El tour de Europa

Autor: Ramón Aguiló SJ

 

 

El Tour de Francia que es y ha sido uno de los acontecimientos deportivos y ciclísticos más importantes del mundo está saltando sus propias fronteras naturales. Y se ha adentrado en varios países de Europa, prácticamente en todos. Y así el deporte, una vez más, ha adquirido una relevancia política de primer orden.

 

Al mismo tiempo los partidos políticos españoles manifestaban su consenso, y se han podido dar los pasos necesarios para la Reforma de nuestra Constitución del 1978 en un sentido claramente europeísta.

 

Caen progresivamente las fronteras dentro de esa nuestra vieja Europa de tantos conflictos pasados, y está naciendo una Unidad imparable y creadora.

 

Como en todo nacimiento, también en el de ese gigante han aparecido y aparecen los dolores y las fatigas, las dudas y las lágrimas. Pero los años pasan, y los objetivos prefijados, las metas y las realidades se van consiguiendo. Y la Comunidad Europea va apareciendo en toda su fuerza y belleza. Y, como dijo Jesucristo hablando de los hombres, todos se van alegrar porque habrá nacido un nuevo ser para la historia.

 

Yo sé que existen hombres y mujeres, a veces intelectuales y pensadores, que mantienen sus dudas. Sobre todo aquellos que ven peligrar las propias diferencias, las propias tradiciones, la propias formas de vida, la propias características culturales y lingüísticas. Pero la gran mayoría de los países comprometidos piensa que el paso europeo será positivo.

 

Y será positivo porque Europa que ha sido un lugar de guerras encarnizadas y suicidas durante varios siglos, se está mostrando como un espacio de paz y convivencia. Y esto es bueno para todos, aunque se nos pida el sacrificio de algo que nos pertenece. Varias veces he visto y visitado grandes y ordenados cementerios de guerra en los países que la sufrieron. Aquellas cruces blancas, apretadas unas junto a otras, en filas paralelas y verticales permanecen ahí, como un reproche muy serio para los creadores de la historia, y una llamada a los que actualmente la estamos configurando.

 

Será positivo porque en Europa ya no habrá sitio para los dictadores. Europa será un espacio de libertades. Porque nace precisamente bajo el recuerdo nefasto de aquellas dictaduras nacionalistas que persiguieron a los opositores, creando campos de concentración, checas, exterminios, policías políticas y otras opresiones. Europa quiere asegurarse de que cosas así serán ya imposibles. Europa debe ser un espacio amplio donde se respeten los derechos humanos fundamentales.

 

Será también positivo porque Europa, fundamentalmente cristiana y misionera, sabe respetar las conciencias y las prácticas religiosas de otras confesiones. Los recuerdos de las guerras de Religión están llenando páginas tristes de nuestras historias. Y no deben repetirse.

 

Para muchos será también positivo porque Europa será una enorme concentración de posibilidades económicas y de riqueza. Será un espacio de gran desarrollo económico y social. Y todos además esperamos que su riqueza podrá contribuir también al desarrollo y bienestar de otros pueblos, especialmente de los pueblos del Sur que padecen colectivamente grandes deficiencias. Deberíamos todos procurar, por todos los medios democráticos posibles, que así sea en realidad.

 

Sin embargo, no todo será positivo. Sólamente los inteligentes, los preparados, los fuertes, podrán sobrevivir económicamente. Las empresas, los empleados y los obreros tendrán que competir fuertemente con gentes llegadas de los cuatro puntos cardinales con ganas de trabajar y muy bien preparadas para ello.

 

Además el impacto social, cultural, lingüístico, religioso va a ser muy fuerte especialmente sobre nuestras Islas Baleares tan abiertas, tan bien comunicadas, tan apetecibles para jubilados, buscadores de descanso, de dinero, de posibilidades. Es verdad que nuestras Islas ya están europeizadas en bastantes zonas de la Costa y del Interior. Los cambios, por tanto, ya se han producido hasta un cierto nivel. Pero este cambio se intensificará muy pronto. El dinamismo de la historia y de las nuevas situaciones es arrollador. De ahí que sea comprensible el deseo que se manifiesta en muchos pueblos, de defender la supervivencia de los propios caracteres y de la propia identidad. A pesar de todo, la evolución es imparable.

 

Hasta veremos consecuencias en la política de los municipios, ciudades y pueblos. Podrán ser elegidos ciudadanos provenientes de otros Estados de la Comunidad Europea: La Reforma Constitucional necesaria ya es está en marcha. El movimiento político local, la marcha de los Partidos, la creación de nuevos, todo se verá afectado por esta pequeña Reforma, con la introducción de dos palabras.

 

La Iglesia no tiene necesidad de cambiar su Constitución, porque todo lo que pueda innovarse para abrir sus puertas, está ya en el Evangelio. Podrá revisar sus actitudes e incorporar nuevas voces y opiniones en sus Consejos, Delegaciones y Estructuras.