La cumbres políticas

Autor: Ramón Aguiló sj.


 


Rio de Janeiro y su enorme playa de Copacabana nos hacen la competencia, sin dudar.  Nos hacen la competencia Miami y su Bahía, Miami Beach. Nuestras ciudades, nuestras islas, nuestras regiones son bellas. Pero Rio de Janeiro es de lo más hermoso que he podido ver varias veces en mi vida viajera. Me gusta recordar ahora todo aquello con motivo de esas "Cumbres políticas de la Tierra". A los dirigentes del mundo, a todos nosotros nos gusta más Rio que la moderna, insulsa y apartada Ciudad de Brasilia. Y es que Rio es encantadora, nueva, diferente, inspiradora. No se pueden encontrar juntas tantas pinceladas naturales de una belleza y de una originalidad tan extraordinarias. Lo mismo se podría afirmar de tantas ciudades y regiones que encantan a los visitantes, a los turistas.

 

La Bahía con el Pan de Azúcar, el Corcovado, las Cascadas da Tijuca, la selva tan cercana, las montañas habitadas, apretujadas, llenas de vida y de color. El gran Cristo con sus brazos extendidos. Y la enorme playa siempre llena de gentes de todo el mundo.

 

Mallorca, por ejemplo, es más coqueta, más dulce, más pequeña, más normal, pero es también extraordinariamente bella en sus rasgos esenciales. Tiene los encantos de una niña. También nosotros podríamos reunir nuestra Cumbre de la Tierra. Y deberíamos tomar decisiones que tiendan a la conservación de tanta belleza, de tanto equilibrio, de tanta paz y de tanta calma, de tanto encanto repartido por nuestras playas, por nuestros campos, por nuestras montañas y por nuestros pinares. Todo eso es un tesoro que ahora es nuestro. Y dentro de unos años será de nuestros sucesores, de nuestros hijos, de nuestros nietos. Lo mismo se podría afirmar de otros sitios del mundo.

 

Mucho me temo que  los grandes y los pequeños de la tierra no podrán aportar soluciones claras, contundentes, a tan graves problemas. La presión demográfica, la presión de los pueblos del Sur, la presión de los problemas sociales, como el paro (que está prácticamente en todas partes), el hambre y la sed (muy extendidos), los movimientos de los pueblos, los nacionalismos apasionados, la injusta distribución de las riquezas, la crisis de todas las ideologías, la situación de cambio y de transición que vive todo el Universo.

 

Todo esto empuja hacia el desarrollo, el aumento de la producción, buscando la creación de puestos de trabajo. Esos desequilibrios son verdaderos abismos, verdaderas exigencias, que crean más explotación del medio ambiente, de la naturaleza, de la Tierra.

 

Nosotros,los seres de este mundo deberíamos ser más decididos. Y dejar de hablar tanto, para pasar decididamente a la etapa del "hacer" y del "no hacer" o "rechazar" para conservar el grandioso patrimonio físico, social y moral, del que todavía disponemos. Esta es nuestra riqueza, nuestra historia, nuestra tradición, nuestro futuro.

 

Deberíamos pensar si nos conviene a todos detener nuestro "desarrollo turístico", para entrar en un tiempo de maduración, de "Búsqueda de la Calidad", de "Perfeccionamiento del Cuadro", como hacen los grandes artistas al terminar sus obras.

 

La consigna debería ser: Hagamos las cosas bien. Todos. Nadie puede convertirse en la excepción. Creemos obras de arte en nuestras actividades económicas y sociales. Porque hasta el emnpleado que está vendiendo un souvenir o un encendedor con la imagen de la Catedral, o un camarero que sirve un helado a un turista sediento pueden convertirse en artistas del buen servicio y de la buena educación. No podemos convertir a nuestra ciudad en una Discoteca Ruidosa y estrafalaria a todas horas, donde no se pueda descansar, ni dormir, ni distender los nervios y el stress de cada día que es lo que pretenden muchos de los turistas que llegan. Son las quejas que constantemente se oyen de nuestros clientes turistas. Una sonrisa y un gesto elegante sin palabras valen más que muchas flores y mucha charanga de insoportables baterías.

 

El Cemento debe detenerse ante la belleza de los pinares, ante el encanto variopinto de nuestras calas de rocas y playas, ante nuestras arenas amarillas y suaves. Todos deberíamos ser un poco poetas para ser capaces de contemplar, sentir y apreciar estos valores que están más allá del euro, del dólar y de la libra esterlina.

 

Y cuando es necesario levantar edificios y trazar urbanizaciones, crear plazas y calles deberíamos poder esperar que llevaran la firma inequívoca de un creador de cosas bellas y que fueran realizadas por obreros conscientes de la perfección y del buen acabado.

 

Dejemos que los grandes discutan y firmen papeles en las Cumbres del Mundo. Nosotros realizaremos la realidad de una armonía: la hermosura de unas Islas, de unas ciudades limpias, naturales y cuidadas con la vida de unos hombres y mujeres que viven en paz y en la calma. No deberíamos tener problemas sociales, ni agitaciones aquí.

 

En una iglesia contemplé el cuadro de un pintor famoso, Miguel Salvá, que se titula: "Ecología de Jesús: Pájaros del Cielo y Lirios del Campo". Es un cuadro extraordinario por su colorido, su ambientación, sus personajes. Recuerda aquellas palabras de Jesús de Nazaret: "Mirad los Pájaros del Cielo... Mirad los Lirios del campo..." La Providencia de Dios ha creado y sigue creando el Universo tan bello. Nosotros hemos de respetarlo, vivirlo y disfrutarlo. Jesús nos habla desde la ocre frondosidad de un Bosque donde unos Apóstoles juegan con los pájaros y las flores.