El agua en tu mensaje

Autor: Ramón Aguiló sj. 

EL AGUA EN TU VIDA. Cuando llegada la plenitud de los Tiempos, Tú viniste a este mundo de tierra y de hombres sin esperanza, Te acercaste a un Rio, el Jordán, para ser bautizado y después a un Mar de aguas tranquilas y turbulentas a veces, el de Tiberíades, el Mar de Galilea, el Lago de Genesaret. Elegiste a Pescadores acostumbrados a navegar. Tú mismo has subido a sus barcas, y has cruzado las aguas, durmiendo, en medio de las tormentas. Tú has caminado sobre las agitadas olas, como si estuvieras paseando por algun camino de Palestina, y hasta has llamado para que Te siguiera en medio de la tormenta, al que iba a ser la Piedra Fundamental de tu Iglesia, al Pescador de Betsaida, que reflejaba en su personalidad nerviosa y atrevida, toda la rudeza de su profesión. Tú has impuesto la serenidad a los vientos y a las olas encrespadas. Y por ello Te han admirado y Te han reconocido como Maesías, y Pedro se reconoció como pecador. Tú has pescado grandes redadas de peces, como si fueras el más experto de los trabajadores del Mar. 

Tú amaste también al Agua como Instrumento y Símbolo de Salvación. Te bautizaste en el Río, con un bautismo de Penitencia, representando a toda la humanidad pecadora ante Juan el Bautista. Y Tú quisiste que todos los que Te siguieran fueran bautizados, sumergidos en el Agua Santificadora del Bautismo y del Espíritu. Desde entonces todos hemos de nacer de nuevo, como dijiste al Magistrado Nicodemo, hombre de gran prestigio, fariseo, que Te visitó de noche. Te reconoció como Enviado de Dios, y escuchó con gusto tus enseñanzas. Tú le dijiste: "En verdad, en verdad te digo: el que no nazca de Agua y de Espíritu, no puede entrar en el Reino de Dios". Esta impresionante y sugerente entrevista nocturna es una exclusiva del Evangelista Juan, capítulo 3.

 

EL AGUA EN TU IGLESIA. Y los Apóstoles, al partir por el mundo, iban a predicar y a bautizar, como Tú les mandaste, "en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo". Y los bautizados de entonces realizaban prodigios, y hablaban diferentes y difíciles lenguas. Y eran vigorosos cristianos capaces de soportar el martirio. Lo narra Lucas, el Médico, en los primeros Capítulos de los "Hechos de los Apóstoles".

 

TU DIáLOGO CON LA MUJER DEL CáNTARO. Hay un momento de tu vida, muy especial, en que revelas los grandes misterios del Agua que Tú nos has traído, a una Mujer Samaritana que ofrecía una imagen negativa de sí misma. Lo narra todo Juan, en exclusiva, en su capítulo 4. Tenías que pasar por Samaria cuando, estando en Judea, quisiste emprender un viaje hacia Galilea, por algunas dificultades surgidas con los fariseos, discípulos del Precursor. 

Llegaste a una ciudad de Samaria llamada Sicar, cerca de la heredad que Jacob dió a su hijo José. Allí estaba el pozo de Jacob. Era un pozo de agua buena. Tú estabas cansado, "fatigado del camino". Y tenías sed. La hora era caliente, porque era casi mediodía. Y Te sentaste junto al pozo, para descansar. "Los discípulos se habían ido a la ciudad a comprar comida". Y Tú estabas solito, respirando hondo, tal vez sudando y con los ojos cerrados para evitar los reflejos hirientes del gran Sol de aquella hora. 

Un ruido suave Te despierta, y Te saca de tu aislamiento. Ves a una mujer de Samaria, que se estaba preparando para sacar agua del pozo con su cántaro casero. 

Tú eras considerado como un judío. Y aquella orgullosa mujer era una samaritana. Los dos pueblos eran enemigos. Y no se trataban. No les gustaba dialogar con los de la otra nación. Pero Tú quebraste esa mala costumbre, porque nunca fuiste un nacionalista irracional. Pero ella no, no la quería romper. Se sentía más samaritana que nunca frente a un judío sediento. 

Tú le pediste: "Dame de beber". ¿Tenías mucha sed?. ¿Lo hiciste sólamente para introducir el tema del Agua, de la Otra Agua del Espíritu?. Seguramente deseabas las dos cosas. 

Pero ella Te respondió: "¿Cómo Tú, siendo judío, me pides de beber a mí, que soy samaritana?". Ciertamente con su voz iba subrayando las palabras que más la inquietaban: Tú eres un Judío, Yo soy una Samaritana. Estaba nerviosa. 

Tú estabas tranquilo, y tu Voz proyectó al mismo tiempo tu Paz interior y un gran mensaje para ella y para toda la Humanidad: "Si conocieras el don de Dios, y quién es el que te dice. Dame de beber, tú le habrías pedido a El, y El te habría dado agua viva". 

Entonces el corazón de aquella mujer comienza a esponjarse y a sentir que hay algo nuevo en Tí, que no eres un judío como los demás, agresivos y altaneros. Comienza a hablarTe con más confianza y respeto. Te llama "Señor" y Te dice: "No tienes con qué sacar el agua, y el pozo es hondo. ¿De dónde, pues, tienes esa agua?. ¿Es que Tú eres más que nuestro Padre JAcob, que nos dió el pozo, y de él bebieron él y sus hijos y sus ganados?". 

Así comenzó un hermoso diálogo en el que Tú le descubres el misterio de la novedad de una Agua del Espíritu,  y ella te manifiesta los secretos de su conciencia, para que Tú la perdones y la salves. 

Tú, como Maestro cuidadoso y prudente, vas dando pasos hacia el interior del Misterio, y ella camina decidida hacia la Fe y la confianza plena en Tí. 

Tú le vas diciendo: "Todo el que beba de esta agua, volverá a tener sed. Pero el que beba del agua que yo le dé, no tendrá sed jamás, sino que el agua que yo le dé se convertirá en él en fuente de agua que brote para Vida Eterna". 

Tú le descubres su verdadera vida con los hombres. Ella pregunta por el nuevo Camino. Tú le revelas que ha llegado el tiempo de la Adoración de Dios "en Espíritu y en Verdad". Y finalmente Te manifestaste como el Mesías, el Ungido de Dios, el Cristo. Le dijiste: "Yo soy, el que te está hablando". 

Los discípulos, al regresar, se quedaron admirados de que hablaras con una mujer a solas. La mujer abandonó su cántaro. Y se convirtió en tu apóstol entre las gentes de su ciudad.

 

EL AGUA DE LA VIDA Y SUS MANANTIALES. Este diálogo me parece maravilloso, y en él se proyecta el valor divinizante de esta nueva Agua que nos das, para calmar nuestra sed, darnos una nueva Vida, y convertirnos en manantiales para que en el mundo, otros muchos puedan beber de ellos, y sean capaces de crecer y desarrollarse como Hijos de Dios. 

Juan, el Precursor, había dicho: "Yo os bautizo en agua, pero en medio de vosotros está uno a quien no conocéis, que viene detrás de mí, a quien yo no soy digno de desatarle la correa de su sandalia". Y, cuando Te vió de lejos al día siguiente Te señaló como "Cordero de Dios que quita el pecado del mundo". "Y Juan dió testimonio diciendo: 'He visto al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma y se quedaba sobre El. Y yo no Le conocía, pero El que me envió a bautizar en agua, me dijo: Aquél sobre quien veas que baja el Espíritu y se queda sobre El, ése es el que bautiza en el Espíritu Santo. Y yo lo he visto y doy testimonio de que éste es el Elegido de Dios". Todo esto dice el Evangelista Juan, en exclusiva, en el capítulo 1 de su Evangelio.  

Tú eres presentado así, por aquella Voz del Desierto, como el que Bautiza en el Espíritu. Es decir, el que transforma la Existencia de los Hombres y de las Mujeres de este mundo, a través del Rito de la Inmersión en el Agua que es la Portadora y la Comunicadora del Espíritu de Dios. Así por el Agua derramada surgen las nuevas Personalidades Cristianas. 

Desde entonces el Agua es muy importante en la Existencia de la Comunidad Eclesial. Los niños y las niñas son llevados por sus papás y por sus padrinos hasta la fuente bautismal, donde hay agua bendecida en la Solemne Vigilia Pascual, cuando todos recordamos y celebramos tu Resurrección y tu Victoria sobre la Muerte y el Pecado. Todos los que nos sentimos iluminados por Tí hemos nacido aquel día de nuestro bautismo. Y por ello lo recordamos, y Te damos gracias. Yo recuerdo que fuí bautizado dos días después del día de mi nacimiento que fue el 23 de Enero. Dos días después, el 25, se celebra la Fiesta de la Conversión de San Pablo. Y en aquel día tan hermoso en el que recordamos el Bautismo del gran Saulo de Tarso, tu incansable Apóstol llamado después Pablo, yo comenzaba a caminar en mi nuevo camino de Cristiano e Hijo de Dios. 

Yo quisiera en este momento de esta Carta sobre el Agua, llamar a todos los hermanos en Cristo para que sepan decirTe sencillamente: Gracias, Jesús de Nazaret, porque me has elegido y me has marcado con tu sello de Salvador.

 

EL AGUA SIEMPRE ME RECORDARá TU ENSEÑANZA. Ahora, cuando vaya por el mundo y recuerde todos los ríos que he cruzado y admirado, el Rio Grande, el Danubio, el Rio de la Plata, el Amazonas, el Támesis, el Sena, el Tíber, y tantos otros, y experimente de nuevo las emociones de los Mares que han dejado una huella en mi ser, como el Mediterráneo, el Océano Atlántico, el Mar Cantábrico, el Océano Pacífico, el Mar Adriático, el Mar del Norte y el Canal de la Mancha, podré también experimentar los misterios insondables de ese H2O, tan cercano y tan lejano al mismo tiempo, y muy especialmente de esa Agua que es la Portadora del Espíritu Divinizador. 

El Agua que se da, en un vaso, al que tiene sed, porque es mi hermano. El Agua que sirvió a Pilato para lavarse las manos y convertirse en cómplice de la gran Injusticia que se cometió con tu Condena a la Muerte de Cruz. El Agua que, en un Cántaro, sirvió para orientar a los Apóstoles que buscaban un Salón para celebrar la Pascua, tu última Pascua en este mundo. El Agua que no supo preparar el fariseo para lavarTe simbólicamente los pies. El Agua que convertida en tormenta, Tú pudiste dominar con sólo tu Palabra. El Agua de la lluvia que se puede adivinar a través de las señas de los tiempos. El Agua que pedía el Condenado Rico insistentemente, para que Lázaro mojara en ella un dedo y se la pusiera en la boca ardiente. El Agua de las seis tinajas de Caná que Tú cariñosamente cambiaste en buen vino por sugerencia de tu Madre. El Agua del Pórtico de Jerusalén que algunas veces se agitaba, y a la que quería llegar, sin lograrlo, el Paralítico. El Agua que pusiste en una jofaina para lavar los pies de tus Apóstoles, antes de tu Pasión, en la Tarde de la Caridad y de la Eucaristía. El Agua que, junto con sangre, brotó de tu costado, atravesado por la lanza de un soldado irreverente y frío, cuando Tú ya estabas muerto en la Cruz. El Agua que sublimó Felipe para bautizar al Eunuco, compañero de camino. El Agua que utilizó Moisés, junto con la sangre del sacrificio, para bendecir al Pueblo y poner en marcha "La Sangre de la Alianza". El Agua de la que habla la Carta a los Hebreos, cuando dice: "Purificados los corazones de conciencia mala y lavados los cuerpos con agua pura" 

Es una larga letanía de Hechos Sugerentes que tienen como elemento integrante el Agua.

 

TUS APóSTOLES Y EL AGUA. Santiago, tu Pariente, escribió una breve y hermosa carta a los cristianos. Y en su Capítulo 3, dice unas frases muy profundas y bien logradas que quisiera reproducir ahora: "¿Acaso la Fuente mana por el mismo caño agua dulce y amarga?. ¿Acaso, hermanos míos, puede la higuera producir aceitunas y la vid higos?. Tampoco el Agua Salada puede producir Agua Dulce". Santiago quiso con estas palabras enseñar a sus lectores y todos nosotros, que  nuestra Vida Cristiana debe ser coherente siempre. No se puede mezclar en nosotros, lo Amargo y lo Dulce. Lo Amargo contaminará lo Dulce. Y se perderá todo. 

Pedro, en su Primera Carta, capítulo 3, recuerda que ocho personas de la Familia de Noé fueron salvados a través del Agua que había inundado la Tierra. Y continúa: "A esta Agua corresponde ahora el Bautismo que os salva y que no consiste en quitar la suciedad del cuerpo, sino en pedir a Dios una buena Conciencia por medio de la Resurrección de Jesucristo". El Bautismo es una Verdadera Inundación Universal de Espíritu. 

Sigue Pedro en su Segunda Carta, capítulo 2, acusando a los malos cristianos, de los que dice: "Estos son Fuentes secas, sin Aguas, y lluvias llevadas por el huracán, a quienes está reservada la oscuridad de la tinieblas". 

Juan en su Primera Carta, capítulo 5, recuerda que Tú, Jesús de Nazaret, eres "el que vino por el agua y por la sangre. No sólamente en el Agua, sino en el Agua y en la Sangre... Tres son los que dan testimonio: El Espíritu, el Agua y la Sangre y los tres convienen en lo mismo". 

Judas, el Pariente de Santiago, en su Carta, se refiere a los que se han desviado del buen camino, afirmando de ellos: "Estos son una mancha cuando banquetean desvergonzadamente en vuestros ágapes y se apacientan a sí mismos. Son NUBES SIN AGUA, zarandeadas por el viento, árboles de otoño sin frutos, dos veces muertos, arrancados de raiz. Son olas salvajes del Mar que echan la espuma de su propia vergüenza, estrellas errantes a quienes está reservada la oscuridad de las tinieblas para siempre".

 

LA APOTEOSIS DEL AGUA EN EL APOCALIPSIS. Pero donde el Estruendo del Agua se escucha con más fuerza y esplendor es el Libro de la Revelación, El Apocalipsis de Juan, cuando ya era anciano. Su Libro es una continua fantasía, imposible de ser reducida a los límites de la razón. Es una Creación exuberante, Reveladora, que ningún pincel puede pintar, que ninguna tela puede recoger, que ninguna poesía puede expresar. 

Cuando se refire a Tí, como Mesías, dice: "Su Voz como Ruído de grandes Aguas". "El Cordero que está en medio del Trono, los apacentará y los guiará a los Manantiales de las Agua de la Vida. Y Dios enjugará toda lágrima de sus ojos" [a los elegidos]. 

Había siete ángeles en el cielo dispuestos a tocar las trompetas del castigo. Y dice del Tercero: "Entonces cayó del cielo una estrella grande, ardiendo como una antorcha. Cayó sobre la tercera parte de los ríos y sobre los manantiales de agua. La Estrella se llama Ajenjo [es decir, Amarga]. La tercera parte de las Aguas se convirtió en ajenjo [amargura], y mucha gente murió por las aguas que se habían vuelto amargas". Parece una descripción terrible de las amarguras de nuestros siglos materialistas y agresivos. 

Añade el Apocalipsis: "Y oí un ruído de grandes Aguas o el fragor de un gran trueno, y el ruído que oía era como de citaristas que tocaran sus cítaras. Cantan un cántico nuevo delante del Trono y delante de los cuatro Seres y de los Ancianos". Es el Cántico de Alegría de los que acompañan al Cordero. 

Un Angel, el tercero, derramó su copa sobre los ríos y sobre los manantiales de Agua. Y se convirtieron en sangre. Y oí al Angel de las Aguas que decía... Ellos derramaron la sangre de los santos y de los profetas y Tú les has dado a beber sangre. Lo tienen merecido". "Y oí como el ruído  de una muchedumbre inmensa y como el ruído de grandes Aguas, y como el Fragor de fuertes Truenos. Y decían: ¡Aleluya!". "Entonces dijo el que está sentado en el Trono: Mira que hago un mundo nuevo... Hecho está: Yo soy el Alfa y la Omega, el Principio y el Fin. Al que tenga sed, Yo le daré gratuitamente del Manantial del Agua de la Vida". 

"Luego me mostró el Río de Agua de Vida, brillante como el Cristal, que brotaba del Trono de Dios y del Cordero!... El Espíritu y la Novia dicen: Ven. Y el que tenga sed, que se acerque, y el que quiera, reciba gratuitamente Agua de Vida". 

El Apocalipsis es la Apoteosis del Agua. En el Apocalipsis suena el Estruendo del Agua de la Vida. El Mundo Nuevo del Apocalipsis es el Destino de los que han sido sumergidos en las Aguas del Bautismo "en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo".

 

LA HERMANA AGUA DE FRANCISCO. Tan importante se está manifestando el Sacramento del Agua, de aquella creatura que Francisco de Asís tanto admiraba y de la que cantó en su Cántico:

 

          "Y por la Hermana Agua, preciosa en su candor,

          que es útil, casta, humilde ¡Loado, Mi Señor!"

 

FILOSOFíA Y AGUA. Heráclito de Efeso era un Filósofo Griego, de los siglos 6 y 5 antes de C., que aprendió de los Ríos. Y dijo que un hombre no podía bañarse dos veces seguidas en el mismo Río, porque el Río ya es otro Río la segunda vez. Y con este ejemplo, exponía su teoría de que en este mundo todo se está haciendo, y no hay nada que permanezca, todo es "Cambio".  

Esta es la teoría que dos mil años después desarrolló un Filósofo Francés, llamado Henry Louis Bergson, nacido en París el año 1859 y muerto en la misma capital, el 1941. Escribió sobre el "élan vitale", sobre todo en su obra "La Evolución Creadora". Fué Premio Nobel de Literatura  en 1927. 

Parménides de Elea fué el opositor de Heráclito. Su pensamiento filosófico unifica el Ser y el Pensar. El Ser es ser siempre. Y lo que nosotros percibimos por nuestros sentidos es una pura ilusión, porque todo lo que percibimos cambia. Los Ríos, los Mares, el Agua que corre, que cae del cielo, son ilusiones. 

Tuvo que llegar Aristóteles para dar la solución al dilema "Ser" o "Hacerse". Para Aristóteles sólo existe un Ser que realmente Es. Y este Ser es Dios. Todo lo demás es una mezcla inefable de ser y no-ser, Acto y Potencia. Los seres contingentes, limitados, se están haciendo y completando a través del movimiento para ser más "Ser". Así humildemente somos los hombres y todo lo demás que contemplamos y nos rodea. Todo puede crecer,  todo puede acercarse más al Ser, pero nunca llegará al Puro Ser. Los cristianos, como hombres, somos contingentes y estamos en el universo de lo que se "va haciendo". Pero tenemos algo que nos caracteriza y nos hace diferentes de todo lo demás: Es un principio sobrenatural que nos da una pincelada de lo que es el Mismo Ser Absoluto, Dios.

 

LLAMADA A LA HUMILDAD. Está bien que termine esta Carta con una llamada a la Humildad de todos. También de aquellos que, a través del Agua, hemos sido Sublimados, Divinizados, Cristificados. Somos Hermanos Tuyos e Hijos Adoptivos de Dios, pero Siempre Hombres. Hubo un poeta que supo expresar esta tristeza, matizada con la alegría de la esperanza. Fué Jorge Manrique, Señor de Belmontejo. Nació en Paredes de Navas, Palencia, el año 1440. Era una época muy difícil en España, cuando era Rey de Castilla Enrique IV, y Jorge se vió envuelto en constantes guerras 1478. Escribía versos y empuñaba las armas. Murió peleando, cerca de la Puerta del Castillo de Garci-Muñoz. Cuando murió su padre, Don Rodrigo, le dedicó unas Coplas, sus más famosos versos. "Coplas a la Muerte del Maestre Don Rodrigo". Dicen así algunas de estas Coplas:

 

               "Recuerde el alma dormida

               avive el seso y despierte

               contemplando

               cómo se pasa la vida

               cómo se viene la muerte

               tan callando.

               Cuán presto se va el placer,

               cómo, después de acordado,

               da dolor.

               Cómo a nuestro parecer,

               cualquiera tiempo pasado

               fué mejor.

 

               Nuestra vidas son los Ríos

               que van a dar en la mar.

               que es el morir.

               Allí van los señoríos

               derechos a se acabar

               y consumir.

               Allí los ríos caudales,

               allí los otros medianos,

               y más chicos,

               alleguados, son iguales

               los que viven por sus manos

               y los ricos.

 

               Este mundo es el camino

               para el otro, que es morada

               sin pesar.

               Mas cumple tener buen tino

               para andar esta jornada

               sin errar.

               Partimos cuando nacemos,

               andamos mientras vivimos,

               y llegamos

               al tiempo que fenecemos.

               Así que cuando morimos

               descansamos".

 

Hay mucha emoción y tristeza en las ideas y hasta en las imágenes y los ritmos de estos Versos del que murió inesperadamente combatiendo. Sobre su pecho de cadáver se le encontraron unas Coplas. Poeta de los Ríos y del Agua hasta el final de su Vida.

 

EL AGUA DESPUéS DE MUERTOS. Y es que el Agua nos acompaña aun después de muertos. El Agua Bendita tiene su historia especial en tu Iglesia. Los Cristianos de la Comunidad son recibidos y despedidos con el Agua que esparce el Sacerdote. Y, en el Cementerio, cuando todos, de negro, lloran la muerte de un Ser querido, siempre se encuentra un Sacerdote que rocía con Agua Bendita el cadáver del hermano "en el Nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo", para que le ayude a viajar por los nuevos caminos del otro mundo. 

"Nuestras Vidas son los Ríos que van a dar en la Mar que es el Morir". Pero, en nuestro caso, Tú eres "La Mar". "La Mar Infinita". "La Mar de la Vida Eterna". "La Mar de la Alegría".