Ídolos y chapuzas

Autor: Ramón Aguiló sj.


LA LIBERTAD CREATIVA ES UN REGALO DE DIOS. Tu Padre, Yahvé, cuando creó a los hombres les concedió el gran estímulo de la Libertad personal y colectiva. Pero debían desarrollarla, dentro de los amplios cauces de su Orden Universal, el Amor a El y el Amor a los compañeros de existencia y de viaje. Así debían sentirse llamados a crear una obra de arte en su propia vida. Libremente. Responsablemente. Después, todos Le deberían dar cuenta de la obra que habían realizado.

 

El plan es maravilloso. La Libertad es esencial para la buena creación. Dios creó libremente. Y nos ha comunicado la posibilidad y el estímulo para que nosotros seamos también creadores, a nuestro modo humano, con nuestras limitaciones. En este sentido vivir es crear, crear una obra de arte, lo más perfecta, lo más hermosa posible.

 

NUESTRA GRANDEZA. Porque no somos fuerzas ciegas arrastradas por unos instintos elementales de conservación de la propia vida personal y de la perduración de la especie humana a la que pertenecemos, como los seres que llamamos "animales" con una palabra que tiene un sabor de pequeñez sensitiva y de inferioridad, aunque nosotros pertenezcamos también a su grupo. Los hombres y las mujeres tenemos algo de ellos, pero tenemos lo que ellos no tienen que es la razón, la racionalidad, el conocimiento, la voluntad sin ataduras del mero instinto, la libertad, el sentimiento espiritual, superior, y otras tantas cualidades que los animales irracionales no poseen.

 

No somos animales que no piensan. Somos Hombres y Mujeres. Unos y otras completamente Libres. Podemos crear nuestra propia personalidad. O sencillamente convertirnos en Artesanos irresponsables de una chapuza contradictoria y deleznable.

 

LOS QUE RENUNCIAN A LA CREATIVIDAD. Esta es nuestra elección fundamental. Transcurrirán para nosotros unos años de vida, de trabajo, de dolores y alegrías. ¿Servirá para algo todo eso?. ¿Pasaremos por el mundo como vuela una hoja de árbol seca arrastrada por el viento?. ¿Seremos como una estela deleznable o una burbuja nerviosa que se levanta sobre la superficie del mar, producida por una rama caída y sacudida por las olas?. ¿Seremos semejantes a esos pájaros, pequeños o grandes, que vuelan por ahí, veloces, silbando, removiendo el aire, peque que después de un tiempo envejecen, caen y mueren, sin que nadie les llore?. 

 

¡Cuántos millones de hombres y mujeres tendrían que responder a estas preguntas con un  "No lo sé", "No lo he pensado", "No me importa", o sencillamente levantando los hombros, indiferentes, y tal vez mirándonos con unos ojos excépticos!.

 

Estos son los artistas inactivos. Son los artistas en paro irreversible. Son los que nunca han experimentado la belleza de un ideal, el atractivo de una realización personal, el encanto de una obra bien hecha, realizada con responsabilidad. Son los que no poseen capacidad imaginativa. Son los que no tienen fantasía previsora. Son los que no ven un paso más allá. Son los incapaces de planificar sus propia existencia. Son los que nunca han pronunciado unos propósitos, los que no saben el valor que tiene pensar, organizar y escribir un "Plan de Vida". Con seriedad. Con optimismo. Con clarividencia.

 

Así los hay. Y constituyen las grandes mayorías de la humanidad. Son como oleadas de vida que dejan de latir. Son millones de millones de corazones y de cerebros que, sin haber sentido la belleza del amor, sin haber concebido la grandeza de la bondad, dejan de moverse, dejan de burbujear, dejan de de ser cauces de la sangre, y se precipitan en las fosas donde se acumulan y después se desvanecen en polvaredas, los cadáveres inertes, malolientes, corruptos. Sin realidades. Sin esperanzas.

 

Sus vidas han sido años vacíos, perdidos. Horas deleznables. Fuerzas inactivas. Noches de sueño. Temblores de placer pasajero. Comidas y bebidas, más o menos abundantes. Cercanías de cuerpos deseados, abrazados.

 

LOS FABRICANTES DE íDOLOS. Pero hay otros seres. Son los seres que levantan consciente o inconscientemente, ídolos funestos, desviados, tuertos, deformes, fantasmagóricos. Y estos ídolos que se construyen, arrastran consigo muchas horas de la propia vida de los que los crean. A veces toda la vida, todas las energías, los sueños, las fantasías, las capacidades personales.

 

Hay un caso típico de estos malversadores de la voluntad creadora. Es el caso del pueblo de Israel que, mientras Moisés se hallaba en la Montaña dialogando con el Dios Verdadero, ellos estaban construyendo un Idolo en forma de becerro, al que querían adorar.

 

Lo iban construyendo con sus propios tesoros, los que habían sacado a escondidas, de sus casas de esclavos en el Egipto de los Faraones. Los llevaban consigo por el desierto. Los conservaban, adorándolo ya en sus corazones descarriados. ¿Cómo saldría aquel Becerro, realizado por manos inespertas, sin grandes y eficaces instrumentos de trabajo, por unos artistas improvisados, vendido?. Estoy seguro. No sería una hermosa obra de Arte. Más que representar a un Becerro de oro y de otros metales, con algunas piedras preciosas, parecería un monstruo con unos ojos imperfectos y una cara torpe.

 

Los Israaelitas se postraron ante él, mientras proclamaban: "Este es el dios que te sacó de Egipto, Israel". No creían en el Dios verdadero, en aquel momento de su historia de caminantes del desierto. No pensaban que había sido Yahvé su Libertador.

 

Con la construcción penosa de aquella imagen metálica, estaban recordando que, para salir libres, para poderse evadir de la esclavitud, habían entregado sus joyas, sus cadenas, sus amuletos, sus pulseras de oro y de plata, sus brillantes y sus diamantes y otras materialidades insignificantes que los seres humanos han considerado siempre como "valiosos y ricos tesoros, costosos caprichos, adornos de personas poderosas e influyentes".

 

Tú sabes que no es así. Tú sabes que todo eso que brilla, aunque se exponga en los escaparates y se venda a altos precios, a precios asequibles sólamente para algunos, no es más que un oropel engañoso, un juguete para personas vanidosas o para líderes del engaño y de las apariencias.

 

Cuando los Israelitas adoraban a los metales en forma de un toro endiosado, estaban rechazando a Tu Padre, a su Yahvé, a nuestro Dios, Creador de todo y de todos. Ante El sólamente podemos postrarnos. Ante El sólamente debemos pronunciar nuestra súplica humilde y nuestra adoración sincera.

 

En la gran mayoría de los casos no sirve para nada, o para casi nada. Una gran multitud de hombres y de mujeres no piensa más que en su propio cuerpo. Mantenerlo sano. No engordar demasiado. Dormir bien. Comer lo que gusta. Beber algunos tragos. Tal vez tomar unos excitantes. Fumar unas decenas de cigarrillos al día. Inyectarse unos cuantos gramos de droga, cuando llega el "mono". Acostarse con una mujer, aunque no sea la propia esposa, evitando los hijos, procurándose el máximo de placer sexual y el más largo tiempo posible. No hay pensamiento en aquellas cabezas. No hay esfuerzo en aquellas voluntades. No hay sentimientos elevados en aquellos corazones.

 

Todo lo que hacen cada día, todo lo que en el taller de su propia casa, de su propio negocio, de su lugar de trabajo, de su oficina, aunque esté muy bien amueblada, no es más que una gigantesca chapuza inhumana, que es impresentable ante el  Juicio, la Crítica, el Veredicto de Dios, Padre de todos.

 

Yo creo que los cristianos no podemos ser así. No podemos echar por la borda de nuestro barco personal los valores que hemos recibido de Dios, de tal manera que se pierdan de modo ineludible. Esto es un derroche. Esto es una Imbecilidad. Sobre todo, es una gigantesca ingratitud. Porque se echa a perder lo único que tenemos, que es nuestra propia vida, nuestro tiempo de actuación en el escenario de este mundo.

 

En estos casos vivimos la vida "dormidos", "drogados", "en coma continuo", como aquellos pobres enfermos que viven así, en la cama de un hospital o en su propia casa, sin conciencia, sin pensamiento, sin hablar, alimentados sólamente a través de unos tubos de plástico por un líquido que les mantiene en una vida casi exclusivamente vegetativa.

 

LOS CREADORES DE íDOLOS. LA RAZA. Hay otros que trabajan intensamente de una forma equivocada. Son los que utilizan su vida para crear ídolos, falsos dioses, a veces dioses dañinos, destructores, verdaderos diablos que se dedican a tergiversar los objetivos de la humanidad, y tienden a aniquilar a los que piensan y trabajan en otros sentidos, en otros campos y en otros surcos.

 

En este siglo XX hemos tenido que soportar a hombres alocados que han trabajado ardientemente, de rodillas, ante algunos de esos ídolos sociales, filosóficos, raciales.

 

A mi me ha aterrorizado siempre lo que ví durante mi juventud, desde lejos, pero con los rasgos propios de la irracionalidad y la ferocidad. Porque en aquellos años 30 de nuestro siglo hemos contemplado cómo ascendía en algunas naciones de Europa aquella aberración ideológica que se aclamó a un dios de carne, "El dios de la Raza", "El Racismo", que se revistió de formas políticas y militares para imponerse a los hombres y mujeres de la propia nación y a los de otras naciones. Así apareció el Nazismo, con su Cruz Gamada, los Servicios Secretos, los Progroms. Sus seguidores altivos se mostraban siempre vestidos de uniforme, con los gestos característicos de los que se sienten poderosos señores de los demás.

 

Hemos contemplado cómo se reunían las masas de jóvenes y de mayores, perfectamente alineados con uniformes brillantes, guerreos, y camisas de diferentes y característicos colores, camisas pardas, camisas negras, camisas azules, ante un Jefe Supremo que se erguía solitario, sobre una tribuna, entre banderas nacionales y del partido, aclamaciones unánimes y "Vivas" estentóreos, para gritar discursos incendiarios y lanzar proclamas que las multitudes, al unísono, coreaban.

 

Para ellos, la Raza, su propia raza, es el verdadero dios.  Lo adoran. Se adoran a sí mismos. Se creen descendientes de una raza superior, divina, que puede y debe subyugar a los miembros de otras razas siempre inferiores, despreciables. Ellos no tienen leyes para sí mismos. Su caprichosa voluntad es la única ley que señala su camino.

 

Su actitud frente a las otras razas resulta feroz, aniquiladora. Ellos han sido los creadores de los hornos crematorios de hombres y mujeres que no debían existir, según ellos: seis millones de judíos han sido aniquilados en esos hornos siempre encendidos, o han perecido en decenas de campos de exterminio, cuyos nombres todavía recuerda la Humanidad aterrorizada. Pero no sólo los judíos que son los seres humanos pertenecientes a tu propia raza como Hijo del Hombre. También han sido perseguidos y aniquilados hombres y mujeres llamados con desprecio "gitanos" y "gitanas", como si estos seres seminómadas no tuvieran los mismos derechos de vivir, trabajar y ganarse la existencia libremente, como los demás seres de otras razas. También han sido incinerados hombres y mujeres pertenecientes a otros grupos políticos. Todo esto ha sucedido en los años de la primera mitad del siglo XX. Ha sido horroroso.

 

Pero todo esto ha sido posible porque han existido los verdaderos creadores de la teoría de la divinidad de una raza sobre las demás. Son los teóricos del Racismo.

 

Entre estos creadores todos nosotros recordamos a Alfred ROSENBERG, que ha sido un filósofo y al mismo tiempo un político alemán, nacido en Reval (Estonia) en 1893, y muerto, ejecutado por crímenes de guerra por el Tribunal de Nuremberg (Alemania), en 1946. Escribió el Libro titulado "El Mito del Siglo XX". Era el verdadero teórico de la ideología del "Nacionalsocialismo", que tuvo como Jefe adorado, violento, belicoso, a Adolfo Hitler.

 

Adolfo Hitler había nacido en Braunau (Austria) en 1889. Intentó una revolución que fracasó y estuvo encarcelado cinco años. Después, apoyado por las Derechas, fue elegido Canciller del Reich Alemán, en 1933. Y cuando murió Paul von Beneckendorff von HINDENBURG, en 1934, fue aclamado como Führer de Alemania. Entonces comenzó su glorificación y sus invasiones. Lo que llevó a Europa a una gran Guerra Mundial que duró desde 1939 a 1945. Alemania fue vencida. Y Hitler se suicidó, juntamente con su amante Eva Braun en el bunker de la Cancillería en Berlín. Así terminó su vida en 1945 aquel alocado servidor de la Raza Aria, la más divina de todas las razas.

 

Mientras en su juventud estuvo encarcelado, Hitler escribió gran parte de su obra titulada "Mein Kampf", "Mi Lucha".

 

Rosenberg había recibido las ideas racistas de otros escritores. Especialmente de Houston Stewart Chamberlain, que había publicado sus ideas en una obra titulada "Los Fundamentos del Siglo XIX". También Arturo Gobineau (1816 - 1882), de origen francés, fue formado en la cultura germánica, en un Colegio Suizo. Gobineau utilizó repetidas veces la Palabra "Ario". Según Gobineau la Raza Aria está en lo más alto de todas las Razas, como afirma en su Obra "Ensayo sobre la Desigualdad de las Razas". Chamberlain era de origen inglés, pero recibió las ideas de Gobineau, y para él la Raza germánica, que es la típicamente aria, ha de oponerse y superar a los judíos y a los mediterráneos. Los Arios tienen el poder de interpretar el verdadero Cristianismo. Friedrich Nietzsche también desarrolló las ideas racistas, que le llevaron a la concepción del "Superhombre", y proclamó como principio de toda ética "La Voluntad de Poder". Para él los valores cristianos son propios de una moral de esclavos. Este hombre, a mi modo de ver, un desequilibrado, había nacido en Rökken, Lützen, en 1844, y murió en Weimar, en 1900.

 

Recuerdo a un joven italiano serio, simpático, que pertenecía al Partido Neo-Facista de entonces en su País. Era uno de sus dirigentes juveniles. Y me decía: "Nosotros que somos las encarnaciones de esta raza superior no tenemos más norma de acción que nuestro gusto y nuestra voluntad". Y lo afirmaba con gran tranquilidad, seguro de su Superioridad sobre las masas. "Las Leyes son para los demás, para los inferiores".

 

En nuestros años de finales del siglo XX el Racismo está renaciendo. Yo he visto, espantado, como unos pueblos se lanzan contra otros, para mantener su propia "Limpieza de Sangre". He visto, espastando cómo jóvenes exaltados incendian las casas de los inmigrantes, llegados a buscar trabajo, desde países pobres, probrísimos, generalmente del Africa y del Oriente, los matan, los atropellan, los golpean con palos, con sus propios pies, con sus manos despiadadas.

 

También sucede esto en la que se llama a veces "La Católica" España. Y tus Obispos no salen a defender a los perseguidos que muchas veces confiesan otras religiones. Hasta los mismos Policías, que deberían ser los defensores de los derechos humanos de todos, muestran su violencia y su ferocidad, persiguiendo, golpeando, y a veces matando, a hombres y mujeres de otras razas y pueblos, cuyo único delito es buscarse un trabajo para sobrevivir, pasando las fronteras a escondidas.

 

¿Qué te parece, Jesús, que proclamaste la Libertad como característica de tus seguidores, cuando dijiste: "La Verdad os hará Libres"?.

 

Yo no creo que la raza tenga nada de divino. No puede ser un ídolo. He conocido hombres y mujeres de todas las razas. En muchos de ellos he descubierto una gran comprensión por los hermanos de humanidad que tienen una característica común: que es la de ser "Diferentes". Nada más. Uno son Negros. Los otros Blancos. Los hay que tienen un color marrón quemado. Otros son amarillentos. Unos con los ojos occidentales. Otros con los párpados estirados hacia arriba. Razas puras, Mestizas, Razas mulatas, Razas, Etnias, Familias Etnicas,... He tenido la suerte de encontrar buenos Cristianos entre todos ellos. Como también he tenido el desagrado chocante de ver que algunos de ellos desprecian a los pertenecientes a otras razas. Algunos los quisiera ver desterrados, marginados, y algunas veces más extremos, los desean muertos.

 

Tú no hiciste ninguna diferencia. Tú los aceptaste a todos. Sólamente bromeaste alguna vez con los de otros pueblos, utilizando piropos, buenas frases, dichas siempre de una forma amigable y comprensiva.

 

OTROS íDOLOS. LA NACIóN. Algo parecido sucede con el concepto de Nación. Existen Naciones diferentes en todas partes, porque hay una serie de características que les son exclusivas, en cuanto a la Geografía, la Cultura, la Lengua, el Derecho, las Tradiciones y las raíces históricas.

 

Algunos tienen a su Nación como un Verdadero Idolo. Por este ídolo trabajan, luchan, se pelean, y bastantes veces, van a la guerra, y matan a los que no son de los suyos.

 

Es el ideal de su Vida. Este Ideal llena todos los espacions vitales de pensamiento, de sentimiento, de actitudes, de política, de ideología, de combatividad destructiva o constructiva.

 

Muchas guerras estallan a causa de estos ídolos nacionalistas. Podría contarTe toda la Historia de la Humanidad, y muy especialmente, la historia de nuestro siglo XX.

 

Pero lo que más me llama la atención, me molesta y hasta me subleva es constatar que tu Cristianismo se introduce a veces en ese campo tan vidrioso del Nacionalismo Extremo. Tú no lo quieres así. Porque Tú rechazaste con toda claridad el Nacionalismo Judío. Y esta fue una de las razones que Te llevó a los Tribunales y a la Crucifixión. Tú hablase de Sirios y de los habitantes de Tiro y Sidón con todo respeto y amor. Tú pagaste los impuestos a los Romanos. Tú fuiste reconocido como Hijo de Dios por varios Extranjeros. Y al pie de la Cruz, cuando vió cómo morías, el Centurión Romano exclamó una Profesión de Fe en tu Divinidad, al decir: "Verdaderamente este Hombre era el Hijo de Dios".

 

Los actuales dirigentes de la Iglesia, Sacerdotes y Religiosos, en demasiadas ocasiones convierten sus Santuarios, sus Templos, sus Liturgias, en verdaderos servidores de las Ideas, de las costumbres Nacionalistas. Convierten sus Colegios, sus Edificios en Centros Culturales para servir a las exigencias de la propia Nación, y para desarrollar los rasgos de la Identidad Nacional. Ya no sabemos si aquel Santuario construído para Dios, bajo la tutela de una imagen de la Virgen o de un Santo, sigue siendo un luagr de culto al Padre y a Tí para todos los Cristianos, o un lugar de Reserva Nacionalista, irradiador de una Cultura Concreta, de una Lengua, de un Arte, sin tener en cuenta lo estrictamente Cristiano y la Universalidad de tu Comunidad Peregrina.

 

Esto me parece detestable. Los de otras nacionalidades se sienten discriminados. Y se alejan de aquellos lugares Santos que debían servir sóla y exclusivamente a un encuentro personal con Dios y Contigo, independientemente de la raza, de la nacionalidad y de la lengua que se utilice.

 

Ninguno de estos ídolos, Raza o Nación, se merece el esfuerzo, la dedicación de toda una vida personal o comunitaria. Tú nos propones otros ideales. No me gustaríua que al presentarme frente a Tí, el día del Juicio, tuviera que reconocer: "He dedicado los años de mi vida a profundizar y aunar los rasgos de nuestra identidad nacional, para conseguir una Nación Fuerte, Independiente, Soberana".

 

Para mí, esto no vale la pena. No quiero despreciar a ningun hombre, a ninguna mujer, porque pertenece a otra raza. No quiero postergar a ningun hombre, a ninguna mujer, porque es un forastero, un extranjero. No quiero que sufran por estas falsas causas. Quiero que sean felices también contigo, como lo soy Yo, un hermano más entre tantos queridos hermanos. Quiero ser amigo de todos. Hermano de todos. Igual, exactamente igual, a todos.

 

OTROS SE IDOLATRAN. Por extraño que pueda parecer también hay gentes que no piensan más que en sí mismas, que se construyen un becerro de oro con su propio nombre, y que lo adoran, como si fuera un dios, un verdadero ídolo. Estos hombres y estas mujeres lo sacrifican todo a su personal endiosamiento. Lo venden todo, lo entregan todo, porque quieren ponerse sobre el pedestal, y, si fuera posible, en el Sancta Sanctorum del Templo. Esta es la gran tentación de los soberbios, de los orgullosos, de los ídolos de carne y hueso. Y, por desgracia, muchas veces no se queda todo en tentación, sino que van más allá, para conseguir sus propósitos idolátricos.

 

La autoidolatría de Satanás. El primer símbolo de esta idolatría es el Primer Angel que quiso ser Dios. Ignacio de Loyola, en sus Ejercicios Espirituales de la llamada Primera Semana, expone una Meditación que llama de "Los Tres Pecados". Y en ella, el Primer Pecado es el de los Angeles, "cómo, siendo ellos creados en gracia, no se queriendo ayudar con su libertad para hacer reverencia y obediencia a su Creador y Señor, cayendo en la Soberbia, fueron convertidos de gracia en malicia, y lanzados del cielo al Infierno".

 

Tomás de Aquino afirma que el pecado del Jefe de los Angeles Pecadores fue "que quiso ser como Dios". Así, con esta autoadoración personal, ha comenzado la historia del Mal entre los Seres Creados. Tú mismo nos lo has recordado varias veces, en tus mensajes de Perfección y de Bondad, especialmente cuando has afirmado que la condenación eterna fue decidida por tu Padre no para los Hombres, sino "para el Diablo y sus Angeles", como afirma la exclusiva de Mateo sobre el Juicio Final, en su Capítulo 25.

 

El Primer Pecado Humano consistió en querer invadir la esencia de Dios.  La tentación que sugirió a los primeros seres humanos el Maligno queda resumida en esta frase: "Seréis como dioses". Es una narración de estilo primitivo y elemental que se recoge en el Capítulo 3 del "Génesis". La tentación no fue vencida. El Hombre y la Mujer comieron del árbol prohibido. Quisieron ir más allá de la frontera señalada. Creían que así conseguirían la Sabiduría de Dios. Por ello, fueron castigados. Y entró la muerte en este mundo.

 

Los Constructores de la Torre. En el Capítulo 11 del Génesis podemos leer una curiosa narración, que parece más bien una pintura surrealista de la tonta ambición humana. Los hombres se van desarrollando, vaa descubriendo nuevas formas de construir sus casasa, sus pueblos, sus ciudades. Es el símbolo del progreso, de ese progreso del que tanto hablan y fantasean los políticos y los líderes actuales.

 

Y entonces quisieron construir una Torre que llegara hasta el Cielo, la llamada Torre de Babel. "Se dijeron: 'Ea, vamos a edificarnos una ciudad y una Torre con la cúspide en los cielos', y hagámonos famosos, por si nos desperdigamos por toda la haz de la tierra". Todos hablaban una misma lengua. Dios les castigó por su ambición, con la confusión de las lenguas. "Les embrolló", por esto la ciudad se llamó "Babel", porque "allí embrolló Yahvé el lenguaje de todo el mundo". Mi pequeña lengua no es más que una consecuencia del castigo de Dios a unos hombres orgullosos que querían divinizarse. No es más que un peldaño en esa escala que nunca se termina de la evolución natural de las lenguas. Como del Latín y el Griego clásicos, ahora lenguas muertas, brotaron las lenguas romances, así los hombres y las mujeres, los escriores y los poetas, van creando nuevas lenguas para el futuro que siempre avanza y nunca se detiene en su creatividad.

 

LOS QUE CREAN EN Sí MISMOS UN REFLEJO DE TU PERSONALIDAD. Los Cristianos de buena voluntad tenemos un camino seguro para construir nuestra propia obra de arte, juntamente contigo, con  tu ayuda y mirándoTe fijamente, para qye tu Bella Personalidad de Honbre Dios se refleje, aunque sea pobremente, en nuestro ser personal.

 

Estamos todos llamados a escribir nuestra autobiografía, nuestras memorias, nuestra novela, el guión de nuestra película, o el texto de nuestra representación teatral. Todos tenemos una misión que cumplir en nuestro quehacer diario: es realizar una escultura que habla, un edificio que tiene corazón, un cuadro que se va moviendo, cambiante, cada vez más hermoso. Y en todas estas obras que quedan archivadas en la Memoria de Dios Tú eres el Modelo, el Modelo Perfecto.

 

No podremos llegar a reproducir toda tu magnitud humana, moral, sobrenatural. Esto nos es imposible, porque todo queda limitado por el tamaño y la poca calidad de nuestro ser contingente. Pero, si vivimos nuestra vida en serio, que no significa precisamente "triste", aprovecharemos bien nuestros años, en este escenario terreno, para representar una pequeña encarnación de lo que Tú eres.

 

En estos casos, yo, hombre, mujer, no me pongo en el centro de las realidades. Porque el Centro lo ocupas sólamente Tú, Jesús de Nazaret. Dios, tu Padre lo ha querido así. Pero, cuando nosotros poco a poco, vamos integrando en nosotros algunos rasgos de tu Ser, nos asemejamos a Tí. Y, como Tú dijiste en cierta ocasión, también "imitamos a nuestro Padre que está en el Cielo".

 

No somos idólatras. No somos autosuficientes. No somos "ídolos de barro" ante el que nos debamos postrar o al que los demás deban venerar. Somos sencillamente el "Rostro Vivo en pequeño", a veces "Enturbiado por las manchas del pintor", que intenta representar las líneas características de "Tu Rostro Perfecto de Hijo de Dios". Nuestra vida entonces no se consume en construir "chapuzas" deleznables, incapaces de mantener su firmeza ante los vaivenes y las lluvias de este mundo de tierra.

 

Estamos rodeados de chapuzas en todos los órdenes. Porque los progresos de las técnicas, de las ciencias y de las matemáticas pasan siempre a través de las tristes capacidades humanas de los realizadores. Yo quisiera que mi silenciosa actividad personal, que mis realizaciones al servicio de los hermanos, no se reduzcan a las miserias de esa chapucería general. Yo Te digo con toda la verdad posible, para que Tú me guíes y me ayudes, que yo quisiera imitarTe un poco, pero bien. Yo quisiera practicar lo mejor posible tu mensaje evangélico, transformador, divinizador. Para ello, toma mi mano, como la de un profesor que ayuda a escribir a un niño, para que acierte en lo que debo escribir. Y después Tú puedas decir: "Este hombre se Me parece un poco".

 

Hay unas páginas bellísima en el Libro de la Sabiduría que critican y condenan toda forma de "Idolatría". Se extienden desde el Capítulo 13 hasta el capítulo 15, aunque bien pudieran también llegar hasta el final de Libro, el Capítulo 19. Porque en estos últimos capítulos se describen los castigos de los Idólatras Egipcios.

 

Hemos de cuidar nuestro amor. No podemos amar más que lo poco que se merecen las obras humanas y  a sus mismos creadores. Sólo Tú, Sólo tu Padre, debéis ser adorados, porque sólamente vosotros, en el Espíritu del Amor, sois Dios. El Dios único e infinito.