Jesús y los fariseos

Autor: Ramón Aguiló SJ

 

Supongo que muchos de los fanáticos e integristas de nuestro tiempo sienten una gran simpatía por aquellos Fariseos de tu Tiempo, que, por otra parte, Te han hecho la vida humana aquí, en esta tierra, casi imposible. 

Te digo esto porque hay Fariseos en todas las Religiones. Y en todas las ideologías. En todos los países. También entre los llamados Cristianos, tanto naciones como personas. Lo peor es que los Fariseos de ahora fácilmente caen en las más destructoras violencias. Y se convierten en Terroristas y Asesinos. Te podría poner algunos ejemplos. Te podría narrar algunos sucesos de estos días. Y verías exactamente a lo que me refiero. 

Yo creo que el Fariseo es un Hombre o una Mujer que tiene unas cuantas convicciones muy profundas, las quiere vivir por lo menos aparentemente, hacia fuera, con rigor. Las quiere imponer también a los demás. Porque desprecia a los que no son como él, los juzga con mucha facilidad, los condena con frialdad. Y si puede los elimina, o los hace eliminar. Son unos espiritualistas agresivos.

 

LO QUE ERA EL FARISEISMO EN TU TIEMPO. La palabra hebrea de la cual provienen la griega "Farisaios" o la latina "Pharisaeus" significaba algo así como "Separación", "Distinción". Segúa esto el Fariseo clásico, el Bíblico, sería un Hombre que se sentía "Distinto" de los demás, y por tanto quería vivir sus propias convicciones, espiritualmente al menos, "Separado" de ellos. Formaban todos ellos una secta, muy activa socialmente, de buena posición económica y de prestigio, que se distinguía por el aprecio del rigor y de la auteridad y por el integrismo israelita de sus ideas. Querían ser Israelitas de veras, profundamente nacionalistas. Tenían una Ley, que explicaban siempre en modo sumamente estricto, y prácticamente insoportable.  Ellos mismos, a pesar de su doctrina totalitaria y extremista, se concedían privadamente ciertas libertades y por tanto moralmente dejaban mucho que desear. Lo que les volvía hipócritas a tus ojos de Mensajero de la Verdad, y a los ojos del pueblo que, sin embargo, los soportaba y en algunos sectores, los apoyaba y respetaba.  

Los Fariseos tenían en contra a los Saduceos, que eran sus opositores. Los Saduceos no aceptaban todas las doctrinas que enseñaban los Rabinos o Maestros, y proclamaban una vida más humana y aceptable para todos. Además, los Saduceos, juntamente con los Herodianos, eran más bien Partidos Políticos, frente a los Fariseos que se mantenían dentro del campo de lo Religioso, aunque en Israel resultaba siempre muy difícil separar ambos campos. Los Saduceos habian aceptado y practicaban costumbres que podrían considerarse como paganas y materialistas. Y los Herodianos eran partidarios de la Dinastía reinante de los Herodes, y de la dominación romana. Los Saduceos no aceptaban la resurrección de los Muertos. 

De hecho, Pablo, cuando después de su conversión y de varios años de Apostolado, fue detenido y llevado ante el Sanedrín, para ser juzgado, utilizó muy bien las diferencias entre fariseos y saduceos, para defenderse. Lo cuenta el Libro de los Apóstoles en su Capítulo 23:  

"Pablo, dándose cuenta de que una parte eran saduceos y la otra fariseos, gritó en medio del Sanedrín: 'Hermanos, yo soy Fariseo, hijo de fariseos. Por esperar la resurrección de los muertos, se me juzga'. Al decir él esto, se produjo un altercado entre fariseos y saduceos y la Asamblea se dividió. Porque los saduceos dicen que no hay resurrección, ni ángel, ni espíritu; mientras que los fariseos profesan todo eso. Se levantó, pues, un gran griterío. Se pusieron en pie algunos escribas del partido de los fariseos y se oponían diciendo: 'Nosotros no hallamos nada malo en este hombre. ¿Y si acaso le habló algun espíritu o un ángel?. Como el altercado iba creciendo, temió el tribuno que Pablo fuese despedazado por ellos, y mandó a la tropa que bajase, que le arrancase de entre ellos y le llevase al Cuartel". Pablo en este momento se sintió a salvo de la persecución, aunque la conjura judía contra él prosiguió. 

Los Fariseos tambien tenían un gran influjo en la Política. De hecho los "Zelotes" que defendían a ultrazanza y por la estricta violencia, el nacionalismo israelita, tenían muy estrechas relaciones con los Fariseos. 

La unión de Fariseos y de Escribas o especialistas en la Ley y en las Tradiciones, llevó a la consecuencia del "Rabinismo", que se dedicaba al estudio pertinaz de la Mishna y el Talmud. 

Los Fariseos creían en el alma, en la resurrección de los muertos y esperaban a un Mesías al que habían dado formas sumamente nacionalistas y terrenas, con tintes políticos. 

Hubo varias clases de Fariseos según los describe el Talmud: El Fariseo Agobiado. El Fariseo Interesado. El Fariseo de frente ensangrentada. El Fariseo presumido. El Fariseo afanoso por su Salvación. El Fariseo movido por el temor. El Fariseo movido por el amor.   

Había dos escuelas más famosas de Fariseos: La de Hillel (menos estrechos y legalistas) y la de Shammai. 

Los Fariseos no sabían distinguir entre la Ley y las Tradiciones de los Mayores. Lo aceptaban todo. Y con mucho rigor. Así resultaba a veces que el Valor Religioso de las Tradiciones era más importante y tenido en consideración que la Ley de Moisés. Estas doctrinas se convertían en un verdadero peso, un fardo imposible de llevar para muchos israelitas. El Estudio casuístico de la Ley y de las Tradiciones acercaron a los Fariseos y los llamados Escribas o Juristas, que eran los estudiosos de todo  lo que significaba imposición legal o tradicional. 

Hay un dato que me resulta curioso, y es que en los diferentes Libros del Antiguo Testamento, desde el Génesis hasta los Libros de los Macabeos, pasando por todos los Salmos, Sapienciales y otros, nunca se hacen referencias a los Fariseos, como si no existieran. En cambio, varias veces se escribe sobre la hipocresía y los hipócritas. Tampoco hay alusiones a los Saduceos.

 

TU PRECURSOR YA TUVO PROBLEMAS CON LOS FARISEOS. Parece raro que los Fariseos, siendo como eran tan estrictos en sus criterios religiosos y en sus actitudes, tuvieran dificultades con Juan el Bautista, tu Precursor, que estaba predicando junto al Rio Jordán y bautizando a los que se arrepentían, con el bautismo de Penitencia. Y sin embargo, las tuvieron. También chocaron con él. Y él les gritó con aquella fuerza que solía adoptar. 

Mateo, en su Capítulo 3, va narrando esto: "Tenía Juan un vestido de pelos de camello con un cinturón de cuero a sus lomos, y su comida eran langostas y miel silvestre. Acudía entonces a él Jerusalén, toda Judea y toda la Región del Jordán. Y eran bautizados por el él en el Río Jordán, confesando sus pecados. Pero al ver venir muchos fariseos y saduceos al bautismo, les dijo: 'Raza de víboras, ¿quién os ha enseñado a huir de la cólera inminente?. Dad, pues, digno fruto de conversión. Y no os contentéis con decir en vuestro interior: Tenemos por padre a Abraham. Porque os digo que puede Dios de estas piedras dar hijos a Abraham. Ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles. Y todo árbol que no dé buen fruto, será cortado y arrojado al fuego". Entonces Juan prosigue su discurso anunciando tu Venida y el Bautismo en el Espíritu Santo y en el Fuego, que llegará contigo. 

Realmente Juan sabía con quiénes trataba al recibir a los Fariseos y Saduceos. No era ningun piropo, ninguna alabanza llamarles: "Raza de Víboras". Las Víboras siempre son deslizantes, sutiles y venenosas, cuando llegan a picar. Sus picaduras son mortales. Dura comparación para expresar lo que son los fariseos y saduceos. 

La reacción de los Fariseos contra Juan y estos ataques tan hirientes, fue también dura. La cuenta Juan en su Capítulo 1: "Este fue el Testimonio de Juan, cuando los judíos enviaron donde él, desde Jerusalén, sacerdotes y levitas a preguntarle: '¿Quién eres tú?'. El confesó, y no negó. Comfesó: 'Yo no soy el Cristo'. Y le preguntaron: '¿Qué, pues?. ¿Eres tú Elías?'. El dijo: 'No lo soy'. ¿Eres tú el Profeta?'. Respondió: 'No'. Entonces le dijeron: '¿Quién eres, pues, para que demos respuesta a los que nos han enviado?. ¿Qué dices de tí mismo?'. Dijo él: 'Yo soy voz que clama en el desierto: Rectificad el Camino del Señor'. Ellos habían sido enviados por los Fariseos". Los Fariseos estaban contra Juan. Y sus enviados han proseguido su interrogatorio, y Juan les fue declarando quién era él y cuál era su misión. Algunos le aceptaron, escucharon sus acusaciones con humildad, y recibieron el Bautismo de Penitencia. Otros lo rechazaron. Esto lo narra Mateo, en su Capítulo 3, como hemos visto antes. 

Es extraño que los Fariseos, en su conjunto y en bloque, no se alistaran como discípulos de Juan. Porque su doctrina integrista y rígida se parecía mucho a la que Juan predicaba, junto al Río Jordán. Juan no era abierto como Tú lo fuiste. Y exigía mucho cambio y profundo cambio, a los que le escuchaban, como explica Lucas en su Capítulo 3. Habló a las gentes, a los publicanos que le preguntaron, a los soldados. Y a todos les exigía un cambio de vida. Hasta que chocó con la brutalidad de Herodes, de su falsa esposa Herodías y la ligereza sexual de Salomé, la bailarina. Tú seguiste todos estos pasos, y echaste en cara a los Fariseos que rechazaran a Juan que "no comía, ni bebía", es decir, que vivía una vida sumamente austera.

 

LOS FARISEOS NO TE HAN COMPRENDIDO NI ACEPTADO. Muy pronto Tú también chocaste con el que podríamos llamar Muro Farisaico. Fue como una reacción  innata, inevitable, por parte de ellos y también por tu parte. Ellos no Te soportaron. Pero Tú tampoco aceptaste sus doctrinas, actitudes, rechazos. El enfrentamiento varias veces fue durísimo. Hasta que Te llevaron a los Tribunales y a la Muerte. 

Tú ya lo habías observado, cuando escuchaste las murmuraciones en las que los Fariseos Te criticaban porque comías y bebías con los Publicanos...Y Te habían llamado "Comilón" y "Borracho", porque llevabas una vida considerada normal, como la de todos los demás.

 

Varias veces se confabularon contra Tí. Muy pronto aparecieron en tu Vida Pública, como opositores acérrimos. Se confabularon varias veces contra tu acción misionera. Se reunían, discutían, y pensaban cómo acallarTe. En repetidas ocasiones Mateo lo subraya. Por ejemplo, después de la curación en Sábado, de un hombre que tenía la mano paralizada. Sucedió en la Sinagoga. Mateo (Capítulo 12) termina así: "Los Fariseos salieron y se confabularon contra El, para ver cómo eliminarle. Jesús, al saberlo, se retiró de allí". 

También Mateo insiste en el Capítulo 22, después de aquella Parábola que tanto molestó a tus enemigos, la llamada "Parábola del Banquete Nupcial". En esta Parábola Tú enseñas con toda claridad que los primeros invitados a la Fiesta, buscaron excusas para no asistir, y por ello fueron rechazados y otros fueron invitados, con los que se llenaron los salones del Banquete.  Los Fariseos cayeron en la cuenta de que Te referías a ellos y a los dirigentes de su Pueblo. Y añade Mateo: "Entonces los Fariseos se fueron y deliberaron sobre la forma de cazarLe en alguna palabra. Le envían sus discípulos, junto con los herodianos, a decirLe". Te proponen a continuación el problema del Impuesto a pagar al César. Evidentemente buscaban pruebas contra Tí. Querían que tropezaras y así poderTe acusar. 

Tuviste una controversia con los Saduceos sobre la Resurrección de los muertos, y los hiciste callar con tu enseñanza precisa. "Mas los Fariseos, al enterarse de que había tapado la boca a los Saduceos, se reunieron en grupo, y uno de ellos le preguntó con ánimo de ponerle a prueba". Entonces Te plantean el tema de cuál es el mandamiento mayor de la Ley. (Capítulo 22 de Lucas). 

Después de uno de los banquetes con fariseos que describe Lucas, sucedió lo que podía esperarse. Ya que Tú habías atacado duramente a Fariseos y Legistas. "Cuando salió de allí, comenzaron los escribas y fariseos a acosarle implacablemente y hacerle hablar de muchas cosas, buscando, con insidias, cazar alguna palabra de su boca" (Lucas, Capítulo 11). 

Pero tal vez el momento más significativo de estas malévolas confabulaciones farisaicas, lo describe Juan en su Capítulo 11. Juan expone largamente la Resurrección de Lázaro, y tus diálogos con Marta y con María. Al ver todo aquello "Muchos de los Judíos que habían venido a casa de María, viendo lo que había hecho, creyeron en El". Entonces intervienen los Fariseos, asustados y ansiosos por lo que sucedía. Dice Juan: "Pero algunos de ellos [de los judíos] fueron donde los Fariseos y les contaron lo que había hecho Jesús. Entonces los Sumos Sacerdotes y los Fariseos convocaron consejo y decían: '¿Qué hacemos?. Porque este hombre realiza muchas señales. Si le dejamos que siga así, todos creerán en El. Vendrán los Romanos y destruirán nuestro Lugar Santo y nuestra Nación'. Pero uno de ellos, llamado Caifás, que era el Sumo Sacerdote de aquel año, les dijo: 'Vosotros no sabéis nada. Ni caéis en la cuenta que es mejor que muera uno solo por el Pueblo y no que perezca toda la Nación'. Esto no lo dijo por su propia cuenta, sino que, como era Sumo Sacerdote aquel año, profetizó que Jesús iba a morir por la Nación, y no sólo por la Nación sino también para reunir en uno a los Hijos de Dios que estaban dispersos. Desde este día, decidieron darLe muerte". 

Los Fariseos por tanto, habían decidido que Tú tenías que morir. Es evidente que los Dirigentes del Pueblo, los Sumos Sacerdotes, o eran Fariseos ellos mismos, o estaban influenciados fuertemente por los Fariseos. Ellos fueron responsables de tu injusta Muerte.

 

Te tentaron y querían exponerTe al ridículo en varias ocasiones. Los Fariseos han estudiado toda clase de tretas y de cuestiones, para que Tú incautemente tropezaras ante las gentes, perdieras el prestigio, y fueras más vulnerable para sus ataques. Hay una verdadera malicia en sus actuaciones para estas finalidades. 

1. La Cuestión del Divorcio. Mateo especialmente, más que otros Evangelistas, recuerda algunas de estas tentaciones, siempre fallidas para los Fariseos. Un se refiere a la posibilidad de Divorciarse que concedía a los Casados la Ley de Moisés. Lo explica así Mateo, Capítulo 19: "Se le acercaron unos Fariseos que para ponerle a prueba, le dijeron: '¿Le es lícito a uno repudiar a su mujer por un motivo cualquiera?'". Entonces Tú no Te mostraste acorralado, sino que aprovechaste la ocasión para darle una magnífica lección sobre lo que es el Matrimonio desde el punto de vista natural, desde la creación, y también desde tu doctrina Cristiana. También habla de esto Marcos, capítulo 10.  

2. El Problema del Tributo al César. En esta ocasión, a la pregunta-trampa, precedió una reunión de los Fariseos "y deliberaron sobre la forma de cazarle en alguna palabra". Exponen la pregunta Mateo, en su Capítulo 22, Marcos en su Capítulo 12 y Lucas en su Capítulo 20. La cuestión era sobre si debían los israelitas pagar el impuesto a los invasores Romanos. Era una cuestión  muy comprometida. Difícilmente podías contentar a todos. Pero tu respuesta fue de aquellas que hacen historia. Y tu frase ha quedado grabada en todos los lenguajes y en todos los extremismos nacionalistas del mundo: "Devolved al César lo que es del César. Y a Dios lo que de Dios es". 

3. Sobre el más importante de los Mandamientos. También ahora hubo confabulación de los Fariseos. El Texto de Mateo, Capítulo 22, dice: "Mas los Fariseos, al enterarse de que había tapado la boca a los Saduceos, se reunieron en grupo, y uno de ellos le preguntó con ánimo de poderle a prueba: 'Maestro, ¿Cuál es el Mandamiento Mayor de la Ley?'". Y Tú les comunicaste y nos comunicaste a todos, que el Mayor de los Mandamientos se resume en el Amor a Dios y al Prójimo. Los demás Evangelistas también recogen esta fundamental enseñanza que sintetiza tu Cristianismo, el que todos nosotros queremos vivir y practicar. 

4. La Mujer Adúltera: ¿Piedras o Perdón?. Juan es el único que recoge, en exclusiva, este hecho tan maravilloso, que demostró en pocas palabras cuál era tu Posición ante los Pecadores y las Pecadoras, aun ante aquellos y aquellas que eran rechazados públicamente por todo el Pueblo, siguiendo las tradiciones de los mayores y de la misma Ley. Está en el Capítulo 8. Y lo voy a trasladar todo completo, porque es emocionante. Te ponía en un serio compromiso. Cualquier solución que le dieras Te comprometía. Si la perdonabas, Te ponías contra la Ley. Si la condenabas, no eras más que un maestro como los demás. Y el Pueblo se sentiría decepcionado. 

"Jesús fue al Monte de los Olivos. Pero de madrugada se presentó otra vez en el Templo. Y todo el pueblo acudía a El. Entonces se sentó y se puso a enseñarles". 

"Los Escribas y Fariseos le llevan una mujer sorprendida en adulterio, la ponen en medio y le dicen: 'Maestro, esta mujer ha sido sorprendida en flagrante adulterio. Moisés nos mandó en la Ley apedrear a estas mujeres. ¿Tú qué dices?'. Esto lo decían para tentarle, para tener de qué acusarle". 

"Pero Jesús, inclinándose, se puso a escribir con el dedo en la tierra. Como ellos insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: 'Aquel de vosotros que esté sin pecado, que le arroje la primera piedra'. E inclinándose de nuevo, escribía en la tierra. Al oir estas palabras, se iban retirando uno tras otro, comenzando por los más viejos. Y se quedó sólo Jesús con la mujer que estaba delante. Incorporándose Jesús le dijo: 'Mujer ¿dónde están. ¿Nadie te ha condenado?'. Ella respondió: 'Nadie, Señor'. Jesús le dijo: 'Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más'". 

Este fragmento de tu Vida no figuraba antes en las páginas de Juan. Tal vez debería estar en las de Lucas. O quizás, los primeros dirigentes de la Iglesia, la habían retirado, porque les parecía escandalosa para los cristianos recién llegados del Judaismo o del Paganismo. A todos y a mí, nos parece maravillosa y totalmente representativa de tu Misión de Salvador. Además llevada con una inteligencia y una oportunidad geniales, que dejó sin palabra a los que Te tentaban, les descubrió su conciencia acusadora, y al pueblo le dió una necesaria lección de humildad y de caridad. Tú habías dicho que No podíamos juzgar a nadie, ni menos condenarle. 

Te pedían señales del cielo. Tú les dabas las señales que eran necesarias para que creyeran en Tí. Tu principal Señal eras Tú mismo, tu Personalidad, tu Mensaje. Tu Persona tan completa, tan espiritual, tan equilibrada, tan superior sólamente podía ser la Persona de un Profeta, del Mesías, del Hijo de Dios. Lo que Tú comunicabas a los hombres, sólo podía expresar el Discurso de Dios al Pueblo de Israel y a la Humanidad. Pero además realizaste centenares de Milagros, a veces muy espectaculares, ante ellos: Resurrecciones de Muertos, Curaciones, Rechazo de los Espíritus Inmundos, Transformaciones milagrosas de Pecadores y Pecadoras. Habían podido escuchar las Voces de Juan el Bautista, del Dios de Israel, que daban su testimonio a tu Favor.  

Pero ellos querían más: querían señales espectaculares, cósmicas, que el Universo se manifestara como una gran puesta en escena de tu Personaje Mesiánico. Tú les dijiste que no sería así. Pero ellos insistían. Lo podemos ver en Mateo, capítulo 12: "Entonces le interpelaron algunos escribas y fariseos: 'Maestro, queremos ver una señal hecha por Tí'. Mas El les repondió: '¡Generación malvada y adúltera!. Una señal reclama, y no se le dará otra señal que la señal del Profeta Jonás. Porque de la misma mane que Jonás estuvo en el vientre del cetáceo tres días y tres noches, así también el Hijo del Hombre estará en el seno de la tierra tres días y tres noches'". 

No aceptaba su reto. Y les ofrecías veladamente la realidad significativa de tu Muerte y de tu Resurrección. 

La exposición del mismo Mateo, capítulo 16, añade algunos pormenores interesantes sobre los signos: "Acercáronse entonces los Fariseos y Saduceos y, para ponerle a prueba, le rogaron que les mostrase una señal del cielo. Mas El les respondió: 'Al atardecer decís: Va a hacer buen tiempo, porque el cielo tiene un rojo de fuego. Y a la mañana: Hoy habrá tormenta, porque el cielo tiene un rojo sombrío. Con que sabéis discernir el aspecto del cielo y no podéis discernir las señales de los tiempos. ¡Generación malvada y adúltera!. Una señal reclama, y no se le dará otra señal que la señal del Profeta Jonás'. Y dejándolos, se fue". 

Buscaban detenerTe, pero tenían miedo. Muy pronto los Fariseos cayeron en la cuenta de la fuerza de tu Verdad ante el Pueblo. Y buscaron oportunidades para detenerTe. Pero siempre surgía alguna dificultad, algun peligro. Juan en su Capítulo 7 describe una de estas situaciones: 

"Muchos entre la gente, creyeron en El, y decían: 'Cuando venga el Cristo, ¿realizará más señales que las que realiza éste?'. Se enteraron los Fariseos que la gente hacía estos comentarios acerca de El, y los Sumos Sacerdotes y los Fariseos enviaron guardias para detener a Jesús". Se establece un diálogo entre Jesús, las gentes y los guardias. Y más tarde dice Juan: "Algunos de ellos querían detenerle, pero nadie le echó mano. Los Guardias volvieron donde los Sumos Sacerdotes y los Fariseos. Estos les dijeron: '¿Por qué no le habéis traído?'. Respondieron los Guardias: 'Jamás un hombre ha hablado como habla ese hombre'.  Los Fariseos les respondieron: '¿Vosotros también os habéis dejado embaucar?. ¿Acaso ha creído en él algun Magistrado o algun Fariseo?. Pero esa gente que no conoce la Ley son unos malditos'. Les dice Nicodemo, que era uno de ellos, el que había ido anteriormente donde Jesús: '¿Acaso nuestra Ley condena a un hombre sin haberle antes oído y sin saber lo que hace?'. Ellos le respondieron: '¿También tú eres de Galilea?. Indaga y verás que de Galilea no sale ningun profeta'. Y se volvieron cada uno a su casa". 

Cuando se acercaba la Fiesta de la Pascua, muchos esperaban verte allí. "Los Sumos Sacerdotes y los Fariseos habían dado órdenes de que, si alguno sabía dónde estaba, lo notificara para detenerle" (Juan, Capítulo 11). Cuando entraste triunfalmente en Jerusalén, las gentes Te aclamaban, y los Fariseos se sentían nerviosos e inquietos, y se decían (Juan capítulo 12): "Los Fariseos comentaban entre sí: ¿Veis?. No adelantáis nada. Todo el mundo se ha ido tras El".  

Finalmente lograron detenerTe. Tú estabas en el Jardín, "más allá del Torrente Cedrón". Contigo fueron tus Apóstoles. Judas conocía el lugar. Y lo avisó a tus enemigos, cuando consiguió venderTe. "Judas, pues, llega allí con la cohorte y los Guardias enviados por los Sumos Sacerdotes y los Fariseos, con linternas, antorchas y armas".  

Llegó el momento supremo de tu detención definitiva. Tus enemigos lo habían conseguido. Y ya no Te soltarían. Ciegamente, apasionadamente, Te llevarían a la Cruz. En esta detención tan injusta habían colaborado los Sumos Sacerdotes, los Fariseos y los Poderes Políticos y Militares de los Romanos, bajo la guía de uno de tus Apóstoles, Judas el Iscariote que Te engañó, Te vendió y Te entregó. Juan Evangelista da a conocer todo esto con claridad en su Capítulo 18.

 

POR QUé TE PERSEGUíAN CON TANTA SAÑA LOS FARISEOS. A lo largo de tu Vida Pública, los Fariseos fueron chocando contigo en diversas ocasiones, y por diferentes motivos. Tú no les ecuchabas. No les hacías caso. Porque Tú tenías un mandadto del Padre y lo querías cumplir. Tu eras el Mesías. Y eras un Mesías, como tu Padre lo quería, no como se lo habían imaginado los fanáticos, integristas de Israel. 

1. Porque comisteis con Publicanos y Pecadores. Los Fariseos se pusieron contra Tí, porque comías con los publicanos y los pecadores, como sucedió en la fiesta que Te ofreció Mateo o Leví, el cobrador de los impuestos, en su propia casa, cuando Tú le llamaste. Los invitados eran todos Publicanos, es decir, pecadores, gentes despreciables por los "santones" del momento, los fariseos. (Mateo, Capítulo 9). Tú les respondida con aquella frase llena de ironía: "No necesitan los sanos, del médico. no he venido a llamar a los justos sino a los pecadores".  

Más tarde Te recordaré lo que sucedió con otro Recaudador de Impuestos, también publicano y rico, que se llamaba Zaqueo. 

En otra ocasión, Lucas (Capítulo 15), cuenta que "todos los Publicanos y los Pecadores se acercaban a El para oirle. Y los Fariseos y los Legistas murmuraban diciendo: 'Este acoge a los pecadores y come con ellos'. Entonces les dijo esta Parábola"... Y les propusiste las bellísimas y conmovedoras Parábolas de la Oveja Perdida y hallada, de la Dracma extraviada y del Hijo Pródigo y el Padre Paciente.

Lucas, Capítulo 19, propone otra exclusiva que dio que hablar a los Fariseos. Se trataba del caso de Zaqueo, que era jefe de Publicanos, y rico. Lo narra así Lucas: "Habiendo entrado en Jericó, atravesaba la ciudad. Había un Hombre llamado Zaqueo, que era Jefe de Publicanos, y rico. Trataba de ver quién era Jesús, pero no podía a causa de la gente, porque era de pequeña estatura. Se adelantó corriendo y se subió a un sicómoro para verLe, pues iba a pasar por allí. Y cuando Jesús llegó a aquel siitio, alzando la vista, le dijo: 'Zaqueo, baja pronto. Porque conviene que hoy me quede yo en tu casa'. Se apresuró a bajar y le recibió con alegría". 

"Al verlo, todos murmuraban, diciendo: 'Ha ido a hospedarse a casa de un hombre pecador'. Zaqueo, puesto en pie, dijo al Señor: 'Daré, Señor, la mitad de mis bienes a los pobres. Y si en algo defraudé a alguien, le devolveré el cuádruplo'. Jesús le dijo: 'Hoy ha llegado la salvación a esta casa, porque también éste es Hijo de Abraham, pues el Hijo del Hombre ha venido a buscar y salvar lo que estaba perdido'". 

El caso de Zaqueo es curioso. Porque no fue Zaqueo el que Te invitó a hospedarTe en su casa. Fuiste Tú el que le propusiste la idea. Se vé que le conocías bien. Y que habías previsto su reacción positiva y alegre. Tú le pediste su casa. Y los habitantes de aquella casa cambiaron. Eran ricos y despreciados por los demás, como "pecadores", seguramente por el trabajo que realizaban. Pero Zaqueo, el pecador, se sintió transformado por tu simpática invitación y tu plena confianza en que él con gusto la aceptaría. Zaqueo había comprendido la profundidad de tu Mensaje de amor a los desheredados y marginados. Por ello, Zaqueo se comprometió a dar la mitad de sus bienes, que eran muchos, para los pobres, y a cumplir con el deber de restituir generosamente (el Cuádruplo) a los que se les había defraudado. Aquí Lucas no habla de "Banquete" o "Comida", sino de "Hospedaje", que es mucho más. Estoy seguro de que, juntamente con las habitaciones de su casa, Zaqueo puso a tu disposición y sobre la mesa, buenos manjares, para tus comidas, cenas y desayunos. 

Las murmuraciones fueron terribles, porque Zaqueo estaba al servicio del Fisco de los Romanos en una ciudad rica y de muchas transacciones comerciales, como era Jericó, y además era el Principal de todos los de su oficio. Pero Tú no Te inmutaste. Y Zaqueo se convirtió en uno de tus seguidores. No consta cuándo fue bautizado. Pero me parece evidente que lo fue. Hay diversas tradiciones sobre su vida posterior. Algunas dicen que fue compañero de Pedro en su Apostolado, y por él nombrado Obispo de Cesarea. Otras tradiciones afirman que se fue a las Galias, la Francia actual, bajo el nombre de "Amador", para darTe a conocer.  Pero nada de ésto se puede considerar demostrado históricamente. De todos modos, sería un buen cristiano, un "pecador" convertido por tu simpatía personal y tu espontaneidad confiada.  

2. Porque no ayunabais como los demás. También Te acusaron y Te rechazaron porque veían que los Fariseos ayunaban, como ayunaban los discípulos de Juan Bautista, en cambio los tuyos, tus discípulos, no lo hacían. Y Tú les respondiste con una realidad muy bella, presentándoTe como Novio de la Humanidad. "¿Pueden acaso estar tristes los invitados a la boda, mientras el Novio está con ellos?. Días vendrán en que les será arrebatado el Novio. Entonces ya ayunarán" (Mateo, Capítulo 9). Esta imagen del Novio en fiesta de Boda, se refiere a Tí. Y esta comparación tan humana, tan cordial, me llena de alegría. Porque así Te experimento cercano a todo lo que es humanismo. 

3. Porque no respetabais el día Sagrado del Sábado. Tú realizaste varios milagros en Sábado y en las Sinagogas. Y estaba prohibido por las muchas leyes y preceptos de los Rabinos de Israel. Devolviste la vista a un ciego como lo expone largamente Juan el Evangelista  en su Capítulo 9. Sanaste en Sábado a un hombre que tenía la mano paralizada, como está en Marcos, capítulo 3. 

Los discípulos arrancaban espigas en Sábado, porque tenían hambre. Y esto no estaba permitido, como narra Mateo, Capítulo 12, Marcos, Capítulo 2 y Lucas, Capítulo 6. 

4. Porque no cumpliais las abluciones legales antes de las comidas. Ni Tú, ni tus discípulos respetasteis las normas de las tradiciones de los mayores que obligaban a lavarse las manos antes de las comidas en un conjunto de abluciones rituales. Había también otras obligaciones legales, cuando se regresaba de las plazas y de las calles, y en el lavado de jarros, vasos y otros objetos. Tú, frente a estas acusaciones ridículas, les mostraste que lo importante era cumplir con los grandes Preceptos de la Ley que obligaban al Amor y al Respeto a los demás. Lo importante es cumplir los Mandamientos de Dios, más que las reglas y las tradiciones de los mayores. Les decías: "Dejando el Precepto de Dios, os aferráis a la tradición de los hombres" (Marcos, Capítulo 7). 

5. Porque Tú perdonabas los pecados, algo que sólo Dios puede hacer. Lucas, Capítulo 5, tiene una larga narración de la curación de un paralítico, que fue introducido en la casa, a través del techo, a causa de la multitud que impedía el paso por la puerta. Y lo primero que Tú le dijiste fue: "Hombre, tus pecados te son perdonados". Los Legistas y los Fariseos se escandalizaron por ello. Y entonces Tú curaste al enfermo, para demostrar que tenías el poder divino de perdonar los pecados de los pecadores. Y termina Lucas: "El asombro se apoderó de todos, y glorificaban a Dios. Y llenos de temor, decían: 'Hoy hemos visto cosas increíbles". 

Tú eras más fuerte que los fariseos. Porque tenías el dominio de las fuerzas naturales, además de todo lo que se refería a tu Misión Salvadora. 

6. Porque Te dejaste aclamar por el pueblo, cuando entraste en triunfo en Jerusalén. Lo Fariseos no pudieron soportar tus triunfos. Las gentes Te admiraban, acudían a escucharTe y Te escuchaban porque hablabas con autoridad. Cuando se acercaba tu Pasión, quisiste entrar en Jerusalén, a pesar de lo peligroso que iba a ser para Tí. Y el pueblo, entusiasmado, Te recibió con aclamaciones, cubriendo los caminos con palmas y sus propios mantos. Lo explica Lucas, en su Capítulo 19. Pero lo Fariseos se quejaron y protestaron: "Algunos de los Fariseos, que estaban entre la gente, le dijeron: 'Maestro, reprende a tus discípulos'. Respondió: 'Os digo que si éstos callan, gritarán las piedras'". 

7. La peor de las acusaciones: Por estar en connivencia con el príncipe del Mal. Esta es la más grave e hiriente de las acusaciones que los fariseos adujeron contra Tí. A mí me molesta mucho que se hayan atrevido a plantearla, habiendo Tú dado pruebas siempre de tu Unión con Dios tu Padre, con su clara Glorificación y habiendo rechazado con contundencia y gran claridad tu oposición y rechazo a todo mal, a los espíritus inmundos y a todo lo que en el mundo queda expresado por lo que todos definimos como malo. 

Esta acusación tan grave, tan destructora en su intención, se halla expuesta en Mateo, Capítulos 9 y 12 y en Lucas, Capítulo 11.  Mateo dice: "Salían ellos, cuando le presentaron un mudo endemoniado. Y expulsado el demonio, rompió a hablar el mudo. La gente maravillada decía: 'Jamás se vio cosa igual en Israel'. Pero los Fariseos decían: 'Por el Príncipe de los demonios expulsa a los demonios'". (Capítulo 9). 

En su Capítulo 12, Mateo es más prolijo, y desarrolla la controversia: "Entonces le fue presentado un endemoniado ciego y mudo. Y le curó, de suerte que el mudo hablaba y veía. Y toda la gente decía atónita: '¿No será éste el Hijo de David?'. Mas los Fariseos, al oirlo, dijeron: 'Este no expulsa los demonios más que por Beelzebul, Príncipe de los demonios'". Entonces Tú "conociendo sus pensamientos", les expone la barbaridad que están diciendo. Porque, si fuera verdad lo que ellos decían, Beelzebul iría contra sí mismo. Sería un reino en guerra civil. Y les lleva a la confesión de Fe: "Si por el Espíritu de Dios expulso Yo los demonios, es que ha llegado a vosotros el Reino de Dios". 

La acusación de los Fariseos iba contra lo más hondo de tu Personalidad Divina, porque quería afirmar que Tú estabas en connivencia con ese personaje destructor de todo Bien, y Líder de todo Mal que está simbolizado en el Príncipe Beelzebul, que es la forma hebrea de expresar una Divinidad Cananea, llamada "Baal, el Príncipe". Los Fariseos en esta ocasión se mostraron perversos, porque no dudaron en acusarTe de estar confabulado secretamente con el Mal, el Pecado, la Idolatría y los falsos dioses de la gentilidad. Pero aquellos Fariseos y sus argumentos y falacias quedaron destrozados, pulverizados por tu Confesión a favor de la Verdad que eras y que proclamabas. Lucas en su Capítulo 11 sigue los mismos pasos que Mateo. Lo mismo que Marcos en su Capítulo 3. 

8. Porque, según ellos, Tú solo dabas testimonio de Tí mismo. Es una acusación que se halla expuesta en Juan, Capítulo 8: "Los Fariseos le dijeron: 'Tú das testimonio de Tí mismo. Tu Testimonio no vale'". Entonces Tú con tu enorme paciencia de siempre, les demuestras a aquellos Fariseos, enraizados en la oposición, que tu Testimonio es verdadero, y que, además, presentas el Testimonio del Padre que Te ha enviado.  "Aunque Yo dé testimonio de mí mismo, mi testimonio vale. Porque sé de dónde he venido y a dónde voy. Pero vosotros no sabéis de dónde vengo ni a dónde voy. Vosotros juzgáis según la carne. Yo no juzgo a nadie. Y si juzgo, mi juicio es válido, porque no estpy Yo solo, sino Yo y el que me ha enviado. Y en vuestra Ley está escrito que el testimonio de dos personas es válido. Yo soy el que doy testimonio de mí mismo. Y el que me ha enviado, el Padre, da testimonio de Mí"...Y añade Juan: "Estas palabras las pronunció en el Tesoro, mientras enseñaba en el Templo. Y nadie le detuvo, porque todavía no había llegado su hora".

 

PARA LOS FARISEOS FUISTE UN IMPOSTOR HASTA EL FINAL. Por la incansable acción de los Fariseos y de los Sumos Sacerdotes, Te condenaron a muerte. Y estando ya en la Cruz sufriendo y hasta después de muerto, Te temían. Por ello, fueron a Pilato, cuando todavía estabas crucificado. Los Sumos Sacerdotes quisieron que Pilato cambiara el letrero que daba la razón de tu condena. Porque decía: "Este es el Rey de los Judíos".  

Después de muerto, cuando ya estabas sepultado, sucedió lo que explica Mateo, capítulo 27: "Al otro día, el siguiente a la Preparación, los Sumos Sacerdotes y los Fariseos se reunieron ante Pilato, y le dijeron: 'Señor, recordamos que ese impostor dijo cuando aún vivía: A los tres días, resucitaré. Manda, pues, que quede asegurado el sepulcro hasta el tercer día, no sea que vengan sus discípulos, lo roben y digan luego al pueblo: Resucitó de entre los muertos. Y la última impostura será peor que la primera'. Pilato les dijo: 'Tenéis una guardia. Id, aseguradlo como sabéis'. Ellos fueron y aseguraron el sepulcro, sellando la piedra, y poniendo guardia". 

Me repugna profundamente esa actitud y gestión de los Sumos Sacerdotes y de los Fariseos. Hasta después de muerto Te calificaron de "Impostor" o sea "Mentiroso", "Encarnación de la Mentira", capaz de toda "Impostura", de todo engaño, de toda mentira y ficción o fingimiento. 

Realmente los Fariseos Te han hecho sufrir mucho con su Fundamentalismo Nacionalista, y su Incansable Persecución, acompañada siempre con una innata Hipocresía.