El pollino y platero (2002)

Autor: Ramón Aguiló SJ

 

( Llegó el Domingo de Ramos, comienzo de la Semana Santa, y reviví con emoción la triunfal entrada de Jesús en la Ciudad de Jerusalén. Fue todo muy brillante. El pueblo israelita le aclamó, cubrió de ramas de árbol el suelo, agitó las palmas más hermosas, gritó, aplaudió y cantó los “Hosannas... Bendito el que viene en nombre del Señor. Hosanna en las alturas”. Pero Jesús no entró caminando, ni sobre un hermoso caballo, sino que escogió el modo más sencillo. Entró sobre un pollino, que nadie todavía había utilizado, que era propiedad de un amo desconocido, y que dos apóstoles habían conseguido en el pueblo que estaba enfrente de ellos. Los cuatro evangelistas narran este hecho y coinciden en los pormenores. Durante estos mismos días yo estaba leyendo la historia poética de otro Pollino, que creó Juan Ramón Jiménez en su maravillosa obra “Platero y Yo”. En mi mente surgió una inspiración: Esos dos pollinos son hermanos, son históricos, son geniales. Jesucristo conocía el pollino que utilizó para entrar en la Ciudad que El tanto quería y por la que tanto lloró. Y Juan Ramón, el poeta, creó la figura de otro pollino, Platero, que tiene una personalidad genial: escucha, mira, reacciona, ríe. Me pregunto: ¿Qué relación hay entre esos dos pollinos?. La respuesta a esta pregunta sólo puede ser poética: una poesía).


1
Se acercaba el Nazareno
Hacia el final de su vida.
Preparaba a sus Apóstoles
Para la Cruz deicida.

Y miraba a su ciudad
A la que tanto quería,
Por la que tanto lloró
Asediada y destruida.

Pero entonces quiso entrar
Entre palmas y sonrisas,
Entre clamores y Hosannas.
Y las gentes le aplaudían.

Él no entraba como un Rey
Para conquistar la villa.
Se sentó sobre un POLLINO,
El mejor que conocía.

El sencillo animalito
Con su madre, la borrica,
Le esperaba. Y respondió:
“Voy a servir al Mesías”.
Y aquel POLLINO fue y es
El que da Paz y Alegría.



2
Yo he conocido a un borrico
Del que ha escrito un gran poeta.
Pollino peludo y suave,
Por dentro como una piedra.

Éste se llama “PLATERO”,
Al que le gustan las brevas.
Es un pollino muy manso
Que sabe escuchar y piensa.

“Nos entendemos muy bien”.
Lo decía el gran poeta.
“Él me lleva a donde quiero”.
Y PLATERO trota y llega.

Y a mi me parece que
PLATERO del gran poeta
Aprendió de aquel POLLIN0
Que Le llevó hasta la meta,
Aquel Gólgota y la Cruz,
SOL PARA TODA LA TIERRA