El placer de la venganza

Autor: Ramón Aguiló SJ

 

Jesús de Nazaret: 

Cada año recordamos el Martirio de tu Pariente y Precursor, Juan el Bautista, aquel joven del Desierto, que antes de nacer saltó de alegría en el seno de su madre, y fue causa de una gran alegría en su mundo. 

LA VENGANZA DE UNA MUJER. La triste historia de su Muerte violenta se puede titular "La Venganza de una Mujer". Es un verdadero drama, o mejor, una tragedia clásica que se podría representar en la escena de un teatro romano, o una ópera trágica, digna de los mejores músicos y cantantes, que se podría exhibir, de noche, en las Termas de Caracalla de Roma o en la Arena de Verona.  

De hecho, las figuras históricas que aparecen en esta Tragedia, Juan, Herodes, Herodías, Salomé y otras más o menos fingidas por los artistas, han dado origen a importantes Obras Artísticas, como los Escritos de Oscar Wilde, Gustave Flaubert y Stéphane Mallarmé, la famosa Opera Lírica de Richard Strauss, y las realizaciones de Pintores de fama. 

En el desarrollo de la historia se guardan todas las Unidades Clásicas: La Unidad de Acción, la de Tiempo y la de Lugar. La Obra tendría un Prólogo, tres Actos y un Epílogo. Prólogo: Discusión y Condena: Juan, Herodes y Herodías. 1º Acto. Banquete. 2º Acto. Baile de Salomé y Juramento. 3º Acto. Ejecución y Presentación del Regalo de la Cabeza de Juan por Salomé a su Madre, Herodías. Epílogo en un cuadro: Entierro y Sepultura.   

Narran los hechos sólamente dos Evangelistas: Mateo (Capítulo 14) y Marcos (Capítulo 6). El más completo resulta ser Marcos. 

Esta Historia es una mezcla terriblemente conflictiva de Respeto, Amor, Odio y Sexo. Todo sucede en la Corte de Herodes.  Porque en esta Corte corrompida, Juan el Bautista, era al mismo tiempo respetado por el Rey y odiado por la Mujer que el Rey amaba, Herodías.

 

PRóLOGO. Y es que Juan, formado entre los ardores del Desierto, no era un político, aunque tenía entrada en el palacio real. Era un Profeta, que gritaba la Verdad y las Verdades.  

Herodes se había enamorado de Herodías, la mujer de su hermano Filipo. Y convivía con ella. La había arrebatado a su hermano. 

Juan no podía callarse. Y siempre que podía, se lo gritaba, o se lo susurraba al oído: "No te es lícito acostarte con la mujer de tu hermano". Es una vengüenza para tí y para tu Pueblo. 

Herodías estaba profundamente enamorada de Herodes. Y se sentía seducida por la grandeza de su amante, y le gustaba la vida palaciega. Y gozaba con las riquezas que tenía en sus manos. Y disfrutaba del poder sin límites, de las amistades siempre reverentes y obsequiosas. Y aparecía lujosamente vestida, adornada, enjoyada, como una reina. Y como concubina adúltera de un Rey, se sentía adulada, reina poderosa, cuando en las largas noches podía encontrarse con él a solas. 

Ella tenía una hija, Salomé, hermosa, buena bailarina, seductora, jovencita. 

Herodías no perdía ocasión. Quería anular a Juan. Estaba decidida a que Juan desapareciera. Pero Herodes respetaba a Juan porque le veía bueno. Y le escuchaba porque le parecía un profeta verdadero y sincero.  

Herodías no se daba por vencida. Primero logró que Herodes, seducido, complaciente, lo encarcelara. Pero ella, mujer inflexible y vengativa, quería verle muerto. Quería tener en sus propias manos la cabeza dura, valiente, que jamás se había agachado, de aquel Profeta.

 

PRIMER ACTO. Y llegó el día de la Venganza. 

Fue en una Fiesta. La Fiesta del Cumpleaños del gran Rey Herodes. Había que celebrarla dignamente, como se merece la realeza de la persona. Herodías lo organizó todo. Los criados llevaron las invitaciones a los "Magnates, a los Tribunos y a los Principales de Galilea". Acudió lo mejor de la sociedad, lo más selecto, los cargos oficiales, los militares, los ricos y los nobles. El Todo Galilea, como se dice ahora en los Diarios. "Lo mejor" de ese mundillo de ladrones disfrazados y de hipócritas blanqueados, "encalados", como Tú decías, estaba allí. Todos serían testigos del poder de una mujer que se sentía querida por el Rey.

 

SEGUNDO ACTO. Comieron todos. Bebieron largamente. Y en el momento de los postres, apareció Salomé, la bailarina, la joven hermosa hija de Herodías. Comenzó su danza, acompañada por los músicos de la orquesta. Dió varias vueltas por el gran salón. Saltó. Mostró sus piernas, su talle, su rostro pintado, sus brazos extendidos, sus ojos semiabiertos, y su boca que despedía besos para el Rey y sus amistades. 

Su madre sonreía. Herodes la miraba con esos ojos turbios que son índices de la pasión. 

Acabó la Danza. Y la muchacha se inclinó ante el Rey. Y repitió las inclinaciones ante su madre y ante los demás. 

El Rey aplaudió. Y todos le siguieron. Salomé se inclinaba varias veces, y varias veces escuchó el entusiasmo de los aplausos, y de las aclamaciones de los invitados. 

Entonces el Rey pidió un poco de silencio para hablar. Y ante la alegría de Herodías, se dirigió a Salomé para preguntarle: ¿Qué quieres de mí?. Pídeme lo que quieras y te lo dará".  Y extendió su mano temblorosa para expresar su fórmula de juramento: "Te daré lo que me pidas, aunque sea la mitad de mi reino".

 

TERCER ACTO. Salomé se sentía feliz. Herodías experimentó en este momento el placer de la venganza conseguida. Salió del salón, mientras dirigía un gesto de inteligencia a su hija. 

Salomé se acercó su madre. Y le preguntó, como hija buena: ¿Qué le pido?". Y su madre, sin dudar, le contesta lo que ha pensado ya tantas veces: "La Cabeza de Juan el Bautista". 

Todos los presentes están silenciosos, expectantes. La jovencita va a hablar ante Herodes: "Quiero que ahora mismo me dés, en una bandeja, la cabeza de Juan el Bautista". 

Herodes sintió el peso de la Tragedia. Temía a Juan. No quería matarle. Pero todos habían oído sus palabras y su juramento. Tuvo que dar la orden a un lacayo, a uno de los gorilas de su escolta, a uno de esos hombre duros que ahora llaman eufemísticamente "los guardaespaldas".  

Fue a la cárcel. Todo estaba dispuesto para las ejecuciones que en aquellos tiempos eran tan fáciles. Juan fue ejecutado. Degollado. Decapitado. La sangre caliente, a borbotones, correría por el patio del calabozo. La espada quedó manchada. Buscaron una bandeja, la más hermosa, la más aparente. Y sobre ella, colocaron la cabeza que se iba enfriando, de Juan, el que había dicho hablando de Tí: "Es preciso que El vaya creciendo y que yo siga disminuyendo". "No soy digno de desatarle la correa de sus sandalias". 

Llegó el Gorila-Verdugo con la Bandeja en las dos manos. Como si fuera un camarero, con el plato final de la Fiesta. Todos quedaron horrorizados. La niña recogió la bandeja de las manos del Gorila. Y fríamente, como si no sintiera nada, se la fue a ofrecer a su madre, inclinándose ante ella. 

No sé qué haría la madre con la cabeza. Pero se sentía feliz. Había terminado su agonía. Había realizado la Venganza que tanto deseaba. La Venganza que es el Placer de los Dioses y de los Reyes y Reinas de este mundo.

 

EPíLOGO. Fue corriendo la noticia por la ciudad y por el campo. Los discípulos de Juan se enteraron. Lloraron. Y decidieron realizar con él la última obra de caridad que se puede realizar con los muertos. "Vinieron a recoger el cuerpo y le dieron sepultura". Una procesión silenciosa, en la oscuridad de la noche, recorre la ciudad, llevando un féretro. Nadie pregunta. Nadie habla. Alguna antorcha encendida ilumina el lúgubre desfile hasta el cementerio. 

Así terminaba la vida, tristemente, el hombre que con su nacimiento y su predicación, había comunicado al mundo la alegría, y a sus discípulos más queridos les había indicado el camino para llegar hasta Tí. "Este es el Cordero de Dios. El que quita el pecado del mundo". 

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LA VENGANZA EN LA HISTORIA. La Venganza por desgracia maneja a la Historia. Y la ha vuelto muy retorcida.

Yo la encuentro en todos los rincones de ese agitado cuadro, de esas movidas secuencias de la apasionante película que es nuestra vida. 

La veo y la experimento constantemente. En los Políticos y en los Jueces. En los Dirigentes de las Naciones y en las Masas. Los sentimientos que podrían ser nobles y hermosamente humanos quedan con frecuencia manchados por el rechazo de los otros que son los más y los diferentes. 

La lenta y parsimoniosa ejecución de la Venganza parece ser un placer incoercible para algunos. Como si la Venganza fuera una forma de orgasmo psicológico imparable, placentero.

 

Tú NO QUIERES LA VENGANZA. Tú, Jesús de Nazaret, no quieres esto. No quieres esos placeres que se buscan cuidadosamente y se sienten profundamente en la humillación, la destrucción, la aniquilación de los que nos desagradan o de los que nos han herido, maltratado, rechazado. A veces ellos nos han dañado realmente, pero muchísimas otras veces la realidad, una realidad limitada, nos llena de imaginaciones, de fantasías, de sospechas. Recibimos daños imaginarios. Y nosotros queremos vengarnos de veras. 

Tú nunca has hablado de la Venganza. Nunca la has provocado en aquellos a quienes has hablado con claridad y a veces con mucha fuerza y decisión. Porque siempre les has tendido la mano generosa. Y les has mostrado el camino del Perdón y del Amor. Has tratado con toda clase de pecadores y pecadoras, con gentes sospechosas, malvistas por la Sociedad, con delincuentes, con extraños colaboradores de los extranjeros, de todos los tamaños sociales y psicológicos, de todos los sexos y procedencias. Y nunca les has dicho una palabra de condenación. Siempre has encendido en ellos y en ellas la lucecita de la esperanza. 

Has sido especialmente enérgico con los Hipócritas, Magistrados, Letrados e Integristas. Pero tus enérgicas palabras han sido siempre como unas llamadas vigorosas hacia la conversión. 

Cuando los hijos del Zebedeo, Santiago y Juan, querían que bajara fuego sobre Samaria, porque no habían aceptado recibirTe, querían vengarse. Y ellos sabían muy bien cómo. Ya entonces existían los métodos violentos de los terroristas, que con tanta dureza conocemos ahora. Los dos hermanos sabían qué significaba lo que proponían. Tú les corregiste, les criticaste, les rechazaste. Y has seguido sencillamente, tranquilamente, tu camino hacia Jerusalén. No quisiste aceptar ninguna venganza.

 

VENCISTE LA VENGANZA CON LA GENEROSIDAD. Tú has aniquilado la Venganza como solución. Aun aquella Ley que era una superación de la simple Venganza: la llamada "Ley del Talión": "Ojo por ojo y diente por diente". Tú exclamaste: "Pero Yo os digo". Y añadiste enérgicas llamadas a la Liberación, al Perdón y a la Generosidad con los que nos detestan y nos quieren alejar y borrar del mundo.

 

EN LA ANTIGüEDAD LA VENGANZA ERA LA SOLUCIóN. Tú sabes que no siempre fué así. Tú sabes que antes de tu Venida, los Israelitas y los hombres de todas las naciones practicaban otras costumbres, a veces muy bárbaras y salvajes. 

Los primeros hombres y mujeres, después de los grandes pecados del comienzo, no tenían Leyes, no tenían estructuras jurídicas.  No se sentían seguros frente a los demás y a sus agresiones. Entonces se había establecido la práctica de la Ley de la Venganza. La Venganza significaba Defensa personal, Justicia Personal, Tranquilidad Impuesta. La Venganza así adquirió un matiz de "cosa sagrada". 

En Córcega la "Vendetta" se estableció como una ley, como una costumbre. Y se ha proyectado hasta hace pocos años especialmente en Italia.

 

LA VENGANZA EN ISRAEL. En el Pueblo de Israel la Venganza muy pronto fue limitada por tres leyes prácticas: la Ley del Talión (el castigo no podía ir más allá que el daño recibido), la Ley del Asilo (por la cual había ciertos sitios en los que el delincuente podía refugiarse para evitar los abusos de la Venganza), y la Ley de la Composición (por la cual se podía discutir una salida justa al daño hecho).

 

¿PUEDE DIOS VENGARSE?. A veces la Biblia parece indicar que la Venganza es propia de  Yahvé. Pero, analizando bien los textos, he notado que en ellos existe una cierta forma antropomórfica de explicarse y que cuando se habla de la Venganza de Dios, o de un Dios Vengativo, de hecho se está afirmando la Justicia de Dios, y que al aplicarla, Dios es un Juez Justo. En el Deuteronomio, capítulo 32, se desarrolla un llamado "Cántico de Moisés". En él Dios dice de Sí mismo: "A mí me toca la Venganza y el Premio". 

Es evidente en este texto que la Venganza se contrapone a Premio.  Y lo contrario del Premio es el Castigo, no la Venganza. El Castigo pertenece a Dios y no a los hombres. Pero, a través de los mismos textos del Antiguo Testamento y muy especialmente de tus enseñanzas evangélicas, nosotros, los cristianos, hemos conocido que Dios, aun cuando castiga, es Misericordioso. La Misericordia prevalece siempre en la Justicia de Dios. Hasta me atrevería a decir que el Dios de nuestros padres y el Dios de Jesucristo no tiene como característica la Justicia, sino la Bondad, la Generosidad y el Perdón. Por esto, Tú has muerto en la Cruz. Para que la Justicia de Dios pudiera ser relegada y no fuera más causa de angustia en los creyentes, hombres y mujeres de buena voluntad, de todas las Religiones y grupos.

 

LA VENGANZA ENTRE LOS PAGANOS. En el Mundo Pagano la Venganza ha sido practicada. La Historia está llena de sangre, por esta causa. Han aparecido los mitos históricos. Y los mitos literarios. Todos ellos han sido como el surtidor manchado de tantos salvajismos. En la mitología, han ido apareciendo las figuras de los que han sido considerados como Encarnación de la Venganza. Y esto ha dado origen a grandes obras de Arte, sobre todo en la Literatura griega. 

Los disparatados dioses de las mitologías del Olimpo y del Walhalla son unos dioses que luchan entre sí, se vengan como apasionados ejecutores de los enemigos, y sojuzgan a los seres humanos que levantan cabeza, para que no lleguen a conocer los secretos de la divinización. 

Estos dioses imaginarios residían, según pensaban los griegos, en el Monte Olimpo de Grecia, de casi tres mil metros de altura. El Walhalla es un lugar de la mitología germánica, en el que se congregaban los guerreros muertos en las batallas de la Tierra para seguir luchando eternamente entre sí. 

De estas y otras mitologías fueron apareciendo figuras legendarias de humanos, castigados por los dioses, o ejecutores de las venganzas divinas.

 

PROMETEO. Prometeo es una de ellas. Prometeo era un Titán, es decir, un gigantón de mala conducta.  El fue el que robó el Fuego divino de los dioses. Se lo llevó para hacer felices a los hombres. Y entonces Zeus se vengó y castigó al Titán a permanecer siempre encadenado en la montaña del Cáucaso, mientras una Aguila vengativa se le comía el hígado, que iba constantemente renovándose y creciendo. Y así estuvo Prometeo hasta que Hércules, un valiente que descendía de dioses y de mujeres, mató el Aguila. Prometeo quedó libre de la Venganza. 

Esta es la leyenda mitológica que expuso Esquilo, el trágico griego, nacido en Eleusis en 525 y muerto en Gela, Sicilia, en 456, en su famosa Tragedia llamada "Prometeo encadenado".

 

LA VENGANZA DE ELECTRA. Los Griegos han contemplado en sus Teatros al aire libre además otras tragedias que tenían como tema fundamental la Venganza. Otro ejemplo es el caso de Electra, Ifigenia y Orestes, tres hermanos, hijos de una familia mitológica: Agamenón y Clitemnestra. 

Agamenón regresa victorioso de Troya. Espera encontrar feliz a su esposa. Pero Clitemnestra tiene un amante, que se llama Egisto. Por él llega a asesinar a su legítimo esposo Agamenón. Electra, alertada, salva al que va a ser el Vengador de su padre, su hermano Orestes que todavía es niño. Pasan los años. Electra lo sabe todo. Cree que Orestes ha muerto. Pero también sabe que  debe vengar a su padre muerto. Es la exigencia sagrada de los dioses. Electra está inquieta. Inesperadamente Orestes regresa.Y Electra se mueve para inducir a su hermano a que mate a Egisto y a Clitemnestra, su madre. Finalmente Orestes ante la alegría de Electra asesina a los dos amantes. Mientras los espectadores desde las gradas y Electra ante el palacio del escenario escuchan los gritos dolientes de Clitemnestra asesinada por Orestes, Electra va gritando: "Dale, si puedes, un segundo golpe". Es el placer de la Venganza cumplida. El Coro canta: "Las maldiciones van obrando. Reviven los que yacían bajo tierra. Los que estaban muertos se vengan bebiendo la sangre de los asesinos de antaño". 

Este es el argumento de varias obras trágicas de la antigüedad griega. Esquilo de quien ya he hablado tiene una Trilogía llamada "La Orestíada", formada por las obras: "Agamenón", "Las Coéforas" y "Las Euménides". "Las Coéforas" expone el mismo tema de la "Electra". 

Eurípides que había nacido en Salamina en 480 y muerto en Macedonia en 406, entre sus obras también tiene varias dedicadas al tema de Electra, Orestes e Ifigenia. 

Finalmente el otro grande de los Trágicos griegos, Sófocles, nacido en Colonna, en 496 y muerto en Atenas en 405, escribió un centenar de Tragedias, de las cuales sólo se conservan siete. Y una de ellas se llama también "Electra". 

Yo recuerdo haber visto en Bolivia una impresionante versión de la "Electra" de Eurípides en las pantallas del Cine. Su Director era Michael Cacoyannis, un griego de nacimiento. Y la primera actriz, que encarnaba al personaje de la "Electra" vengadora, era también griega. Se llama Irene Papas. Todo el Film estaba envuelto en las bellas formas artísticas, literarias y musicales, de los valores clásicos. Impresionantes escenas, pero siempre dentro de los límites de la Estética que es un Realismo moderado y enaltecido por el toque de la Belleza creadora. Recuerdo la escena en que los dos Hijos vengadores, Electra y Orestes, ven manchadas sus manos con la sangre de su propia madre. De esta forma Eurípides y los Griegos Clásicos han llegado hasta nuestros días de las manos amorosas de los modernos creadores de este arte sutil que se llama "Cinematografía".

 

LA VENGANZA Y LA CATARSIS. La Venganza fue uno de los grandes motivos de placer de las masas griegas que iban al teatro. Esta visión de la Venganza en el escenario producía la "Cátharsis" que consiste en una especie de liberación de las pasiones más bajas, a través del gusto artístico.

 

¿PLACER DE LOS DIOSES?. De las mitologías antiguas ha surgido la famosa frase que atribuye a la Venganza el ser "placer de los dioses". Se repite con mucha frecuencia ahora, entre nosotros, para comprender por qué los seres humanos son tan proclives a la venganza. De hecho, las mitologías paganas pintan  a unos dioses "luchadores" que se complacen en tomar venganza de aquellos que les quieren quitar sus privilegios. Es una frase muy chocante para nosotros, los cristianos, que siempre hemos escuchado lo contrario de nuestro Dios, el Ser Supremo.

 

DIOS PROHIBE LA VENGANZA. Nuestro Dios, ya en el Antiguo Testamento, antes de tu Presencia en el mundo, ha rechazado claramente la Venganza para ajustar las cuentas con los que nos han dañado. El Levítico, capítulo 19, propone normas que Moisés atribuye al propio Dios. Y dice así: "No te vengarás, ni guardarás rencor contra los hijos de tu pueblo. Amarás a tu prójimo como a tí mismo. Yo, Yahvé". Después el Libro insiste en que la ley del amor debe extenderse también a los forasteros. Dice Dios por Moisés: "Cuando un forastero resida junto a tí, en vuestra tierra, no le molestéis. Al forastero que reside junto a vosotros, le miraréis como a uno de vuestro pueblo y le amarás como a tí mismo. Pues forasteros fuisteis vosotros en la tierra de Egipto. Yo, Yahvé, vuestro Dios". Los castigos contra la Ley solían ser muy duros en tiempo de Moisés. Incluso se incluía la pena de muerte. Pero nunca como venganza, sino como expresión de la Justicia y exigencia de la tranquilidad social.

 

LA VENGANZA DE LáMEK. Sin embargo, también hubo evidentes Venganzas en la historia del pueblo elegido. Venganzas de hombres, además de las clásicas venganzas de algunas mujeres. 

Hay una figura extraña de los primeros tiempos de la existencia humana. La de Lámek. Fue uno de los descendientes de Caín. Su breve historia se halla en el Libro del Génesis, capítulo 4. Se dice de él: "Lámek tomó dos mujeres: la primera llamada Adá, y la segunda Sil-lá. 

Adá dió a luz a Yabal, el cual vino a ser padre de los que habitan en tiendas y crían ganado. El nombre de su hermano era Yubal, padre de cuantos tocan la cítara y la flauta. 

Sil-lá por su parte engendró a Túbal-Caín, padre de todos los forjadores de cobre y hierro. Hermana de Túbal-Caín fué Naamá. 

Y dijo Lámek a sus mujeres: 'Adá y Sil-lá, oid mi voz. Mujeres de Lámek, escuchad mi palabra: Yo maté a un hombre por una herida que me hizo y a un muchacho por un cardenal que recibí. Caín será vengado siete veces, mas Lámek lo será setenta veces'".  

Me parece que esta última frase de Lámek contiene una referencia al castigo que impuso Dios a Caín por haber matado a su hermano, Abel. Después de este fratricidio, Dios condenó a Caín a ser "vagabundo y errante en la tierra" que no le daría sus frutos. Caín se quejó a Dios, diciendo: "Mi culpa es demasiado grande para soportarla. Es decir que hoy me echas de este suelo y he de esconderme de tu presencia, convertido en vagabundo errante por la tierra, y cualquiera que me encuentre me matará". Respondióle Yahvé: "Al contrario, quienquiera que matare a Caín, lo pagará siete veces". Y Yahvé puso una señal a Caín para que nadie que lo encontrase, le atacara. (Todo está en el Capítulo 4 del Génesis). 

Lámek así se convierte en el prototipo del hombre vengativo que mata porque le han hecho una herida, y asesina a un muchacho porque le dió un golpe. Además no se contenta con las "siete veces" con que sería castigado el que intentara asesinar a Caín, sino que exige venganzas hasta "setenta veces" para los que le hagan daño a él. 

Tú, Jesús de Nazaret, también hablaste de "Siete Veces" y de "Setenta Veces Siete", cuando Pedro Te preguntó cuántas veces teníamos que perdonar a los que nos ofenden. Pero Tú no hablabas de Venganzas, sino de "Perdón". Hay que perdonar a los que nos han hecho cualquier daño hasta setenta veces siete, es decir, siempre.

 

LA VENGANZA DE MOISéS. Moisés, muchos siglos después de Lámek, a quien podríamos llamar el "Vengativo", también se Vengó. Y fue dura su Venganza. Sólo que la ofensa no la había recibido él, sino uno de sus hermanos israelitas, esclavizados en Egipto. 

La Historia es del Exodo, capítulo 2. Moisés había crecido en Egipto en medio de los halagos de la Corte del Faraón. Cuando fué mayor, quiso conocer la vida de sus hermanos israelitas. Y vió cómo uno de ellos era maltratado por un egipcio. Se le encendió su sangre judía. Miró si alguien le veía. No había nadie. Entonces decidió Vengarse, matando al violento egipcio. Así lo hizo y desapareció. Pero, más tarde supo que había sido visto. Y huyó definitivamente de Egipto para salvar su vida de la justicia. Y se fué a Tierras de Madián. Y así, aquí, comenzaría su bella historia de Libertador del Pueblo, y creador de la gran personalidad histórica de los Judíos como nación soberana. 

Este venganza de Moisés sería recordada, muchos siglos después, por un gran Cristiano, Esteban, como se dice en los "Hechos de los Apóstoles", en el capítulo 7. 

Esteban, cristiano, perseguido y acosado por los judíos, después de Pentecostés, dice: "Al ver [Moisés] que uno de ellos [judíos] era maltratado, tomó su defensa y vengó  al oprimido matando al Egipcio".  

Así Moisés, sin tener autoridad especial para ello, convirtió la Justicia en un Acto de Venganza. Pero Dios no se lo tuvo en cuenta. Por lo menos, no consta en la historia.

 

LA LEYENDA DE UNA VENGANZA. También hay otra historia que parece más una Leyenda de la Edad Media, que ha quedado concretada en lo que se llama "La Venganza del Salvador". Según esta leyenda, medio pagana y medio cristiana, todo esto sucedió unos cuantos años después de tu Muerte y Ascensión. El Emperador Romano, Vespasiano o Tiberio (No se sabe ciertamente cuál de los dos) estaba enfermo de lepra. Y no sabía cómo curarse. Alguien, tal vez la misma Verónica, le envió el Lienzo en que Tú habías estampado tu rostro, cuando aquella mujer quiso enjugar tu sudor, en el pesado camino hacia el Calvario. 

El Emperador fué curado milagrosamente. Preguntó de quién era aquel rostro tan milagroso. Y le explicaron que era tuyo, de Jesús de Nazaret, crucificado por los Judíos. El Emperador quiso vengarse y destruir la Ciudad del pueblo que había asesinado a aquel Jesús tan bueno. Envió a sus soldados. Y destruyeron la Ciudad. Jerusalén quedó arrasada, como Tú habías profetizado. La Venganza del Emperador Romano era una forma inexorable de la Justicia. Es una Leyenda. Pero en ella también se realiza la Venganza, sobre unos hombres y mujeres que no Te habían visto nunca, y por tanto, no Te podían crucificar.

 

LA VENGANZA DE TAMAR, HIJA DE DAVID. Más cercano a nuestro tiempos ha sido Tirso de Molina que en realidad se llamaba Fray Gabriel Téllez. Había nacido en Madrid en 1584 y murió en Soria, en 1648. Fué un gran Religioso Mercedario, pero es más conocido por haber sido un dramaturgo español de los mejores de su tiempo de oro. El fué el autor de una obra llamada "La Venganza de Tamar". De esta Tragedia también tomó el argumento otro gran Dramaturgo español, Calderón de la Barca, en su Obra "Los Cabellos de Absalón". 

Esta Venganza de Tamar se desarrolla en la familia de David, el Rey de Judá, tan conocido en la historia del pueblo de Dios. David tiene varios hijos e hijas. El mayor, su heredero, se llama Amnón y es el co-protagonista de la Tragedia, juntamente con su hermana Tamar, y otro hermano, llamado Absalón. 

Amnón y Absalón son diferentes. Aquel es un hombre serio. Pero Absalón confía en conquistar a las mujeres, gracias a su hermosura masculina y concretamente por su larga cabellera. 

Amnón una noche se enamora de una mujer sin verla. Y esta mujer desconocida resulta ser su hermana Tamar. A pesar de todo, El sigue amándola. Y su amor se convierte en incestuoso. Hasta que un día, encontrándose sólos los dos, Amnón violenta a su hermana, y consuma su deseo sexual. Pero, una vez consumado, el amor se convierte en odio. Y Amnón arroja de su lado a Tamar, quien jura vengar aquel ultraje. 

Tamar pide justicia al Rey David. Pero él ama a su hijo, Amnón. Entonces Tamar acude a su otro hermano, Absalón, para que ejecute la Venganza. Absalón se decide a ello, porque, eliminando a su hermano, conseguirá ser el heredero del Reino. Y busca la ocasión para la venganza. 

Se presenta el día en que Absalón se corta la cabellera como lo suele hacer cada año. Celebra una fiesta y un banquete. Invita a Amnón. Y allí de sobremesa, Absalón asesina a su hermano mayor. Tamar se siente feliz porque su honor ha sido vengado. Y Absalón también porque ha conquistado la herencia de su padre David. 

No todo es ficción en este drama. El Capítulo 13 del Segundo Libro de Samuel narra el fondo histórico de esta tragedia. 

Es triste pensar que, en la familia del Rey David, sucedían estas cosas tan trágicas. Y otras parecidas.

 

LA VENGANZA EN LA PINTURA. La Venganza ha sido representada en famosos cuadros de pintura. Pedro Prud'hon, un pintor francés de la segunda mitad del siglo 18 y comienzos del 19, tiene un hermoso cuadro llamado "La Justicia y la Venganza Divina persiguiendo el crimen". Este Cuadro fue pedido para la Sala de Sesiones del Palacio de Justicia de París. Y fue expuesto en 1808. Por este Cuadro Prud'hon  recibió la Cruz de la Legión de Honor. Representa a un criminal que, huyendo desde los cadáveres de los que ha asesinado, experimenta la persecución del Señor de la Justicia. 

Recuerdo haber visto alguna vez no sé dónde la reproducción de un Dibujo, que representaba "La Venganza". Se la dibuja como una caricatura de mujer republicana, muy fea, bebiendo la sangre vertida dentro de un cráneo de un cadáver puesto al revés.

 

UNA REFLEXIóN SOBRE LA VENGANZA. Todas estas cosas, terriblemente bajas y sin embargo profundamente humanas, nos indican que la Venganza ha tenido y sigue teniendo un enorme protagonismo en la historia de las personas y de los pueblos. 

Juan fué decapitado por orden de una mujer poderosa que buscaba el placer de la Venganza. Así he comenzado esta larga carta. Y a partir de este hecho bíblico y evangélico, he ido discurriendo en todo aquello que mis estudios y lecturas me han ido sugiriendo sobre la venganza. 

Yo quisiera que todos nosotros estuviéramos libres de esta enfermedad tan grave y tan peligrosa, que puede llevarnos a la muerte espiritual y a tu repulsa definitiva. 

No permitas que rechacemos a los otros, aunque nos hayan agredido real o psicológicamente. A nosotros siempre nos queda la curación, a través de la receta mágica del Perdón. 

No vamos a vengarnos jamás. Ni siete veces, ni setenta veces. Al contrario, vamos a perdonar siempre, como Tú dijiste, recordando a Caín y a Lámek.  

Y como le dijiste al portador de tus Llaves, y al depositario de tu poder de Atar y Desatar, Pedro: No siete veces, sino setenta veces siete. Y Tú en la Cruz perdonaste a los que Te torturaban, "porque no sabían lo que hacían". 

Los Cristianos hemos de caminar ligeros, sin el bagage pesado, farragoso, de nuestros deseos de veganzas y castigos. No los queremos para nadie. Ni para nadie los pedimos a tu Padre.  

Sólamente queremos que El nos perdone nuestras ofensas, como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido. Este es el camino de la Alegría. Una forma de montañismo, de atletismo, moral y santificador. Es una cuestión de higiene psíquica. El deseo de la Venganza es una enfermedad mental. 

Tú nos has dado el ejemplo. Para que sepamos por dónde ir. Así no nos extraviamos, a pesar de las brumas y de las tormentas, de los aludes y los desprendimientos de tierras, que nos rodean y amenazan, y nos quieren arrastrar y sepultar.