perdo oró de rodillas, hizo el milagro. "Llamó a los santos  y a las viudas y se la presentó viva". (Hechos, Capítulo 9). 

Pablo estuvo preocupado por el cuidado de las viudas. Lo dice en la Primera Carta a los Corintios (Capítulo 7), y muy especialmente, en la Primera Carta a Timoteo (Capítulo 5), en la que da precisas normas de cómo comportarse con ellas. Ya se observa en esta larga exposición, que había una intervención de las viudas de una cierta edad en la atención a la comunidad cristiana. "Que la Viuda que sea inscrita en el Catálogo de las Viudas no tenga menos de sesenta años, haya estado casada una sola vez, y tenga el testimonio de sus buenas obras: haber educado bien a sus hijos, practicado la hospitalidad, lavado los pies de los santos, socorrido a los atribulados, y haberse ejercitado en toda clase de buenas obras. Descarta, en cambio, a las viudas jóvenes, porque cuando les asaltan los placeres contrarios a Cristo, quieren casarse e incurren así en condenación por haber faltado a su compromiso anterior".  

Como es patente, ya se puede hablar de una forma estable de "Diaconado" femenino. Con un compromiso por parte de ellas ante la Iglesia. Ellas eran verdaderas "Diaconisas", que posteriormente en los Templos y en las Sacristías, recibían, en un ritual especial, una forma de Misión Eclesial. De modo que las primeras mujeres "al servicio de la Comunidad" fueron Viudas.

 

En las variaciones de la historia. La Historia de tu Iglesia estaría llena de Nombres de Viudas Anónimas. No las conocemos. No sabemos sus nombres. Pero han sido verdaderas heroínas. Otras lo han sido, pero son conocidas como Santa Mónica, la madre de Agustín de Hipona. Ella con sus lágrimas secretas y sus oraciones, convirtió a su hijo de descarriado en un férvido cristiano que llegó a ser Obispo y gran escritor de Historia y de Teología. Recuerdo especialmente sus "Confesiones" y "La Ciudad de Dios". 

En la Historia de tu Iglesia hay una larga lista de Viudas Santas, a veces canonizadas, otras veces no lo han sido, que fueron Fundadoras de Institutos Religiosos con finalidades diversas. Y otras que fueron sencillamente unas Cristianas Excepcionales.  

Estos son algunos de sus nombres: Santa Elena (248-329), madre del que después fue Emperador de Roma, Constantino, las Santas Marcela y Paula Romana (en tiempo de San Jerónimo), Beata Angela de Foligno, Religiosa Franciscana (1249-1309), Santa Rita de Cassia (1381 - 1457), Santa Luisa de Marillac que con San Vicente Paul, fundó las Hijas de la Caridad, Santa Juana de Lestonnac (Burdeos 1556 - 1640), Fundadora de la Compañía de María Nuestra Señora, Beata María de la Encarnación (París 1565 - 1618), que fue una Religiosa Carmelita que implantó en Francia la Reforma de su Orden, Santa Juana Francisca Fremiot de Chantal (Dijon, Francia, 1572 - 1641) quien bajo la dirección de San Francisco de Sales, fundó el Instituto de la Visitación, Santa Joaquina Vedruna (Barcelona, 1783 - 1854), Fundadora de la Congregación de las Carmelitas de la Caridad.  

En Mallorca tenemos a la Madre Alberta Giménez Adrover, fundadora de las Religiosas de la Pureza de María (nació en Pollensa, Mallorca el año 1837 y murió en Palma de Mallorca, el 21 de Diciembre de 1922). Esta mujer estudió la carrera del Magisterio en Barcelona, y después, casada, creó con su marido una escuela privada en la calle de La Misión de Palma de Mallorca, con dos secciones: masculina y femenina, lo que fue una novedad para la cultura de su época. Pero su marido murió en 1869. El Obispo y el Alcalde le encargaron la dirección y el cuidado del Colegio de La Pureza en 1870, un Colegio que había sido fundado en 1809 por el Obispo de la Mallorca de entonces. En 1872, la Diputación Provincial le encargó la Normal que la misma Alberta había fundado. Así nació el Instituto de las Religiosas de la Pureza de María, del que fue Superiora la Madre Alberta hasta 1916. Sus restos fueron trasladados del Cementerio de Palma a la Capilla de la Casa Madre de las Religiosas en la Calle llamada "de la Pureza". Es venerable desde que su causa de beatificación fue introducida y aceptada por la Santa Sede en 1986. 

Y así han existido otras varias mujeres viudas que es posible encontrar en las Colecciones de Biografías de Santos y Santas, Beatos y Beatas de La Iglesia. O sencillamente en la Historia. 

Estas mujeres viudas han llegado a dar un profundo sentido a su vida, que pudiera haber sido sólamente para el sufrimiento y la soledad. Pero no lo fue, porque en tu Comunidad de Creyentes hay siempre un hermoso sentido de Fraternidad. Y un amplio espacio abierto para realizarlo.

 

LA FIGURA CRISTIANA DE LA VIUDA. Hay un Refrán español que dice: "La Viuda llora. Y otros cantan en la Boda". Este refrán expresa una verdad a medias. La verdad de las cosas cuando se miran desde un punto de vista estrictamente humano y de personas que buscan el placer y las alegrías de la vida conyugal.  

Pero, cuando el hombre y la mujer son capaces de inyectar en su propia vida, las bellezas superiores del ideal Cristiano, todo cambia, todo se transforma. Se acepta la Cruz de la Soledad. Pero la Soledad se convierte en agradable capacidad de Servicio y de Entrega. No es difícil llenar las horas solitarias con un serio trabajo para los demás, que pueden estar sufriendo más que nosotros mismos. Y que merecen una atención más delicada. 

Yo he conocido a través de mi vida, viudas que tienen más de heroínas que de alegres. Y que han sabido sobrellevar su realidad con un hermoso y humano sentido de la solidaridad. Fieles a su marido, aun después de muerto, sonríen, y ayudan a otros a sufrir. Las puedes ver cada día en los templos, en las capillas, en las casas familiares, en las reuniones.

 

LA HERMANA DE TODAS LAS VIUDAS. Estas Viudas que han aceptado cristianamente su destino, están bajo la mirada protectora de la Madre de la Iglesia, María, que también pasaría sus años difíciles de soledad, cuando murió su esposo, tu padre legal, José y sobre todo después de tu Ascensión al Padre, al comienzo de tu Iglesia, y más tarde, cuando los Apóstoles se fueron al mundo entero, para predicar tu Evangelio al mundo. 

María también fue Viuda. No la solemos recordar bajo este aspecto. Pero fue así. En los Evangelios que describen tu vida apostólica, no se presenta nunca la figura de José. Y los dos que pintan tu niñez y juventud, Mateo y Lucas, sólamente le recuerdan en las telegráficas noticias que dan sobre tu vida en Nazaret. Les estabas sujeto, a los dos. Después el silencio sobre José. Todos sabemos que murió, cuando Tú eras joven. Tu Madre se quedó sola, viuda. Y Te cuidó siempre con mucho cariño. Por esto se la puede invocar como Hermana, Protectora, Reina, Compañera, Modelo de todas las Viudas de la Historia.  

Nunca había pensado en ello. La Iglesia tampoco se fija en este aspecto tan sacrificado, humano y hermoso de María, tu Madre y nuestra Madre. Tú y tu Cuerpo Místico llenan completamente su soledad, su dolor en la viudez.

LAS VIUDAS ANTES DE TU VENIDA. Antes de tu Venida al mundo, había ya entre los hombres y las mujeres, las legislaciones y las antiguas costumbres sociales, un cierto respeto para la mujer que se quedaba viuda. Así que tu Atención Especial para las Viudas queda configurada como una consecuencia y sublimación de las culturas anteriores.

 

La Viudez como algo despreciable. En la Antigüedad Bíblica no era socialmente bien considerada la viudez. Algo de éso contiene la llamada "Ley del Levirato", de la que escribe el Deuteronomio, capítulo 25: Cuando una mujer se queda viuda, sin hijos, el hermano del difunto ha de casarse con su cuñada, para dar hijos a su hermano muerto.

Además, la Viuda llevaba unos vestidos especiales, como se dice de Tamar, en Génesis, capítulo 38: "Entonces ella se quitó de encima sus ropas de viuda, y se cubrió con el velo...". Y más tarde, en el mismo capítulo: "Entonces se marchó ella, y quitándose el velo, se vistió sus ropas de viuda".  

Y es curioso notar que muchas viudas, de edad ya avanzada, aún ahora mantienen una conducta semejante a esta antigua, porque se visten siempre de luto, van de negro. Y no se quitan el luto ya nunca más en su vida. Sin embargo, las viudas jóvenes no siguen ya esta costumbre. 

El Castigo que Isaías prevé para Babilonia es doble: "Carencia de hijos y Viudez". (Isaías, Capítulo 47). El mismo Isaías, en el Capítulo 54, habla de la "Afrenta de tu Viudez" al referirse al perdón y renacimiento de Jerusalén. 

Hay un caso especialmente curioso. El Levítico establece las Leyes a que debe someterse el Sumo Sacerdote en su vida social. Capítulo 21. Y entre otras cosas, dice: "Tomará una virgen por esposa. No se casará con viuda, ni repudiada, ni profanada por prostitución..."

 

Las Normas protegían a las Viudas. Dice el Exodo, capítulo 22: "No vejarás a viuda ni a huérfano. Si le vejas y clama a Mí, no dejaré de oir su clamor. Se encenderá mi ira y os mataré a espada. Vuestras mujeres quedarán viudas y vuestros hijos huérfanos".

 

En el Deuteronomio, capítulo 10, se dice de Dios que "hace justicia al huérfano y a la viuda, y ama al forastero, a quien da pan y vestido". Esto se repite en el Capítulo 14, y en las Fiestas a que se refiere el Capítulo 16. Y debe tenerse en cuenta en la siega, en el vareo de los olivos y en la vendimia de las viñas. En todos estos casos, se equiparan los derechos de los "Forasteros, los Huérfanos y las Viudas". Una parte del Diezmo debe darse también a ellos, además de a los Levitas, como se establece en el Capítulo 26. En las Ceremonias cultuales que se promulgan en el Capítulo 27, se dice: "Los Levitas tomarán la palabra y dirán en voz alta a todos los Israelitas: '[...] Naldito quien tuerza el derecho del Forastero, el Huérfano o la Viuda'". 

En el Libro de Job varias veces se recrimina a los que maltratan, desprecian o castigan a las Viudas. 

En Los Salmos Dios es llamado "Padre de los Huérfanos y Tutor de las Viudas" (Salmo 68). Porque "Yahvé protege al Forastero, a la Viuda y al Huérfano sostiene" (Salmo 146). Se acusa a los que "Matan al Forastero y a la Viuda, asesinan al Huérfano" (Salmo 94). 

En el Libro de los Proverbios, capítulo 15, se dice: "Yahvé destruye la casa de los Soberbios. Y mantiene en pie los linderos de la Viuda". 

También Isaías insiste en la defensa de las Viudas. Y todos los demás Profetas de Israel siguen esta línea, ya que los forasteros, los huérfanos y las viudas son personas con todos sus derechos humanos, y suelen ser social y económicamente, los más débiles. Por ello, se pide a todos mayor cuidado en su trato. Así Jeremías, Ezequiel, Zacarías y Malaquías.

 

Antiguas Viudas que han pasado a la Historia. El Profeta Elías, que todavía estaba comenzando su misión profética, se encontró con una Viuda Famosa, porque Dios así lo quiso. Se trata de una Viuda de Sarepta de Sidón. Narra el encuentro de Elías y la Viuda el Capítulo 17 del "Libro Primero de los Reyes". Ella era una mujer viuda y tenía un solo hijo. Además era pobre. Y se sentía morir. Pero Elías le pidió alimento. Y ella generosamente se lo dió todo. Pero en adelante ya no le faltó nada. Dios le concedió este milagro, aunque era extranjera. Después murió el hijo de la Viuda, y Elías se lo devolvió vivo. 

Tú la recordaste en Nazaret, al encontrarTe con la poca fe de los de tu pueblo. Entonces sacudiste su nacionalismo. Y les hiciste ver que "ningún Profeta es bien recibido en su patria", como cuenta Lucas en su Capítulo 4. Y añadiste: "Os digo de verdad: Muchas viudas había en Israel en los días de Elías [...]. Y a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una mujer viuda de Sarepta de Sidón". Por estas palabras, los nazaretanos se enfurecieron contra Tí. Y Te querían despeñar. Pienso, Jesús de Nazaret, que cuando hablas de tus "Pequeños", a los que el Padre quiere salvar, de modo que "Ni Uno se pierda", incluyes a todas las Viudas de la Historia y del Universo, porque realmente son "Pequeñas" ante la Sociedad, aunque se manifiestan "Grandes" ante tu Padre y ante Tí. 

Pero hay una Viuda en tu Iglesia que es el Centro de todas las atenciones de los que Te aman. Se llama María. Y Ella, sin dudar, es maravillosa, grande.