Las riquezas de Jesús

Autor: Ramón Aguiló SJ

 

 

No me refiero a riquezas terrenas, que puedan expresarse en miles o en millones de dólares, de euros, de libras esterlinas, o de otras monedas. Ya sé que Tú, Jesús, has vivido una vida profundamente de pobre. No tenías nada en propiedad. Podías subsistir gracias a las ayudas que recibías de algunas personas que te acompañaban en tu caminar evangelizador. Cuando eras Niño, José, el Carpintero que trabajaba duramente y sin perder el tiempo disponible, cuidaba de tu salud, de tu alimentación, de tu casita.

Yo me refiero a otras riquezas, que podríamos llamar RIQUEZAS SOBRENATURALES, que no se pueden reducir a números y a capitales. 

Durante mi vida me encontré con muchas personas, objetos, templos, calles, plazas, etc… que llevan tu nombre, Jesús de Nazaret. Es como si se quisiera indicar que todo aquello es tuyo, es de tu propiedad. Es como si se hubiera puesto un sello que dijera algo así: ES DE JESÚS. 

En el Brasil hay una montaña muy hermosa que se encuentra en la bahía de Río de Janeiro sobre la que se levanta una hermosa imagen de tu persona. La llaman el “Cristo del Corcovado”. La imagen muestra tus brazos abiertos, como si quisieran abrazar el mundo. Y es que realmente el Universo es de tu propiedad. Es tuyo.

De vez en cuando también me he encontrado con personas que han querido indicar claramente que son tuyas. Como si llevaran una inscripción que dijera: PROPIEDAD DE JESÚS.

Una de estas personas es una Santa Católica, que tuvo una interesante vida de religiosa, de fundadora, de escritora y de poetisa. Es, seguramente lo has adivinado, una mujer, llamada Teresa, y que tomó conscientemente el Nombre de TERESA DE JESÚS.

También ella fue una niña. Había nacido en la ciudad española de Ávila el 28 de Marzo del año 1515. Es y era una ciudad tranquila, antigua, campesina, siempre fresca, en verano y en invierno. Y en esta ciudad se vivía y todavía se vive un ambiente profundamente cristiano y católico. Todo lo religioso en ella muestra sus antiguas raíces artísticas e históricas. Es una ciudad que invita al pensamiento interior, a la amistad con los vecinos, al amor fraternal. 

Teresa procedía de una familia de alta alcurnia. En realidad su nombre fue y es Teresa de Cepeda. De jovencita Teresa era muy divertida y alegre. Le gustaban los libros de caballería, que ahora nosotros llamaríamos Novelas. Pero esta muchachita muy pronto, cuando tenía 18 añitos, experimentó un cambio interior, y se decidió a ser Religiosa del Carmelo. Y llegó, posteriormente, a realizar una transformación espiritual de su Orden, juntamente con San Juan de la Cruz. Teresa tomó el nombre de Jesús, tu nombre.

Y este nombre es el resumen mejor de su vida de asceta, de religiosa, de reformadora, de escritora, de poetisa. Teresa puede ser considerada una RIQUEZA DEL CRISTIANISMO. Ella es conocida en todo el mundo. Y en todo el mundo, a través de su nombre, Tú eres más conocido. Nos dejó unos escritos maravillosos que han pasado a formar parte de los clásicos castellanos.

No es la única, no es ella el único tesoro. Hay otra Teresa también muy conocida. Y también lleva tu Nombre. Se llama TERESA DEL NIÑO JESÚS. Es santa. Y, como Teresa de Jesús, fue escritora. 

Ellas no han sido las únicas Religiosas que llevan tu nombre. Son muchísimas las que, en sus comunidades, son conocidas como la hermana o la madre superiora DE JESÚS. 

Son muchas las congregaciones que llevan tu nombre. Te pongo un ejemplo solamente. Son llamadas SIERVAS DE JESÚS. Se dedican a servirte en los demás, en los enfermos y en los niños y niñas pequeños que no pueden permanecer en su casa porque sus padres son trabajadores.

A mí me gusta mucho escribir sobre una Orden Religiosa que Tú conoces muy bien y que también lleva tu Nombre. Es la COMPAÑÍA DE JESÚS. Fue fundada por San Ignacio de Loyola, un vasco de espíritu universal, juntamente con un grupo de amigos universitarios. Todos ellos estuvieron de acuerdo en definirse como miembros de la COMPAÑÍA DE JESÚS. Y no permitieron que alguien cambiara su nombre, aunque a algunos les pareció demasiado, excesivo y un poco orgulloso, como si aquellos hombres quisieran llamar la atención de los demás. También fueron llamados JESUÍTAS. 

Tu COMPAÑÍA influyó mucho en la vida de la Iglesia y en la vida social y cultural. Y yo diría que también en el Arte. Porque los Jesuitas han creado templos barrocos que significaron una evolución en la historia del Arte. En el centro de Roma hay una iglesia que lleva tu nombre. Se llama en italiano IL GESÚ. Y en ella se encuentran la famosa imagen de la Virgen della Strada (o Virgen del Camino), el sepulcro de San Ignacio de Loyola y el brazo de San Francisco Javier, patrono de las Misiones. Este brazo se agotaba de tanto bautizar a los prosélitos en las Misiones del Oriente.

Como ves, muchas cosas históricas, muchos hombres y mujeres, muchos monumentos artísticos nos recuerdan que Tú, Jesús, eres, has sido y seguirás siendo, la ilusión de unas multitudes inmensas, como las que vio en el cielo el escritor del Apocalipsis, tu Apóstol, Juan.

Todo es tuyo. No hay ni ha existido nadie que fuera el verdadero Centro de tantas personas, de tantos grupos, de tantos monumentos, de tantas historias.

Podríamos ir a la Tierra Santa, donde Tú has vivido, has muerto crucificado, han sido puesto en un sepulcro nuevo y has resucitado para volar a la sede de la Gloria Eterna, con tu Padre y el Espíritu Santo. En esta Tierra que ahora es un conjunto de naciones guerreras, hay muchos monumentos, que Te recuerdan, y que son el objetivo de numerosísimas peregrinaciones que llegan de todos los puntos cardinales. Los hombres y los políticos pueden discutir duramente, rechazarse mutuamente, matarse unos a otros. 

Pero siempre quedará en pie que la verdadera grandeza de aquella Tierra es que fue y es la Tuya, tu Patria terrena, tu Riqueza personal que nadie y nada Te pueden arrebatar.

Para terminar recuerdo unos hermosos versos de TERESA DE CEPEDA, DE ÁVILA, DE JESÚS. Muy espirituales y cristocéntricos: “Vivo sin vivir en mí / y tan alta vida espero / que muero porque no muero. / Vivo ya fuera de mí / después que muero de amor / porque vivo en el Señor / que me quiso para sí”