Confesión de un drogadicto

Autor: Ramón Aguiló SJ

 

Nos va bien a todos leer y meditar esas confesiones que de vez en cuando nos confían aquellos que han vivido experiencias desagradables, que se han sentido encadenados por la adicción, y finalmente han sido capaces de romper todas las cadenas para crearse una nueva vida. Los médicos y los amigos las oyen frecuentemente. Pero no siempre llegan a la consideración de todos. Aquí tenemos una Confesión. Es breve. Pero significativa. Y puede alentar a los que experimentan ahora la presión del "Mono" y desean salir de él sin atarse más.  

 

"Era un chaval y tenía entre 12 y 14 años. Y en busca de nuevas experiencias probé algo que parecía agradable. Me ahuyentaba de mis problemas. Pero, al crearme dependencia, me iba trayendo consecuencias muy desagradables.

 

Era muy triste esta situación. Ya no era tan solo que estaba destrozando mi vida, sino, lo más importante, que se la amargaba a los que me rodeaban y me querían.

 

A base de tropezar, me dí cuenta que tenía que tomar una decisión. Había dos caminos a seguir: el camino hacia una muerte segura, o dejar atrás todo lo malo que me perjudicaba, afrontar la vida tal y como es, y empezar a vivir una vida decente y, al cabo de los años, formar una familia y llegar a ser feliz con lo que uno tiene.

 

Hay miles de personas que por no tomar una decisión tan importante como ésta, hoy en día se ven muriéndose de SIDA, HEPATITIS, etc.

 

Mi poca fuerza de voluntad me impedía seguir adelante con mi decisión, por lo que acudía a personas especializadas en estos casos. Mediante ellas entré en Centros de Rehabilitación, donde me ayudaron en todo lo que estaba de su mano, y al poner un gran esfuerzo, por mi parte, al cabo de los años, he logrado salir de las drogas. Me fue muy duro, pero estoy contento conmigo mismo por haberlo conseguido. Las consecuencias de la droga me ha dejado una Hepatitis Crónica.

 

Han pasado cuatro años. Actualmente he dejado todo tipo de drogas, he formado una familia y soy feliz con lo que tengo".

 

En las palabras que hemos leído está reluciendo toda la belleza de la sinceridad. Una confesión siempre nos lleva a no mentir, a no engañar. Ojalá lean esta confesión tan humana, tan real muchos y muchas de los que se dedican cada día a pincharse, a tomar algunas de esas drogas que crean adicción. No pueden separarse de esta compañía, no pueden curarse de esa mala costumbre, de esa enfermedad que les lleva por el camino de la enfermedad y de la muerte.

 

Yo les suplico unos minutos, para leer una página que es la síntesis de unas caídas y de unos esfuerzos para seguir el camino de pie y sin traumas.

 

Yo quisiera que alguien que reciba este mensaje tan humano y tan

sincero tenga la bondad de reproducirlo, imprimirlo para comunicarlo a otros, especialmente a aquellos que están enfermos de la drogadicción.

 

Hagamos el bien.

 

Salvemos una vida o unas vidas.

 

Comuniquemos alegría, seguridad, estabilidad, salud física, psíquica y espiritual.