Elogio del perfume

Autor: Ramón Aguiló SJ

 

Durante tu Vida, Jesucristo, ha aparecido varias veces la realidad del Perfume. Es algo novedoso. Y hasta extraño. Puede parecer raro que un Maestro como Tú, serio, hombre austero, sacrificado, sin concesiones a los placeres materiales, hayas tenido ocasión de hablar de los Perfumes y de experimentar cuán agradables son, y hasta de fomentar su uso personal.

 

EL PERFUME EN NUESTRO TIEMPO. En nuestro tiempo de comunicaciones masivas y de publicidades locas, los Perfumes aparecen constantemente, y se presentan bajo las formas más variadas y atractivas. Hay perfumes para los Hombres, y otros para las mujeres. Hasta para las pieles más delicadas de los niños. Los hay que son para después de afeitarse, para peinarse, para borrar los malos olores del cuerpo, de los ambientes, de las casas. Ahora prácticamente todos, hombres y mujeres, tienen sus varias botellitas de perfumes, para extenderlos sobre su cara, las manos y el cabello por las mañanas, o al salir de sus propias casas hacia la calle. Así ellos mismos se sienten mejor, las mujeres se sienten objeto de la atracción masculina, y los hombres más ricos experimentan una sensación de seguridad personal ante los demás. Así lo afirma la publicidad.  

Existen también las Velas Perfumadas que, al encenderse y quemarse lentamente con su pequeña llama, van transformando el ambiente y convirtiéndolo en un ambiente agradable y sano.  

Todo esto son cosas muy humanas. Son cosas que a muchas gentes de una cierta espiritualidad pueden parecer muy mundanas. Encubren y al mismo tiempo manifiestan la vanidad de los seres humanos, y su deseo de aparecer ante los demás, de atraer su atención, de ser apreciados y juzgados como hombres y como mujeres importantes, simpáticos y deseables.  

Recuerdo haber visto una Película, muy interesante y sobre todo muy bien interpretada, que se llama: "Esencia de Mujer". También se podría llamar "Perfume de Mujer". Se trata de un caballero ciego, atormentado, inquieto, nervioso, duro, con deseos de violencia y de suicidio. Esta figura es interpretada por un Actor Genial, que se llama Al Pacino.  

Un joven estudiante, durante unos días de vacación, va a servirle, mientras los demás de la familia del ciego, se van de viaje. El Joven estudiante se queda sólo en la casa del hombre ciego. Y así se ve obligado a afrontar situaciones de gran tensión moral y psíquica. Hasta el intento de suicidio del Ciego. Pero este hombre Ciego, tan violento y desencajado, cada vez que percibe, por el Perfume, la cercanía de una Mujer. Llega a bailar muy bien con una desconocida. Y así el Hombre Ciego queda transformado.  

No es una Lección de Espiritualidad esta Película. Pero es la expresión de la fuerza de un Perfume, percibido como revelador de una presencia y pacificador de unos impulsos violentos.

 

LA HISTORIA DE LOS PERFUMES. En los Libros Sagrados se encuentran interesantes descripciones de lo que significaba el Perfume en la Vida de los Antiguos. Los Reyes, los poderosos, los Ricos, regalaban inciensos y perfumes, como escribe el Segundo Libro de las Crónicas, en su Capítulo 9, al describir la fama internacional del Rey Salomón: "El Rey Salomón sobrepujó a todos los Reyes de la Tierra en riqueza y sabiduría. Todos los Reyes de la Tierra querían ver el rostro de Salomón, para oir la Sabiduría que Dios había puesto en su corazón. Y cada uno de ellos traía su presente: objetos de plata y objetos de oro, vestidos, armas, aromas, caballos y mulos, año tras año". Esta costumbre de regalar incienso a los Reyes y Hombres de poder explica el por qué los Magos Te ofrecieron, entre sus regalos, además del Oro, dos Perfumes, el Incienso y la Mirra.  

También se usaban los Perfumes para las sepulturas de los Reyes. Lo describe el mismo Libro Segundo de las Crónicas (Capítulo 16), cuando narra la muerte del Rey Asá, quien por otra parte no fue un buen Rey: "Le sepultaron en el Sepulcro que se había hecho en la Ciudad de David. Lo pudieron sobre un lecho lleno de bálsamo, de aromas y de ungüentos preparados según el arte de los perfumistas. Y le encendieron un fuego enorme".  

Los Perfumes eran una característica de las gentes ricas. Se ve que costaba mucho. Y sólamente los ricos podían utilizarlo o regalarlo. Y aquel Profeta, duramente acusador de los pecados sociales de su pueblo, echa en cara a los Ricos palabras como éstas: "Acostados en camas de marfil, arrellanados en sus lechos... canturrean al son del arpa... beben el vino en copas, se ungen con aceite exquisito. [Lo que el Misal traduce por "Os ungís con los mejores perfumes]".  

Porque, como dice el Libro de los Proverbios, en el Capítulo 27, "Aceite Perfumado alegra el corazón. La dulzura del amigo consuela el alma".  

En el caso de las Mujeres, el cuidado de los Perfumes era esencial. Insiste en ello el Libro de Ester, cuando, en su Capítulo 2, describe la preparación de las mujeres que iban a contentar al Rey: "A cada joven le llegaba el turno de presentarse  al Rey Asuero al cabo de doce meses, según el estatuto de las mujeres. Los días de preparación se empleaban en ungirse, durante seis meses con óleo y mirra, y otros seis meses con los aromas y perfumes que usan las mujeres".

 

LOS PERFUMES SAGRADOS DE LA BIBLIA. El Exodo, capítulo 30, pone en boca de Yahvé una verdadera teoría sobre los Perfumes Sagrados. Dice: "Dijo Yahvé a Moisés: 'Procúrate en cantidades iguales los siguientes aromas: estacte, uña marina y gálbano, especias aromáticas e incienso puro. Prepara con ello, según el arte del perfumista, un incienso perfumado, sazonado con sal, puro y santo. Pulverizarás una parte que pondrás delante del Testimonio, en la Tienda de Reunión, donde Yo me reuniré contigo. Será para vosotros cosa sacratísima. Y en cuanto a la composición de este incienso que vas a hacer, no la imitéis para vuestro uso. Lo tendrás por consagrado a Yahvé. Cualquiera que prepare otro semejante para aspirar su fragancia, será exterminado de en medio de su pueblo'".  

En esta norma tan complicada y perfecta me parece que hay que notar varios aspectos: 1. La Norma proviene de Dios, por lo menos en el aspecto formal. 2. Se trata de una fórmula compleja que denota un conocimiento superior al normal, del mundo de los perfumes. 3. Quiere ordenar una combinación de perfumes que sea estrictamente sagrada, para el culto a Dios. 4. El que utilice esta fórmula para fines personales o egoistas debe ser expulsado del pueblo, o tal vez condenado a muerte.  

Esto indica, sobre todo, el interés que ponía el pueblo de Dios y las Leyes de Moisés en todo lo referente al Culto de Yahvé. Lo cual es hermoso, y una gran lección para todos nosotros, que a veces descuidamos este aspecto de las formas litúrgicas.  

Después hay varias otras normas en el Libro del Levítico, que es el Libro adecuado para estas cosas, ya que trata de las obligaciones sacerdotales de los Levitas, casta especialmente escogida del Pueblo de Israel. Se refiere a lo que debe hacer Aarón: "Tomará después un incensario lleno de brasas tomadas del altar que está ante Yahvé y dos puñados de incienso aromático en polvo, y, llevándolo detrás del velo, pondrá el incienso sobre el fuego, delante de Yahvé, para que la nube del incienso envuelva el propiciatorio que está encima del Testimonio y él no muera". Estas normas se refieren al Gran Día de la Expiación, y están puestas en boca de Yahvé. Me parece que esto quiere indicar la importancia que tienen para comunicar el respeto de la Adoración del Ser Supremo. Hay que recordar que fueron dadas, después de que murieran dos hijos de Aarón "al acercarse a Yahvé" (Capítulo 16).  

También los Panes de la Presencia que sólamente los Sacerdotes, Aarón y sus hijos, pueden comer "en lugar sagrado", serán doce, en dos filas. "Pondrás sobre cada fila incienso puro, que hará del pan un memorial, manjar abrasado para Yavé" (Capítulo 24). David una vez comió de estos panes sin poderlo hacer, juntamente con sus acompañantes. Y Tú los defendiste, para explicar que el Hijo del Hombre es Señor del Sábado.  

Yahvé rechazaba a veces los Perfumes.  En el mismo Levítico, Capítulo 26, se dice: "Reduciré vuestras ciudades a ruina y devastaré vuestros santuarios. No aspiraré ya más vuestros calmantes aromas".  

Sólamente los Sacerdotes podían manejar y preparar los perfumes, como dice el Libro Primero de las Crónicas, capítulo 9: "Los que hacían la mezcla para los aromas eran Sacerdotes".

 

TU ELOGIO DEL PERFUME. El Perfume es algo humano, es una creación del hombre para mejorar su ambiente físico. Por ello el Perfume también ha adquirido una dimensión espiritual, religiosa, litúrgica. En tu Vida de Hijo de Dios y del Hombre el Perfume también ha tenido su presencia relevante.  

Me ha llamado poderosamente la atención algo que Te atribuyen algunos de tus amigos: Es tu Elogio del Perfume. He observado que a las gentes también les impresiona este hecho inesperado: que Tú hayas elogiado el perfumarse la cabeza y lavarse bien la cara, para no aparecer ante los demás, como un hombre o una mujer penitentes.  

El Texto en que Tú dices estas cosas tan hermosas y nuevas es una exclusiva de Mateo, en su Capítulo 6. Dice: "Cuando ayunéis, no pongáis cara triste, como los hipócritas, que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan. En verdad os digo que ya recibieron su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tus rostro, para que tu Ayuno sea visto, no por los hombres, sino por tu Padre que está allí, en lo secreto. Y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará".  

Tú lo dijiste a tus seguidores y discípulos y lo repites ahora a todos los cristianos, porque no quieres que ninguno busque apariencias hipócritas.

 

OTROS ELOGIOS. En realidad tu Elogio del Perfume contiene otros elogios: el de la Sinceridad, el de la Verdad, el de la Sencillez. No hacerse el santón. Más bien hemos de procurar aparecer alegres, comunicativos, espontáneos, aunque hemos de ser profundos, serios, espirituales.

 

CIERTAS FIGURAS EXTRAÑAS. No sé si tu extraño consejo ha sido tenido en cuenta siempre y por todos. Me parece que algunos han puesto mucho énfasis en lo exterior, en el hábito de colores austeros, extraños, en coronillas artificiales sobre las cabezas, en ciertas formas de cortarse el pelo, en el descuido de la normas elementales de la limpieza personal. Hay algunos de tus seguidores, especialmente consagrados a Tí, que parecen seres escapados del desierto, liberados de los matices humanos de la cultura, incapaces de acercarse a los habitantes de este planeta, hasta repelentes y sucios. Su figura podría asemejarse a la de esos brujos y brujas que suelen actuar, gritar, gesticular, en casas destartaladas o en cuevas tenebrosas.

 

TU FIGURA FUE OTRA. Tú no fuiste así. No fuiste un Santón recluido en un lugar solitario, visitado por caravanas de hombres penitentes, como, por ejemplo, lo pudo parecer Juan el Bautista, el Hombre del Desierto, curtido por el sol, el viento y las ardientes arenas, vestido de pieles y alimentado con lo que podía encontrar en la soledad. Tú mismo observaste y subrayaste la diferencia: "Vino Juan, que no comía ni bebía... Vino el Hijo del hombre que come y bebe...". Fuiste invitado a banquetes organizados por tus amigos y admiradores, a veces sólamente por darse importancia. Y Tú estuviste allí. Y Te reclinaste entre ellos. Y, mientras comías y bebías como el invitado principal, aprovechabas el tiempo, para comunicar tu Mensaje, y para poner unas pinceladas de luz sobre los puntos más oscuros de tus opositores.  

Y, como Tú no quisiste ser un hombre extraño, tampoco quieres que seamos así los que Te seguimos, aunque no hemos de permitir que las vanidades mundanas llenen nuestro tiempo y nuestro interés. Tú nos quieres hombres y mujeres cercanos a los que nos rodean, capaces de dialogar con ellos, sin expresiones de superioridad y sin formas extrambóticas. Nos quieres socialmente normales. Como lo fuiste Tú. Perfumados. Limpios. Rostros recién lavados con agua fresca y jabón. Ahora usaríamos algun Gel Dermopotector, o un Shampú agradable.