Las mujeres y la política

Autor: Ramón Aguiló sj.

No hay ya ninguna duda de que la gran mayoría de las naciones del mundo han adoptado el camino político de la democracia. La palabra de origen griego dice claramente qué significa: es el gobierno del pueblo por el pueblo. Y ésta nos lleva a otra realidad: la frecuencia de Elecciones Generales o Parciales. Generales cuando se refieren a todo el país, y parciales si se refieren a Ayuntamientos, Comunidades Autónomas u otras formas de descentralización del poder. 

Los Partidos Políticos han surgido espontáneamente como instrumentos de poder. Un poder que se ejerce en grupos, a veces por coaliciones, a veces por un solo partido si ha conseguido una mayoría absoluta en la votación del pueblo.  

Pero lo que hoy me interesa es echar un vistazo a esa realidad tan evidente, que se da en todas las latitudes del mundo, excepto tal vez en algunos países donde la religión o las tradiciones culturales restringen la capacidad de poder político solamente a los hombres. En la mayoría de las naciones también las mujeres pueden actuar en política, en igualdad de derechos y posibilidades con los hombres.  Vemos que existen países donde el poder de la realeza está expresada en una mujer. Hay Presidentas de la República, Ministras de todos los más variados ministerios, Presidentas de Gobierno, Presidentas de Comunidades Autónomas, Alcaldesas, Concejalas, etc... 

¿Por qué las mujeres cada vez más se acercan a los sillones de la política?. No siempre ha sido así. Al contrario. Ha habido largas épocas en las que las mujeres no podían ni votar el día de las elecciones. Era un derecho reservado a los hombres.  Sin embargo, las mujeres han ido conquistando nuevas posibilidades a  través de los cambios culturales de la historia. Ahora no solamente pueden votar. También pueden ser elegidas, pueden ocupar puestos importantes en sus Partidos Políticos, pueden estar en las listas de los que se presentan como candidatos  en toda clase de comicios de los más variados niveles. 

Ha sido superado el “machismo” en política. Y todos nos podemos alegrar por ello. Y todos podemos felicitar a las mujeres que  sienten claramente esta vocación de gobernar democráticamente. 

¿Qué puede aportar la mujer en ese mar revuelto a veces, a veces tempestuoso y agitado, que es el de la política?. 

Yo creo que la sensibilidad y la inteligencia femeninas pueden regalar al mundo unas riquezas que llevan en su personalidad las mujeres, como tesoros de un gran valor social, humano, solidario, pacificador. Hasta diría, que la mujer puede superar a los hombres en algunos aspectos de las posibilidades humanas, como son la sensibilidad, la capacidad de diálogo, la tranquilidad. Y hasta en su preparación académica. No podemos olvidar que las mujeres han invadido los Colegios, las Universidades en los más altos niveles intelectuales, las editoriales con sus libros, las revistas, y otras formas de integrarse en las más altas cumbres del pensamiento, del arte y de las comunicaciones. En todas las carreras encontramos mujeres de gran categoría. 

La psicología femenina también puede aportar alguna limitación a las posibilidades políticas de la mujer. El hombre suele estar siempre en la sombra, en el hueco del apuntador, ese individuo misterioso que va diciendo a los actores y actrices lo que deben decir y realizar. Esto puede restar valor a la actuación de la mujer en los cargos públicos, en los despachos y en el papeleo y discusiones de los organismos de poder. 

Hay también otra posible limitación. Y es que el modo de ser de la mujer le lleva a pensar muy intensamente en los personajes de su propia familia, que le observan desde el hogar. Cuando la mujer en un discurso dice “A”, es muy posible que experimente una sensación de alegría porque los y las de su familia, en su hogar tranquilo y bien arreglado, están esperando que ella diga “A”. Los diálogos familiares pueden ser una preparación para las actuaciones públicas de la mamá política.  

No se espera que la mujer política sea una especie de “Madre Coraje”, ni que sea una “Agustina de Aragón”. Ni siquiera una genial creadora de nuevas ideas platónicas o filosóficas. Lo que se espera es que sea una inteligencia equilibrada y una sensibilidad femenina, que actúa siempre para llevar a su tierra la solución pacífica de los problemas normales o extraordinarios, alguna vez. Y que sepa decirles claramente, aunque sin agresividad, las cosas claras a sus jefes o jefas, para el bien de todos. Esto es lo que espero yo. Y esto es lo que esperan los hombres de todas las naciones, creo yo. No esperamos  la actuación de la mujer “MARAVILLOSA”, ni de la mujer “MÁRTIR”, como Juana de Arco. Nos basta la normal, la casera.