Flor de hierro (1992)

Autor: Ramón Aguiló SJ

 

(Ví ante un altar de una hermosa iglesia católica una obra de arte en hierro forjado. Representaba un ramo de flores de diferentes colores, que se iluminaban con luz indirecta: las flores eran unas dalias. Era obra de una desaparecida fundición de Palma llamada la Casa del Hierro. Había dos ramos y ellos me inspiraron estos sentimientos poéticos)

Me grita fuerte este hierro
Que una dalia ha florecido.
Se encarama bello y verde
Como si fuera un ser vivo.

Y esa Dalia, creación
De terciopelo y de hechizo,
Me ofrece su luz morada
Desde el tronco recio y limpio.

Me parecía soñar
En un gran bosque de pinos.
Aquellos robustos árboles
Me miraban alto, fríos.

Eran gigantes huesudos
Con sus cabellos cetrinos, 
Que encantaban princesitas
Sin escuchar sus quejidos.

Y el bosque se convertía
En una orgía de mitos.
Y los príncipes buscaban
Desesperados, sombríos.

Yo caminaba en la sombra.
No había luz, ni caminos.
Me sentía derrotado.
No encontraba mi destino.

Aquel gran bosque cantaba
Su embrujado griterío.
Y mi mente era incapaz
De penetrar su sentido.

Y entonces apareció
Tu tronco de hierro erguido,
Dalia, de pétalos claros
Y de colores divinos.

Te miraba y me mirabas
Y decías a mi oído,
Armoniosa, silenciosa,
Que es hermoso lo escondido.

Que es hermoso estar ahí,
Luz violeta, con tus rizos.
Que tú eres más fuerte y recia,
Dalia en hierro, que esos pinos.