Has transformado el mundo

Autor: Ramón Aguiló SJ

 

HE LEÍDO A DOSTOYEVSKI. Me gusta leer. Tú lo sabes. En la soledad de mi habitación, pequeña, cojo un libro, cuando puedo. Y leo. Es como dialogar con alguien. Seguramente con el escritor. Así he podido leer y estudiar, asimilar y hasta despreciar muchas cosas sobre Tí. A veces también leo famosas Novelas. Recientemente he leído una titulada "Los Endemoniados" del escritor Fedor Mijailovich Dostoievski. Había nacido en Moscú en 1821 y, después de una vida de sesenta años, murió en San Petersburgo en 1881. Vivió, por tanto, los agitados años del siglo XIX, cuando comenzaba la conciencia colectiva de que los obreros, los proletarios, eran explotados por los capitalistas.

 

DOSTOYEVSKI TE ENCONTRÓ. Fedor no era un católico. No sé si era ortodoxo. Pero me parece que Te admiraba, y escribió páginas muy hermosas sobre tu personalidad. Al principio de "Los Endemoniados" reproduce aquel fragmento, tan extraño, del Evangelio según San Lucas, en el que Tú liberas a un endemoniado de su legión de Demonios y ellos ocupan los cuerpos de una piara de cerdos. "Saliendo los demonios del hombre, entraron en los cerdos, y se lanzó la piara despeñadero abajo, al lago, y se ahogó". Siempre me ha impresionado esta larga y misteriosa narración de Lucas. Y comprendo el espanto de los porquerizos y de las gentes, y su deseo de que pasaras de largo por su territorio, y Te fueras a otra parte. Habían sentido terror. Los cerdos eran para ellos muy importantes.  

Algun oculto sentido habrás puesto en esta narración. Estoy seguro, Jesucristo.  

Dostoievsky le ha encontrado un profundo misterio, y lo ha intentado exponer en su terrible novela. Y es que Dostoievski Te admira de veras, y, en el fondo de su corazón de artista, cree en Ti y Te ama. Tiene una frase muy expresiva, cuando habla del pueblo ruso. Dice: "Un ateo no puede ser ruso. Aquel que se hace ateo, deja de ser ruso". Con esto quería decirnos que él no podía ser un ateo, porque se sentía profundamente ruso.  

Hay una página de su profética Novela que no puedo dejar de transcribirte. Dice así:

 - A mi parecer, Usted aún cree más que un Pope.

 - ¿En quién? ¿En EL?. ¡Escuche! - Kiriloff se detuvo y miró ante sí, como si estuviera en éxtasis -. Escuche una gran idea. Un día levantaron tres cruces. Uno de aquellos que estaban crucificados tenía una fe tan grande que dijo al que estaba a su derecha: 'Hoy mismo estarás conmigo en el Paraíso'. Al concluir el día murieron los dos y ninguno encontró el Paraíso ni la Resurrección. La palabra del crucificado no se cumplió. Escucha. Aquel hombre fue el más grande de toda la tierra. El tenía la razón de la existencia del mundo. El planeta, con todo lo que tiene encima, no es más que una locura sin ese hombre. Y jamás hubo antes de El, ni habrá después un ser semejante a aquel hombre, incluso produciéndose un milagro. Porque el milagro está en que nunca existió y nunca existirá un hombre como El. Y, si es así, si las leyes de la Naturaleza no han ahorrado aquello, si no han ahorrado su milagro y nos han obligado a vivir en medio de la mentira y a morir por una mentira, entonces este planeta no es más que mentira, y descansa sobre la mentira y la burla. Entonces las mismas leyes de este planeta no son más que mentira y una farsa diabólica. ¿A qué continuar viviendo?. Respóndeme si eres hombre.  

Esta es la página maravillosa. Tú no puedes ser una mentira, porque, sin Tí, el más grande de los Hombres, sin Tí que eres el Hijo de Dios encarnado, nada tiene sentido. Todo se cubre de absurdo. Todo se convierte en absurdo. Pero contigo todo queda transformado, comprensible, amable. Y entonces tu Luz, tu Verdad y tu Vida transfiguran el Universo. Podemos creer en Tí. Podemos amarte. Podemos escuchar y comprender tus Mensajes. Podemos sentirnos miembros vivos de tu Iglesia y marchar por ese mundo iluminado, purificándonos cada día más. ¡Qué hermoso se vuelve todo contigo el Hombre de verdad, el Hijo del Hombre y de Dios!.  

Dostoievski escribe una de las últimas páginas de "Los Endemoniados" con gran pasión, con una inmensa iluminación. Dice que los cerdos están llenos de demonios, y se precipitan por el acantilado abajo, sobre el Mar. Es la Liberación. Los que quieren seguir endemoniados se precipitan con ellos. "Pero el enfermo quedará curado y se sentará 'a los pies de Jesús'...Y todos lo mirarán con asombro..". Los creyentes forman la "Legión" de los "Curados". Esta era la profecía de Dostoievski. Millones de regenerados, sentados junto a Tí, escuchándote, para realizar en el mundo el Mensaje de tu Salvación. Yo quisiera estar entre ellos, entre los salvados. Jesús de Nazaret.

 

LA PRESENCIA DEL MAL EN EL MUNDO. El Diablo es la personificación del mal, es la Rebelión contra la Voluntad de tu Padre. Es el desorden. Es la batalla contra la Ley. Es el Rechazo de la Divinidad. Y esto es muy serio, desastroso.  

Por desgracia todos experimentamos la sobrecogedora  presencia del Mal. En nosotros mismos. En la Historia. En todo lo que nos rodea. Como lo reconocía Pablo de Tarso. "Hago el mal que no quiero". Llevo el mal en la misma estructura de mi ser limitado. Y yo siento el fragor de la lucha en mí mismo. Y ese fragor no siempre termina en victoria. Y entonces nos invade la marejada de los remordimientos, y escuchamos las voces, dulces voces tuyas, que nos sugieres el perdón.  

El mundo que se nos manifiesta en las páginas de la Historia está oliendo mal por su contaminación moral. No es un río limpio. La historia no está construida con páginas brillantes. No es una joya. No es una Obra de Arte, que los seres humanos hayan construido con ilusión y bondad. Toda ella es como una Opera Trágica, una Tragedia Griega, en las que corre la sangre, las lágrimas, el odio, sin la catarsis característica. Es una Historia vergonzosa la historia de las naciones y de los hombres. Algunos han sido grandes, pero su grandeza está cubierta de llagas. Hay mucha lepra moral en las personas. La actualidad también es conflictiva. Hay conflictos entre los poderes, y conflictos contra tus Leyes. Hay mucha depravación por las calles. Hay constantes llamadas al mal en las creaciones que se llaman artísticas, audiovisuales, literarias. El joven, el hombre que quiere pasar incólume debe tener algo de héroe. Y a veces no lo tiene. Es un ser normal. Y entonces su barca es sacudida, y con frecuencia zobobra y se vuelca y se revuelca en los bajos fondos del mar. Podría narrarte historias lacerantes que parecen fantasías, y sin embargo son realidad.  

Está por ahí, escondido, acechando, triunfando, el Símbolo del Mal activo, del Rebelde. Tú debes ayudarnos, también ahora, porque, como aquel Geraseno de la Legión, el mundo se ha convertido en un desierto moral de endemoniados. A veces nos dan miedo. Nos amenazan con sus rugidos y sus garras. Tú, sólamente Tú, nos puedes salvar. Quisiéramos encontrar la tranquilidad de una bondad sencilla, diaria, casera, a tus pies de Maestro y de Salvador.

 

SIN Tí, EL DESIERTO. Ya no puedo imaginar el mundo sin Tí, porque sin Tí el mundo es el Desierto de Gerasa. No puede ser así. Tú has llenado ese Desierto con tu Belleza. Y todo quedó transformado. Y ahora donde hay un pedazo de mundo allí estás Tú. Donde se extiende un trozo de tiempo allí late tu Corazón. Y nuestra existencia humana, personal y colectiva, nuestro ser de hombres, está compuesto de millones de pedazos de espacio, de millones de trozos de tiempo. Tu Presencia se manifiesta en el "Todo" y en el "Siempre".

 

TU PRESENCIA MáS ALLÁ DEL TIEMPO. Por esto me parece inadecuado reducir tu existencia a unos años de la historia, a unas aldeas de Palestina. Tu Presencia ha roto los esquemas, tu Cuerpo con su fuerza ha derribado el "Muro que los separaba", como dice Pablo. Y contigo todo se vuelve "uno", todo se vuelve "semejante", todo se vuelve "contemporáneo". Ya no hay límites en las cosas. Ya no hay números en los años. Ya no hay fronteras en las Naciones. Ya no hay años, ni siglos. Todo está cubierto con esa tu característica divina que es la Omnipresencia, que es algo que está más allá del espacio. Todo pasa a ser parte de la Eternidad, que es algo que está más allá del correr de los tiempos.  

Sabiamente lo dice la Iglesia con aquella fórmula imprecisa que utiliza al presentar cada día tu Evangelio: "En aquel Tiempo..." Tú, -es verdad- fuiste un Judío, nacido en Belén de Judá, de una mujer, llamada María, desposada con un hombre llamado José, descendiente de David. Tu nacimiento sucedió en Belén, porque tu familia estaba de viaje a causa del empadronamiento ordenado por las autoridades romanas. Todo esto sucedió en un momento preciso de la historia, al que posteriormente se ha llamado año Cero después de Cristo.  

Es verdad que Tú viviste unas realidades concretas, como cualquier hombre, como cualquier niño, adolescente, joven y adulto. Estuviste insertado, sumergido en una cultura profundamente religiosa, teocrática, sencilla, campesina, bajo la vigilancia y el despotismo de una presencia militar extranjera, la fuerza imperialista de Roma.  

Tú aprendiste una lengua con que Te comunicabas, un oficio que practicabas en el taller de tu Padre para ganarte el pan de cada día con el sudor de tu frente. Tú practicaste unas costumbres y seguiste unas normas morales y religiosas propias de tu Pueblo Israel, siguiendo las líneas de los Profetas y de la Ley de Moisés. Tú vivías una vida familiar sencilla y pobre, alegre y abierta a los pequeños avatares de una aldea. Pero, me parece,  Tú caminaste por aquel pequeño mundo campesino, sin impresionarte demasiado por las casas, las calles y el ambiente, aunque pensabas mucho, meditabas, creabas mensajes en tu interior. Alguien, tu Padre, había decidido que todo sucediera así, en aquellos días, "en aquel tiempo", como se dice en las celebraciones eucarísticas. Tú Te sentías profundamente indiferente a lo de tu época, porque sabías que estabas destinado a estar presente en todas las naciones y en todos los siglos, aunque habías nacido y existido en un determinado momento histórico y en un preciso país y dentro de una característica cultura. Así Tú ahora puedes ser el Ejemplo a imitar por todos aquellos que están llamados por su vocación a vivir la llamada "Indiferencia Ignaciana", santificadora, cristianizante. Pero en Tí había una fuerza arrolladora, un impulso, fuerte, Revolucionario, una llamada al Cambio profundo, a la realización de todo aquello que había sido antes sólo una profecía, una esperanza, un hermoso sueño mesiánico. Tú debías ser el gran realizador de todo lo que el pueblo había esperado. Y esta realización cristiana suponía, exigía, la rotura definitiva de todas las demarcaciones y límites. Tú ponías fin a las fronteras de un pueblo, y abrías la posibilidad de Regeneración a todo el Planeta, a todo el Universo. Tú hacías trizas el férreo concepto del tiempo. Porque pertenecías a todos los días, años y siglos.

 

LA PLACA DE LA QUE FUE MI IGLESIA. Tu realidad metatemporal y metaespacial ha sido el leitmotiv de toda mi pequeña vida apostólica. Por eso, junto a la entrada de una hermosa iglesia que se convirtió en un pequeño Museo de tu Existencia, puse una lápida de mármol con una grabación en letras doradas que dice en castellano y en inglés: "Esta iglesia quiere realizar la presencia y acción de Jesús en todos los tiempos y naciones.---- This Church wants to realize the presence and action of Jesus in all the times and nations". Tú eres español con los españoles, pero al mismo tiempo eres inglés y todo lo demás que un hombre pueda ser en esta tierra. Tú eres de nuestro siglo XXI, como  fuiste de todos los siglos pasados y serás de todos los siglos por venir, Jesús de Nazaret y del Universo. Yo quisiera que quienquiera que lea esta carta que con tanto cariño Te dirijo hoy, se sienta hermano tuyo, aunque haya nacido en alguna montaña de los antípodas y esté viviendo las peripecias del siglo XXI. Lo que importa es caminar por nuestro mundo lo más erguido posible, para que mis huesos no se doblen... lo más tranquilo posible, para que mis nervios no me traicionen... lo más activo posible para que mis horas estén llenas del Mensaje que Tú me comunicas... lo más cerca posible de Tí, Cristo... lo más semejante a Tí, para que cuando llegue el día de la verdad, al mirarme a mí, Te vean a Tí. Y Dios que Te ama, me confunda contigo, y me diga: "Pasa, Hijo, Jesús de Nazaret".