Cefas en el Vaticano

Autor: Ramón Aguiló SJ

   

Van volando los años en aviones supersónicos. Sin caer en la cuenta de ello, vamos viviendo muchos acontecimientos sociales y privados. Es terrible la volatilidad de nuestros días, nuestros años, nuestros siglos, nuestros milenios. Jesús de Nazaret, muchos acontecimientos nos llevan a recordar a aquel apóstol tuyo, a quien Tú confiaste tanta responsabilidad. Se llamaba Simón Bar Yona. Pero Tú le cambiaste el nombre y le dijiste que se llamaría CEFAS, es decir PIEDRA, ROCA.  

LA FIGURA DE PEDRO. Tú conociste a Simón Bar Yona como a un Pescador, trabajador incansable, un hombre que conocía perfectamente el oficio. Trabajaba intensamente para ganarse la vida vendiendo el pescado que atrapaba en sus redes. Estaba casado, porque Tú, Jesús, curaste a su suegra, que, una vez curada, os sirvió a Ti y a tus compañeros una familiar y casera comida.  

Pero este pescador, este trabajador, duro, sin estudios, espontáneo, algo nervioso, impulsivo, que no sabía callarse ante las incógnitas que le presentaba la vida, un día, inesperadamente, Te conoció. Y Tú te fijaste en él.  

Lo cuentan varios de tus evangelistas. Por ejemplo, Mateo, en su capítulo 4, escribió: “Caminando [Jesús] por la ribera del mar de Galilea vio a dos hermanos, Simón, llamado Pedro, y su hermano Andrés, echando la red en el mar, pues eran pescadores, y les dice: ´Venid conmigo y os haré pescadores de hombres´. Y ellos al instante, dejando las redes, le siguieron”. El Evangelista Marcos repite exactamente la descripción de esta llamada. Y Lucas la recoge también, combinándola con otras situaciones y después de algunas enseñanzas de tu Magisterio. Dice Lucas (Capítulo 5): “Estaba Él [Jesús] a la orilla del lago Genesaret y la gente se agolpaba sobre Él para oir la Palabra de Dios, cuando vio dos barcas que estaban a la orilla del lago. Los pescadores habían bajado de ellas, y lavaban las redes. Subiendo a una de las barcas, que era de  Simón, le rogó que se alejara un poco de tierra, y, sentándose, enseñaba desde la barca a la muchedumbre”  

Cuando Tú, Jesús, acabaste de hablar dijiste a los pescadores que llevaran la barca mar adentro, y que pescaran. Simón Bar Yona tuvo la primera intervención casi violenta. Te dijo que habían trabajado toda la noche y no habían pescado nada. Tú tranquilamente con un gesto le dijiste que echaran las redes. Y pescaron muchos peces. Simón se puso de rodillas, para confesar que era un pobre pecador. Tú lo levantaste, dulcemente, y le dijiste: “´Desde ahora serás pescador de hombres´.  Llevaron a tierra las barcas, y, dejándolo todo, le siguieron”. Una sencilla pero profunda definición de tus APÓSTOLES, “PESCADORES DE HOMBRES”, es decir, de SERES HUMANOS.  

Y así fue. Lo dejaron todo. Simón Bar Yona el más decidido. Le cambiaste el nombre por el de CEFAS, Piedra, Roca fundamental. Le diste todos los poderes espirituales sobre la humanidad. Pero este hombre, tu amigo, tan impetuoso, llegó a negar que te conocía, cuando Tú eras perseguido, llevado a los tribunales, condenado a muerte, una muerte de Cruz, entre dos bandidos. Sin embargo, después de tu Resurrección, después de tu manifestación repetida a tus amigos y amigas, después de tu ascensión, después del gran día de Pentecostés, este débil y casi analfabeto pescador, comenzó a hablar de Ti, escribió varias cartas, fue a Roma. Y allí fue crucificado. Y su cuerpo está enterrado en una de las colinas romanas, el VATICANO.  Comenzaba la historia de tu Iglesia Católica, Universal, la que acepta tu liderazgo, que también se manifiesta en el liderazgo de Pedro. Los católicos estamos contigo porque estamos con Pedro.  

PEDRO A TRAVÉS DE LOS SIGLOS. Yo creo que los católicos somos los verdaderos cristianos. Porque Tú has querido una sola Iglesia, una Iglesia Universal. Y nosotros somos los

únicos cristianos que reconocemos la autoridad de Cefas, de Pedro, sobre el que edificaste tu Iglesia. Y Tú fuiste el que le diste a Cefas el poder de las llaves del Reino de los cielos,  de atar y desatar, de perdonar y no perdonar.  

Los Papas  han sido y son los verdaderos sucesores de Pedro. Ellos han intentado reproducir la figura de Pedro, por ello tienen una mirada universal. Pero fue un peregrino constante, valiente, atrevido, para dar a conocer a todos  los pueblos tu Mensaje, y muy especialmente la certeza de tu Resurrección gloriosa.  

Pedro fue incansable y también fue perseguido. Precisamente en Roma. Y en Roma murió crucificado. Su nombre cubre el Vaticano. Su imagen está en varios sitios. Sus huesos están bajo el altar mayor de la gran basílica que lleva su nombre. Y los sucesores de Pedro parece que llevan la misma sangre  en sus arterias y en sus venas. Están entusiasmados con el trabajo que deben realizar, y lo realizan con constancia, a pesar de un mundo que tiende al pecado y a lo material.  

Ha habido Papas de todos los tipos. Ha habido muchos Papas mártires. Muchos Papas santos. Uno de los que más me han impresionado, estudiando la historia de tu Iglesia, es el que lleva el nombre de Calixto.  Fue Papa a principios del siglo 3. Y era de bajo nivel social. Porque era esclavo. A pesar de ello, fue un buen Papa. Y es considerado Santo. Se llama SAN CALIXTO I, y su fiesta se celebra el día 14 de Octubre.  

Otros Papas han sido impulsores del humanismo, del arte religioso, de los avances técnicos y científicos. Conocemos a los más modernos, y hemos podido aplaudir, muy de cerca, al llamado “Papa Bueno”, el “Hombre Justo” (como le han calificado los israelitas), Papa Juan XXIII. El puso en marcha el Concilio Ecuménico Vaticano II. Parecía un abuelito, bajito, que parecía ser cubierto por la capa pluvial. Pero las gentes lo besaban, besaban sus pies, sus manos, sus vestiduras. Y le aplaudían con amor y entusiasmo. Estamos viendo la figura vacilante de un Papa que ha sido el Papa Peregrino, porque ha realizado numerosísimos viajes por el mundo, llevando siempre el mensaje cristiano, evangélico. Ha sido casi un mártir, porque en la plaza de la Basílica de San Pedro, en el Vaticano, un enemigo disparó sobre él su metralla. Lo hirió gravemente, pero no murió. Este Papa, polaco de nacimiento, ahora anciano, titubeante, cansado, se llama Juan Pablo II. Pero sus actividades no cesan. Es un hombre que clama soluciones para los más desastrosos sucesos mundiales.  

PROTEGE A NUESTROS PAPAS, JESÚS.  No sabemos cómo se desarrollará la historia de nuestra querida Iglesia. No sabemos cómo serán los futuros Papas, los Pedros, los Cefas, que van a llegar, y que ocuparán, su puesto de trabajo en el Vaticano. No importa. Sólo nos interesa una cosa, y es que Tú, Jesús de Nazaret, estés con todos ellos, les ayudes, les ilumines, les des fuerzas físicas y psíquicas, y sobre todo fuerzas espirituales, evangélicas.  

Jesús, el mundo Te necesita. Ilumina, da fuerzas a los que trabajarán por Ti, a los futuros PESCADORES DE HOMBRES.