La piedra que Tú pusistes

Autor: Ramón Aguiló SJ

 

 

UNOS MESES ACELERADOS. Hace unos pocos años tu Iglesia vivía unos meses acelerados e inquietos: en menos de dos semanas morían dos Papas y aparecía en la historia la enérgica figura del primer Papa que no era italiano después de casi cinco siglos.  

Murieron asesinados, además, varios sacerdotes y católicos en diferentes partes del mundo. La historia del Cristianismo sigue retorcida y ensangrentada. Y el Papado, la más importante y duradera institución del Occidente, ha derramado también sus regueros de angustia y de sangre, junto a una estela indiscutible de Luz y de Amor. Las llaves del Reino se han mostrado pesadas.

 

LE DISTE A UN HOMBRE LAS LLAVES. Tú, Hijo de Dios y del Hombre, pusiste al frente de tu Comunidad, a un Pescador. Y no le prometiste triunfos ni aclamaciones. Lo llamaste "Piedra", y le profetizaste arrestos ante los Tribunales y que sería llevado a donde él no hubiera querido ir. Y le entregó las llaves, las llaves del Reino, las llaves del Pescador. Y, juntamente con ellas, el poder de Atar y Desatar y la fortaleza de ser la Piedra Fundamental. Por esto le cambió el Nombre. En lugar de Simón Bar Yona, aquel Pescador se llamaría "Piedra", "Roca", "Cefas". El inculto Simón, el miedoso Simón, el que Te negó tres veces, debía ser la "Roca" fundamental del inmenso edificio de tu Iglesia que se extendería por todas las naciones y por todos los siglos venideros. Algunos dirigentes Te llamarían "Un Idealista", "Un Soñador", "Uno que no conoce la pasta de que están hechos los Hombres". 

Aquel hombre llamado "Piedra", vulnerable, nervioso y poco brillante, dejó jirones de su vida, mientras viajaba por los pueblos y ciudades de Palestina y después del Imperio Romano para formar, organizar y alentar a pequeños grupos o comunidades de Cristianos Bautizados. El Imperio le temió y quiso aplastarle. Y él huyó de Roma, para evitar la muerte, pero, cuando huía, en un recodo de la vía Appia, Te encontró, se quedó parado, temeroso, y Te preguntó: "Señor ¿a dónde vas?". Y Tú le respondiste: "Voy a Roma para ser crucificado". Y Pedro comprendió. Volvió atrás. Y siguió su actividad en la Capital del Imperio. 

Pero se debía cumplir tu Profecía: "Cuando seas mayor te ceñirán y te llevarán a donde tú no quisieras". Y le llevaron a la Cruz. Y sus amigos le sepultaron en un cementerio del Vaticano. Y a sus seguidores los amenazaron, los persiguieron, los encarcelaron y los echaron a las fieras.

 

LA HISTORIA DE LOS PAPAS. Los Primeros Papas murieron asesinados, violentamente. Fueron tus Testigos y tus Mártires, palabras que tienen el mismo significado. 

Pero tu Iglesia crecía alimentada por tanta sangre de cristianos. Europa desarrollaba una de sus grandes raíces, uno de los rasgos más sobresalientes de su identidad: el Cristianismo. 

Después llegó "La Gloria". Constantino, el Emperador de comienzos del siglo IV, apoyó al Cristianismo. Llegaron años de paz para tu Iglesia. Y los Papas, sucesores del pobre Pescador, "Reinaron". Se les llamó "Augustos", "Sumos Pontífices". Y fueron llevados, majestuosamente, en "Sillas Gestatorias", entre la Guardia Noble y la Guardia Palatina, con la Guardia Suiza, rodeados siempre por símbolos de Poder y de Realeza, una Realeza superior a los Emperadores y Reyes de la Tierra. 

Tenían unos territorios propios que defendieron con las armas y con los ejércitos, y procuraron acrecentar por la fuerza. Se llamaban los "Estados Pontificios" que abarcaban una gran extensión en el Centro de la Península de Italia. 

Hasta hubo Papas guerreros. Y las más poderosas familias Romanas se disputaban ocupar la Cátedra de San Pedro, muchas veces por la violencia. Los Carolingios, los Otones, nombraban a los Papas y los defendieron frente a los poderes externos que los querían invadir. El momento más glorioso de los Estados Pontificios se alcanzó en tiempos de Inocencio III, entre 1198 y 1216. A fines del siglo XIII comenzó la decadencia. Y los Papas, inseguros, tuvieron que huir a Aviñón, por lo que sus Estados quedaron sumidos en la anarquía.  

Regresaron a Roma en 1414. Y se dedicaron a reconquistar sus territorios. Hubo varias familias romanas que luchaban entre sí para ocupar la Silla del Pescador. Los Colonna, los Orsini, los della Rovere se hicieron famosos a causa de estas luchas por el poder de Roma. 

Con el Renacimiento y el Humanismo la corrupción llegó a manchar a algunos de los que se sentaban en la Cátedra de San Pedro. Pero los Estados se mantuvieron unidos. Las dificultades llegaron más tarde con Napoleón Emperador de Francia y los Carbonarios de Italia que buscaban a la unidad de su patria. 

Napoleón fué un ambicioso general, nacido en Ajaccio, Córcega, 1769, que murió desterrado y solitario en la isla de Santa Elena, en 1821, después de haber transtornado los países de Europa y los del Norte de Africa. También se enfrentó con el Papa. Hasta que consiguió que Pio VII, un Papa benedictino, le coronase como Emperador, en 1804. 

En 1800, Napoleón Bonaparte había devuelto sus Estados al Papa, quien había sido su prisionero. Pero el Estado ya no se recobró del todo. Los Italianos lucharon por la Unidad de su Tierra, y consiguieron someter al Papa y sus Estados Pontificios en 1870. 

En esta lucha de los italianos tuvieron gran importancia Giuseppe  Mazzini, un genovés, nacido en 1805, que fue el fundador de la Sociedad Secreta llamada "Joven Italia", y el misterioso, huidizo y varias veces fracasado, Giuseppe Garibaldi, nacido en Niza en 1807. Perteneció a la Sociedad "Joven Italia" y fue perseguido por ello. Tuvo que huir, pero regresó, para luchar por la Unidad de Italia, que finalmente se consiguó en 1875. 

El Papa Pio IX se recluyó en el Vaticano, y sus sucesores ya no salieron de él hasta que, en 1929, Pio XI, firmó con el Dictador Facista, Benito Mussolini, el Tratado de Letrán, por el que Italia reconocía la independencia del Estado de la Ciudad del Vaticano.

 

LOS PAPAS DE AHORA. Ahora el Papa se mueve libremente por un pequeño estado que ocupa sólamente la colina romana del Vaticano, con la Basílica de San Pedro y su plaza, algunos palacios, unos hermosos jardines, alguna pequeña iglesia, unas pocas casas y los Estudios y Oficinas de la Radio Vaticana. Así el Papa es un Rey Libre porque no está sujeto a ninguna autoridad humana, y puede ejercer su ministerio universal sin interferencias de los poderes políticos. 

Los Papas han sido coronados en el día de su Elevación al Solio Pontificio. La corona que se utilizaba, hasta hace pocos años, era la Tiara, una compleja prenda, brillante y hermosa, que se elevaba sobre la Cabeza del Sucesor de tu Pescador, Pedro. Era en realidad, una triple Corona, expresión de los tres Poderes Soberanos: el Poder de Sacerdote, de Profeta y de Rey. Con la coronación comenzaba el Pontificado del nuevo Papa y aquel hombre, coronado con las tres coronas, pasaba por entre las multitudes jubilosas que le aclamaban, sentado en una Silla Gestatoria, una especie de Trono, llevado por un grupo de hombres fuertes. 

El Papa Pablo VI todavía la recibió. Después la regaló para que fuera subastada, y desde entonces ya no se utiliza. Ahora todo se realiza más sencillamente.

 

LOS TRES PODERES. Los Tres Poderes. Es algo muy importante. Porque el Papa tiene los poderes que Tú le diste a Pedro. Y Pedro, aunque los tenía, los manifestaba de una forma muy diferente. Aquel Pescador sencillo fue elevado a ser Sacerdote, Profeta y Rey. Pero era todo esto de una forma muy sencilla, muy cercana. 

Y es que el Sacerdote, el Profeta y el Rey, eres Tú, Jesucristo. Los demás, el Papa, los Obispos, los llamados Sacerdotes, y los llamados Fieles, cada uno a su modo, participan de tu Sacerdocio, de tu Profetismo y de tu Realeza. Nadie es nada fuera de Tí. Los Otros participan de lo que Tú eres por tu Encarnación, Hijo de Dios, Hijo del Hombre. 

Los Papas dentro de esta Estructura viva, divinizada, de tu Cuerpo Místico, ocupa el lugar más alto, más eficaz, más amplio, más decisorio.

 

LOS PAPAS Y LA CRUZ. Y esto les lleva a sufrir las consecuencias, que quedan expresadas, simbolizadas, realizadas, en tu Cruz Redentora, en tu Pasión, en tu Muerte. Fue pesado para Tí ser el Sacerdote, el Profeta, el Rey de la Humanidad. Tan pesado que Te llevó a la lucha constante, al rechazo, a la controversia, a los Tribunales, al Pretorio y al Calvario. Esto es lo que les espera a los Papas, a los Obispos, a los demás. De una forma más suave, o de otra más violenta y dura. 

Se acabaron las "Sillas Gestatorias" y la "Tiaras" de tres Coronas para los Papas. Y ésto significa mucho.

 

LOS TIEMPOS HAN CAMBIADO. Significa que los tiempos han cambiado y que las fuerzas populares han irrumpido con energía en la vida social y política de las Naciones. Tardíamente también fue cambiando la Iglesia. Y tardíamente cambió el Papado. Llegó el Papa popular Juan XXIII al que las gentes admiraron y amaron. Habló de paz, confianza y aire fresco. Llamó a un Concilio. Salió del Vaticano. Comenzó a viajar para acercarse a los hombres y mujeres normales. Convocó a un Concilio que se llamó el Vaticano II. Murió. Y la gente visita su tumba, en la cripta de san Pedro, bajo el altar de la Confesión. Yo la he visitado muchas veces, y siempre he visto ramos de flores sobre aquel sepulcro. 

Después le siguió un Papa tímido, interior, un poco triste, melancólico, intelectual, Pablo VI. Quiso que la Iglesia se convirtiera y en adelante ejerciera no el servicio del poder, sino el "Testimonio del Servicio". Regaló la Tiara. Desmontó la Guardia Noble y la Guardia Palatina. Terminó el Concilio, y viajó más todavía, para abrazar a los dirigentes de otras Religiones, ponerse de rodillas ante los hombres y hablar a todas las naciones, en los Salones de las grandes Instituciones Internacionales, como la Organización de las Naciones Unidas, la famosa ONU.

 

LOS FANATISMOS. Pero los fanatismos no han podido ser erradicados. Al contrario han crecido y se han vuelto muy violentos y amenazantes. Y los fanatismos han invadido todas las áreas del pensamiento y del comportamiento humanos: Religiones, Ideologías, Partidos Políticos. Y estos fanatismos arañaron la figura de Pablo VI, llamado el Papa Montini. En Manila, Filipinas, alguien le quiso acuchillar. En Roma unos terroristas secuestraron y asesinaron a uno de sus más queridos amigos de la Democracia Cristiana, Aldo Moro, varias veces Presidente y Ministro del Gobierno Italiano, al que yo mismo había visto en algunas ocasiones siguiendo la Misa diaria en la Iglesia Romana del Gesú. Pablo VI exclamaba: "Os lo ruego de rodillas. No lo matéis". La respuesta fué brutal: Moro fue ejecutado y su cadáver abandonado en el centro de la Ciudad de Roma, muy cerca del Gesú. Los servicios secretos de países amigos comunicaban que alguien preparaba el secuestro del propio Papa. Dentro mismo de la Iglesia hervían las discusiones. Había comenzado poderosa, la secularización. 

Pablo VI sintió el peso del Papado, de las LLaves, y habló de que quería morir. Unos años antes, en un gesto muy expresivo en este Pablo que gustaba de las expresiones a través de gestos silenciosos, visitó la tumba del único Papa que había renunciado a su Cátedra: Celestino V. ¿Renunciaría también él?. Sin duda lo había pensado. Sufría y confesó públicamente: "Ya no somos inviolables". Murió tres meses después de Aldo Moro, el 6 de Agosto de 1978.

 

LA SONRISA DE UN PAPA. El Conclave que le siguió fué uno de los más breves de la Historia de tu Iglesia. En la cuarta votación del primer día llegó al Papado, Juan Pablo I. Tomó este nombre porque quiso expresar así que recogería la herencia de sus dos predecesores: Juan XXIII y Pablo VI. El nuevo Papa sonreía. Muy pronto se le llamó en Italia "Il Papa Sorriso", "El Papa Sonrisa". Comenzaba una serie de sonrisas y de mensajes de la bondad y de la esperanza. Desaparecieron los últimos fulgores de la Majestad. Hablaba como un catequista. Parecía que no quería más que comunicar alegría y paz. Pero pocas semanas después, el mundo quedó consternado: El Papa Sonrisa moría en la soledad de la noche, después de un mes y pocos días de Papado: exactamente treinta y tres días. Estaba leyendo unos documentos, cuando se durmió para siempre, el 28 de Septiembre de 1978. Se han escrito libros sobre esta muerte que pareció misteriosa. Y se han dicho cosas terribles.

 

EL PAPA POLACO. Unos días después nuevo Conclave. Y apareció la figura decidida, fuerte, de un Papa venido del Este, de Polonia, Karol Woytila, que tomó el nombre de Juan Pablo II, siguiendo la línea de su antecesor. Llegaba el 16 de Octubre del mismo 1978. Era el primer Papa no italiano después de casi cinco siglos. Había sido obrero, huérfano, estudiante en la clandestinidad en tiempos del gobierno comunista, poeta y actor, sacerdote y Arzobispo de Cracovia. Como Papa se entregó. Se dió a Polonia y al mundo. Ha viajado por casi todos los países. Habló en decenas de lenguas. Fue aclamado por multitudes de todas las razas y naciones. Pero el peso de las Llaves del Pescador también se manifestó en él. Un "Lobo Gris" había jurado matarle. Y lo intentaron varias veces. Algunos hablan de una conjura. Hasta un sacerdote integrista se acercó a él con un puñal debajo de la sotana.  

En la Plaza de San Pedro se oyeron los tiros de un asesino. Y Juan Pablo II se desplomó herido sobre su coche. Fue llevado rápidamente a la Clínica Gemelli. Y lo pudieron salvar. Era un 13 de Mayo, fecha que recordaba indefectiblemente la primera de las apariciones de la Virgen, tu Madre, en Fátima, el 1917, a tres niños portugueses que eran pastores.

 

EL ESCáNDALO DE LA VERDAD. Le aconsejan que lleve siempre chalecos antibalas. En el Papa-Móvil puede ir bastante seguro. Desfila rodeado de policías y guardaespaldas. No puede acercarse demasiado al pueblo. Pero su amor y su coraje pueden más. Y así va repitiendo tu Verdad, aunque siempre disgusta a alguien. Viaja, escribe cartas, pronuncia discursos. Toda idea clara, profunda, cristiana hiere a los fanáticos. El Cristianismo siempre suena a reproche y a subversión. "Toda verdad es escándalo", como ha escrito Margarita Yourcenar en sus "Memorias de Adriano".

 

LAS DIFICULTADES ACTUALES. Y así estamos ahora. Vemos tu Papa en las pantallas. Está cansado. ¿Está enfermo?. Parece que tus Llaves del Reino siguen pesando. Llevan sobre sí mismos una larga historia: Martirios, Cismas, Divisiones, Traiciones, Antipapas, Guerras, Herejías, Humillaciones, Agresiones, Desmoronamiento de los Estados Pontificios, Amenazas... Es el Peso de tus Llaves.  

Tus Llaves pesan sobre ellos y sobre todos aquellos, Cardenales, Obispos, Sacerdotes, Creyentes, que piensan en Tí y participan de algun modo del Ministerio de la Iglesia. Algunos se sienten inquietos ante una responsabilidad tan grande, tan pesada. Da miedo tratar de asuntos que se refieren a la conciencia más íntima de los seres humanos.  

Nosotros no podemos quejarnos de los Papas de nuestro Siglo. Todos ellos han sido grandes: León XIII, el Papa de las Encíclicas Sociales, San Pio X, el del Programa de "Restaurar todas las Cosas en Jesucristo", Benedicto XV, el Papa de la Primera Guerra Mundial, Pio XI, el del Tratado de Letrán, Pio XII

el de la Segunda Guerra Mundial y el comienzo de la Reforma Litúrgica, Juan XXIII, el iniciador del Concilio Vaticano II, Juan Pablo I, "Il Papa Sorriso", Juan Pablo II, el primer Papa no italiano, viajante empedernido por todas las Naciones del mundo.

Las imágenes de San Pedro lo suelen representar con unas grandes llaves en sus manos de Pescador. Las llaves suelen ser de Hierro. Y son pesadas. Cuanto más grandes más peso. ¿Compasión?. No. No es compasión. Es comprensión. Y sobre todo mucha confianza. Tú le dijiste a Pedro que, una vez recuperado, fortaleciera a los otros. Y así lo va practicando, por medio de sus sucesores, a través de la agitada historia humana. 

Gilbert Keith Chesterton fue un escritor inglés muy famoso que nació y murió en Londres, en 1874 y 1936. No era católico de nacimiento. Pero se convirtió al Catolicismo. Este hombre escribió novelas difíciles y obras de ensayo. Siempre utilizando interesantes paradojas. Una de sus obras se llama "Ortodoxia" y en una brillante página de esta Obra describió la novela de la Verdad Cristiana. Dice así: "El dejarse asir por cualquiera de las trampas que el error y la exageración venían armando con las sucesivas modas y sectas a lo largo de los senderos de la historia, esto era lo más fácil. Caer siempre es sencillo: se cae por una infinidad de ángulos. Sólo en uno es dable sostenerse. Dejarse ganar por cualquiera de esas torpezas hubiera sido lo más cómodo y llano. Pero haberse salvado de todo eso es la más gallarda aventura. Y a mis ojos aparece el carro celeste volando por entre los siglos con un cortejo de truenos, retorciéndose bajo las torpes herejías, y revuelta, pero siempre firme, la Verdad". 

Así Tu Verdad ha llegado hasta nosotros, los hombres y mujeres del Final del Siglo XX y del Segundo Milenio de la Era Cristiana. Y seguirá volando, siempre retorcida, pero siempre intacta, hasta el final de los tiempos. Y esa Verdad es llevada, como una antorcha, siempre encendida, por las manos y la mente de unos hombres vulnerables y frágiles, como todos nosotros. Unos Hombres que han recibido de Pedro y de sus Sucesores el Pesado legado de unas Llaves, las Llaves del Reino. Estos Hombres son La Roca de tu Iglesia, la Unidad de tu Cuerpo. 

Decía un Poeta: "El Ave canta aunque la rama cruja. Como sabe lo que son sus alas..." 

Creo que en el caso de la Iglesia estas Alas son las Alas del Espíritu que Tú le diste. Gracias a Ellas, tu Iglesia puede seguir cantando la Verdad, aunque todo parezca crujir a su alrededor.