La ley de punto final para nosotros

Autor: Ramón Aguiló SJ

 

Cuando quiero recordar tus Juicios sobre las conductas humanas, mi fantasía me lleva enseguida a las figuras de unas cuantas obras de Arte que me han impresionado especialmente. Voy a reproducir algunas de estas impresiones a lo largo de esta Carta.

UN CUADRO Y UNA PARáBOLA. En primer lugar, mi amigo y pintor que Te he recordado varias veces, pintó un Cuadro que tituló "Trigo y Zizaña en el Mundo". En este Cuadro hay un recuerdo de tu famosa Parábola que presenta en exclusiva, Mateo en su Capítulo 13: 

"El Reino de los Cielos es semejante a un hombre que sembró buena semilla en su campo. Pero, mientras la gente dormía, vino su enemigo, sembró encima Zizaña entre trigo. Y se fue. Cuando brotó la hierba y echó luego espiga, apareció entonces también la Zizaña". 

"Los siervos del amo fueron a decirle: 'Señor, ¿no sembraste buena semilla en tu campo?. ¿Cómo es que tiene Zizaña?'. El les contestó: 'Algun enemigo ha hecho esto'. Dícenle los siervos: '¿quieres, pues, que vayamos a recogerla?'. Díceles: 'No. No sea que, al recoger la Zizaña, arranquéis a la vez el trigo. Dejad que ambos crezcan juntos hasta la siega. Y al tiempo de la siega, diré a los segadores: Recoged primero la zizaña y atadla en gavillas para quemarla. Y el trigo recogedlo en mi granero'". 

Tú mismo la interpretaste, en la tranquilidad familiar, a petición de tus amigos y discípulos.  

Lo explica así Mateo: "El que siembra la buena semilla es el Hijo del Hombre. El campo es el mundo. La buena semilla son los Hijos del Reino. La Zizaña son los Hijos del Maligno. El enemigo que la sembró es el Diablo. La siega es el Fin del Mundo, y los Segadores son los Angeles. De la misma manera, pues, que se recoge la Zizaña y se la quema en el fuego, así será al fin del mundo. El Hijo del Hombre enviará a sus ángeles, que recogerán de su Reino todos los escándalos y a los agentes de iniquidad, y los echarán en el horno de fuego. Allí será el llanto y el rechinar de dientes. Entonces los Justos brillarán como el Sol en el Reino de su Padre. El que tenga oídos, que oiga". 

Todo queda muy claro en tu explicación. Basta escuchar, tener oídos, buena voluntad, sinceridad. Y aplicarse la enseñanza a sí mismo. Se habla claramente de los dos finales: el Personal y el Universal. Y se da a entender algo que conviene explicitar: que uno considerado como "buena semilla" puede contaminarse y así transformarse en "Zizaña". Y al contrario. Uno que sea clara y profundamente "Zizaña", puede arrepentirse, y cambiar su ser. Convertirse en "Buena Semilla" para el Reino de Dios. Se le aplica la "Ley del Punto Final". Es perdonado, regenerado. 

Este tema es el que ha querido expresar en su cuadro mi amigo pintor. A Tí se Te ve como una sombra, iluminada, que tiene a su derecha a los salvados. Entre ellos puedo distinguir a pobres, lisiados, en general, marginados, y al fondo, las líneas de una gran Ciudad Luminosa que es la Ciudad del Reino de Dios. A tu Izquierda están los condenados, derribados en medio de un gran lago de sangre, dinero y fuego. Y al fondo su ciudad en llamas.

 

ACTUALIDAD DEL TEMA. En nuestros días los Políticos, los periodistas y las gentes sacan constantemente el Tema de lo que se ha llamado una "Ley de Punto Final".  

No puedes inaginarTe la algarabía nacional que se arma, cuando se plantea este asunto. Todos gritan su opinión. Y Te hablo de "gritar" conscientemente. Lo digo sin exageración. En vez de hablar, gritan.  

Tan apasionante es esta discusión sobre si acabar o no, con las Especulaciones, Investigaciones, Comisiones Especiales, Intervenciones Judiciales, Crispaciones Políticas y Sociales producidas por hechos históricos, más o menos ocultos, de Personajes corruptos o de Intervenciones Especiales de los Servicios de Seguridad en la lucha contra los bajos fondos de la Sociedad, en especial contra el Terrorismo. Vamos a ver cuándo terminará esta controversia nacional. 

Aunque estoy seguro de que cuando termine ésta, aparecerá otra. Porque unos y otros necesitan que se planteen situaciones así para acusar y derribar al que está arriba o, desde arriba, destruir las posibilidades de subir del que está abajo.

 

LOS FINALES EN TU DISCURSO. Tú también hablaste y muy largamente de lo que podríamos definir en general con el término "Los Finales".  

Tú tenías conciencia plena de que tu Presencia en el Mundo era la primera culminación de un proceso, comenzado en lo más profundo de la Eternidad de tu Padre, a través de la Creación del Universo y de la Humanidad, pasando por las Rebeldías Humanas y la Promesa de la Redención y del Perdón. Pero este Grandioso Proceso no terminaba con esta primera Culminación, Tu Venida en Belén de Judá, sino que, después de tu Vida, tu Actividad, tu Pasión, Resurrección, Ascensión y la toma de posesión de la Iglesia por el Espíritu Santo, continuaría a través de los siglos, hasta culminar de nuevo, de forma esplendorosa, en un Segundo Momento, con tu Presencia definitiva en el Eterno Reino de Dios, juntamente con todos tus hermanos reconocidos  como tales. 

Esta sería la Historia de los Puntos Finales. 

Los Biblistas y los Teólogos suelen llamar a esta Parte de tu Mensaje tu "Discurso Escatológico", que es una palabra de difícil pronunciación para los europeos, pero de claro significado, gracias a su etimología griega.  

Los Españoles que hablamos castellano, estamos acostumbrados a ello, porque una gran parte de nuestras palabras proviene de la lengua de la Grecia Clásica, una de cuyas formas utilizaron algunos Evangelistas y Apóstoles, para escribir de Tí: la forma del Griego Coiné, o Griego Común. La "Escatología" sería así el Tratado o Estudio de los Puntos Finales de la historia.  

Por tanto, puede haber tantos puntos finales como historias: La Historia de Israel y de su Ciudad Jerusalén, la Historia de los Individuos Humanos, la Historia de la Humanidad en su conjunto, la Historia del Universo Creado. En tu Discurso Escatológico Te pronuncias sobre el Final de estas formas de historia. 

A veces las entremezclas. Y tomas unas formas como expresión y símbolo de las otras.  Por ello, el análisis de tu Discurso no es nada fácil. Y se presta a equívocos y oscuridades, dudas provenientes de su contenido Profético, Previsor del Futuro. En realidad el Futuro adquiere también diferentes formas, según sea el sujeto a que se refiere: No es lo mismo el futuro de una Ciudad y de una Nación, que el Futuro de los individuos,  el de la Humanidad o el del Universo. Sin embargo, estos Futuros, aunque diversos, se entremezclan y entrecruzan. Y cuando se describe la Destrucción de Jerusalén que simboliza la destrucción del Universo, las personas, los habitantes, los individuos tambie'n se ven afectados. 

Por esto, Tú, cuando hablas del Final Total, tienes presentes otros Finales: El del Tiempo de Noé, el Final de las Ciudades Perversas, Sodoma y Gomorra en tiempos de Abraham y de Lot, el de Jerusalén y otras Ciudades de tu Tiempo, como Cafarnaún, Betsaida, Corozaín, el final de los Individuos y el Final Definitivo del Universo para dejar paso a "Un Mundo Nuevo y Una Tierra Nueva", sin Sol y sin Luna, porque Tú, Cordero Sacrificado, serás su Lámpara y su Luz. 

Además este Discurso por su estilo y por su propio contenido es también llamado "Apocalíptico", ya que trata temas que suelen atemorizar a los oyentes humanos y con unas violentas formas de destrucción, de muerte y de implacable justicia.  

Muchas veces en tus Comunicaciones a los Apóstoles y a todos los que Te escuchaban hablaste de estos "Puntos Finales". Los Evangelistas han recogido la mayoría de ellos. Los "Hechos de los Apóstoles", las Cartas de Pablo, Pedro y los demás Apóstoles también los tocan. Y el Grandioso y Visionario Libro del Apocalipsis trata prácticamente y exclusivamente de este Tema en sus 22 Capítulos.

 

AL FINAL DE TU VIDA, LOS PUNTOS FINALES. Los tres Sinópticos que son Mateo, Marcos y Lucas, dedican una importante parte de sus páginas a exponer tu Discurso Escatológico. Todos ellos lo presentan como tema importante y de especial interés, que trataste precisamente cuando Te acercabas al Final de tu Vida Terrena, en los días anteriores a tu Pasión, cuando estabas en Jerusalén y hablabas a las gentes, cada vez más estrechamente acosado por tus enemigos, y Tú de noche salías a orar o a descansar hacia el Monte de los Olivos o Betania. 

Juan, el Evangelista, también trata de este tema. Pero lo hace a su modo tan peculiar, tan emotivo, especialmente en los últimos capítulos de su obra, desde el 12 hasta el último que es el 21. Tus Palabras, según Juan, no tienen paralelismo con las que pronunciaste según los tres Sinópticos. 

Se terminaba tu Vida humana con el impresionante Final de tu Pasión y Muerte en la Cruz. Y Tú pensabas espontáneamente en todos los Grandes Finales, y se los comunicabas a los que Te seguían y a los que Te querían escuchar. Yo quisiera en esta Carta recordar lo que Tú dijiste sobre el Final de las Personas y el Final de la Humanidad en su conjunto. Son temas centrales de tu Mensaje Salvador.

A veces los "gritabas" en el Templo. Voy a comenzar por Juan.

 

EL PUNTO FINAL DE NUESTRA VIDA PERSONAL AQUí. Juan y el poder de tu Palabra. Este Evangelista recoge este hecho y estas frases, en su Capítulo 12. Es una Página fundamental para comprender la importancia de nuestra Salvación por nuestra Fe en Tí: 

"Jesús gritó: 'El que cree en Mí, no cree en Mí, sino en Aquél que me ha enviado. Y el que me ve a Mí, vé a Aquél que me ha enviado. Yo, la Luz, he venido al mundo, para que todo el que crea en Mí no siga en las tinieblas. Si alguno oye mis palabras y no las guarda, Yo no le condenaré, porque no he venido para condenar al mundo sino para salvar al mundo. El que me rechaza y no recibe mis palabras, ya tiene quien le condene: la Palabra que Yo he hablado. Esa le condenará el último Dia. Porque Yo no he hablado por mi cuenta, sino que el Padre que me ha enviado me ha mandado lo que tengo que decir y hablar, y Yo sé que su mandato es Vida Eterna. Por eso, las palabras que Yo hablo, las hablo como el Padre me lo ha dicho a Mí'". 

En este párrafo gritado por Tí en el Templo de Jerusalén, hay una seria llamada a la Humanidad, para que escuche tus Palabras. Tú has recurrido a la Transcendencia Eterna de lo que Tú dices y has dicho, porque todo ello proviene del Padre que Te envió y Te ordenó decir lo que dices. Y por eso, tu Mensaje tiene un valor de Eternidad. Es intocable. No se puede cambiar. Por este Mensaje seremos juzgados. Y el punto Final de cada uno de nosotros quedará decidido por la aceptación y la práctica de tu Palabra vivida. Tú hablaste del "Ultimo Día" y de lo que en él nos sucederá a causa de tu Palabra, recibida de tu Padre. Si la

hemos escuchado, aceptado y practicado, conseguimos la Vida Eterna. Si, por el contrario, la rechazamos, estamos condenados. La misma Palabra nos condena. Rachazamos la Verdad Salvadora.

 

Nos condenamos si rechazamos tu Salvación. Es lo mismo que dijiste en otra ocasión, cuando hablaste del Pecado contra el Espíritu Santo, que es un Pecado que no se puede perdonar. Lo recogió Mateo en su Capítulo 12: "El que no está conmigo, está contra Mí, y el que no recoge conmigo, desparrama. Por eso os digo: 'Todo pecado y blasfemia se perdonará a los hombres, pero la blasfemia contra el Espíritu no será perdonada. Y al que diga una palabra contra el Hijo del Hombre, se le perdonará. Pero al que la diga contra el Espíritu Santo, no se le perdonará ni en este mundo ni en el otro'". 

Rechazar conscientemente el Mensaje de Dios que es el Mensaje de la Verdad, nos cierra definitivamente las Puertas de la Vida Eterna. Entonces nosotros mismos cerramos y sellanos la posibilidad de un Final Feliz, un Final que nos jugamos en el momento de nuestra muerte y que se manifestará definitivo en el llamado Juicio Universal. Juan hablada del "último día". Este último día puede ser tanto el Final de nuestra vida personal, como el día Final del Universo.

 

La importancia de nuestra Salvación justifica todos los sacrificios. En otras muchas ocasiones y a través de muchas Parábolas has expresado Tú, Jesús de Nazaret, este mismo pensamiento. En realidad, podríamos decir que este pensamiento está siempre latente en las diversas formas que va tomando tu Mensaje de Salvación. Hasta en tus Milagros y las curaciones de enfermos que Tú has realizado con tanta frecuencia, lo encontramos. Porque todos tus Milagros son tienen dos caras, dos aspectos fundamentales: Son al mismo tiempo un gesto de tu exquisita Caridad profundamente humana y humanista y además un signo, una señal, una flecha, una llamada muy comprensible y clara para nosotros, hacia tu Misión Salvadora, Transformadora de la Humanidad. 

Así se explica que Tú seas tan exigente con tus seguidores, a los que no ofreces nunca ventajas terrenas, sino sólamente angustias, dificultades, tentaciones, persecuciones, cárceles, muertes violentas.  

Todas estas frases que ahora recuerdo son tuyas. Han sido dichas y repetidas en diferentes situaciones difíciles y Mateo las ha recogido en lo que los Comentaristas titulan "Discurso Apostólico" que está en su capítulo 10. Todo él es una lección de austeridad y de fidelidad a tu Persona, que dabas a los doce, recién elegidos Apóstoles. 

Primero les exiges que vayan pobremente: "No toméis oro, ni plata, ni cobre en vuestras fajas. Ni alforja para el camino, ni dos túnicas, ni sandalias, ni bastón. Porque el obrero merece su sustento [...]. Si no se os recibe ni se escuchan vuestras palabras, salid de la casa o de la ciudad aquella sacudiendo el polvo de vuestros pies. Yo os aseguro: El día del Juicio habrá menos rigor para la tierra de Sodoma y Gomorra que para la ciudad aquella".  

"Mirad que Yo os envío como ovejas en medio de lobos". "Guardaos de los hombres, porque os entregarán a los Sanedrines y os azotarán en sus sinagogas. Y por mí os llevarán ante gobernadores y reyes, para que déis testimonio ante ellos y ante los gentiles". "Entregará a la muerte hermano a hermano y padre a hijo. Se levantarán hijos contra padres y los matarán. Y seréis odiados de todos por causa de mi nombre. Pero el que persevere hasta el fin, ése se salvará".  

"Cuando os persigan en una ciudad, huid a otra, y si también en ésta os persiguen, marchaos a otra". "No está el discípulo por encima de su Maestro, ni el siervo por encima de su Amo. Ya le basta al discípulo ser como su Maestro, y al siervo como su Amo. Si al Dueño de la Casa le han  llamado Beelzebul, ¡cuánto más a sus domésticos!. No les tengáis miedo". "No temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma. Temed más bien a Aquel que puede llevar a la perdición alma y cuerpo en la gehenna".  

"Todo aquel que se declare por Mí ante los hombres, Yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos. Pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré Yo también ante mi Padre que está en los cielos". "No creáis que he venido a traer paz a la tierra. No he venido a traer paz, sino espada. Sí. He venido a enfrentar al hombre con su padre, a la hija con su madre, a la nuera con su suegra. Y sus propios familiares serán los enemipos de cada cual". "El que quiere a su padre o a su madre más que a Mí, no es digno de Mí. El que quiere a su hijo o a su hija más que a Mí, no es digno de Mí". "El que no tome su cruz y me siga, no es digno de Mí. El que encuentre su vida, la perderá. Y el que pierda su vida por Mí, la encontrará". 

"Quien a vosotros recibe, a Mí me recibe, y quien me recibe a Mí, recibe a Aquel que me ha enviado. Quien reciba a un Profeta por ser Profeta, recibirá recompensa de profeta, y quien reciba a un justo por ser justo, recompensa de justo recibirá. Y todo aquel que dé de beber tan sólo un vaso de agua fresca a uno de estos pequeños, por ser discípulo, os aseguro que no perderá su recompensa". 

Tú dirigías estas tus Instrucciones, estas tus Consignas, a los Doce Apóstoles, que Tú enviabas en una Misión especial sólamente para las Ciudades y Pueblos de Israel, para anunciar que "está cerca el Reino de los Cielos". Pero me parece que se pueden aplicar también a todos los Apóstoles de tu Iglesia, según el lugar que en ella ocupen: a los que están más arriba, más altos, evidentemente, se les pide que sean más estrictos y exigentes consigo mismos que a los demás de rango inferior. Tú dijiste, según Lucas en el Capítulo 12: "A quien se le dió mucho, se le reclamará mucho. Y a quien se confió mucho, se le pedirá más". 

Todo esto sólamente tiene sentido si los entregados a tu Servicio Apostólico ponen en juego todo lo que son y tienen , por una gran causa, que es además la que se refiere a una Eternidad Feliz, inmutable.  

Todos los cristianos también encuentran en estas duras instruccciones una gran Luz para conocer mejor el Camino que Tú muestras a todos, que es un Camino en el que no puede haber posibilidad de extravíos, ni de imprevistos. Se nos pide que lo demos todo, que demos todo lo que somos y poseemos, porque bien vale la pena asegurar así toda la eternidad del Más Allá. Te entregamos nuestra vida terrena, para recibir de Tí una Vida Eterna, sin fin.  

Nos comprometemos a aceptar nuestra cruz diaria, sin quejarnos, hasta el final de todo lo terreno, para que nos entregues la Felicidad de la Resurrección Gloriosa. Tú nos pides el holocausto de todos nuestros amores más humanos y sagrados, como el amor al padre y a la madre, a los hijos e hijas, al esposo y a la esposa. Todo esto es muy exigente, muy doloroso.

Tú nos exiges el sacrificio de los propios bienes, para acometer una gran empresa que se proyecta sobre la Vida Definitiva: "Cualquiera de vosotros que no renuncie a todos sus bienes, no puede ser discípulo mío".

 

Algunas Parábolas en que se propone la Idea del Final. Son muchas. Yo voy a recordar sólamente algunas. Generalmente las propone Lucas que es el Evangelista que más Parábolas tuyas ha recopilado, en los Capítulos que van desde el 12 hasta el 19. 

La Parábola del hombre rico tonto que consiguió una gran cosecha y que yo he llamado en otra Carta, bajo el título de "Los Sueños de un Capitalista", sugiere muchas verdades sobre el punto Final. Aquel Propietario, satisfecho por la buena acumulación de frutos, comienza a crear planes fantásticos para multiplicar su capital, y, mientras tanto, gozar de la vida y descansar confortablemente. Entonces llega tu enseñanza terrible: "Pero Dios le dijo: 'Necio. Esta misma noche te reclamarán el alma. Las cosas que preparaste ¿para quién serán?'. Así es el que atesora riquezas para sí, y no se enriquece en orden a Dios". (Capítulo 12). 

Lo que realmente importa es acumular riquezas que tengan un valor ante Dios. Lo que vale ante Dios, lo que Dios considera "un Valor" no coincide con lo que es considerado como tal en la Escala de Valores de los Hombres. No hay que errar en un asunto tan decisivo. La Parábola de este Rico Necio nos enseña a ser "Sabios" con la Sabiduría de nuestro Padre y de tu Evangelio. 

Tú añadiste: "Vended vuestros bienes y dad limosna. Haceos bolsas que no se deterioran, un tesoro que no os fallará en los cielos, donde no llega el ladrón,  ni destruye la polilla. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro corazón".

 

El Señor que vuelve de la Boda y el Administrador Holgazán. En estas dos parábolas de Lucas 12, Tú nos insistes en que hemos de ser como "hombres que esperan a que su Señor vuelva de la boda, para que, en cuanto llegue y llame, al instante le abran". Y Tú dices: "Dichosos los siervos, que el Señor al venir encuentre despiertos: Yo os aseguro que se ceñirá, los hará ponerse a la mesa y, yendo de uno a otro, les servirá. Que venga en la segunda vigilia o en la tercera, si los encuentra así ¡dichosos ellos!". 

A continuación expones el mismo pensamiento bajo la imagen de la llegada de un ladrón, porque "en el momento que no penséis vendrá el Hijo del Hombre". Y frecuentemente repites: "Estad Preparados". 

Lo mismo quieres enseñar con la Parábola del Administrador Holgazán y Caprichoso, del mismo Capítulo 12 de Lucas. "Vendrá el señor de aquel siervo el día que no espera y en el momento que no sabe, le separará y le señalará su suerte entre los infieles".

 

La Parábola de la Higuera. "Un hombre tenía plantada una higuera en su viña. Y fue a buscar fruto en ella. Y no encontró. Dijo entonces al Viñador: 'Ya hace tres años que vengo a buscar fruto en esta higuera. Y no lo encuentro. Córtala. ¿Para qué va a cansar la tierra?'. Pero él le respondió: 'Señor, déjala por este año todavía uy mientras tanto cavaré a su alrededor y echaré abono, por si da fruto en adelante. Y si no da, la cortas'". (Lucas. Capítulo 13).. 

Esta Parábola de la Hiquera se puede y se debe aplicar al Pueblo de Israel, que estaría simbolizado por la Higuera que no da fruto y que Dios espera que lo dé. Pero también se puede entender perfectamente de las personas, individualmente consideradas, y aun de la historia de toda la humanidad. A cada uno, pueblo o persona, nación de ahora o de después, humanidad global, Dios pide una vida fructífera, es decir, productiva y válida para el Reino de Dios y ante el Juicio Final.

 

Los Hijos de la Luz hemos de ser más astutos que los hijos de este mundo. La historia de aquel administrador corrupto, que propone Lucas en su Capítulo 16, nos demuestra lo que Tú pensaste de la torpeza de los que Tú llamas "Hijos de la Luz", frente a la astucia de los "Hijos de este mundo".  

La terminaste así: "Yo os digo: Haceos amigos con las riquezas injustas, para que, cuando lleguen a faltar, os reciban en las eternas moradas".  

"Si, pues, no fuisteis fieles en las riquezas injustas, ¿quién os confiará las verdaderas?. Y si no fuisteis fieles con lo ajeno, ¿quién os dará lo vuestro?". 

Las "Riquezas Injustas" son las Riquezas terrenas. Las riquezas "Verdaderas" son las que Dios aprecia, y se refieren a las que nos llevan a la seguridad del otro mundo feliz. Hemos de saber explotar con inteligencia todo lo que en este mundo tenemos, para ser apreciados por Dios. "Lo ajeno" es todo lo de este mundo. "Lo nuestro" somos nosotros mismos con nuestras propias obras y responsabilidades que estamos señalados para la eternidad.

 

LOS APóSTOLES Y SUS CARTAS. Todos los Apóstoles en las Cartas que dirigieron a los Cristianos, después de Pentecostés, tocan de un modo o de otro, el Tema de tu Venida para juzgarnos y juzgar a toda la Humanidad. Hablan de una tu "Segunda Venida". Y de "Un Juicio Venidero". Así Pedro, Juan, Judas. Y el Apocalipsis. 

Pero sobre todo Pablo, en repetidas ocasiones, habló del Juicio que estaba por llegar. Con este tema llegó a asustar al Procurador Félix y a su esposa Drusila, en Cesarea, cuando en un encuentro con él, Pablo habló "de la Justicia, del Dominio propio y del Juicio Futuro. Entonces Félix, aterrorizado, decidido, le interrumpió. 

Las Cartas de Pablo a los Tesalonicenses provocaron una situación de ansiedad, que es interesante recordar, precisamente porque se extendió la idea de que Tú estabas por llegar ya. 

Tesalónica se llama hoy Salónica, y era la Capital de una Provincia del Imperio Romano, Macedonia, cuyo nombre perdura ahora y a veces es causa de conflictos internacionales. Allí había un grupo de Cristianos. Tesalónica tenía una importante población judía y por tanto, y una muy activa sinagoga, y en ella, había grupos de prosélitos provenientes del paganismo y un numeroso grupo de señoras de alta posición social que eran muy influyentes. La Comunidad Cristiana reflejaba esta variedad. 

Pablo había permanecido en Tesalónica varios meses, juntamente con Timoteo y algun otro de sus acompañantes, seguramente Silvano o Silas. Hubo tumultos en la ciudad contra Pablo, quien tuvo que desaparecer y escapar. Después desde Atenas envía a Timoteo a Tesalónica, para que constate lo que está sucediendo allí. Timoteo trae buenas noticias. Y Pablo les envía la Primera Carta a los Tesalonicenses, desde Corinto. Esta Carta puede ser el escrito más antiguo del Nuevo Testamento. Se escribió hacia el año 49, aun antes de los Evangelios más antiguos, Marcos y Mateo. 

En esta Primera Carta, Pablo habla de la suerte de los difuntos y de la "Venida del Señor". Lo hace en el Capítulo 4 y en el 5. Dice que el Señor "vendrá como un ladrón". Y que no se sabe ni el día ni la hora. 

Como consecuencia de esta Primera Carta, surgieron inquietudes en el grupo comunitario de los Cristianos de Tesalónica, sobre tu Venida, que parecía ser inminente.  

Estas inquietudes dieron motivo para que se escribiera la llamada "Segunda Carta a los Tesalonicenses", que no es tan claramente de Pablo como la Primera. En esta Segunda el autor quiere tranquilizar a los Cristianos. Y éste es el contenido exclusivo de los dos Primeros Capítulos de la Carta. "No os alarméis por alguna manifestación profética, por algunas palabras o por alguna carta presentada como nuestra, que os haga suponer que está inminente el Día del Señor". Hay que trabajar para vivir.

 

LOS TERRORES POSTERIORES. Varias veces a lo largo de la Historia del Mundo y de la Iglesia, se han presentado movimientos de Terror, como si tu Segunda Venida estuviera cercana. Se han hecho famosos sobre todo, los Movimientos Populares del Final del Primer Milenio Cristiano, llamados "Los Terrores del Año Mil".  

Los Historiadores investigan y discuten lo que sucedió realmente en la Iglesia en aquellos años oscuros. No se ponen de acuerdo, aunque lo más probable es que esos llamos "Terrores" estuvieran localizados más bien en algunas ciudades o pueblos de alguna nación en guerra.  

En España, por ejemplo, por aquellos años, había un Caudillo Arabe que devastaba regiones con sus ejércitos. Era el hispanoárabe Almanzor, llamado más perfectamente Abu Amir Muhammad Al-Mansur, quien finalmente fue derrotado en la famosa batalla de Calatañazor, pequeña Villa situada a orillas del Río Osma, en la actual Provincia de Soria, donde fue herido tan gravemente que poco después murió, en el año 1002.  

Este hombre destruyó ciudades por el Norte de España, Galicia, León, Zamora, Cataluña. Naturalmente este hecho produjo pánico entre los cristianos, aunque en realidad estaba comenzando la decadencia de poder musulmán en España. 

Los Astros en sus evoluciones por el espacio han infundido siempre miedo, a la humanidad que se siente impotente ante las amenazas de destrucción. Es como si los hombres y las mujeres de este mundo tuvieran conciencia de su contingencia y de su destino final de destrucción.  

Martín Heidegger, alemán, nacido a finales del siglo XIX y Filósofo existencialista, ya había observado que el "Estar-en-el Tiempo" característico del Hombre descubre su "Ser-para-la Muerte". 

El propio Martín Lutero, el Monje Rebelde que fue el promotor de una división muy profunda entre los Cristianos, ya preanunciaba, en el siglo XVI, el cercano fin del mundo. Protestantes también han sido los llamados "Adventistas", quienes, como su Nombre claramente indica, están convencidos de que tu llegada está siempre próxima. Forman una Comunidad Cristiana que tuvo su origen en los Estados Unidos de América, el año 1831. A veces señalan fechas concretas, pero, hasta el presente, no han acertado. 

Cuando se acercó a la Tierra el Cometa Halley, a principios del siglo XX, muchos pensaron que iba a chocar con la Tierra, y se produciría el Final. Pero no fue así. Y el Universo siguió tan tranquilo, su camino. 

En todas estas ocasiones no sucedió nada espectacular. Pero a veces, algunos Predicadores de tu Iglesia, ingenuos, intentando aprovechar estas situaciones para conseguir conversiones de los pecadores, han clamado con poco tino, que el Fin del Mundo estaba cerca.  

Recuerdo que a finales de los años 50 de este siglo XX, se produjo un Movimiento de este estilo en varios países de América Latina. Yo entonces dí varias conferencias sobre estos temas, que fueron siempre muy concurridas. Y esto indica el interés que todo lo que sea Terror suscita en las masas. 

Estos miedos se produjeron porque se divulgaron noticias sobre las apariciones de María Santísima en Fátima y de unos secretos que Ella había confiado a los niños videntes. Se llegó a fijar el año de los terroríficos sucesos. Sería el año 1960. Pero no sucedió nada especial.  

Nosotros hemos podido ver que en estos últimos años del siglo XX han sucedido cosas maravillosas y positivas. Se han hundido los Muros de Berlín y otros muros más culturales que separaban los pueblos y las grandes potencias. De la Guerra Fría hemos pasado a una Paz constatable, evidente, constructiva. Han sido años con sucesos muy alentadores.

 

JUICIO PERSONAL Y JUICIO FINAL. Todo lo que Te he escrito anteriormente se refiere a lo que podemos llamar "Juicio Particular" o "Juicio Personal". Este Juicio de Dios, nuestro Padre, nos llega y se manifiesta en el momento de nuestra muerte. Dejamos este mundo. Y nos encontramos con la Verdad de lo que hemos sido responsablemente, libremente. Nos veremos tales como somos ante tus Ojos Profundos, Penetrantes, Conocedores de las Conciencias Humanas con todas sus esquinas, con todos sus rincones. 

Y esta Visión nos hará sentir "Culpable", "No culpable" o "Inocente". La Ley del Punto Final que Tú has establecido para todos los que sabemos reconocer nuestras debilidades, nuestras rebeldías, nuestros pecados, se manifestará claramente. Y entonces, aun los más grandes pecadores, podrán aparecer ante Tí como salvados, gracias a ese punto Final que exige solamente el Arrepentimiento Sincero, el Dolor de haber hecho lo que se ha hecho, y haber sabido decir: "Lo Siento", "Lo siento de todo corazón". La Ley del Punto Final entonces se aplica automáticamente, sin más. No sucede lo mismo entre los Hombres, entre los Políticos, ante los Jueces, ante Las Comisiones de investigación, ante los Parlamentos. 

Pero después llegará un Día, no sabemos cuándo, en que todo se convertirá en Público. Y la Justicia Divina se manifestará ante todas las generaciones. Tú lo has descrito en Varias Parábolas de Mateo, Capítulo 25, como son las Parábolas de las Diez Vírgenes y la de los Talentos. Yo Te lo he comentado en la Carta que llamé "Cuando se cierra la Puerta". Tú has dicho de Tí mismo, según refiere Juan en su Capítulo 5: "El Padre no juzga a nadie, sino que el juzgar se lo ha entregado al Hijo, para que todos honren al Hijo como honran al Padre". "En verdad, en verdad os digo: llega la hora (ya estamos en ella), en que los muertos oirán la Voz del Hijo de Dios, y los que la oigan vivirán". Dios "le ha dado poder para juzgar, porque es Hijo del Hombre". 

Además lo proclamaste ante los Tribunales Israelitas, cuando ya estaban dispuestos a llevarTe hacia la Muerte. Como dice Mateo, Capítulo 26, el Sumo Sacerdote, Caifás, Te conjuró "por Dios Vivo a que nos digas si Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios". Entonces Tú proclamaste tu Divinidad y tu Filiación Divina, y afirmaste que en Tí se iban a cumplir todas las profecías referentes a la grandeza del Mesías. "Le responde Jesús: 'Sí. Tú lo has dicho. Y Yo os declaro que a partir de ahora veréis al Hijo del Hombre sentado a la diestra del Poder y venir sobre la nubes del Cielo'". 

Con esta confesión aceptabas ser el Señor que "juzga a las naciones", según el Salmo 110, y el "Hijo del Hombre" del que habló el profeta Daniel. Tú mismo lo habías afirmado ante tus discípulos: "Entonces aparecerá en el Cielo la Señal del Hijo del Hombre. Y entonces harán duelo todas las razas de la Tierra y verán venir al Hijo del Hombre sobre las nubes del cielo con gran poder y gloria. El enviará a sus ángeles con sonora trompeta, y reunirán de los cuatro vientos a sus Elegidos, desde un extremo de los cielos hasta el otro". Es lo que dices Tú, según Mateo, capítulo 24. 

El Capítulo 25, sin embargo, termina con una descripción del "Juicio Final" que resulta impresionante. Es una soberbia exclusiva de Mateo.  

Porque la gran razón, la única razón, que Tú esgrimes para Condenar a los Hombres y Mujeres y para Salvar a los que de ellos y ellas se salven, es el Amor sentido, vivido, practicado. Porque Tú Te identificas con los que sufren, con los hambrientos y sedientos, con los pobres, con los pequeños, con los enfermos, con los marginados, los delincuentes, los abandonados. Y todo lo que a favor de ellos se hizo, Tú lo consideras hecho a Tí. Y todo lo que contra ellos se hizo, Tú lo consideras un ataque a Tí, un desprecio a tu Personalidad de Hijo del Hombre, de Hijo del Dios vivo.  

"Irán éstos [los malos] a un castigo eterno. Y los justos a una vida eterna". Así pones fin a tu Descripción de este Momento Final de la Historia. Una Ley de Punto Final, sin posible retorno.  

Este Final será el Triunfo del Amor, como afirma la misma descripción de Mateo, pero también de la Fe en Tí.  

Porque habías dicho en otra ocasión: "Todo aquel que se declare por Mí ante los hombres, Yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos. Pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré Yo también ante mi Padre que está en los Cielos".  

Tú nos reconocerás. Y le dirás a tu Padre: "Estos son mis Hermanos. Los conozco muy bien. Ellos también me conocen a Mí. Y Me han reconocido ante los demás".

 

LOS ARTISTAS SE LO HAN IMAGINADO ASI. Este Final tan emotivo, tan feliz, tan patético, tan terrible, según como se mire, ha sido el objeto de la fantasía de muchos y grandes Pintores y Escultores. Al principio de la presente Te hablé del Cuadro de mi amigo el Pintor.  

Pero éste resulta un pequeño esbozo frente a los grandiosos espectáculos artísticos que nos han ofrecido los Grandes Creadores de la Historia. En todas las Ciudades y en todos los estilos probablemente existen obras importantes en Catedrales antiguas, Templos más modernos, Museos y Libros de Arte. 

Yo puedo recordarTe, por ejemplo, el gigantesco tímpano de la Catedral de Amiens, en Francia. Amiens es la Capital del Distrito de Somme. Y tiene una Catedral que es considerada la mayor de toda Francia. Es del siglo XIII, y toda ella es una especie de monumento de un estilo gótico muy vertical y refinado. Sobre su entrada tiene una gran obra de escultura, relieves, y otras finuras artísticas que representa el "Juicio Final". El conjunto resulta maravilloso y se puede contemplar sin cansarse, con gusto, descubriendo siempre nuevos pormenores, rostros y actitudes de las figuras allí reunidas. 

Han pintado el "Juicio" Fra Angelico, Giotto, Rubens.  

Pero deseo explicarTe lo que me sucedió a mí personalmente todas las veces que, estando en Roma, la Ciudad de tu Vicario, Sucesor de Pedro, he visitado la celebérrima Capilla Sixtina del Vaticano. Cuando penetras allí, por aquellas portezuelas laterales, experimentas una enorme sensación de que te encuentras ante un espectáculo grandioso, como si no existieran paredes, ni techos, y estuvieras contemplando una realidad que va más allá de los muros. Es algo cósmico. Es algo transcendental, que está por encima de lo accidental, de lo anecdótico. 

Siempre experimentaba lo mismo. Una forma de admiración y de contemplación artística, religiosa, cristocéntrica. 

Uno que entra allí no sabe dónde detener los ojos. Porque todo el conjunto te somete a una forma de ensoñación artística, integrada, dentro de un discurso teológico y bíblico.  

Allí están las obras de muchos y grandes artistas. Pero, entre todos ellas, sobresalen las realizadas por Michel Angelo Buonarrotti, el gran Miguel Angel, maestro de Artistas y Genio de la Pintura. 

La Capilla Sixtina lleva el nombre del Papa Sixto IV, quien la mandó construir., en la segunda mitad del siglo XV. Pero fue Julio II, el Papa que, en 1508, encargó a Miguel Angel que pintara la gran bóveda y el frontispicio del Altar Mayor. 

Entonces, aquel Genio soñador fue poblando de imágenes, de emociones, de gestos contorsionados, de movimiento, y de todo lo que significa la palabra "Conmoción", aquel espacio del que podía disponer. Y así surgieron las escenas Bíblicas. Y entre todas ellas, la más genial del "Juicio Universal". 

Y allí estás Tú con un gesto terrible, una mirada vigorosa, pronunciando las Palabras del Veredicto Final. Y el Universo de la Humanidad lo recibe con la experiencia definitiva de la Separación Eterna. 

PAblo VI una vez, en un discurso que pronunciaba en la misma Capilla Sixtina, ante Cardenales y otros invitados, decía: "Terribilis est Locus Iste". Se refería a aquel Lugar. Le parecía "Terrible".  

Y es que Miguel Angel, con su temperamento genial, duro, violento, lo había llenado de formas excitadas, gritonas, angustiadas, derrotadas. También se puede ver la otra cara de la humanidad, la cara sonriente, triunfal, gloriosa. La Cara Luminosa de tu Gesto.

 

CóMO TE IMAGINO YO. Yo Te imagino de otro modo, aun en el Día Final de las Verdades Definitivas.  

Tu triunfo no será el Triunfo de un Déspota o de un Dictador que se ha impuesto. Sino el Triunfo de un Hermano Mayor Salvador que ha conseguido lo que se había propuesto: El Triunfo de la Verdad. 

Y esto cubrirá tu simpático Rostro de brillo, alegría y paz. 

Encontré una poesía que me gustó, porque resuma humildad y una gran confianza en Tí: 

               "Hoy que sé que mi vida es un desierto,

               en el que nunca nacerá una flor,

               vengo a pedirTe, Cristo Jardinero,

               por el desierto de mi corazón".

 

               "Para que nunca la amargura sea

               en mi vida más fuerte que el Amor,

               pon, Señor, una Fuente de Alegría

               en el desierto de mi corazón".

 

               "Para que nunca ahoguen los fracasos

               mis ansias de seguir siempre tu Voz,

               pon, Señor, una Fuente de Esperanza

               en el desierto de mi corazón".

 

               "Para que nunca busque recompensa

               al dar mi mano o al pedir perdón,

               pon, Señor, una Fuente de Amor puro

               en el desierto de mi corazón".

 

               "Que no me busque a mí cuando Te busco

               y no sea egoísta mi oración.

               Pon tu Cuerpo, Señor, y tu Palabra

               en el desierto de mi corazón".

 

Una hermosa súplica de uno que se experimenta como Desierto, y que, sin embargo, sabe que Tú puedes plantar en él la Verdad, la Belleza, la Fe, la Salvación. Yo me siento así: Desértico, pero con un Oasis muy bello: Tu Personalidad y tu Mensaje.  

Tú transformas el desierto es un hermoso Jardín, y Contigo nuestra pobre vida queda enriquecida y divinizada. Así es la Vida de los Hijos de Dios, tus Hermanos.