Fariseos amigos y enemigos

Autor: Ramón Aguiló SJ

 

LOS Capítulos 23 DE MATEO Y 11 DE LUCAS: TU ANTIFARISEISMO. Estos dos Capítulos de los Evangelios contienen una verdadera diatriba dialéctica contra todo lo que es o huele a Fariseismo. Yo que conozco tu modo de actuar ante las desgracias humanas, aun ante las que se refieren al orden moral, experimento una gran perplejidad, cuando los leo y los medito. 

No puedo pensar que tus acusaciones tan valientes y decididas quieran destruir la confianza de los Fariseos de todos los tiempos en tu Personalidad de Salvador. Con tus decididas palabras Tú quieres dejar bien claro que no quieres nada de Fariseismo en tus seguidores, pero creo que de ningún modo quieres condenar a los Fariseos, ni demostrar tu rechazo a las personas mismas, aunque estén manchadas moralmente por los defectos típicamente farisaicos. Creo que hemos de distinguir como Tú has distinguido siempre entre el pecado y el pecador. Hay que rechazar el pecado, pero hay que mantener siempre un gran respeto y una gran esperanza para el hombre o la mujer que pecan. 

Maestros en la Cátedra de Moisés. En estos ataques contra el Fariseismo y los Fariseos que lo practican, Tú comienzas distinguiendo entre lo que los Maestros enseñan y lo que practican, que suele ser diferente. 

Hablas de la Cátedra de Moisés, como nosotros, los católicos, podemos hablar de la Cátedra de Pedro. La primera tiene su sede en Jerusalén, la Ciudad Santa para los Israelitas. La segunda la tiene en Roma, en el Centro de la Cristiandad, y, según un antigua tradición, todavía se conserva el mismo sillón que utilizaba Pedro en las reuniones de la Comunidad Eclesial de su tiempo. Esta silla, debidamente cuidada como una reliquia eximia, es venerada y admirada por millares de peregrinos y turistas, en el Altar de la Confesión de la Basílica de San Pedro. 

Me parece que Tú, cuando Te referías a la Cátedra de Moisés, lo hacías en un sentido metafórico. Porque no sé que existiera ninguna reliquia especial, como en el caso de Pedro en Roma. Tú aceptas el sistema establecido en la sociedad religiosa de Israel, como lo has hecho en otras ocasiones, y lo hizo también la Iglesia en los primeros tiempos. Recomendaste que aceptaran todos la estructura legítimamente establecida del magisterio oficial dentro del Pueblo de Dios. En esta estructura ocupaban un puesto decisivo los Sumos Sacerdotes, los Miembros del Sanedrín, los Legistas o Escribas, y los Fariseos que, por diferentes circunstancias, habían copado la mayoría de estos puestos. 

Tú pedías al pueblo que reconociera la autoridad magisterial de todos ellos, procurara vivir según las enseñanzas que fueran concordes con lo que Moisés había legislado. Pero también insistías en que los buenos israelitas debían rechazar todo lo que fueran meras opiniones personales o tradicionales de los Maestros, y además no debían fijarse en lo que ellos mismos vivían y practicaban, porque generalmente sus obras no reflejaban lo que ellos mismos enseñaban. 

Esta distinción entre lo que se enseña y lo que se vive, debería también ser tenida en cuenta en nuestros tiempos. Tanto en el orden civil y penal, como en el campo religioso y concretamente en el campo cristiano. Porque, por desgracia, son muchos los maestros y muchas las enseñanzas y las obligaciones que se nos imponen, y muchos también los fallos que podemos observar en la práctica de los solemnes Maestros que nos las hacen llegar. 

No puedo ser más explícito. Porque esto me llevaría a "Juzgar" y "Condenar" a los demás, y yo siempre recuerdo tu Prohibición tajante de hacerlo. 

Acumulas una larga lista de Acusaciones contra el Fariseismo. En estos Capítulos vas acumulando duras acusaciones contra los Fariseos y el Fariseismo. Estoy convencido de que Mateo y Lucas reúnen en estos capítulos frases acusatorias que Tú pronunciaste en varias ocasiones. Por tanto, ellos son como el resumen de lo que Tú pensabas sobre este tema. Fuiste diciendo estas cosas cuando la ocasión se presentaba, y, sobre todo, cuando, por cualquier razón, surgía la polémica con ellos, los que ocupaban los puestos importantes y decisorios de poder israelita. 

Mira. Te lo recuerdo. Voy a escoger algunas de tus frases que parecen, todas juntas, el discurso de un Fiscal, ante los Jueces:

Hipocresía y Rigor Excesivo: "Ellos dicen y no hacen". "Atan cargas pesadas y las echan a las espaldas de la gente, pero ellos ni con el dedo quieren moverlas". Exigen mucho a los demás, pero ellos no cumplen, no se esfuerzan. Tratan a los demás como un propietario desaprensivo que carga demasiado a su asno con fardos pesados, que no puede llevar. 

Vanidad y Ostentación: "Todas sus Obras las hacen para ser vistos por los Hombres. Se hacen bien anchas las filacterias y bien largas las orlas del mando". Hay que notar que las "Filacterias" eran pequeños estuches en los que se incluían textos de la Ley, y se los colgaban del antebrazo o de la frente. Las "Orlas" eran adornos que se ponían en los extremos del manto. Creían que con esto, cumplían preceptos de la Ley que así lo imponían, pero ellos buscaban sobresalir sobre los demás, y presentarse de una forma más apreciable, más vistosa. 

Los Primeros Puestos y los Mejores Saludos: "Quieren el primer puesto en los Banquetes y los primeros asientos en las sinagogas. Que se les salude en las plazas y que la gente les llame  'Rabí'". Esto Te molesta muy especialmente. Y por esta causa, Te diriges especialmente a tusd Apóstoles y Discípulos, para que no se dejen llamar Maestros, ni Padres, ni Preceptores. Es una orden tuya que ahora ya no se cumple. Al contrario, los títulos inútiles y ceremoniosos, bien sonantes y oratorios, se repiten constantemente, y se dedican a los eclesiásticos que ocupan puestos de autoridad. Toda esta Verborrea es contraria a tu Voluntad, claramente expresada. 

Siguen después tus siete maldiciones contra el Fariseismo. Mateo las ha acumulado, en su Capítulo 23, desde el Versículo 13 hasta el 32. No voy a repetir lo que está allí escrito. Tú lo recuerdas perfectamente, mejor que Mateo. Y sabes que todo lo que dijiste entonces se podría repetir en nuestros días. Se debe repetir, para que quede claro, como la luz del sol, lo que Tú no quieres para tu Iglesia y para los demás organismos sociales, Estados, Naciones, Sindicatos, Partidos Políticos, Jueces, Militares, Fuerzas de Policía y otros Grupos humanos. 

Letanía para Fariseos y Compinches. A lo largo de estas páginas, Tú vas nombrando a los Fariseos, dirigentes y Legistas, y les dedicas unos Apodos, que deberían poner nerviosos a los que se sientan aludidos por ellos. Les llamas "Escribas y Fariseos Hipócritas" (Varias veces), "Guías Ciegos", "Insensatos y Ciegos", "Guías Ciegos que coláis el mosquito y os tragáis el camello", "Escribas y Fariseos Hipócritas, que limpiáis por fuera la copa y el plato, mientras por dentro estáis llenos de rapiña e intemperancia", "Sois semejantes a Sepulcros blanqueados, que por fuera parecen bonitos, pero por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia. Así también vosotros, por fuera aparecéis justos ante los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía y de iniquidad", "Edificáis los sepulcros de los Profetas y adornáis los monumentos de los justos... Con lo cual atestiguáis contra vosotros mismos que sois hijos de los que mataron a los Profetas. Colmad también vosotros la medida de vuestros padres". 

Recordaste al Precursor y el Desierto. El alegato contra el Fariseismo todavía ha proseguido. Parece que estabas en el Templo. Y por ello, podían escucharTe los interesados, aquellos en quienes Tú pensabas, cuando proclamabas estas acusaciones. Recordaste seguramente a Juan, el Precursor, que se había formado y preparado en el Desierto, y que también había desvelado la hipocresía de los Fariseos y Legistas. Por ello, exclamaste como él: "Serpientes, Raza de Víboras. ¿Cómo vais a escapar a la condenación de la gehenna?. Por eso, mirad: os envío Profetas, sabios y escribas. A unos los mataréis y los crucificaréis. A otros los azotaréis en vuestras sinagogas y los perseguiréis de ciudad en ciudad. Para que recaiga sobre vosotros toda la sangre de los justos derramada sobre la tierra. Desde la sangre del justo Abel hasta la sangre de Zacarías, hijo de Baraquías, a quien matasteis entre el Santuario y el Altar. Yo os aseguro: Todo esto recaerá sobre esta generación". 

Apóstrofe contra Jerusalén. Entonces contemplas a Jerusalén y le pronuncias aquel "Apóstrofe" tan duro: "¡Jerusalén, Jerusalén, que matas a los profetas y apedreas a los que te son enviados!". Y recuerdas cómo y cuántas veces has querido reunir a sus hijos, como una gallina reúne a sus polluelos bajos sus alas, y ellos no lo han querido... Así termina este Capítulo 23 de Mateo. Preparación para la Pasión. La Ruptura estaba consumada. 

Lucas añade algún dato. El Capítulo 11 de Lucas expone el mismo tema, también con dureza. Pero lo pone en otro contexto, en casa de un Fariseo que Te había invitado a comer, y que se escandalizó porque no habías realizado las abluciones rituales antes de la comida. Tú repites algunas de las acusaciones recogidas ya por Mateo. Hay algunas nuevas que recuerdo ahora: "Pagáis el diezmo de la menta, de la ruda y de toda legumbre, y dejáis a un lado la Justicia y el Amor a Dios". "Sois como sepulcros que no se ven, sobre los que andan los hombres sin saberlo". Contra los Legistas, dijiste especialmente: "Os habéis llevado la llave de la ciencia. No entrasteis vosotros, y a los que querían entrar se lo habéis impedido".  

Lucas, en el Capítulo 20, añade todavía otra acusación contra los Legistas: "Devoran la hacienda de las Viudas so capa de largas oraciones. Esos tendrán una sentencia más rigurosa". Marcos, Capítulo 12, remacha esta acusación con idénticas palabras.

 

Tú HAS TENIDO TAMBIéN AMIGOS ENTRE LOS FARISEOS. A lo largo de tu Vida activa como Salvador Te has encontrado con Fariseos, cuya figura no responde a la que nos has pintado en páginas anteriores. Y es por ello, que yo pidiendo que Tú atacas al Fariseismo, pero amas y quieres salvar a todos los Fariseos, los de tu Tiempo y los de todos los siglos. Además reconoces que han existido Fariseos que fueron "Buenas Personas", "Buenos Israelitas" y hasta "Amigos" que Te querían.  

Consejo de algunos Fariseos. Lucas en su Capítulo 13, narra que "en aquel momento, se acercaron algunos Fariseos, y Le dijeron: 'Sal y vete de aquí, porque Herodes quiere matarte'".  Entonces Tú le dijiste algo que solamente podías decir ante personas que Tú conocías y que sabías capaces de aceptar un reproche contra Herodes. Porque les dijiste: "Id a decir a ese Zorro: Yo expulso demonios y llevo a cabo curaciones hoy y mañana, y el tercer día soy consumado. Pero conviene que hoy y mañana y pasado siga adelante, porque no cabe que un Profeta perezca fuera de Jerusalén". También podría ser que aquellos Fariseos no Te quisieran realmente. Podría suceder que les molestara tu presencia allí, entre ellos, y prefirieran que Te marcharas a otra parte. Tal vez la amenaza de que Herodes quería matarte fuera una invención. Todo es posible. Sin embargo, la realidad fue que hubo un diálogo entre tu Persona y ellos, y que en este diálogo, les dijiste algo importante sobre el final de tu Vida. 

Los Fariseos y el Reino de Dios. Otra vez Lucas también expone una situación nueva con los Fariseos. Es en el Capítulo 17 y es una de las exclusivas de este Evangelista médico. Cuenta lo siguiente: "Habiéndole preguntado los Fariseos cuándo llegaría el Reino de Dios, les respondió: 'El Reino de Dios viene sin dejarse sentir. Y no dirán: Vedlo aquí o allá, porque el Reino de Dios ya está entre vosotros'". En esta pregunta de los Fariseos parece que hay sinceridad y búsqueda de la Verdad, y un reconocimiento implícito de que Tú eras el Mensajero, Embajador de Dios. Estos Fariseos bondadosos, sinceros se sentían preocupados por la llegada del Mesías, y por las Señales que la deberían preceder y acompañar. Te habían escuchado en otras ocasiones anteriores, y creyeron que Tú les podías dar una respuesta satisfactoria. 

Algunos tenían miedo a manifestar su admiración por Tí. En otra ocasión, Juan, Capítulo 12, reconoce que había división entre los Fariseos, cuando se trataba de dar una opinión sobre tu Personalidad. Porque dice Juan: "Sin embargo, aun entre los magistrados, muchos creyeron en El. Pero, por los Fariseos, no lo confesaban, para no ser excluidos de la sinagoga, porque preferían la gloria de los hombres a la gloria de Dios". Una hipótesis aceptable podría reconocer que entre los magistrados hubiera algunos que eran Fariseos, y que los Fariseos, en grupo, como asociación, estuvieran en contra de Tí y de tu Mesianidad. Asía sucedía que algunos Magistrados, aunque fueran Fariseos, creyeran en Tí, pero no lo manifestaban para no ir contra la decisión Oficial del Fariseismo Israelita. Porque querían mantener su puesto en el gobierno, en la sinagoga o en la sociedad. Les importaba más esto humano que la "gloria de Dios", aceptando su Verdad. De hecho, Nicodemo era Fariseo y Magistrado al mismo tiempo. Creía en Tí. Pero temía a sus compañeros. 

Algunos casos de Fariseos Extraordinarios: Nicodemo, Gamaliel, Saulo de Tarso. Tú fuiste atacado por los Fariseos, porque Te consideraban "Amigo de Publicanos y Pecadores". Y Tú sin más lo  aceptaste. Porque era verdad. Entre tus doce Apóstoles había uno que es presentado como "Publicano", Mateo. Ninguno de los once restantes es presentado como Fariseo, aunque tal vez lo fuera Simón "El Zelotes". Fue necesario que llegara Pablo de Tarso para tener un Apóstol realmente Fariseo reconocido y confeso. Tuviste otro gran Amigo Publicano que fue Zaqueo, el de Jericó, en cuya casa Te hospedaste porque Tú se lo pediste así.

Sin embargo, Tú también tuviste a Fariseos como grandes amigos  y seguidores. Fueron hombres excepcionales. 

1. Uno de estos Fariseos que podríamos incluir en el grupo de los que sentían miedo, puede ser Nicodemo, el hombre del que se habla largamente en una exclusiva del Evangelio según Juan, capítulos 3, 7 y 19. 

Nicodemo fue a visitarte de noche. Era Fariseo, Magistrado y miembro activo del Sanedrín. Y en el silencio, en la soledad, se entrevistó contigo. Y aquel diálogo tan bello y tan teológico, ha sido recogido por Juan. Se lo hemos de agradecer, porque contiene revelaciones preciosas sobre el Reino de Dios, y la nueva Vida que Tú has venido a comunicarnos. "Hay que nacer de nuevo". Y Tú se lo explicas todo. Yo aconsejaría a los lectores de esta Carta que busquen este tu Encuentro con Nicodemo, y lo lean despacio, porque es muy profundo y revelador. Es toda la primera parte del capítulo 3. 

Más tarde, cuando los Sumos Sacerdote y los Fariseos quisieron detenerte, Nicodemo Te defendió, sin declararse claramente tu Seguidor. Solamente quiso expresar una duda procesal, tal como se halla expuesto, también en exclusiva, en el capítulo 7 de Juan. Los fariseos discutían entre sí, cuando los guardias regresaron sin haberTe detenido, y les preguntaron: "¿Acaso ha creído en El algún Magistrado o algún Fariseo". Todo sucede después como si Nicodemo se hubiera sentido aludido por aquella discusión y aquel interrogante, porque enseguida "Les dice Nicodemo, que era uno de ellos, el que había ido anteriormente donde Jesús: '¿Acaso nuestra Ley condena a un Hombre sin haberle antes oído y sin saber lo que hace?'". Nicodemo, magistrado recto, fariseo sincero, estaba proponiendo una cuestión de procedimiento legal, para que todo se hiciera correctamente, contigo. En el fondo, quería defenderte, y evitar cualquier detención precipitada y cualquier acción que pudiera dañarte. 

Nicodemo reapareció al final de tu Vida, cuando ya estabas muerto, y se trató el asunto de tu sepultura. José de Arimatea, que era un discípulo tuyo oculto por miedo a los judíos, sería una persona de prestigio y de posición social y tal vez con poder político. Sin duda era Rico. Un Discípulos bueno, bien relacionado con las autoridades, con una serie de influencias que no quería poner en peligro. ¿Podría ser Magistrado y Fariseo también?. No lo sé. Pero se dirigió a Pilato para pedirle permiso y poder así sepultarte dignamente. Entonces "fue también Nicodemo -aquél que anteriormente había ido a verle de noche- con una mezcla de unas cien libras de mirra y áloe". Así pusieron tu hermoso cadáver en el Sepulcro.

Evidentemente Nicodemo estaba convencido de tu Verdad desde el momento de su entrevista nocturna contigo. Pero no quiso ponerse en problemas con sus compañeros. Y se guardó su Fe en el corazón. Estaba contigo secretamente. Después de tu muerte se manifestó creyente, como José de Arimatea. Y por ello fue perseguido y hasta degradado por los dirigentes judíos. Perdió todas sus dignidades, menos la de ser cristiano. Era pariente de Gamaliel que también llegaría a ser bautizado como cristiano. Nicodemo, según una tradición, sufrió el martirio, pero falleció de hecho, unos días después. Parece ser que fue sepultado juntamente con Esteban. La Iglesia Católica honra su memoria, como Santo, el día 3 de Agosto de cada año, junto con la de su pariente Gamaliel. 

2. Precisamente Gamaliel es otro de los Fariseos que me ha llamado la atención y ha provocado en mí una gran admiración. Parece ser que era un Rabino Excepcional, de aquellos que crean Escuela y pasan a la historia por sus enseñanzas y actitudes. Se habla de él varias veces en el "Libro de los Hechos de los Apóstoles". En todos estos casos, aparece la prudencia de Gamaliel y la sensata opinión de un Hombre recto que desea servir a Dios y poner límites a las inquietudes vengativas de los hombres y en especial de sus compañeros de trabajo. 

En el Capítulo 5 de "Los Hechos", se describen las primeras actuaciones de Pedro y los demás Apóstoles en Jerusalén, después de Pentecostés. La Iglesia se sentía vigorosa, y Pedro se convierte en el Portavoz de todos los cristianos. Se opone a las restricciones del Sanedrín y del Senado de Israel. Dice que los que creen en Cristo van a escuchar más la Voluntad de Dios que la de los hombres. Los Apóstoles son llevados a los tribunales. Entonces interviene Gamaliel, un Fariseo de tendencia liberal y un hombre discreto. Dice así el Libro: "Entonces un Fariseo llamado Gamaliel, doctor de la Ley, con prestigio ante todo el pueblo, se levantó en el Sanedrín. Mandó que se hiciera salir un momento a aquellos hombres [los Apóstoles acusados], y les dijo: 'Israelitas, mirad bien lo que vais a hacer con estos hombres. Porque en estos últimos días se levantó Teudas, que pretendía ser alguien y que reunió a su alrededor unos cuatrocientos hombres. Fue muerto y todos los que le seguían se disgregaron y quedaron en nada. Después de éste, en los días del empadronamiento, se levantó Judas el Galileo, que arrastró al pueblo en pos de sí. También éste pereció y todos los que le habían seguido se dispersaron. Os digo, pues, ahora: Desentendeos de estos hombres y dejadlos en paz. Porque si esta idea o esta obra es de los hombres, se destruirá. Pero, si es de Dios, no conseguiréis destruirles. No sea que os encontréis luchando contra Dios'. Y aceptaron su parecer". 

"Entonces llamaron a los Apóstoles. Y, después de haberles azotado, les mandaron que no hablasen en nombre de Jesús. Y los dejaron libres". 

La intervención de Gamaliel fue serena y oportuna. Los Apóstoles eran inocentes. No habían cometido, ni cometían ningún delito. Por esto, "no cesaban de enseñar y de anunciar la Buena Noticia de Cristo Jesús cada día en el Templo y por las casas". Gamaliel es considerado Santo por la Iglesia. Diversas tradiciones indican que fue bautizado, juntamente con algunos parientes, entre ellos Nicodemo, por los Apóstoles Pedro y Juan. Sus restos mortales se conservarían en la Ciudad Italiana de Pisa. Parece que con su muerte, acaecida hacia el año 70, se extingue la estela gloriosa de los grandes Fariseos históricos. 

3. Gamaliel tenía un gloria, como los Maestros que han contado entre sus alumnos, a personas excepcionales y grandes de la historia. La gloria de Gamaliel, me parece, sería Saulo de Tarso, que fue su discípulo, su alumno. Seguramente, el que ha dejado más huella en la historia de la humanidad. El mismo Saulo, cuando era perseguido y tenía que defenderse ante los Tribunales, recuerda a su maestro con cierto cariño, como cuentan "Los Hechos" en su Capítulo 22. Pablo tuvo un hermoso discurso ante los Judíos, dirigentes y otros, en Jerusalén. Les habló en lengua hebrea, no en griego como solía hablar. Por esto le escucharon muy atentamente. Y les dijo, en el comienzo de su peroración: "Yo soy judío, nacido en Tarso de Cilicia, pero educado en esta ciudad [de Jerusalén], instruido a los pies de Gamaliel en la exacta observancia de la Ley de nuestros padres".  

La verdad de su austera educación por Gamaliel era presentada por Pablo como garantía de su profundo conocimiento del Judaísmo y su seria dedicación a la práctica de la Ley. Pablo llegó a afirmar que su decisión de ser fiel a Jesús de Nazaret era una consecuencia de su fidelidad al judaísmo. Lo afirmó Pablo en su fervoroso Discurso ante el Rey Agripa, Capítulo 26 de "Los Hechos".  

Podemos decir, por tanto, que Pablo debía a la formación recibida de Gamaliel su coherencia en la vida cristina, después de haber sido llamado por Tí. Esta idea me resulta muy nueva. Y es como un aplauso al gran Maestro, Rabino, Magistrado, que se llamó Gamaliel a quien la Iglesia considera Santo. 

Pablo, en su Carta a los Filipenses, Capítulo 3, tiene unos párrafos sumamente valientes y elocuentes sobre su propia vida y sus convicciones religiosas: "Los verdaderos circuncisos somos nosotros, los que damos culto según el Espíritu de Dios y nos gloriamos en Cristo Jesús sin poner nuestra confianza en la carte, aunque yo tengo motivos para confiar también en la carne. Si algún otro cree poder confiar en la carne, más yo. Circuncidado el octavo día. Del linaje de Israel. De la Tribu de Benjamín. Hebreo e hijo de hebreos. En cuanto a la Ley, Fariseo. En cuanto al celo, Perseguidor de la Iglesia. En cuanto a la justicia de la Ley, intachable. Pero lo que era para mí ganancia, lo he juzgado una pérdida a causa de Cristo". 

Este es el Gran Fariseo Santo: Saúl de Tarso, Saulo, Pablo, el Apóstol de los Gentiles. 

De esto modo, han existido tres grandes Fariseos, reconocidos como Santos: Pablo, Gamaliel y Nicodemo. 

4. De José de Arimatea que entregó su tumba personal para que tu Cuerpo, bajado de la Cruz, fuera sepultado dignamente, no se afirma que fuera Fariseo, aunque a mí me parece muy probable que lo fuera, por su posición social y porque era miembro del Sanedrín.

Hablan de él los cuatro Evangelistas. Los datos que dan son muy escuetos: Era rico. De Arimatea (Ciudad de Judea). Discípulo de Jesús en secreto por miedo a los judíos. Miembro respetable del Consejo. Esperaba el Reino de Dios. Tuvo la valentía de ir a Pilato y pedir tu cuerpo. Hombre bueno y justo. No había asentido al consejo y proceder de los demás.  

Si José de Armatea no era Fariseo, hubiera sido uno de los pocos miembros del Sanedrín que no lo eran. Por esta duda no lo incluyo en la Lista de los Fariseos Santos.  

La Iglesia Griega celebra su Fiesta, como Santo, el 31 de Julio. Y la Católica el 17 de Marzo.

 

LA IGLESIA Y LOS FARISEOS. No todo fue fácil en la Primitiva Iglesia, después de Pentecostés. Había que transmitir un Mensaje Universal, en todas las lenguas, para todas las Naciones, a Hombres y Mujeres que practicaban diferentes religiones. Y esto creó dificultades, especialmente por la presencia dentro de la Iglesia, pequeñita todavía, de creyentes provenientes del Judaísmo y de otros creyentes que provenían de la Gentilidad, del Paganismo. 

La división y la discusión estaban allí. 

"Los Hechos de los Apóstoles" han recogido los sucesos más chocantes y lastimosos de esta división que llevaron a la Convocatoria del Primer Concilio Ecuménico, el Concilio de Jerusalén.   

Esto es lo que dicen "Los Hechos" en su Capítulo 15: "Pero algunos de la Secta de los Fariseos, que habían abrazado la Fe, se levantaron para decir que era necesario circuncidar a los gentiles y mandarles guarda la Ley de Moisés".   

Esta fue la primera gran dificultad interna, dentro de la estructura de la Comunidad Eclesial: ¿Obliga a todos los Cristianos la Ley de Moisés, con todas sus formalidades y tradiciones de los Mayores?. Los Fariseos no tenían ninguna duda, y contestaban con un "Sí": Obliga. 

Los cristianos que llegaban de la gentilidad, se resistían. Ellos querían ser Cristianos, no Israelitas. 

Gracias a Pedro, a Santiago, a Bernabé y a Pablo, todo pudo solucionarse. Y el Concilio dio el primer Decreto de la Historia de la Iglesia, y envió la Primera Carta Ecuménica. No se debía exigir a los gentiles que cumplieran las formalidades del Judaísmo. La Unidad de la Iglesia estaba asegurada, por el momento. Después llegarían nuevas causas de discusión y de división. Los Fariseos, los Integristas, los Fundamentalistas, estaban en la raíz de la primera gran dificultad.

 

LA COFRADÍA DE LOS FARISEOS AHORA. Esta carta ha sido demasiado larga. Y seguramente que Tú, Jesús de Nazaret, la comprendes. Porque has sufrido lo que ella recuerda. Lo sufriste Tú personalmente. Y la sufriste en tu Iglesia, tu Cuerpo místico. 

¿Y ahora? ¿Qué sucede ahora?. Siglo XX. Siglo XXI. ¿Qué ves Tú en estos hombres y en estas mujeres de nuestros siglos?. ¿Cómo los juzgas?. ¿Somos Publicanos o somos Fariseos?. 

Me cuesta mucho contestar. Me parece que no hay ninguna duda de que los Publicanos y las Publicanas son muchos y muchas. Tal vez, la mayoría absoluta, más de la mitad más uno. Entonces podríamos formar una especie de Cofradía de los Publicanos, de los Pecadores. Tendríamos una inmensa Cofradía. Si todos pagaran unos miles de pesetas como cuota mensual, reuniríamos miles de billones. Y podríamos realizar grandes obras sociales, a no ser que aparecieran los consabidos malversadores de los bienes públicos. 

Y ¿Los Fariseos y Fariseas?. ¿Serían muchos y muchas?. ¿Mayoría minoritaria?. ¿Simple Minoría?. ¿Mayoría absoluta?. 

No sé. Tú lo sabes todo. Tú solo puedes juzgarnos. 

Recuerdo que hace unos pocos años, un señor amigo mío, me dijo un chiste, una broma, que se me quedó grabada en la conciencia. Estábamos hablando de lo que sucede en el mundo actual, en la Iglesia de Ahora y de Aquí.  Y él amigo, con una sonrisa irónica en los labios, me comunicó su secreto, un secreto que había pensado y repensado muchas veces. Me dijo: Mira. Yo creo que podríamos organizar una "Cofradía de Fariseos", y pienso que tendría mucho éxito. Sería un exitazo incomparable. Y si pagaran algo, alguna cuota, a través de una Cuenta Corriente en un famoso Banco, el Capital de la Empresa crecería rápidamente. Porque los más son gente rica, muy rica, manejan mucho dinero, a veces es "dinero negro" debidamente "blanqueado", "comisiones" recibidas subrepticiamente a través de tramas secretas y desconocidas para todos, menos para la Policía. No sé cómo se hacen estas cosas. Pero lo cierto es que cada día, los Telediarios, Los Diarios Hablados y los Escritos, así como las Revistas Semanales, están llenos de estos términos más o menos técnicos, fiscales y financieros que casi nadie del vulgo normal es capaz de entender.

Imagínate cuántos Fariseos se inscribirían en nuestra Cofradía, si, además, como se hace ahora, también se permitiera la inscripción de las mujeres. Porque, por desgracia, también las hay. Las llamaríamos "Mujeres-Fariseas", o "Fariseos de la Sección Femenina". 

Yo he pensado muchas veces en esa broma, en esa ironía, que sin embargo supone un profundo conocimiento de la realidad.

 

CóMO SON LOS FARISEOS MODERNOS. Constantemente se habla de "Fanáticos". Se habla de "Hipocresía", palabra aplicada a personajes muy conocidos, a ideólogos, a políticos y a otros dirigentes. Se habla de "Fundamentalistas" que matan a otras personas porque son extranjeras, de otra nacionalidad, de otra Religión. Se habla de "Terroristas" que matan y extorsionan a los adversarios que conviven con ellos, a los que consideran como agentes de un país extranjero que está ocupando su territorio que debería ser libre y soberano. Se habla de "Limpieza de la Raza", lo que significa matar a los que son considerados de otra raza diferente a la raza de los que matan. Se habla de "Cabezas Rapadas", "Skin Heads" y otras cosas raras que, por cualquier tontería, dan una paliza a otro, le dejan medio muerto o lo matan del todo. 

Todo esto me parece Fariseismo del más duro. Como el de los Zelotes de tu tiempo, que eran muy afines a los Fariseos más extremistas. Aunque estoy completamente convencido de que los Fanáticos Israelitas de tu tiempo no pueden compararse con los Fanáticos de ahora, en crueldad y violencia. Los de tu tiempo no tenían más que unas armas rudimentarias y el fuego. Los de ahora acumulan explosivos y armas de todas las clases, en los "zulos" y otros rincones muy bien protegidos de los espías del CESID y de los Servicios Especiales de las diferentes Policías, y después utilizan ese arsenal, en coches-bombas y otras barbaridades que van inventando cada día. Y cuando lo hacen provocan tristísimas "masacres", con muertos de todas las edades que no tenían ninguna relación con el tema o el problema que da origen a la violencia.

 

SI Tú VOLVIERAS A HABLAR AHORA. Podrías regresar y decir lo que Te parece todo esto. Te encontrarías con dos grandes grupos de Hipócritas y de Fariseos: los Fariseos del Mundo y los Fariseos de las Iglesias que llevan tu nombre, las Iglesias Cristianas. 

Podrías gritar todos los argumentos que esgrimiste contra los Fariseos que Tú conociste tan bien, y encontraste en tus caminos. Ahora verías cómo los mismos Fariseos se atacan unos a otros, y se acusan de lo mismo: Se llaman "Hipócritas", muy bien podrían llamarse unos a otros "Sepulcros Blanqueados" y "Sepulcros escondidos en el suelo". Se podrían decir "Raza de Víboras". Y ya se lo dicen, pero con diferentes palabras, poniendo siempre por delante el educado saludo de "Señoría".  

Mirando el aspecto religioso, les podrías acusar  porque rechazan a los verdaderos profetas que les dicen la Verdad y las Verdades.

Los acusarías de falta de honradez.  

Les llamarías "Ciegos" que quieren ser Guías de otros ciegos, y para esto concurren a las Elecciones y engañan a los pueblos en sus discursos electorales durante las Campañas.  

Les gritaría que sus comportamientos corruptos están contaminando a toda la sociedad, que se ve impulsada a seguir los mismos caminos del engaño.  

Les afearías el que sean tan amigos de las Riquezas, del Oro y los Capitales, porque actúan en los Grupos y Partidos, en Política y en la Vida Social, para ganar más, y acumular dinero y propiedades, aunque sea a través de manejos turbios, engañosos, prohibidos por las Leyes y por los Reglamentos, a través de sueldos blindados y participaciones indecorosas, con dineros negros y tráficos de influencias y de acciones mafiosas.  

Les acusarías de que no Te reconocen como Enviado de Dios, y por eso, hombres y mujeres sin fe, siguen las exigencias del materialismo más feroz, y así se lo enseñan a los pueblos, con sus conductas malas.  

Les demostrarías que son orgullosos, altivos, oratorios, pseudomaestros, que utilizan la demagogia insensata, embustera, para recibir aclamaciones y votos.  

Les dirías que son verdaderos hipócritas, disfrazados, recubiertos de máscaras de cartón y sonrisas, que hablan de Obligaciones Ciudadanas, sin que ellos las cumplan. Porque buscan siempre los primeros puestos en las estructuras y los mejores saludos en las calles y en las concentraciones multitudinarias, donde se regalan los aplausos y las aclamaciones sin saber exactamente por qué ni a quién se dan. 

Si Te dirigieras a tus Cristianos, les podrías decir casi lo mismo. Habría quien se sentiría aludido, sobre todo si tratas de los excesos del poder.  

Tú podrías recordar aquello que dijiste sobre la Cátedra de Moisés, y lo podrías adaptar a las nuevas situaciones, en las que la de Moisés tiene poco sentido, pero se habla de otras Cátedras: la Cátedra de Pedro en Roma, y las Cátedras de los Apóstoles en las miles de Diócesis del mundo católico y cristiano.  

En cada iglesia, aun en la más sencilla y pobre parroquia de barriada o de pueblo, hay una pequeña cátedra, o una silla vulgar, donde se suele sentar el que celebra y preside la Eucaristía.  

El que preside es el que se dirige a la comunidad, con un discurso, más o menos largo, más o menos pesado. Menos mal, si Te recuerda a Tí, y lo que Tú dijiste y sigues diciendo ahora a tus seguidores y a toda la humanidad. A veces, podrías repetir aquella tu lección tan prudente: "Haced y observad todo lo que os digan, pero no imitéis su conducta, porque ellos dicen y no hacen". (Mateo, Capítulo 23).

No tengo la impresión de que exagero. Yo me considero el primero de los pequeños fariseos de la actualidad. Somos fariseos "de temporada", o "de Día". A veces hay fariseos que lo son por la mañana solamente o por la noche solamente. Hay fariseos que dependen del interlocutor. "Fariseos de la Calle o de la Plaza". "Fariseos de conveniencia". "Fariseos Comerciales". "Fariseos del Aula, ante los alumnos". "Fariseos de la Opinión". "Fariseos de la Política". "Fariseos de las Finanzas". "Fariseos de la Publicidad mentirosa". "Fariseos de la elocuencia y la palabrería vacía". "Fariseos de Despacho", "De Sala de Sesiones". "De Parlamento". "Fariseos de la Investigación y de la llamada Ciencia". "Fariseos de Uniforme". "Fariseos de Hábito". "Fariseos de las Razas más diversas". "Fariseos de Corbata". "Fariseos en mangas de camisa". "Fariseos de la cama y del sexo". 

Todos estos tipos o modelos se pueden aplicar a las Mujeres, porque ahora se hallan en todas partes como los hombres.

 

Tú Y LOS PUBLICANOS O PECADORES. Tampoco me gustaría ser un Publicano o un Pecador. El Publicano era el símbolo del traidor nacional, del pecador religioso que se había apartado de los caminos del Pueblo de Dios. Publicano era el "Rechazado" por la Sociedad. Tú les miraste con simpatía, aunque también has observado sus defectos, sus limitaciones, sus actitudes puramente humanas.  

Para exhortar a tus Cristianos a que no se contentaran con lo "Normal" y "Humano", con lo "Educado" y "lo que suelen hacer los hombres", les dijiste: "Si amáis a los que os aman, ¿qué recompensa vais a tener?. ¿No hacen eso mismo también Los Publicanos?" (Mateo, capítulo 5). 

Otras veces nos enseñaste algo, partiendo de la realidad de que los Publicanos eran considerados como "Pecadores". Hablaste de la corrección fraterna. Y dijiste que se debían intentar todos los caminos para que el hermano que haya cometido algún pecado, se corrigiera. Y al final añadiste: "Y si ni a la comunidad hace caso, considéralo ya como al gentil y al Publicano" (Mateo, Capítulo 18). 

Otra vez reconociste que los Publicanos se acercaban a Tí y Te aceptaban y por consiguiente conseguían su Salvación y su Regeneración. Después de la Parábola de los dos hijos, sacaste la consecuencia: "En Verdad os digo, los Publicanos y las Rameras llegan antes que vosotros al Reino de Dios". "Porque vino Juan a vosotros caminando en justicia y no creísteis en él, mientras que los Publicanos y las Rameras creyeron en él" (Mateo, Capítulo 21). Y esto se lo decías "a los Sumos Sacerdotes y a los Ancianos del Pueblo" que eran casi todos ellos Fariseos de los más conocidos y conspicuos. Y lo decías "En el Templo" de Dios. 

Me parece que esto es evidente para Tí, ante tus reacciones: Es mejor un Publicano o Pecador humilde y arrepentido que un Fariseo orgulloso, soberbio y altivo ante Dios y ante los demás. Es preferible sentirse un pecador que pide perdón. Y no sentirse un hombre orgulloso que se cree perfecto.  

Sin embargo, me parece que las grandes mayorías llevan dentro de sí un Fariseo y un Publicano. Y van sacando uno u otro según las conveniencias o las reacciones espontáneas, considerando lo que está sucediendo o con quién se encuentran. Algo parecido a la que decía aquel gran orador francés, Lacordaire, el Dominico, desde el púlpito de Nortre Dame de París: "En todo hombre hay un Santo y un Criminal". O aquel poeta antiguo que había afirmado: "El Hombre de metales / dos es confeccionado / Uno Vil y otro Honrado". 

Tú fuiste atacado por haber sido amigo de "Publicanos y Pecadores". Y Tú aceptaste esta realidad. Porque era verdad. Creo que ahora sigues esta tu línea de acción y de ideas. Por esto, me encuentro con tantas personas buenas que parecen malas y son rechazadas por la "Sociedad".  

Me gustaría ser así. Una persona que Te escucha, Te quiere, procura realizar lo que Tú le enseñas e imitar algo de lo que Tú eres. Y que sabe orar, como el Publicano, con los ojos bajos.