El congreso como espectáculo

Autor: Ramón Aguiló SJ

   

El espectáculo ha sido siempre una de las grandes diversiones de las masas humanas. Las Tragedias griegas y romanas. Los estadios, con los gladiadores, las fieras, las cuadrigas... Millares de espectadores se han congregado, ansiosos, gritones, apasionados,  para contemplar las luchas violentas, sangrientas, de hombres, esclavos, condenados, con los leones y las panteras.

 

También sucede en nuestros tiempos. Aunque el espectáculo de masas, más característico, ya no exige grandes teatros, ni enormes estadios. Se realiza, simultáneamente, en los salones retirados de los hogares: Es la Televisión. Pero el espectáculo televisivo que más apasiona, después del Futbol, es sin duda, el espectáculo político. Los políticos lo saben. Y lo aprovechan siempre. No pierden ocasión. Están siempre en campaña electoral.

 

Además sucede que las elecciones políticas, por una causa o por otra, están frecuentemente de actualidad. Son elecciones generales de España. Son las autonómicas. Las municipales. Las Europeas. Las Americanas. Siempre hay un motivo para que los líderes o los lideritos y lideritas (que cada vez son más) se vistan las mejores galas, tomen sus mejores disfraces, se pinten con los mejores maquillajes, y salgan a la arena del estadio nacional, para ponerse a hacer propaganda política, campaña electoral más o menos camuflada, mejor dicho, nada camuflada, sencillamente buscada y provocada.

 

Hay más razones todavía. Está el tema de la corrupción de moda. En todos los países, como afirmaba hace pocos días el Presidente del Fondo Monetario Internacional -me parece-. Pero  en España ha adquirido dimensiones monumentales, proporciones de elefantes y de rinocerontes. Y han surgido las Comisiones Especiales de investigación, surgidas del Congreso de Diputados, para estudiar los casos más escandalosos. Que, por desgracia, los hay.

 

Al mismo tiempo los organismos de la Justicia están funcionando, pero lo están haciendo de un modo muy diferente. Los Tribunales suelen ser más silenciosos, más discretos, y van trabajando sin manifestarse ante los pueblos y las gentes. Escuchan, recogen datos, acumulan testimonios. Los Magistrados, los Jueces, los Fiscales, saben que su labor se mueve en los complicados caminos de las Leyes, y no en los agitados y tumultuosos torrentes de la Política. Su labor pasa desapercibida para muchas gentes. Y aun los medios de Comunicación encuentran más dificultades y barreras para convertir la acción judicial en espectáculo de masas.

 

No sucede lo propio en las Comisiones y en las Cámaras Lagislativas. Los políticos están en permanente campaña electoral, por lo menos, esta es la impresión que ofrecen. Y utilizan los más gruesos estampidos de sus tracas callejeras para destrozar a los de enfrente, y abrirse así camino hacia el poder. No todos son así evidentemente. Pero los hay especialmente aptos para el espectáculo. Parecen siempre dispuestos y maquillados para actuar sobre las tablas y bajo la luiz potente de los focos. Como si estuvieran en el escenario de un teatro.

 

No me gusta decir nombres. Y nunca los digo en mis artículos. Pero las gentes que tienen algo de interés para seguir el trabajo de nuestras Señorías Nacionales y la marcha de la Nación, habrán caído en la cuenta de quiénes son estos personajes siempre en acción. Las Comisiones por ahora trabajan en el secreto y sus deliberaciones, interrogatorios y análisis deben mantenerse en el secreto. A pesar de ello, siempre hay algunos y alguna que tienen que decir algo a los "medios", especialmente a la Televisión. Son tres personajes. Los demás son unos desconocidos para el gran público de espectadores, excepto tal vez el Presidente de la Comisión. Estos tres siempre tienen algo que decir. Y parecen decirlo como un gran "divertimento" y alegre festejo popular, a pesar de que se trata de las andanzas, "vergüenzas políticas" y "escándalos" de personas que tienen sus propios derechos -como todos los demás españoles- y que todavía deben ser juzgados por los tribunales competentes.

 

Todas estas cosas, todas estas "alegrías" en los que expresan el más alto poder de la Soberanía Popular, pueden producir impresiones muy negativas en el pueblo para el prestigio de la Democracia. Parecer ser que hay gentes que se alegran de ello. Son las gentes que repiten machaconamente: "Esto no sucedía en tiempos de la Dictadura". "La Política es siempre sucia". "Los políticos son unos sinvergüenzas, unos aprovechados, unos ladrones". "Sólo buscan enriquecerse". Y sin embargo, no es así. Ni todos los políticos son unos "energúmenos". Ni la Democracia tiene posibilidad de ser substituída por otro sistema, porque todos somos iguales.

 

Creo que algunos políticos actuales se están quemando, como cerillas que se encienden inútilmente. O como tracas que, después de hacer mucho ruído, se convierten en un montón de cenizas con olor de pólvora quemada. Ellos no caen en la cuenta de ello. Porque, si se dieran cuenta, no actuarían como actúan. Las gentes no quieren "cohetes" y "petardos" para ocupar los puestos que han de dirigir seriamente los caminos de la convivencia de todos, de una economía moderna y solidaria con todos, especialmente con los más necesitados, de una más profunda integración en la Unión Europea, de unas relaciones, cada vez más justas, con los grandes y pequeños países del mundo. Para todo esto, no bastan buenos "actores", ni "clamorosos petardos". Hacen falta personas serias, que estudien, piensen, consulten, propongan, distribuyan el trabajo entre buenos y selectos colaboradores, y sepan también aprovechar las buenas energías que se manifiesten en la oposición.

 

Esto es, seguramente, lo que esperan los españoles. Y esto es, seguramente, lo que van a tener en cuenta en el momento importante de ejercer su porción de soberanía, al dar su voto en las elecciones.

 

En estos días, al ver la Tele, he recordado escenas maravillosas de una gran Película de Charles Chaplin: "El Gran Dictador": Aquel discurso del Dictador de bigotitos estilizados me ha hecho pensar mucho. Es una película que deberían ver todos los que actúan, como políticos, ante las cámaras de la TV.