El rostro humano de Dios

Autor: Ramón Aguiló SJ

 

A Dios nadie lo ha visto nunca. Lo has afirmado Tú. Y has añadido enseguida que sólo el Hijo conocía a Dios. Tú eres el único que, como Hijo Eterno y como Hombre temporal puedes hablar de Dios, tu Padre, con un conocimiento profundo, experimental, total, iluminado.

 

NUESTRO CONOCIMIENTO DE DIOS. Nosotros, los hombres, poseemos sólamente un conocimiento limitado que adquirimos fatigosamente a través de nuestras experiencias vitales. Y nos quedamos siempre detenidos, plantados, ante la Puerta infranqueable, cerrada, de la Esencia y la Existencia del Ser Supremo. Es una verdadera tortura. Lo ha sido en los largos años de la historia de la humanidad y lo sigue siendo ahora en nuestros siglos en que las Ciencias Experimentales han avanzado tanto. Los filósofos de la Antigüedad, los pensadores, los escritores más famosos, los paganos, griegos y romanos, los teólogos de la Cristiandad, nos han ofrecido brillantes chispazos sobre la Personalidad de Dios, pero siempre nos han dejado amplias zonas oscuras, impenetrables, misteriosas, que no han podido iluminar, penetrar, explicar.

 

CONOCEMOS LAS COSAS POR SU APARIENCIA. Y es que nosotros conocemos las cosas por su apariencia y en el caso de los seres vivos, como el hombre, por su cara, por su rostro. Yo sé quién es Juan o quién es María, cuando nos encontramos por la calle, porque veo sus caras y las recuerdo y, al comparar el recuerdo con la actualidad, puedo afirmar: Es él. Es ella. Cuando la edad, la enfermedad o alguna desgracia o accidente, transforman una cara, me siento en la duda, porque no puedo reconocer la cara que yo conocía y que había permanecido archivada en los pliegues fantásticos de mi cerebro.  

Dios no tenía Cara. Dios no tenía Rostro. Era puro Espíritu. Y los espíritus son algo esencialmente diverso de lo material, de lo corporal, de lo visible por nuestros ojos y constatable por nuestros eficaces sentidos. El Hombre entonces se veía obligado a caminar a tientas por un camino oscuro, guiado solamente por la pequeña luz de una razón enferma, que podía llegar a afirmar: Existe un mundo material que yo experimento y que no puede tener la causa de su existencia en sí mismo. Por tanto existe un Ser Creador, razón de la existencia de las cosas, que, además, debe tener en Sí mismo, como Esencia, la propia Existencia. Y este Ser que existe porque su "Ser es Existir", se llama Dios. Poco más supieron los Filósofos y los Pensadores de este Ser misterioso, que es tu Padre. Y este "Poco Más" se reducía a una serie de afirmaciones llamadas "Analógicas", porque se conseguían a través de las realidades que nos rodean, negando en Dios lo que en ellas se encontraba defectuoso, limitado y contingente.

 

Tú ERES LA MANIFESTACIóN DE TU PADRE. Pero Dios, desde el primer momento de su Obra Creadora, decidió que su Hijo Eterno se hiciera Hombre en el Tiempo, que su Hijo Espíritu tomara un Cuerpo Humano, que su Hijo Dios Infinito se sujetara a los límites estrechos de una vida temporal, en una familia concreta, en un pueblo determinado, el de Israel, en una cultura, una lengua y unas costumbres sociales y religiosas, en unos años precisos del desarrollo histórico. Y este Hombre eres Tú, Jesús de Nazaret. Tú nos visibilizas al Invisible, temporalizas al Eterno, nacionalizas y limitas al Infinito y Supraespacial. Dios por Tí se vuelve cercano a la humanidad, capaz de ser comprendido mejor y asequible a esos nuestros ojos de carne que actúan como unas cámaras fotográficas rapidísimas, sensibilísimas, impresionables sólamente por la formas y los colores de las cosas. Por eso Tú puedes ser llamado y eres llamado "Cara", "Rostro" de Dios. "El que Me ha visto a Mí, ha visto al Padre".

 

Tú ERES EL ROSTRO DE DIOS. Hubo un hombre que lo comprendió así y escribió unas páginas muy hermosas sobre este tema. Se llama Fray Luis Ponce de León, y el libro que escribió: "Los Nombres de Cristo".  

Fray Luis fue poeta, religioso de la Orden de San Agustín y escritor español. Había nacido probablemente en 1528 en el pueblo de Belmonte de la Mancha (Cuenca). Su vida se desarrolló casi toda en Salamanca, y vivió 64 años. Fue catedrático de Teología Escolástica en la Universidad. Pero chocó con algunos profesores, alumnos y sobre todo con la Inquisición. Fue encarcelado el 27 de Marzo de 1572. Y absuelto el 11 de Diciembre de 1576. Cuatro años de cárcel, y en estos años duros y solitarios en la mazmorra pensó y escribió un libro hermoso "De los Nombres de Cristo". Te amaba. Y Tú le diste fuerzas para no sucumbir y seguir pensando y creando.  

Uno de los Nombres que Te atribuye Fray Luis es precisamente el de "Faces de Dios", que es una forma antigua de decir "Faz de Dios","Rostro de Dios", "Cara de Dios", el segundo de la primera de las tres series.  

Vale la pena seguir la claridad del pensamiento de Fray Luis. Parte de varios textos bíblicos que citan al "Rostro de Dios", pero muy especialmente del texto del capítulo 6 del Libro de los Números, en el que Dios ordena al sacerdote que diga sobre el pueblo, cuando lo bendiga, las siguientes frases: "El Señor te bendiga y te guarde. El Señor te muestre su Rostro radiante y tenga piedad de tí. El Señor te muestre su Rostro y te conceda la paz". Fray Luis, siguiendo las enseñanzas de los antiguos padres y doctores, demuestra que este texto se refiere a tus dos venidas.

 

POR QUé Tú ERES EL ROSTRO DE DIOS. Luego Fray Luis se pregunta por qué Tú, Cristo, tienes este Nombre. Y contesta que Tú, como Verbo de Dios, eres Rostro de Dios, pues eres Imagen y Figura del Padre, como Pablo, tu Apóstol, lo ha dicho varias veces en sus cartas, y lo afirma además la llamada Carta a los Hebreos, en sus primeros versos. También eres Rostro de Dios, desde tu Naturaleza de Hombre, porque "como cada uno se conoce en la cara, así Dios se nos presenta en El y se nos demuestra quién es clarísima y perfectísimamente".  

Entonces Fray Luis va pasando por los diferentes aspectos de tu Ser Humano, y va demostrando que en cada uno de ellos se manifiestan los rasgos de la Personalidad de Dios. En tu Cuerpo, semblante hermoso, postura grave y suave, y muy especialmente en tus ojos resplandecientes y en tu boca siempre dulce y bondadosa, y en toda la compostura de tu Cuerpo, siempre puro y siempre bello.  

En tu Alma también se manifiesta la grandeza de Dios, que en ella reunió todas las perfecciones naturales posibles y todos los tesoros sobrenaturales. Tu Alma es el más perfecto Retrato de Dios. Tu Alma, como ser espiritual y como ser elevado y sublimado por la Gracia, es el Reflejo más cercano de la Divinidad.  

En tu Conjunto, es decir, en tu Condición Humana, Tú eres Imagen o Cara de Dios, porque fuiste y eres Humilde, porque además eres Grande y porque así, en esa unión íntima de humildad generosa y de grandeza equilibrada, queda reflejada la Paternidad Infinita y Amorosa de Dios: El es Amor y Tú eres Amor. Y este Amor se difunde en la unidad de todos los creyentes cristianos, como Tú mismo oraste al decir: "Para que todos sean una cosa, así como nosotros somos una cosa".  

Fray Luis termina sus pensamientos sobre el Rostro de Dios con estas palabras: "Dícese también Cristo Cara de Dios porque, como por la cara se conoce uno, así Dios por medio de Cristo quiere ser conocido. Y el que sin este medio le conoce, no le conoce. Y por eso dice El de Sí mismo, que 'manifestó el nombre de su Padre a los hombres'".  

Me ha gustado seguir esas páginas de Fray Luis, pensadas y escritas en la cárcel de la Inquisición. Perseguido, Te amaba. Encarcelado por los mismos poderes de la Iglesia, Te era fiel. Y Tú, con tu grandeza humana y divina, estuviste junto a El, en las mazmorras silenciosas y oscuras, donde todo parece cantar una elegía de muerte.

 

LA IGLESIA TAMBIéN LO DICE. Hay una oración en la Liturgia de la Iglesia, Domingo Segundo de Cuaresma, cuando se lee el anuncio de tu Transfiguración. Quiero repetirla ahora. La dirijo a tu Padre, mientras pienso en Tí. Dice:

 

              "Señor, Padre Santo,

              Tú que nos has mandado escuchar a tu Hijo,

              el Predilecto,

              alimenta nuestro espíritu

              con tu Palabra.

              Así, con mirada limpia,

              contemplaremos gozosos

              la gloria de tu Rostro.

              Amén.

 

La Iglesia Te vé transfigurado, hermoso, radiante, blanco, elevado sobre la tierra. La Iglesia, sobrecogida, admirada, arrobada y sacudida, ve tu Rostro, como lo vieron los Tres Apóstoles, pero, a través de tu Rostro, llega a conocer el Rostro de Dios, tu Padre. Qué hermoso eres, Cristo. Qué hermoso es tu Padre, que es también mi Padre. Gracias a Tí sabemos que Dios es nuestro Padre. Gracias a Tí conocemos la verdad del Dios a quien adoramos. Gracias a Tí nos podemos alegrar de que nuestro Dios es un Dios humano, con todo lo que esta palabra significa de cercanía, ternura y amor.

 

EL HUMANISMO DE LAS PERSONAS. Yo he conocido a algunas personalidades que pueden ser calificadas de "humanas", así como también he conocido otras que sin ninguna duda se han mostrado como inhumanas.  

Tú sabes mejor que yo quiénes son. Tú conoces la historia de la humanidad. Y Tú la estás juzgando. Y algun día se manifestará todo en el que llamamos "Juicio Universal" que presidirás Tú, como Juez Eterno y Rey Universal.  

Ha habido Emperadores, Emperatrices, Conquistadores de países, Racistas execrables y Nacionalistas de todos los colores que han manchado las páginas de la historia humana con grandes charcos de sangre.  

Dios rechaza todo esto. No lo quiere ese Dios nuestro que "ama y espera" aun a los enemigos, que mira lejos todas las mañanas para ver si regresa su hijo huído de la casa y del hogar. La alegría del Buen Pastor por la oveja perdida recuperada. Tu Rostro y por tanto el Rostro de Dios es el Rostro de la Sonrisa Esperanzada. No el Rostro de un "Dios de los Ejércitos".  

Yo también he encontrado en los escritos históricos y en las calles de las ciudades las figuras pacificadoras de personalidades eminentemente "humanas". Podría decirte muchos nombres. Pero Tú los conoces mejor. No suelen encontrarse en las altas esferas de la sociedad, sino que son gentes sencillas, pero convencidas de lo que creen y de lo que realizan. Ellas son un rasgo de ese Rostro de Dios que se proyecta sobre el mundo. Al verlas, nosotros Te conocemos más, y Te amamos más intensamente.

 

UNOS VERSOS PRECIOSOS. Para terminar quisiera recordar los versos de otro Fray famoso, San Juan de Yepes, llamado Juan de la Cruz que, nacido en Fontiveros, Avila, en 1542, murió en Ubeda, Jaén, en una noche fría de Diciembre de 1591, cuando caía sobre el pueblo una fuerte lluvia. Fué el gran Reformador de la Orden Carmelitana juntamente con Santa Teresa de Avila. Gran Místico y Poeta. En sus "Canciones entre el Alma y el Esposo" tiene aquella estrofa que parece un resumen de todo lo que de tu Rostro y Mirada se puede decir:

 

                   "Mil gracias derramando

                   pasó por estos sotos con presura

                   y, yéndolos mirando,

                   con sola su figura

                   vestidos los dejó con su hermosura".

 

Y es que el Universo, como un espejo brillante y limpio, refleja en su hermosura, la hermosura infinita de tu Cara, que es la Cara de Dios, del Ser Infinitamente Uno, Verdadero, Bueno y Bello. Por eso puedo mirar, contemplar y sentir la estética maravillosa del Universo en el que estoy, como parte de él, y, a través de ese gozo inefable, constatar tu Belleza Sobrehumana y vislumbrar la del Padre, tu Padre y nuestro Padre. Los Cristianos vivimos para la Belleza.