El misterio del pan y de la vida

Autor: Ramón Aguiló SJ

 

Jesucristo, Tú ahora no tienes necesidad del pan. Sin embargo, nosotros constantemente estamos hablando y escribiendo de esos panes tan variados y tan extraños que, en los países ricos, son despreciados y en los pobres, son buscados y hasta soñados e imaginados como una ilusión.  

LO QUE ES EL PAN. He visto panes de muchas clases: pan blanco, pan moreno, pan integral, pan negro, pan Bimbo de todos los tipos, pan mallorquín, panecillos, vienas, barras de pan, panes redondos y caseros, pan sin gluten, panecillos blandos para los que tienen mal su dentadura, pan tostado, pan con aceite, tomate y un poco de sal.  

Todos son muy apetitosos y a los chicos les encanta, sobre todo, si se convierten en bocatas o bocadillos, con algo dentro, que puede ser queso, confitura, sobrasada, jamón York, jamón serrano y tantas otras cosas, sin olvidar el chocolate, la mantequilla o la margarina... Lo realmente curioso es que el Pan siempre tiene relación con la Vida. Si hay Pan hay Vida. Si no hay Pan, la Vida está en peligro y acaba en la Muerte. 

En los países llamados desarrollados se ha puesto de moda no comer pan, para mantener la línea y no engordar demasiado, mientras en los países del Tercer Mundo, que son los llamados eufemísticamente "en vías de desarrollo" el pan es un producto de primera necesidad, base de la alimentación de las masas hambrientas.  

Lo que sobra aquí podría ser llevado, regalado allá. Pero yo no sé por qué misterioso egoísmo, esto tan sencillo no puede lograrse. Y aquí las gentes mueren por demasiado alimentadas, y allá porque no se alimentan suficientemente.  

Los que se empeñan en no comer pan, no deben ser motivo de preocupación. Porque tienen, seguro, todo lo que puede suplir el pan: buenas tajadas de ternera, verduras, vasos de leche con café, quesos, proteínas, hidratos de carbono, y otras cosas sabrosas y asequibles a todos lo que pueden pagarlas. 

No sé por qué Te cuento todo esto. Seguramente es porque lo llevo, como una herida, en mi corazón. Y esta herida inhumana me hace sufrir. Y hasta me lleva a sentir vergüenza. ¿Por qué los hombres somos así de tacaños y miserables?.  

Se reúnen los Siete Grandes del mundo, discuten todos los asuntos imaginables, y no se ponen de acuerdo en casi nada. Y como consecuencia los pobres se vuelven más pobres, y los ricos, más ricos.  

¿No sabes quiénes son esos Siete Grandes?. Son las Grandes Potencias Económicas del Mundo. Sus representantes, sus dirigentes, son siempre bien recibidos. Viajan en hermosos aviones oficiales. Comen sofisticados banquetes en los que se presentan platos con nombres muy sugerentes, y beben los mejores licores. Y se hacen "fotografías de familia" que son reproducidas en las páginas de todos los Diarios, Revistas y Televisiones del Mundo. ¿Los conoces?. No Te preocupes: ninguno de ellos habla el arameo, y mucho menos, el español. Son gentes del Norte, y hablan un idioma difícil y un poco selvático que se llama "el inglés". Así todos se entienden. Todos ellos tienen asegurada la Vida de cada día. No hablan de Pan. Porque tienen lo otro, dinero.

 

EL PAN DE TU NIÑEZ Y JUVENTUD. Tú, cuando eras niño y joven, en tu aldea de Nazaret, tenías una pequeña casa, y un modesto taller. Tu Madre, María, preparaba cada día las diferentes comidas, para Tí y para José.  

Cuando llegaba la hora señalada, os acercabais a la mesa, y allí seguro encontrabais también unas cuantas rebanadas de Pan. Lo había preparado tu Madre, utilizando un pequeño y rudimentario horno casero. Pero recién hecho, todavía calentito, aquel pan de trigo, Te sabía a gloria. ¡Con qué apetito lo comías!.  

Y después Te sentías fuerte y capacitado para seguir trabajando la dura madera en el taller, atender los pedidos de los clientes y la voluntad del que era empresario natural de la familia, y para poder después orar, leer los manuscritos de la Ley y los Profetas, y meditar sobre lo que ibas a comunicar a la Humanidad cuando llegara la hora.  

Y al ver aquel pan tan agradable sobre la mesa del comedor o de la cocinilla, Tú fuiste tejiendo unas hermosas ideas que Te llevaban hacia la Vida, hacia las multitudes que han de morir hambrientas y hacia una forma, muy especial, fantástica y sobrecogedora de tu Presencia entre los hombres. Pensabas en la Eternidad que querías recuperar para la humanidad condenada a muerte.

 

HAS MULTIPLICADO EL PAN. Algunas veces has multiplicado el pan en algún lugar desierto. Porque no querías que las gentes tuvieran que sufrir hambre, ante la insensibilidad de los apóstoles. Lo han expuesto los cuatro Evangelistas. Mateo y Marcos afirman que lo hiciste por lo menos dos veces. Lucas, en su Capítulo 9, es muy completo.  

Pero la enseñanza es siempre la misma: Tu Humanismo que se inquieta por el hambre de las multitudes, y tu Mensaje de Vida para todos. Porque el Pan es el símbolo de lo que se necesita para Vivir aquí, pero, en tu mente, es también necesario para la Vida Eterna. Y Tú, resucitado, Vencedor de la Muerte, eres ese Pan de la Vida sin Fin. 

Ante el Problema del Hambre y del Desierto, los Apóstoles no encontraban más solución que la "Despedida" de las multitudes. Te decían: "Despídelos, para que puedan encontrar comida en las aldeas y villorios". Y Tú les contestaste, enojado, enérgico que había otra solución mejor: "Dadles vosotros de comer". Y esta orden realizó el milagro de la solidaridad. Y comieron todos: eran unos cinco mil contando sólamente los hombres. Y así otras veces. 

Los Apóstoles daban la solución que suelen dar los grandes de este mundo. Dicen: "Somos demasiados. Despidamos a las gentes. Preservativos. Anticonceptivos. Abortos. Esterilización, y los que quedan, que mueran de hambre y de enfermedades. No importa. Así menos bocas, menos problemas". Y Tú repites, con energía, molesto: "Dadles vosotros de comer". Pero las gentes no Te escuchan. Y el pan se sigue echando a la basura, mientras las gentes siguen muriendo porque no tienen pan. 

Esa gran hornada de pan tierno que has repartido en el desierto, Te recordó a Tí, a los Apóstoles y a todos nosotros que han existido y existen otros desiertos y otros panes.

 

EL NUEVO PAN DE LA VIDA. Tu amigo predilecto, Juan, nos ha contado, en un capítulo maravilloso de su Evangelio, lo que Tú nos querías comunicar sobre el nuevo Pan de la Vida, a propósito de aquel pan extraño y misterioso, el maná, con el que se alimentaron tus hermanos Israelitas en su penosa y larga marcha por las tierras desérticas, desde la esclavitud de Egipto hasta la libertad y soberanía de la Tierra Prometida.  

Tú recordabas este hecho. Y lo atribuías a la providencia de tu Padre. Gracias a El no perecieron de hambre aquellos que debían subsistir, para la fundación del Pueblo Libre de Israel.  

Juan recoge tu Discurso sobre el Pan de Vida, en su capítulo 6. Hay que leerlo y meditarlo. Es una Belleza. Es una especie de tormenta de Luces sobre tu Personalidad, tu Victoria sobre todo lo que es Muerte, y por tanto, tu Resurrección, Tu Eternidad. Y todo aquello que con tu Entrega Sacrificada, comunicas a los Hombres y Mujeres que creen en Tí y Te aman, procurando practicar lo que Tú nos enseñas y nos comunicas. 

Pero este relato de la antigua historia proyectaba una luz sobre los tiempos nuevos que Tú estabas iniciando, con tu Presencia aquí. Y por ello hablaste de un Nuevo Pan de la Vida que está cubierto de misterio y de un extraordinario y espiritual encanto. Tú eres ese Pan de la Vida. Lo repetiste varias veces. Yo Te lo recuerdo ahora, para expresarte toda la emoción que me produce esta realidad tan bella, y toda la exaltación que ha producido en tantos hombres y mujeres, buenos cristianos. 

La gente Te rodeaba cerca de Cafarnaún junto al Lago de Tiberíades. Y comenzaste a dialogar con  algunos. Te habían querido proclamar Rey. Pero Tú rechazaste esa votación popular, porque tu Reinado no era como el que ellos imaginaban. "Me buscáis porque habéis comido pan hasta saciaros". Buscaban un signo para creer en Tí, y Te recordaron que Moisés les había dado en nombre de Dios, un pan para alimentarlos en el desierto. Tú entonces aprovechaste para hablarles de un nuevo Pan, que era "Este Hombre", "El Hombre total", "El Hijo del Hombre", Tú mismo. 

Fue una revelación. Comenzaste a descubrir esas misteriosas relaciones entre tu Personalidad Salvadora y la Vida Divina de los que creen en Tí, expresadas metafóricamente por la sencilla y evidente relación que existe entre el Pan de cada día y nuestra vida terrena: "El Pan de Dios es el que baja del Cielo y va dando vida al mundo". "Yo soy el Pan de la Vida". 

Y les explicaste con paciencia que esa Vida, dada por Tí, es una Vida superior que se manifiesta esplendorosamente en esa misteriosa e inexplicable realidad de lo eterno, de lo que no termina, porque está más allá de los transitorios subjetivismos del tiempo. 

Las gentes no podían creerte. Te habían visto recién nacido en casa de María y José. Te habían visto crecer, adolescente y joven trabajador. ¿Cómo podías haber bajado del Cielo?.

 

EL PAN DE LA EUCARISTÍA. Entonces vas profundizando y exponiendo tu pensamiento. Y comienzas a desvelar aquella misteriosa novedad y fantasía, aquel ensueño, jamás imaginado por hombre alguno, por la que Tú, el Hombre de Corazón, el Hijo de Dios Encarnado, Te encierras en las caseras formas de un Pan sabroso y bueno, para ser comido, devorado, asimilado por los que Te sigan y crean en Tí. Te lo ha exigido el Amor que nos tienes. Tú, Amigo, quieres alimentarnos, acompañarnos. Quieres estar con nosotros. Quieres identificarte con nuestro propio ser. Quieres que caminemos juntos hacia la seguridad de una Vida sin límites.  

Todo esto es lo que quieren conseguir, sin lograrlo nunca, los amantes, hombre y mujeres, de este mundo. Lo he notado cuando se preparaban para el matrimonio: la exigencia más fuerte del amor humano es la presencia del otro, de la otra. Quieren vivir y sufrir juntos. Quieren trabajar y sonreír juntos. Y juntos quieren morir para vivir juntos la otra vida. Esto mismo es lo que Tú has querido realizar con ese misterio inefable de la Eucaristía. 

Nos has llamado a comer tu Carne, a beber tu Sangre. Y lo has repetido, impertérrito, ante el escándalo de los que Te escuchaban, y de algunos discípulos que Te abandonaron de forma definitiva. No podían aceptar tu Mensaje. Les parecía una locura. 

Pero Tú fuiste adelante. Y llegó la Tarde de Tu Testamento, antes de ser detenido. Y, estando a la mesa, tomaste un poco de pan, lo rompiste, y se lo repartiste a los Apóstoles, mientras les decías: "Esto es mi Cuerpo que será entregado por vosotros. Haced esto en memoria mía". Y lo mismo hiciste con la copa que contenía el vino de la Cena Pascual. Aquello era tu Sangre, derramada por la Salvación del Mundo, la Nueva Alianza entre Dios y la Humanidad. Y todos comieron. Todos bebieron. Todos quedaron santificados, transformados, sellados por tu Presencia amorosa. Todos recibieron en su propio ser la "Prenda de la Vida Eterna", la "Seguridad, la Certeza" de que, como Tú, todos estaban llamados a la Resurrección Final. Tú serías la Primicia de todos los Resucitados. 

Han descrito la emoción de aquella tarde de traiciones y de la Gran Lección del Amor y del Sacerdocio, de la Institución de la Eucaristía y de la Oración por la Unidad, Mateo, Capítulo 26, Marcos, Capítulo 14, Lucas, Capítulo 22 y Pablo en su Primera Carta a los Corintios, Capítulo 11. 

Quisiera recordar lo que escribió Pablo porque nos alienta a recibir la Eucaristía dignamente, y a vivir en ella, la Vida que Tú eres, cuando Te definiste: "Yo soy la Vida". 

"Porque yo recibí del Señor lo que os he transmitido: que el Señor Jesús, la noche en que fue entregado, tomó pan, y después de dar gracias, lo partió y dijo: 'Este es mi Cuerpo que se da por vosotros. Haced esto en recuerdo mío'. Asimismo también la copa después de cenar diciendo: 'Esta copa es la Nueva Alianza en mi Sangre. Cuantas veces la bebiereis, hacedlo en recuerdo mío'. Pues cada vez que coméis este pan y bebéis esta copa, anunciáis la Muerte del Señor hasta que venga. Por tanto, quien coma el pan o beba la copa del Señor indignamente, será reo del Cuerpo y de la Sangre del Señor. Examínese, pues, cada cual. Y coma así el Pan y beba de la Copa".