El encanto universal de Tú Madre

Autor: Ramón Aguiló SJ

 

Hoy es un día de aquellos que yo llamo "Azules" o "Celestes". Una vez saltó sobre mis ojos, desde una camiseta de hombre, una frase que me gustó. Decía en Inglés algo que traducido al Español sería: "Ponemos una gotita de azul en todo lo que realizamos". Te lo cuento, porque esta frasecita comercial, a mí me comunica un gracioso mensaje mariano. 

Estamos en algún mes de Primavera o Verano. Y todo está coloreado por esas gotas de azul que Tú vas poniendo en el Universo. Los cielos están claros, brillantes, azules. Los Mares reflejan lo que desde el cielo, la Naturaleza les envía. Hasta los árboles y las flores llevan un tinte celeste, suave.  

Y nosotros los cristianos, mientras contemplamos, embelesados, fascinados, tantos brochazos azules, celebramos las Fiestas de tu Madre, que son unas Fiestas Azules, totalmente azules, con un azul puro y translúcido.  

Yo la recuerdo a Ella, resucitada, vencedora de la Muerte, como había sido vencedora de la Carne y sus placeres, y llevada al Cielo, a un cielo azul que está más allá, detrás de ese infinito que contemplan nuestros ojos bien abiertos. 

Por esto, hoy pienso en el Encanto Universal de tu Madre, nuestra Madre, María. Porque Ella inunda de belleza el Universo.

 

TU MADRE Y LA IGLESIA. Tú sabes, Jesús de Nazaret, que la historia de la Iglesia nunca fue tranquila. Los enviaste como "Ovejas entre lobos" y así fue.  

Primero fueron los Emperadores idólatras y materialistas.  

Después las herejías y los falsos doctores. Pero tu Iglesia se organizó y reaccionó. Precisó su Fe a través de los Concilios y los Papas.

 

PROCLAMADA MADRE DE DIOS. Desde que los primeros Concilios Ecuménicos de la Iglesia la proclamaron "Madre de Dios" contra las diferentes herejías que iban apareciendo, hasta nuestros días, la imagen de María ha ido creciendo en intensidad, como la Aurora crece cada día sobre nuestros horizontes.  

Ella ha acompañado a tu Cuerpo Místico y a todos sus miembros. Y ha inspirado grandes decisiones cristianas personales y colectivas.

 

LA IMAGEN DE MARíA. Millones de católicos en sus casas tienen una pequeña imagen de tu Madre.  

Millones de católicos llevan colgando de su cuello sobre el pecho una pequeña medalla milagrosa que puede ser de oro, de plata o de cualquier metal, de tu Madre.  

Yo también la llevo, junto a un pequeño crucifijo. Y así, si me encuentran muerto por la calle, y no saben quién soy, podrán adivinar que soy un hombre "Cristiano-Católico".

 

SANTUARIOS MARIANOS. Millones de Católicos, de otros Cristianos, de otras Religiones y aun Ateos, cada año visitan los Santuarios más famosos de tu Madre.  

Ignacio de Loyola estuvo en Aránzazu y en Montserrat. Otros Santos han pasado por éstos y otros Santuarios.  

Los Polacos van al de Chestokova. De todo el mundo van a Lourdes y Fátima. Los aragoneses aman al Pilar. Los Valencianos a la Virgen de los Desamparados. Los Mallorquines a la Virgen de Lluch. Los Sevillanos a la Macarena. Los Granadinos a la Virgen de las Angustias. Los Catalanes a la Señora de Montserrat.  

Pero hay muchas otras advocaciones a lo largo del año litúrgico: Nuestra Señora de la Almudena, Nuestra Señora de Aránzazu, Madre de Dios de Begoña, Nuestra Señora del Carmen, Santa María de la Caridad del Cobre que es la Patrona de Cuba, Nuestra Señora de Covadonga, Nuestra Señora de Guadalupe, Nuestra Señora de Guadalupe de México, Nuestra Señora de la Merced, Nuestra Señora de las Nieves, Nuestra Señora de los Ojos Grandes que es la Patrona de Lugo, Nuestra Señora de la Peña de Francia, Nuestra Señora del Rosario de Andacollo (Chile).  

Unos se entusiasman ante la "Blanca Paloma" del Rocío. Otros ante la "Virgen Negra". Otros ven en "la Moreneta" el símbolo de su propia identidad nacional y de su Lengua.  

Los Aragoneses dicen de su Virgen del Pilar "que no quiere ser Francesa, que quiere ser Capitana de la tropa aragonesa". ¡ImagínaTe!. Yo no la puedo imaginar con las estrellas de Militar... 

No sé si Te gusta a Tí tanto Folklore y tanto Nacionalismo alrededor de tu Madre, Jesús de Nazaret. Pero es así. Madre no hay más que una. Y Madre de Dios es sólamente María.  

Los colores de sus imágenes carecen de importancia teológica. Son sólo cuestiones del arte y de los materiales utilizados.  

Su recuerdo, su Presencia está en todas partes. Y en todas partes, Ella señala a su Hijo, Jesús de Nazaret. "Ad Jesum per Mariam" ("A Jesús por María"), dicen los Congregantes, los miembros de las Comunidades de Vida Cristiana. Y se ponen una cinta azul celeste. Que es su color. El Color de la Madre. 

EL CORAJE DE LAS MADRES. He visto una Obra de Teatro llamada "Madre Coraje y sus hijos" del alemán Bertold Brecht, muerto en Berlín el año 1956. Recuerdo a una Mujer mal vestida y una carreta desastrada sobre el escenario.  

Es la pobre madre de 4 hijos que decide vivir como cantinera de los ejércitos que luchan entre sí en las guerras de religión del siglo XVII. Pierde a los cuatro pero, madre ilusa, sueña que consigue su ideal. Le mantiene su Coraje. Esta Madre Coraje es una ficción artística, teatral. 

Pero otras muchas Madres Coraje han existido de veras, en la historia.  

He visto desfilar por la Plaza de Mayo a aquellas Madres Argentinas que, durante los años encrespados de una Dictadura militar, han visto desaparecer a sus hijos queridos. Y aquellas madres, llamadas "Madres de la Plaza de Mayo" cada semana salían a desfilar por la enorme plaza de Buenos Aires, para exigir información sobre el paradero de sus hijos.  

En el Perú ha habido también una Mujer valiente, a la que llaman "Madre Coraje", porque ha puesto en marcha una ciudad de gentes pobres y marginadas, que se llama la Ciudad del Salvador. Comenzó con pocos habitantes, pero, en poco tiempo, se ha ido llenando y desarrollando, y ha llegado a tener centenares de miles de abandonados, que han encontrado allí un modo de vida. 

Todos los pueblos del mundo tienen en su historia las figuras de algunas madres heróicas que se yerguen, con orgullo, como símbolos de la Valentía Nacional.  

En España tenemos algunas Reinas, como la Reina Isabel de Castilla, llamada "la Católica" que, en la segunda mitad del siglo XV, consiguió la unidad de España, contribuyó al descubrimiento de un Nuevo Mundo por Cristóbal Colón y ayudó poderosamente al desarrollo de tu Fe cristiana.  

No todas las Reinas y Emperatrices del mundo han sido como ella. Las ha habido de todos los colores.  

Agustina de Aragón, en el siglo XIX, defendió Zaragoza, frente a los invasores. Se llamaba Agustina Raimunda María Zaragoza Doménech. Y era una mujer del pueblo. Tenía 22 años cuando realizó su proeza con un cañón sin artillero, el 1 de Julio de 1808. Había nacido en Barcelona en 1786 y murió en Melilla en fecha desconocida. Se había casado con un militar. Le han levantado un hermoso monumento en la Ciudad de los Sitios, Zaragoza.  

Mariana Pineda, del siglo XIX, la Liberal, que bordaba una bandera de seda morada con el lema: "Ley, Libertad, Igualdad". Era granadina, viuda con dos hijos. Fue ejecutada en el cadalso. Tenía 27 años. Creía en la Libertad. Y trabajaba por ella. Como decía aquel Poeta de Mozambique, Marcelino dos Santos Kalungano, "Sí, Madre, hay que plantar en los senderos de la Libertad". 

Boabdil o Abdalá Abú Abdilá, el "Chico" fué el último Rey Moro de Granada en España. Y lo fue hasta que los Reyes Católicos, en 1492, ocuparon la Ciudad. Boabdil abandonó Granada, y al contemplarla desde lejos tan hermosa con su Alhambra, lloró. Su madre, Aixa la Sultana, lo vió llorar y le dijo: "Razón es que llores como mujer, pues no supiste defender tu Reino como un hombre". Esta madre, orgullosa, pasó a la historia.

 

MADRES DURAS. Hay otras madres que son los símbolos de la opresión, como la madre de "La Casa de Bernarda Alba", Drama de mujeres en los pueblos de España, de Federico García Lorca. Bernarda, la madre, se contenta con las apariencias, pero quiere mantener el dominio sobre sus hijas. "Aquí se hace lo que yo mando...Hasta que salga de esta casa con los piés delante, mandaré en lo mío y en lo vuestro", repite ella a sus hijas. Y los demás dicen de ella: "Tirana de todos los que la rodean".

 

MARÍA FUE UNA MADRE DIFERENTE. María no fue una madre como estas mundanas madres de Reyes, de heroísmos nacionalistas o de obras de arte. Ella fue una sencilla Mujer que escuchó la Voz de Dios, la cumplió y así se convirtió en la Madre de Dios y Madre de la Iglesia.  

Ella me acompaña en mi sencillo camino, junto a Tí, Jesús de Nazaret. Ella sigue repitiendo al mundo su Cántico el "Magníficat" que sigue siendo Poesía y Profecía, Consigna y Realidad: "El Poderoso desplegó la fuerza de su brazo. Dispersó a los que son soberbios en su propio corazón. Derribó a los potentados de sus tronos y exaltó a los humildes. A los hambrientos colmó de bienes y despidió a los ricos sin nada".  

Todo esto suena como revolucionario en nuestros tiempos de Neo-Capitalismo exacerbado, en nuestros tiempos de marginación social masiva. Es la llamada a una Revolución Cristiana todavía pendiente. Todavía por realizar. Es la Gran Madre la que llama. No quiere el daño para nadie. Al contrario quiere el triunfo del Amor y de la Justicia que son los dos brazos de la Paz.  

Madre, yo te esperaba (1990)

Yo tenía mi ilusión
Caliente, mientras pensaba
Que tú, Madre, llegarías
Y llenarías mi jaula.

Yo la estaba construyendo
Y yo, tranquilo, soñaba
Que tus ojos soñadores
La verían acabada.

Yo ponía allí las luces
Para que no tropezaras.
Yo la pintaba de azul
Porque el azul te agradaba.

Yo cuidaba aquel jardín
Porque las flores te encantan.
Yo planté unos cuantos lirios
Y unos rosales de plata.

Lo puse todo en su sitio
Preparando la jornada
En que tú, Reina querida,
Llegarías a la casa.

Arranqué unas cuantas rosas
Que parecían de nácar
Y las puse en un jarrón
Sobre el centro de la sala.

Pensé que el sol te iba bien.
Por eso abrí las ventanas.
No estaba caliente el aire,
Ni frío, aquella mañana.

El cielo lució sus perlas
Sobre su traje de gala.
Y el canario iba saltando
Y una armonía entonaba.

Era todo para ti,
Para tus ojos de hada.
Estaba abierta la verja.
La miré por la ventana.

Yo esperaba verte allí.
Mi palacio te esperaba.
Y la espera me decía
Que mi Reina no llegaba.

Una voz me repetía
En el fondo de mi alma
Que ella nunca llegaría,
Que mi Reina ya no estaba.

Hacía ya doce años
Que huérfano me dejara.
Miré desde mi balcón:
La verja estaba cerrada.

¿Era todo aquello un sueño?
Mi soledad la añoraba.

Esta poesía quiere expresar esa constante presencia de nuestra madre, aunque esté lejos, aunque haya muerto ya. 

La alegría que tengo ahora, Jesús de Nazaret, es que los dos tenemos una Madre que ya no se nos puede morir. Y que es, como decían los antiguos padres, la "Omnipotencia Suplicante". Por eso le rezamos cada día el "Ave María", especialmente cuando recitamos el "Rosario" recordando la Vida, Pasión y Gloria de Jesús. Y le repetimos con insistencia lo que pensamos de Ella, en las "Letanías Lauretanas". Y le cantamos la "Salve Regina" al final de nuestras Fiestas Comunitarias. Y la Secuencia "Stabat Mater dolorosa" del poeta franciscano del siglo 13 y 14, Jacopone da Todi, o  Jacobo Benedictis, en los días de la Pasión. Y la Oración de San Bernardo, el "Acordaos" porque Ella es nuestra Abogada. Y las tres Ave Marías al levantarnos por la mañana y antes de acostarnos por la noche.

 

TRES VISIONES DE LA MADRE. Quiero terminar esta carta recordando tres visiones de la madre: la del niño, la de Paul Claudel y la de una simpática mujer, gitanilla tal vez, que Te gritó un "Olé tu Madre".

 

Visión del Niño. Una señora contaba lo siguiente: "Mi hijo regresó un día de la escuela muy orgulloso. Había hecho un dibujo de nuestra casa. El niño tenía cuatro años. Me mostraba el dibujo y me lo explicaba. Con su dedo de niño me sañalaba tres monigotes que aparecían en el dibujo, y me decía: 'Este es papá. Este es mi hermano. Y este soy yo'. Yo, su madre, le escuchaba con interés, pero quedé defraudada. Y le pregunté: '¿Y yo no estoy?'.Y el niño me contestó: 'Mamá, tú estás dentro de la cocina, cocinando'". Esta anécdota real o imaginada resume muy bien todo el amor y el sacrificio oculto de las madres. ¿Cuántas horas al día pasaría tu Madre, María, en la pequeña cocina de Nazaret, para que os alimentarais bien?. ¿Y las nuestras?. ¡Cuántas lágrimas vertidas en las cocinas de todo el mundo!       

Paul Claudel fue un Cristiano de nuestro siglo XX que se convirtió en la Catedral de Notre Dame de París, impresionado por la suave música de la Liturgia. Murió en la Ciudad del Sena en 1955. Es un poeta. Y ha escrito hermosas obras de Poesía y de Teatro. Una pieza de éstas lleva el título: "La Anunciación hecha a María". 

Paul Claudel tiene unas frases que yo quisiera recoger ahora: "MADRE, vengo aquí sólamente porque Te quiero ver". Hay un gran contenido de afecto y de pensamiento en este lacónico verso. Yo también lo diría. Y añadiría: "Con tu Hijo, Jesús de Nazaret". Y es que, como dice Claudel, en "La Aunciación", "el fruto es para el hombre, pero la flor es para Dios, y el buen olor de todo lo que nace", "¿qué se pide a una flor sino que sea hermosa y fragante un minuto, pobre flor, y después se acabará?. La flor es breve, pero el gozo que ha dado por un minuto no es de las cosas que tienen principio o fin", "¿de qué sirve el mejor perfume en un vaso cerrado?. No sirve", "El amor engendra al dolor y el dolor ha hecho el amor. El leño encendido no da cenizas solamente sino llama también", "¿De qué sirve este fuego que no da a los otros ni luz ni calor?", "En la paz, para quien la conoce, la alegría y el dolor entran por partes iguales".

 

El "Olé tu Madre" de una simpática mujer. Hay una simpática mujer del pueblo, cuyo nombre no se dice, en otra de las exclusivas de Lucas. Pero su brillante, espontánea y vigorosa frase ha pasado a la historia. ¿Sería una gitanilla, una de esas mujeres que con tanta facilidad echan un piropo a un hombre, recordándole a su madre?. Podría ser así. Es una forma de admiración, de exclamación y de llamada a la buena ventura. 

Lucas lo narra así en forma muy breve: "Estando El diciendo estas cosas, alzó la voz una mujer de entre la gente, y dijo: 'Dichoso el seno que Te llevó y los pechos que Te criaron'. Pero El dijo: 'Dichosos más bien los que oyen la Palabra de Dios y la guardan'".  

Estabas Tú rodeado de gente que Te escuchaba y Te admiraba. Habían precedido horas de controversias duras con tus enemigos. Te habían acusado de todo, aun de lo peor, de lo más inimaginable en Tí. Entonces de en medio de la multitud una mujer valiente y simpática lanza su grito de alabanza para tu Madre, la Madre que había tenido y cuidado un hijo así, como Tú eras y sigues siendo. Y aquella mujer, con un estilo típicamente popular y espontáneo, piensa en tu Madre, para alabarTe a Tí, y Te alaba a Tí hablando de tu Madre. 

Pero entonces brota de tus labios, rápida, concisa, hermosa, una lección para los que Te escuchaban y los que Te escuchamos ahora y les dices: "Mejor. Dichosos los que oyen la Palabra de Dios y la guardan". Y esta lección magistral, recoge el piropo de la mujer del pueblo, lo engrandece, le da el verdadero sentido, y afirma para todos los siglos y en todas las lenguas, que tu Madre es grande ciertamente más por haber cumplido siempre la Voluntad del Padre (lo que dependía de Ella), que por haber sido elegida para ser Madre de Dios (lo que fue un don gratuito de la Divinidad). Y esta grandeza se extiende a todos aquellos cristianos y cristianas, bautizados o no, que, como aquella mujer, quieren escuchar el Mensaje de tu Verdad, y lo quieren practicar sinceramente.

 

TODAS LAS MADRES SON UN REFLEJO DE MARíA. Todas las madres del Universo, también las consagradas, son el brazo visible de María, la Grande. Su sonrisa es la sonrisa visible de la Inmaculada, la Hermosa. Su presencia, siempre alentadora, es el Perfume, el Fuego, el Amor de la Madre de Dios, la Dichosa.  

Ellas vencen la caducidad, la transitoriedad, la limitación, el dolor. Vén y van más allá de la tapia de la materia, del valle de las lágrimas, de ese hospital grandioso que es nuestra existencia terrena. 

Ellas son la Victoria sobre todo lo que nos empequeñece y destruye. Son la sombra omnipresente de María Santísima que se refleja sobre su maternidad, brillantemente a veces, más sencillamente en muchas ocasiones.  

Hay algo de sagrado en todas ellas. Siempre silenciosas. Siempre concentradas y atentas.   

No se parecen a la cantinera de Bertold Brecht. Pero se podrían llamar todas ellas, Madre Coraje, dispuestas a defender Ciudades e Ideales lo mismo que pasarse horas en la cocina, orgullosas de sus hijos.  

Y sus hijos, cuando llegan a ser algo se van de su casa, pero regresan a ella algunas veces, los Domingos, los días de Fiesta, su Onomástico, su Cumpleaños. Sencillamente, amorosamente, sin grandes protocolos, sólamente "para contemplarla" y para demostrarle su amor y su recuerdo constante. Es un Regalo personal "a la madre".  

Porque para ellos son más que una Reina. Son semejantes a María, Madre de todos, la verdadera "Madre Coraje". Ellos saben y recuerdan cuánto han sufrido por ellos y por ellas aquellas mujeres amables que no hablan mucho, sólamente "los miran". Y esas miradas saltan unas dulces chispas de alegría y de maternal orgullo.