Estatua blanca  (1943)

Autor: Ramón Aguiló SJ 


Era un bloque de piedra arrancado
De una fría ladera.
Era un trozo de roca sin vida.
Inerte. En la Tierra.

Y suenan los golpes.
Y retumban con rítmica fuerza
Martillos sonoros.
Desgajan. Moldean.

Y cruje la roca.
Y se yergue la idea.

Y en el gélido bloque
Un espíritu ardiente se inyecta.

¡Ya no es sólo un cuerpo!
¡Ya no es sólo una estatua atenesca!
Es el alma seráfica y virgen
De un santo, hecha piedra.

Es roca que vive.
Es alma que piensa.
Dos ojos que gritan,
Mientras miran al Cristo que enseña.

¡ Felices los ojos
que se han vuelto de piedra,
cuando a Cristo escrutaban
con miradas de eterna fijeza ¡

No veo ya roca.
Yo escucho el latido en la piedra.
Serás un picacho
Que ciclones y rayos flagelan.

Lo dice, lo clama
Ese bloque con blanca elocuencia.
Tu espíritu era fuerte.
Lo dice esa piedra.

Bajo el cielo ¡qué vida la tuya!
¡Qué dura y qué bella!
Hoy crujen los rayos.
Y un día la nieve.
Y otro día un ciclón te golpea.

Y tú no te mueves.
De pie en la palestra.
Mirando a tu Cristo.
Y testigos, las mudas estrellas,
Como ángeles blancos,
Extasiados ante tanta belleza.

Estrellas de noche.
Como tu alma lo era.
Lo grita esa roca.
Esa roca tan blanca y excelsa.

YO QUIERO SEGUIRTE.
Y SER UNA ESTATUA COMO ÉSA. 



Ramón Aguiló, Escritor. 1943.
En Veruela. El día de la Inauguración
De la Estatua de San Luis Gonzaga,
En el patio de la casa.