La religión del absurdo: El nacionalismo

Autor: Ramón Aguiló sj.

 

 

Los Profesores, los investigadores, los sociólogos, de vez en cuando dan en el clavo. No siempre. Esta vez me parece que han dado en uno de los puntos más neurálgicos de la situación actual. Han sido los Sociólogos, esos hombres que se dedican a analizar nuestra Sociedad, es decir, los hombres y mujeres de nuestro tiempo, viviendo, trabajando, pensando y actuando en Grupo.  

Con los años, los rasgos característicos de las personas se vuelven más evidentes. La nariz aguileña se vuelve más aguileña. Los ojos agresivos, más agresivos y los egoísmos personales más egoístas. A las Sociedades les sucede algo parecido.  

Nuestra Sociedad Post-Política, Post-Bélica, Post-Ideológica, no ha dejado de ser "Nacionalista". Al contrario, se está configurando como más combativa y exigente en este campo, que es un campo atractivo por una parte, pero por otra parte, puede ser peligroso y hasta destructivo, sobre todo cuando se mezcla íntimamente con la exaltación religiosa.  

Han dicho algunos Sociólogos que el Nacionalismo se ha convertido en una nueva Religión, una Religión de las masas incultas, una Religión de los pueblos que quieren regresar a sus propias raíces, a la resurrección de su propia identidad colectiva, al re-encuentro de todo aquello que la Historia y las Conquistas Bélicas les han ido arrebatando, destruyendo o sencillamente cubriendo de cenizas en los rincones de la realidad diaria.  

Y seguramente los Sociólogos han dicho mucho más de lo que pensaban decir, afirmar y demostrar. Porque en un momento en que las Religiones tradicionales, universales, están pasando en un segundo término del Drama Humano, casi detrás de los Bastidores de la Contemporaneidad, están resurgiendo con fuerza inaudita los amores nacionalistas, como si la propia Nación fuera un Ídolo Divino, ante el cual debieran postrarse los individuos y los grupos que deseen vivir según las exigencias de la Verdad.  

Según esto, las Religiones Tradicionales que, en sus formulación y en su práctica, prescindían de las fronteras, para crear una unidad supranacional, deberían reconvertirse, adaptarse a los nuevos tiempos de parcelamientos culturales y lingüísticos, para integrarse, encarnarse y fundirse en las pequeñas realidades de las Identidades Nacionales.  

Esta nueva Religión Idolátrica tiene sus propios sacerdotes y sacerdotisas, sus propios altares, sus propios templos, sus propias doctrinas, sus propias liturgias, sus propios instrumentos de comunicación o de incomunicación, sus propios enemigos y sus propias guerras santas.  

Todos conocemos a esos sacerdotes y sacerdotisas, activos ellos y ellas, incansables, inagotables, que dedican su vida a estudiar y proclamar el mensaje y la práctica nacionalista, con la misma ilusión, con el mismo entusiasmo, con que otros pudieran predicar a Jesucristo y su Iglesia Universal.  

Y no voy a recorrer la extensa trama de todos los Santuarios Nacionalistas del mundo, que pueden ser Santuarios exclusivamente Culturales y Cívicos, porque sería muy largo. En numerosos casos estos Santuarios de la Nueva Religión Nacionalista se confunden con los venerables Santuarios de las Antiguas Religiones Supra-Nacionales. En otros casos son Santuarios completamente profanos y terrestres, trofeos de guerra y de sangre, que se han convertido en Centros Históricos del nuevo Culto Nacional.  

Esta nueva Religión es Violenta, algunas veces, en sus expresiones, como lo podemos ver en varios lugares del Mundo, tanto en la vieja Europa de los hombres cultos, como en los países más modernos considerados "en vías de desarrollo". Integrismos, Fundamentalismos, Terrorismos, Matanzas de Extranjeros son nuevas expresiones de aquello que algunos han llamado, con un término trágico y contradictorio, "las Guerras Santas". Porque el Nacionalismo radical lleva a la mayor de las contradicciones, que consiste en no aceptar, sino en rechazar y combatir a los miembros de otras nacionalidades. Los "otros" se convierten en enemigos. Se  convierte en enemigo y por tanto rechazable, peligroso, todo lo que es diferente de lo "nuestro", de lo "mío", de lo "propio".  

En esta actitud nacionalista hay una profunda contradicción: Se defiende lo "propio", olvidando de que los "otros" también tienen su mundo "propio". Esto puede verse en el caso de la "Inmersión Lingüística" aplicada en Cataluña. Esto mismo  es lo que han procurado realizar aquellos que proclamaban: "Si eres Español, habla el Español, idioma del Imperio".  

No se puede saber lo que el próximo futuro regalará a nuestro mundo sometido a "transiciones agitadas, violentas y aceleradas". Pero creo que sería positivo para encauzar las aguas de este Río Inmenso y Revuelto, mantener las ideas claras y el corazón tranquilo.  

Esta Nueva Religión Sociológica del Nacionalismo Idolátrico y agresivo es absurda. Porque Dios es el mismo para todos. Hasta para los hipotéticos habitantes de otras galaxias. Está bien apreciar lo propio, apreciando también "lo del Otro". Cuidaré mi casa, cuidaré su hermosa decoración interior. Pero soy consciente de que los futuros habitantes de ella la transformarán.