Jesús y los niños

Autor: Ramón Aguiló SJ

 

 

Jesús de Nazaret, muchas veces te has encontrado con los niños, con los pequeños. Y es una cosa verdaderamente extraña y rara que un Hombre tan serio, tan importante, tuviera tantas atenciones con los peques.

 

He dado una mirada a los Libros Sagrados, y he hallado páginas y gestos encantadores.

 

Lo primero y lo más maravilloso es que el Hijo de Dios, el Ser Infinito, para quien todo fue creado, fuera un niño. Todo el universo cristiano a través de los siglos ha sabido imaginar y reproducir los encantos de Belén, con la presencia anunciadora de los ángeles, la bondad de los Pastores y la riqueza de los llamados Reyes Magos, que más bien deberían ser llamados los Sabios venidos del Oriente. Pero todo esto con ser encantador jamás podrá llegar a expresar la humillación de tu Personalidad Divina. Todos Te recordamos como el Hijo de Dios, “QUE SE HIZO ESCLAVO”.

 

Y Tú, Jesús de Nazaret, fuiste un Niño Excepcional, porque llamaste la atención de tus Papás, de tus vecinos, y de los Doctores Servidores del Templo de Jerusalén. Yo diría que hasta fuiste un Niño, en cierto sentido, Travieso. Porque, cuando tenías 12 años de edad, Te separaste  de María y José, sin decirles nada, para quedarte unos días en el Templo. Lo cuenta el Evangelista Lucas (Capítulo 2). Dice así:

 

El NIÑO CRECÍA Y SE FORTALECÍA, LLENÁNDOSE DE SABIDURÍA, Y LA GRACIA DE DIOS ESTABA SOBRE ÉL. Sus Padres iban todos los años a Jerusalén a la Fiesta de la Pascua. Cuando  (Jesús) tuvo  doce años, subieron ellos como de costumbre a la Fiesta y, al volverse, pasados los días, el NIÑO JESÚS SE QUEDÓ EN JERUSALÉN, SIN SABERLO SUS PADRES. Pero, creyendo que estaría en la caravana, hicieron un día de camino, y le buscaban entre los parientes y conocidos; pero, al no encontrarle, se volvieron a Jerusalén en su busca. Y sucedió que, al cabo de tres días, le encontraron en el Templo sentado en medio de los Maestros, escuchándoles y preguntándoles. TODOS LOS QUE LE OÍAN, ESTABAN ESTUPEFACTOS, POR SU INTELIGENCIA Y SUS RESPUESTAS.

 

Después Tus Padres, Jesús, Te vieron y, después de escucharte, cuando terminó la entrevista improvisada con los Doctores, Discutieron contigo, y Te expresaron su inquietud.  Eras NIÑO, pero ya hablabas de tu otro Padre y de la Casa del Padre. Ellos no comprendieron nada.

 

Segundo. Durante tu Vida Pública, Jesús, muchas veces has hablado de los Niños y te has referido a ellos, para que los mayores comprendieran tus Mensaje Salvadores.

 

Un día los Apóstoles quisieron conocer tu pensamiento sobre la verdadera grandeza de los seres humanos. Lo explica san Mateo (Capítulo 18). De este modo:

 

En aquel momento se acercaron a Jesús los discípulos y le dijeron: ¿Quién es, pues, el Mayor  en el Reino de los Cielos.

 

Tu respuesta fue muy hermosa, porque llamaste a un NIÑO, le pusiste en medio de ellos, y dijiste: Yo os aseguro que, si no cambiáis, y no os hacéis como NIÑOS NO ENTRARÉIS EN EL REINO DE LOS CIELOS. Así, pues,  QUIEN SE HAGA PEQUEÑO COMO ESTE NIÑO, ÉSE ES EL MAYOR EN EL REINO DE LOS CIELOS.

 

Y después has ido completando tu mensaje diciendo: EL QUE RECIBE UN NIÑO COMO ÉSTE EN MI NOMBRE, A MÍ ME RECIBE.

 

Hablaste también de los que escandalizan a los PEQUEÑOS, es decir, de los que inducen a pecar a los Niños. Y has previsto un gran castigo para los que ensucian la vida de los pequeños con el pecado.

 

Y esto es algo muy frecuente en nuestros días. Las calles, los medios de comunicación, las revistas, parece que están pensadas y realizadas para que el sentido y la experiencia del pecado se extienda a todas la capas sociales, especialmente a los más jóvenes.

 

Podría citar otros muchos pasajes evangélicos en los que apareces Tú con los Niños o hablando de ellos.  Pero no quiero que esta carta sea demasiado larga. Volveremos sobre el tema otro día.

 

Ahora, para terminar, quisiera recordar un hermoso Cuento que me han contado a mí. Es un Cuento que explica lo que hizo una NIÑA. Un hombre castigó a su Hija de 5 años por desperdiciar un rollo de papel dorado para envolver regalos. En casa estaban muy mal de dinero y el papá se molestó mucho cuando la niña puso todo el papel dorado en una cajita y la colocó debajo del Árbol de Navidad.

 

La Niña en la mañana de la fiesta de la Navidad, la Niña trajo la cajita, envuelta con el papel dorado, a su Papá. Y le dijo: Esto es para ti, Papi.

 

El padre se sintió avergonzado por haberse molestado tanto  en la anterior noche. Pero su molestia resurgió de nuevo cuando comprobó que la Caja estaba vacía, y le dijo a su NIÑA: ¿No sabe Usted, Señorita, que cuando uno da un regalo debe haber algo dentro del paquete?

 

La Niña se giró con lágrimas en los ojos y le dijo: Pero, papi, no está vacía. LE PUSE BESITOS HASTA QUE SE LLENÓ.

 

El Padre entonces, conmovido, abrazó a la NIÑA y le pidió perdón por lo mal que la había tratado.

 

Un tiempo después, un accidente cortó la vida de la Niña, y su papá conservó la cajita dorada junto a su cama por el resto de su vida. Y así, cuando se sentía desolado, recuperaba la tranquilidad. Recordaba y experimentaba de nuevo el AMOR DE SU NIÑA.

 

¿Qué te parece, Jesús de Nazaret? ¿Verdad que Tú también Te sentías amado, cuando contemplabas los rostros ingenuos de los NIÑOS Y NIÑAS que Te rodeaban?