Así labraste la roca

Autor: Ramón Aguiló SJ

 

Cuando Tú planificaste la puesta en marcha de tu Comunidad de Seguidores, la imaginaste como una sencilla "Casa", que es el más resumido edificio, o como un templo dedicado a tu Padre. Por esto hablaste de Piedras y de arquitectos. También los citó Simón Bar Yona, cuando, después de Pentecostés, detenido y, ante los magistrados y señores de Israel, les espetó con una enorme ironía al llamarles "arquitectos", que la Piedra que ellos habían desechado había sido puesta por Dios como "Piedra Angular". Es un valiente y hermoso discurso que recogen los Hechos de los Apóstoles en su Capítulo 4. Lo propio afirmó Pablo en su Carta a los Efesios. Y es que Tú mismo ya lo habías dicho anteriormente.

 

Esto me recuerda al Rey-Pastor, aquel jovencito rubio y guapo, al que ungió el Profeta Samuel. David, cuando quiso ofrecer un lugar seguro al Arca de la Alianza, le preparó una tienda de campaña, o una elemental casa, en espera de que su hijo, Salomón, pudiera elevar hacia el cielo el gran Templo de Jerusalén, para el que su padre había preparado y amontonado tantos y tan caros materiales y joyas.

 

QUISISTE UNA CASA FUERTE Y PENSASTE EN UNA ROCA. Tu Iglesia comenzó pequeñita. Pero Tú a esta Casita pequeña la quisiste levantar sobre Roca, como habías comentado con aquella tu Parábola que recogen Mateo en su Capítulo 7 y Lucas en su Capítulo 6.

 

No se pueden construir las casas sobre arena , porque, con las tormentas, se caen. Hay que construirlas sobre Roca, para que resistan todos los embates de los vientos, de las aguas desbocadas y de las tempestades de la historia. Esto era lo prudente. Esto era lo clarividente. Lo sabio.

 

Y así lo quisiste realizar con tu recién nacida Iglesia. Le quisiste dar una firme Roca por fundamento. Y  esta Roca la formaste Tú, la tallaste Tú. Y Tú mismo creaste el nombre que le darías: Cefas, un nuevo nombre en Arameo, y Pedro, un nuevo nombre en Griego y en Latín.

 

Nadie, antes de Simón Hijo de Jonás, se había llamado así. Pero la duda surge enseguida. ¿Sería Simón Capaz de dar Estabilidad, Unidad y Consistencia a tu Iglesia, que seguramente crecería a lo largo de los Siglos?. Pablo ha desarrollado largamente esta hermosa teoría de la constitución de tu Iglesia, formada por Piedras Vivas, y la ha expuesto en varias de sus cartas: A los Romanos, en la Primera a los Corintios, a los Gálatas y a los Efesios. También Pedro y Judas han escrito alusiones a tu Edificación Salvadora.

 

Jesús de Nazaret, estoy plenamente convencido de que Tú sentiste por Simón Bar Yona una especial predilección, a pesar de todos sus defectos, limitaciones y desequilibrios en casi todos los aspectos de su personalidad de trabajador casi inculto.

 

Además la Figura de Pedro se me presenta como una hermosa lección de esperanza para todos los cristianos de todos los tiempos que queremos seguirTe de cerca, a pesar de todas las nubes y a veces tormentas que nos azotan y zarandean en nuestro caminar diario dentro de tu Iglesia.

 

Por desgracia, no todos los días son luminosos. Ni siempre luce en nuestro cielo, claro, limpio, el Sol de la Alegría y de la Seguridad. Este Sol eres Tú. Pero no Te podemos ver, comtemplar directamente, cara a cara. Tu Presencia, tu Mensaje, generalmente nos llega a través de otros, los sucesores de Pedro, de los Apóstoles, de los Presbíteros y de otros Profetas. Y hemos de reconocer que, algunas veces más que caminos seguros, más que espejos brillantes y tersos, parecen charcos de una agua semisucia que refleja la luz ciertamente, pero una luz escasa y manchada.

 

Todo esto, sin embargo, no debería convertirse para nosotros en una montaña insuperable, en una valla sin puertas. Al contrario, deberíamos saber utilizar el oxígeno de la comprensión generosa para respirar hondamente y seguir nuestro humilde camino junto a Tí, sin juzgar a los demás, sin condenar a nadie, como Tú varias veces nos has repetido.

 

La larga historia de los tropezones de Pedro durante tu Vida Pública me conforta. Y me alienta profundamente el constatar que tu Piedra Fundamental también tuvo sus agujeros, sus aristas y hasta sus importantes rajaduras que la volvían peligrosa.

 

Tú lo sabías y con todo la elegiste, la pusiste ahí, para que toda tu querida Iglesia se levantara, segura, sobre ella. Porque durante tu vida y tu amistad con Pedro, Tú pacientemente, pero vigorosamente y sin dudar, fuiste labrando la piedra, fuiste cincelando su forma, fuiste perfeccionando sus contornos, hasta convertirla en una verdadera Piedra Preciosa. Tus golpes a la Piedra repetidas veces demostraron un gran vigor por tu parte. Saltaban chispas. Tan violentos fueron tus trallazos.

 

En mi mente se acumulan ahora aquellas situaciones de vuestra vida en las que golpeaste valientemente, sin concesiones, a Pedro, aprovechando y desbaratando las tentaciones que sufría, para completar la Fuerza, la Contundencia de su Personalidad.

 

Pedro manifestaba ingenuamente, espontáneamente, las fisuras de su Carácter. Se acercaba al peligro. Te criticaba. Quería darTe lecciones. Y Tú le rebatías. Le corregías. Le acallabas. Y ante los demás, le humillabas, y así lo fuiste preparando para la gran Responsabilidad Universal de que le habías investido. Estabas creando una obra de arte a base de martillazos sin compasión.

 

Debía ser firme, ser fuerte, la Roca de tu Iglesia. No podía resquebrajarse. No podía zozobrar. 

 

TU ENCUENTRO CON SIMóN BAR YONA. Simón me ha parecido siempre una persona simpática, agradable. Para mí es la expresión del Hombre Trabajador incansable. Nacido en Betsaida, como su hermano o pariente próximo Andrés, no había recibido una gran cultura. Era un hombre nacido para el trabajo del Mar.

 

Su aldea nativa está en la parte Este de Galilea, junto al Lago Kinneret, que es un Lago que está sobre el Rio Jordán. Estaba casado. No sabemos el nombre de su esposa. Ni sabemos si tenía hijos. Sabemos, en cambio, que tenía una suegra servicial que alguna vez se puso enferma y tenía fiebre. Tú la curaste en uno de tus milagros caseros, exentos de toda espectacularidad y que reflejan más bien un aprecio y una gratitud familiar.

 

Este ambiente marítimo determinó su cultura, la cultura del Pescador popular, la cultura de ese complejo mundo que gira alrededor de los Mares y de los Peces. Este hecho se proyectó también sobre tu Vida y sobre las formas en las que se encarnó tu Mensaje de Salvación.

 

Yo que he nacido en una Isla puedo comprender perfectamente lo que aquello pudo significar en aquellas colectividades de hombre campesinos, nacidos entre campos, colinas y montañas que rodeaban el cauce de un largo y caudaloso río que a veces se ensanchaba formando hermosos lagos como pequeños mares interiores.

 

Simón Hijo de Juan no fue el primer hombre que conociste en tu vida de Mensajero. No fue tampoco el primero a quien Te revelaste de algun modo.

 

Tus primeros conocidos y amigos provenían del grupo de los discípulos de Juan el Bautista, tu Precursor. Parece seguro que los dos primeros que conociste fueron Andrés y Juan, el hijo del Zebedeo. Este es quien lo narra en su Evangelio, Capítulo 1:

 

El Bautista Te había bautizado en su bautismo de Penitencia, a pesar de su resistencia. Y otro día Te había visto pasar cerca, y había afirmado de Tí que eras "El Cordero de Dios, el que quita el pecado del mundo".

 

Y añade El Evangelista Juan: "Al día siguiente, Juan se encontraba de nuevo allí con dos de sus discípulos. Fijándose en Jesús que pasaba, dice: 'Hé ahí el Cordero de Dios'. Los dos discípulos le oyeron hablar así y siguieron a Jesús. Jesús se volvió, y al ver que Le seguían, les dice: '¿Qué buscáis?'. Ellos Le respondieron: 'Rabbí -que quiere decir Maestro- ¿dónde vives?'. Les respondió: 'Venid y lo veréis'. Fueron, pues, vieron dónde vivía y se quedaron con El aquel día. Era más o menos la hora décima". [Es decir serían las cuatro de la tarde].

 

Y prosigue Juan el Evangelista: "Andrés, el hermano de Simón Pedro, era uno de los dos que habían oído a Juan y habían seguido a Jesús. Este se encuentra primeramente con su hermano Simón y le dice: 'Hemos encontrado al Mesías, -que quiere decir "Cristo". Y le llevó donde Jesús. JESúS, FIJANDO SU MIRADA EN ÉL, LE DIJO: 'Tú ERES SIMóN, EL HIJO DE JUAN. Tú TE LLAMARáS CEFAS, -QUE QUIERE DECIR "PIEDRA".

 

Otro día llamaste a Felipe, que también era de Betsaida, y, por Felipe, conociste a Natanael, que, por el nombre de su padre se llamaría Bartolomé.

 

Y así poco a poco fuiste completamente el grupo de tus Seguidores, de entre los cuales, más tarde, elegiste a los Doce llamados APOSTOLES, o sea Enviados, Mensajeros, Embajadores tuyos.

 

Este primer encuentro con Simón Hijo de Juan fue amistoso, alegre, con el anuncio de lo que iba a ser su persona dentro de la Comunidad Universal que Tú ibas a fundar: la Roca, la Piedra. Sin embargo, no siempre tus relaciones con Cefas fueron tan tranquilas, tan alegres. Simón fue siempre el primero de la Lista de los Doce. Fue siempre uno de los tres elegidos para los grandes acontecimientos de tu Vida. La Transfiguración, la Resurrección de una Niña, la Oración del Huerto de Getsemaní. Pero Simón Bar Yona no tenía un carácter equilibrado. No tenía un temperamente sereno. Era impetuoso, precipitado, algo nervioso, de aquellos que piensan las cosas, después de haberlas comenzado o realizado. Por esto su formación para Piedra Fundamental fue intyensa y en algunos momentos, dura.

 

JUNTO AL LAGO DE KINNÉRET. LLAMASTE A SIMóN PARA QUE TE SIGUIERA. PRIMERA TENTACIóN DE PEDRO. HERIDO EN SU ORGULLO PROFESIONAL. Lucas, en su Capítulo 5 y Marcos en su capítulo 1, narran la Llamada definitiva que dirigiste a varios de tus amigos anteriormente conocidos, a través de Juan. Marcos nos ofrece una breve narración: "Bordeando el Mar de Galilea, vió a Simón a Andrés, el hermano de Simón, largando las redes en el Mar, pues eran pescadores. Jesús les dijo: 'Venid conmigo. Y os haré llegar a ser Pescadores de Hombres'. Al instante, dejando las redes, Le siguieron". Un poco más adelante, llamaste también a otros dos pescadores, los hijos del Zebedeo, que eran más ricos, como unos empresarios como su padre que tenía jornaleros.

 

La Narración de Lucas es más completa e interesante, porque comienza a aparecer, a manifestarse el temperamento humano, algo orgulloso, impetuoso de Simón. Lo narra así Lucas:

 

"Estaba El a la orilla del Lago Genesaret y la gente se agolpaba sobre El para oir la Palabra de Dios, cuando vio dos barcas que estaban a la orilla del lago. Los pescadores habían bajado de ellas, y lavaban las redes. Subiendo a una de las barcas, que era de Simón, le rogó que se alejara un poco de tierra. Y, sentándose, enseñaba desde la barca a la muchedumbre".

 

"Cuando acabó de hablar, dijo a Simón. 'Boga mar adentro, y echad vuestras redes para pescar'. Simón le respondió: 'Maestro, hemos estado bregando toda la noche y no hemos pescado nada; pero, en tu palabra, echaré las redes'. Y haciéndolo así, pescaron gran cantidad de peces, de modo que las redes amenazaban romperse. Hicieron señas a los compañeros de la otra barca para que vinieran en su ayuda. Vinieron, pues, y llenaron tanto las dos barcas que casi se hundían".

 

"Al verlo Simón Pedro, cayó a las rodillas de Jesús, diciendo: 'AléjaTe de mí, Señor, que soy un hombre pecador'. Pues el asombro se había apoderado de él y de cuantos con él estaban, a causa de los peces que habían pescado. Y lo mismo de Santiago y Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: 'No temas. Desde ahora serás pescador de hombres'. Llevaron a tierra las barcas, y, dejándolo todo, Le siguieron".

 

Esta es una narración pormenorizada. El Evangelista anticipa el nombre de Pedro a Simón, porque Jesús se lo impuso después, más tarde. El Evangelista recoge los sentimientos de Pedro ante Jesús en una acción que parece simbolizar el duro trabajo de los Apóstoles y de la Iglesia en el Mundo del Porvenir. Tendrán que trabajar duro. Pero Tú estarás con ellos, y ellos tendrán que ser humildes para confiar siempre en tu ayuda, más que en sus propias fuerzas y en sus propios conocimientos.

 

Seguramente que Simón fue tentado de superioridad profesional, y, cuando se arrodilló ante Tí, experimentaba uno de aquellos sentimientos de humillación de su capacidad profesional. El se sentía un pescador avezado, un pescador de cada día, un pescador experimentado, había creído que podría superar con sus conocimientos a todas las expectativas de una buena pesca. Sin embargo, estuvieron "bregando toda la noche" guiados por su capacidad de pescadores, y "no hemos pescado nada".

 

Te lo decía con una gran decepción, cansado. Pero Tú le pediste otro esfuerzo. Y seguramente de mala gana, desconfiado, tal vez por quedar bien contigo, echó las redes y pescó abundantemente. Por todo esto, se sintió "Pecador" y se "arrodilló ante Tí, apoyándose en tus rodillas", y Te suplicó: "Aléjate de mi, Señor, que soy un hombre pecador". Pedía perdón por su orgullo. Se sentía pecador. Un inexperto en asuntos de pesca había humillado a un pescador de profesión con tantas y tan largas experiencias. La humillación necesariamente era profunda.

 

EN LA BARCA VIAJANDO HACIA BETSAIDA O CAFARNAUM, SIMóN QUIERE CAMINAR SOBRE EL MAR Y SE HUNDE. TENTACIóN DE AUTOSUFICIENCIA Y FALTA DE FE.  Después de la multiplicación de los panes y de los peces para una multtud que Te seguía en el Desierto, Tú has deseado desaparecer por unas horas, orar en la tranquilidad solitaria, y por ello, has indicado a tus discípulos que se embarcaran hacia la otra orilla, que sería hacia Betsaida, como dice Marcos, o hacia Cafarnaum, como dice Juan. Tú, mientras tanto, despedías a las gentes satisfechas y alegres, y, cuando pudiste, Te subiste al mundo, a solas, para orar.

 

¿Es que Te sentías solo y angustiado, después de tanto ajetreo y de que las masas Te hubieran querido aclamar como Rey, o que Te hubiera producido una profunda impresión la muerte violenta de tu amigo y precursos Juan el Bautista?. Tú sufriste tal vez una experiencia de depresión, de inquietud ante todo lo que Te esperaba. Buscaste la Soledad para dialogar con tu Padre en la Montaña. Y enviaste por delante a tus amigos, en la barca.

 

Pero, estando ellos en alta mar, se levantó una tormenta de vientos huracanados y de olas. Aquella pequeña barca era zarandeada, y tus amigos se sintieron en peligro. Los remos no podían nada contra las avenidas de las oleadas altas. El viento fuerte era contrario a su ruta. Y todas las mañas de aquellos pescadores experimentados fueron inútiles. Pedro estaría molesto, una vez más humillado. Se sentía un navegante fracasado.

 

Pero Tú les has visto desde lejos, desde tu atalaya de la oración. Y decidiste acudir en su ayuda. Y emprendiste el viaje. Por tierra y por mar. Bajaste del munte. Te acercaste a la orilla. Saltaste sobre las olas encrespadas. Y Te pusiste a caminar sobre ellas. Hacia la barca de Pedro y sus compañeros. "Y a la cuarta vigilia de la noche", es decir, de tres a seis de la mañana, "vino El hacia ellos, caminando sobre el Mar".

 

Pero ellos no Te esperaban así. Creyeron contemplar lo que jamás había visto: un Fantasma. Y, espantados, amedrentados, comenzaron a gritar. Gritarían frases inconexas, como suele hacerse en estos casos. Dirían: "Socorro... Ladrones... Asesinos... Fantasmas".  Estaban fuera de sí. Y no sabían lo que se decían, lo que gritaban.

 

Enseguida les hablaste Tú, de forma que Te pudieran escuchar. En primer lugar, intentaste quitarles el miedo y llevarles la Paz. Y les gitaste: "¡Animo!. Que soy Yo. No temáis".

 

Pedro no quiso quedar mal. Y, como otras veces, precipitado, casi sin pensar, tal vez con un remordimiento en su conciencia por haber desconfiado del Señor que había multiplicado los panes y los peces hacía tan poco tiempo, gritó de forma que Jesús le escuchara: "Señor, si eres Tú, mándame ir donde Tí sobre las aguas".

 

Tu bondad Te venció y quisiste darle una muestra de tu amor y de tu perdón. Entonces le dijiste: "Ven". "Bajó Pedro de la barca y se puso a caminar sobre las aguas, yendo hacia Jesús".

 

Le habías tendido tu voluntad de Perdón y de Comprensión. El se puso a caminar por las olas. Pero, muy pronto, se fijó en sí mismo y en su debilidad, y así "viendo la violencia del viento, le entró miedo y, como comenzara a hundirse, gritó: '¡Señor, Sálvame!'. Al punto Jesús, tendiendo la mano, le agarró y le dice: 'Hombre de poca fe, ¿por qué dudaste?'. Subieron a la barca y amainó el viento. Y los que estaban en la barca se postraron ante El diciendo: 'Verdaderamente eres Hijo de Dios'".

 

Esta fue una nueva rigurosa lección para Pedro y los demás. No debían calcular demasiado sus propia fuerzas y limitaciones. Debían confiar plenamente en Tí. Sin dudar. Esta hermosa narración se halla en Mateo, Capítulo 14, Marcos, Capítulo 6 y Juan, Capítulo 14. No la ha recogido en cambio Lucas.

 

CESAREA DE FILIPO. SIMóN NO QUISO QUE SUFRIERAS. LA TENTACIóN DE LA GLORIA.

 

Mateo en su Capítulo 16, Marcos en su Capítulo 8, Lucas en su Capítulo 9 y Juan también, a su manera, en el Capítulo 6 narran esta especie de sondeo o de encuenta de opinión, que Tú mismo organizaste. Tal vez en un momento especial de tus dificultades con el pueblo, que probablemente repercutieron en tu sensibilidad personal y en tus decepciones. Querías conocer qué opinaba la gente sobre tu Personalidad y tu Misión, y qué pensaban también aquellos mismos que se presentaban como tus Seguidores.

 

Había comenzado a ser nás dura la controversia que Tú mantenías con los Fariseos y los Saduceos, los Especialistas en Derecho, los Senadores y los Miembros del Sanhedrín. Y en un rato de soledad y de intimidad con tus amigos quisiste profundizar un poco, en cuanto fuera posible con una improvisada y no científica encuesta que pensaban las gentes acerca de Tí.

 

El grupo estaba cerca de Cesarea de Filipo o de Felipe, muy al Norte, nás allá de Galilea, junto a las fuentes del Jordán. Estabais solos, y además en territorio pagano.

 

El ambiente se prestaba a las confidencias. Entonces aprovechaste la ocasión para plantear algunas preguntas a tus amigos. Primero les preguntaste: "¿Quién dicen los hombres que es el Hijo del Hombre?". La segunda pregunta fue semejante a la primera y como su complemento: "Y vosotros, ¿quién decís que soy Yo?". Realmente fueron unas preguntas muy semejantes a las que suelen plantear las Empresas Modernas, cuando realizan algun sondeo, alguna encuesta de opinión.

 

La Primera pregunta era de difícil respuesta, porque los Apóstoles no habían preguntado a mucha gente, a un número determinado de israelitas de diversas edades, formación y culturas. Las encuestas suelen realizarse científicamente sobre una muestra debidamente pensada y seleccionada según los criterios científicos.  Los Apóstoles sólo podían darTe una respuesta, por lo que habían escuchado decir de Tí, accidentalmente, por casualidad, en sus conversaciones improvisadas con los demás.

 

Tal vez, en aquel momento, antes de darTe una respuesta, se comunicaron entre sí lo que ellos habían escuchado de las gentes, y fueron saliendo por eso diferentes nombres de profetas ya muertos, o tal vez una respuesta más general y menos personalizada.

 

Respuestas a la primera pregunta: ¿qué piensan y dicen las gentes acerca de Tí?. Hubo dos tipos de respuestas: Unas Te creían una especie de reencarnación de alguno de los Profetas antiguos, ya muertos: Juan el Bautista, Elías, Jeremías. Otras respuestas Te presentaban como un Profeta de los antiguos que había resucitado.

 

Estas primeras opiniones que Te identificaban con alguno de los tres Profetas precedentes, me parecen poco serias, poco profundas. Porque creo evidente que no Te pareces en casi nada a aquellas personalidades anteriores a Tí. No Te parecías casi en nada a Juan, que era duro, exigente, terrorífico, que no pensaba más que en la penitencia por los pecados del Pueblo, amenazante, y que había afirmado en repetidas veces que no era El el que tenía que venir. No Te parecías a Elías, ni en lo que decías, ni en el Estilo, ni en la Vocación. Lo mismo habría que decir de Jeremías, que fue un hombre miedoso y que se sentía constantemente acosado. Fue un poeta de la lamentación.

 

Podían haberTe considerado como un Profeta, un Profeta nuevo, ya que Tú hablabas en nombre de Dios, y comunicabas un mensaje nuevo, el mensaje de la Salvación, del Amor, el Mensaje de un Dios Perfecto que respetaba a los buenos y a los malos en este mundo, y que era generoso con todos. Ningun Profeta de los anteriores a Tí se había expresado en términos parecidos. Tú eras completamente nuevo, diferente, superior a todos los que Te habían precedido.

 

Respuesta a la segunda Pregunta: ¿Qué piensan y dicen de Tí tus Seguidores?. Este sondeo de opinión se acomodaba mejor a la realidad, porqwue la muestra estaba allí, ante tus ojos. Era como una forma de votación, aunque no secreta. Discutieron entre ellos tal vez, algunos minutos, para contrastar opiniones, pareceres. No lo indican así los Evangelios.

 

Parece que la respuesta de Simón fue inmediata y, sin preceder intercambio de ideas con los demás. Seguramente ya lo habían comentado en charlas anteriores, y por tanto, no tenían ninguna duda. Entonces Simón habló, Te definió ,con exactitud, con precisión, y estoy cierto de que, con sus palabras, estaba seguro de expresar también la fe de los compañeros. Te dijo él: "Tú eres el Cristo, el Hijo de Dios Vivo". Según Marcos y Lucas, en cambio, la respuesta de Simón fue más breve, más sintética: "Tú eres el Cristo". Lucas dice la fórmula de esta manera: "El Cristo de Dios".

 

Juan, en su Capítulo 6, presenta los hechos de otra forma, pero también incluye una profesión de fe de Simón: "Jesús dijo entonces a los doce: ¿También vosotros queréis marcharos?. Le respondió Simón Pedro: ¿A dónde vamos a ir?. Tú tienes palabras de vida eterna. Y nosotros creemos y sabemos que Tú eres el Santo de Dios".

 

Todas estas afirmaciones de tu Personalidad contenían, bajo diferentes palabras, la misma profesión de Fe. Porque te afirmaban como el "Mesías" o el "Cristo", el "Ungido" prometido por Dios, el que, por tanto, realizaba los designios Salvadores de Dios, y era identificado como el "Hijo del Dios Vivo".

 

Todo esto lo expresó Simón Pedro, iluminado por el Padre, no por la carne, no por los Libros, no por los Maestros de este Mundo, no por las Instituciones de su propio temperamento sanguíneo.

 

Pero, como quedó manifiesto después, lo entendió todo a su modo israelita de ver las cosas, a su manera de concebir Humano, Gloriosamente, Políticamente, al Mesías Libertador, Restaurador de la Soberanía Popular del Pueblo, Luchador Incansable contra las Fuerzas Militares de Ocupación Extranjera.

 

El Mesías, para Simón, sería un Líder, un Soberano, un Generalísimo de las Fuerzas Armadas de Israel, que lucharía sin miedo, castigaría a los opresores y los expulsaría de los territorios nacionales. Restauraría asi las Glorias del Tiempo de David y de Salomón, cuando en Centro del Mundo conocido se hallaba en el Templo de la Alianza, el Templo del Verdadero Dios.

 

Y Tú, entonces, le prometiste la elección de él como "Piedra Fundamental" de tu Iglesia, una Piedra que unificaría el gran edificio y que le daría consistencia y perdurabilidad a través de los terremotos y zozobras de las persecuciones y de los malos tiempos. Le dijiste: "Bienaventurado eres, Simón Hijo de Jonás, porque no te ha revelado esto la carne ni la sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo a mi vez te digo que tú eres [Cefas] Pedro, y sobre esta Piedra edificaré mi Iglesia [o sea, Mi Comunidad], y las Puertas del Hades [o mansión de los muertos], no prevalecerán contra ella. A tí te daré las llaves del Reino de los Cielos. Y lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos".

 

Con estas palabras, le prometías a Pedro grandes poderes: Que con su autoridad sobre toda la Iglesia le daría fortaleza, unidad y continuidad a través de los Siglos. El grandioso poder de abrir o cerrar las puertas de tu Reino en este mundo y en el otro. La maravillosa capacidad de llegar a las conciencias de los individuosm podiendo imponerles obligaciones y quitárselas, y además la divina y tan humana potestad de perdonar o retener los pecados cometidos, aun los más graves.

 

Era una confianza exquisita en él. Era un caso único en la historia. Habías creado un nuevo nombre para calificarlo, porque ni el arameo Cefas, ni el griego y latín "Piedra" habían sido utilizados anteriormente.

 

Tú mismo se lo dijiste todo personalmente, atribuyéndolo todo a un favor, a una predilección de Dios tu Padre, como una alabanza alentadora, única en la historia.

 

Pero todo parece indicar que aquella situación gloriosa, hasta cierto punto, extraordinaria y triunfal, le ofuscó la inteligencia y la prudencia, por lo menos por unos momentos.

 

Porque, cuando Tú continuaste  tus revelaciones, tus enseñanzas y profetizaste que ibas a sufrir en Jerusalén, que serías juzgado, maltratado, condenado y asesinado, para resucitar al tercer día, la nueva Piedra no pudo callarse, ni resistir aaquella vergüenza para Tí y para todos ellos. Allí estaba él para evitarlo. ¿No era tan fuerte como una Roca bien tallada?. Te separó de los demás. Y se puso a reprenderTe, como si fuera tu Superior.

 

Dice Mateo, Capítulo 16: "¡Lejos de Tí, Señor!. ¡De ningun modo Te sucederá eso!". No pueden suceder cosas así al Ungido de Dios, al Mesías Prometido, al Libertador de todo un Pueblo, del Pueblo de Dios por antonomasia.

 

Pero Tú, Jesús de Nazaret, siempre tan equilibrado, siempre tan humano, parece que perdiste tu acostumbrada suavidad, y le llamaste "Satanás". "Pero El, volviéndose, dijo a Pedro. סQuítate de mi vista, Satanás!. ¡Escándalo eres para Mí, porque tus pensamientos no son los de Dios, sino los de los hombres!".

 

Fue una buena regañina de la que difícilmente se olvidaría la Piedra. Aprendería una vez más a ser humilde. A vecer las tentaciones de excesivo personalismo, de un orgullo desmedido por los dones recibidos de Jesús.

 

Unos días después Pedro fue testigo de tu Transfiguración. Y en ella, al oirte hablar de los sufrimientos que Te esperaban en Jerusalén, se mostró más cauto, más comedido. Demostró que había comprendido tu Lección. (Ver Mateo, Capítulo 17, Marcos, Capítulo 9, Lucas, Capítulo 9 y Carta Segunda de Pedro, Capítulo 1).

 

JERUSALéN. EN LA ULTIMA CENA. TENTACIóN DE DOMINIO. Se acercaba el tiempo del Sufrimiento, de la Pasión y de la Muerte en Cruz.Tú quisiste prepararlo todo para la última Cena con tus Apóstoles, antes de que fueras detenido y entregado a los jueces y a los carceleros.

 

Todo se preparó en casa de Fulano. Y Tú Te dirigiste a aquel Salón Grande y Arreglado, para celebrar allí la Fiesta con tus Amigos. Sería la última. Y fue densa, muy densa en pensamientos y en acciones sacramentales, milagrosas, sobrenaturales. Una de estas acciones tuvo una relación muy especial con Simón, llamado Pedro. Fue en el Lavatorio de los pies. Estaba ya flotando y en la boca de algunos, la traición vergonzosa de Judas. Y Tú quisiste dar a todos una gran Lección Práctica, la Lección de la Caridad, de la Unidad y de la Humildad de todos. Todos iguales. Todos llamados a servir. Todos llamados a ponerse a los pies de los demás. Tú les darías el Ejemplo Físico, comprensible, sin metáforas, sin poesías retóricas.

 

La narración es una exclusiva de Juan en su Capítulo 13: "Antes de la Fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado su hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo".

 

"Durante la Cena, cuando ya el Diablo había puesto en el corazón a Judas Iscariote, hijo de Simón, el propósito de entregarLe, sabiendo que el Padre Le había puesto todo en sus manos y que había salido de Dios y a Dios volvía, SE LEVANTA DE LA MESA, SE QUITA SUS VESTIDOS Y, TOMANDO UNA TOALLA, SE LA CIÑó. LUEGO ECHA AGUA EN UN LEBRILLO Y SE PUSO A LAVAR LOS PIES DE LOS DISCíPULOS Y A SECáRSELOS CON LA TOALLA CON QUE ESTABA CEÑIDO".

 

Jesús de Nazaret, eres impresionante. Porque estás realizando el trabajo propio y exclusivo de los esclavos de tu tiempo. Cuando así lo haces, es porque quieres dar tu mensaje de "Servicio" con toda claridad, y sin ninguna posibilidad de subterfugio. Pides a todos los Cristianos que se sientan esclavos de sus hermanos, y que los procuren servir con la misma humildad y generosidad gratuita de los Esclavos antiguos.

 

Pero tampoco tu Piedra Fundamental Te comprendió. Y fue tentado una vez más. Y esta vez fue tentado muy seriamente de tergiversar la Misión de la Iglesia y de aquellos que en la Iglesia ocuparían un puesto relevante, como iba a ser él mismo, nombrado por Tí. El que manda no puede ser Esclavo de los mandados. El General no puede ponerse a los pies de sus Soldados. Tú no podías humillarTe de aquel modo tan vergonzoso, que Te descalificaba ante los demás, y ante las futuras generaciones.

 

"Llega a Simón Pedro. Este le dice: 'Señor, ¿Tú lavarme a mí los pies?'. Jesús le respondió: 'Lo que Yo hago, tú no lo entiendes ahora. Lo comprenderás más tarde'. Le dice Pedro: 'No me lavarás los pies jamás'. Jesús le respondió: 'Si no te lavo, no tienes parte conmigo'. Le dice Simón Pedro: 'Señor, no sólo los pies, sino hasta las manos y la cabeza'. Jesús le dice: 'El que se ha bañado, no necesita lavarse. Está del todo limpio. Y vosotros estás limpios, aunque no todos'. Sabía quién le iba a entregar, y por eso dijo: 'No estáis limpios todos'".

 

"Después que les lavó los pies, tomó sus vestidos, volvió a la mesa, y les dijo: '¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros?. Vosotros me llamáis 'el Maestro' y 'el Señor'. Y decís bien, porque lo soy. Pues, si Yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, vosotros también debéis lavaros los pies unos a otros. Porque os he dado ejemplo, para que también vosotros hagáis como Yo he hecho con vosotros".

 

"En verdad, en verdad os digo: No es más el siervo que su Amo, ni el enviado más que el que le envía"."Sabiendo esto, dichosos seréis si lo cumplís".

 

La Lección que recibió Pedro fue contundente, duradera. Quedó aplastado todo intento de Dominio de los demás. Desde entonces los Papas, los Obispos, los Párrocos repiten la ceremonia, más o menos preparada, más o menos simbólica, más o menos cómoda, con un grupo de niños o niñas, o con un grupo de jóvenes o muchachas debidamente prepardos y limpios para ello.  Algo es algo. Se mantiene el simbolismo, aunque no siempre la realidad del Servicio de igual a igual a mtodos los que, como nosotros, son esclavos en la vida social de un mundo de ricos y avaros.

 

EN EL HUERTO DE GETSEMANí. LA TENTACIóN DEL SUEÑO. Tú, después de la última Cena y mientras ibas recitando la Oración llamada Sacerdotal, Te dirigías al Huerto de los Olivos, para orar. Porque lo necesitabas. Estabas agotado. Estabas ansioso. Habían cucedido muchas cosas aqeullos días de controversias. Y preveís ya muy cerca la detención, los juicios y la muerte. Judas ya había hablado con los dirigentes. Y había concertado las treinta monedas para tu entrega. 

 

Los discípulos Te seguían. Se sentían derrotados. Hasta los tres preferidos. Entre ellos estaba Pedro. Tú les pediste a los tres que Te acompañaran un poco más adentro del huerto, mientras los demás se quedaban a la puerta. Necesitabas compañía. Te sentirías más tranquilo con ellos. Y se lo comunicasTe a ellos: "Mi alma está triste hasta el punto de morir. Quedaos aquí y velad conmigo", como dice Mateo capítulo 27. Y añade: "Y, adelantándose un poco, cayó rostro en tierra..." Tú, solitario, Te postraste sobre aquel rugoso suelo de piedras y tierras.

 

Pero, mientras Tú levantabas tu voz angustiada al Padre en la soledad, ellos se durmieron. Los tres. Los preferidos. Los más fundamentales. La Roca. Y Tú lo sentiste, lo sufriste. Te sentías solo. Hasta parecía que tu Padre Te había abandonado. "Viene entonces donde los discípulos y los encuentra dormidos". Y así se repite la misma historia del sueño. Hasta que Tú le dijiste, lleno de compasión: "Ahora ya podéis dormir y descansar. Mirad, ha llegado la hora en que el Hijo del Hombre va a ser entregado en manos de los pecadores. ¡Levantaos!, ¡Vámonos!. Mirad que el que me va a entregar está cerca".

 

Mientras Pedro y los demás apóstoles dormían, Tú sufrías toda clase de temores y de angustias y Judas, el que Te iba a entreghar y los soldados que le acompañaban estaban despiertos, trabajando y dirigiéndose hacia el huerto donde Tú estabas.

 

Si Pedro y los demás hubieran estado en guardia, todo hubiera sido diferente. Y Tú no Te hubieras sentido tan solo, tan desamparado de tus hermanos queridos.

 

Esta imagen de los cristianos que duermen, mientras tus enemigos están despiertos y activos se repiten todos los días. Por esto, puueden insultarTe, despreciarTe, construir una sociedad prácticamente pagana.

 

EN EL HUERTO DE GETSEMANí. LA TENTACIóN DE LA FUERZA. Cuando Pedro y los demás se despertaron, dieron un patinazo, de los más graves. Había allí dos espadas. Alguien las había traído por si acasok. Nunca he podido comprender que Simón Pedro llevara consigo una Espada. Y sin embargo, los cuatro Evangelistas hablan de ello.

 

Tú habías utilizado la palabra "Espada" en diferentes sentidos, pero nunca referidos a tus discípulos y a Tí mismo. Tu Ejército de Apóstoles y de Discípulos era una Ejército Pacífico, cuya única fuerza era la Fuerza de la Verdad,  de tus Obras, de tus Milagros, de tu Mensaje, en resumen, de tu Peronalidad clara y arrolladora.

 

Dijiste que no habías venido a traernos la Paz, sino la Espada, para expresar la división entre los que Te siguieran y los que Te rechazarían. También algun Discípulo, cuando llegó el momento de tu persecución por los gendarmes judíos y romanos, habían anunciado la presencia de "espadas" en tu bando.

 

Lo dice Lucas, en su Capítulo 22: "Ellos dijeron: 'Señor, aquí hay dos espadas'". Y Tú cortaste por lo sano, y dijiste: "Basta". No Te habían entendido nada. Esta es la Verdad. Una de las dos espadas era de Pedro. Pero no era una espada simbólica, fantástica, como Tú las usabas, sino una espada real, cortante, aguda, metálica. La llevaba consigo más o menos camuflada bajo su propio manto y apretándola contra su túnica con sus propias manos.

 

De hecho la sacó a relucir, cuando los Soldados y los Dirigentes de Israel fueron a detenerTe en el Huerto de Getsemaní, donde estabas orando, como acostumbrabas en aquellos días inquietos e inseguros.

 

Lucas lo cuenta con cierta discreción en su Capítulo 22. Judas Te besa, para que los soldados y policías Te conocieran y pudieran detenerTe, y luego añade Lucas: "Viendo los que estaban con El lo que iba a suceder, dijeron: 'Señor, ¿herimos a espada?'. Y uno de ellos hirió al siervo del Sumo Sacerdote y le llevó la oreja derecha. Pero Jesús dijo: ¡Dejad!, ¡Basta ya!. Y tocando la oreja, le curó".

 

Juan da el nombre del que hiere y del herido, en su Capítulo 18: "Entonces Simón Pedro, que llevaba una espada, la sacó e hirió al Siervo del Sumo Sacerdote, y le cortó la oreja derecha. El Siervo se llamaba Malco. Jesús dijo a Pedro: 'Vuelve la espada a la vaina. La copa que me ha dado el Padre, ¿no la voy a beber?'". La Espada hirió al enemigo. Tu mano curó la herida.

 

Pedro había caido una vez más en una vergonzosa tentación: la Tentación de la Fuerza Física, frente a la Persecusión. Por desgracia, sus seguidores hasta nuestro siglos XX han utilizado no sólamente las espadas, sino también los tanques, los ejércitos, los bascos de la armada y los aviones cazas y bombarderos, para defender -así por lo menos lo decían- a los cristianos y a su Iglesia, frente a feroces enemigos ateos bien armados también. Aquel gesto de Pedro ha tenido una proyección muy sangrienta sobre los siglos de la historia cristiana y humana. Que nuestros perseguidores nos maten está mal. Pero Tú lo habías previsto y anunciado. Que los Cristianos maten es incomprensible y algo totalmente contrario al Mensaje del que se dejó crucificar atrozmente, como lo fuiste Tú, Jesús de Nazaret.

 

ALREDEDOR DEL PALACIO DEL SUMO SACERDOTE. LA TENTACIóN DEL MIEDO. Pedro no pudo resistirse al deseo de seguirTe desde lejos.  Te habían detenido y, con otro que seguramente sería Juan el Evangelista, quisieron seguir y constatar los acontecimientos, aunque fuera sin inmiscuirse en la masa. Lo querían ver todo y escuchar lo que se decía, sin comprometerse demasiado. Va narrando Mateo en su Capítulo 26: "Pedro Le iba siguiendo de lejos hasta el Palacio del Sumo Sacerdote. Y, entrando dentro, se sentó con los criados para ver el final". Marcos añade el pormenor de que "Estaba sentado con los criados, calentándose al fuego".

 

Marcos ofrece otro dato que se refiere a un joven desconocido: "Un joven le seguía cubierto solo de un lienzo. Y le detienen.  Pero él, dejando el lienzo, se escapó desnudo". Todos los demás Apóstoles "abandonándoLe huyeron". No quedó ninguno. Solo Pedro, desde lejos. Los otros, hasta este joven sin nombre que probablemente no era Apóstol, abandonó su lienzo con el que estaría durmiendo, y se escapó abandonándolo en manos del que le había detenido. Es casi seguro que este jovencito de la sábana era el mismo Marcos, que entonces no podía ser más que un niño. Además este dato es exclusivo de su Evangelio.

 

Pero lo malo para Pedro comienza ahora. Y son las tentaciones de cobardía, consentida, aceptada, vivida, ante las frases jocosas, burlescas de una mujeres y de unos hombres. Varias de ellas le reconocieron como discípulo de Jesús. Y él siempre lo negó, afirmando con contundencia que no conocía a aquel hombre.

 

Esta narración se halla en los cuatro Evangelistas. El de Juan añade, además, que acompañaba a Pedro un discípulo que, con su influencia, consiguió que la portera dejara entrar a Pedro en el Patio. El Discípulo sin duda era Juan. Todos los Evangelistas coinciden en la triple negación de Pedro, como le había profetizado Jesús, y todos coinciden en que Pedro, después de escuchar el canto de los gallos, salió afuera y "lloró amargamente". Estaba connmocionado. Estaba arrepetido de haber demostrado su cobardía con tanta evidencia, ante unas mujeres, ante unos hombres indefensos, por la noche, cuando su Jesús de Nazaret estaba sufriendo y acusado injustamente.  

 

Lucas relata un pormenor que me resulta muy emotivo, y que me demuestra que entre tus sufrimientos y humillaciones no olvidabas a tus buenos seguidores, aunque fuera débiles y pecadores. Dice Lucas, en su Capítulo 22: "Pasada como una hora, otro aseguraba: 'Cierto que éste también estaba con El, pues además es galileo'. Le dijo Pedro: 'Hombre, no sé de qué hablas'. Y, en aquel momento, estando aún hablando, cantó un gallo. Y el Señor se Volvió y Miró a Pedro. Y recordó Pedro las palabras del Señor, cuando dijo:'Antes que cante hoy el gallo, me habrás negado tres veces'. Y saliendo fuera, rompió a llorar amargamente".

 

Se lo había dicho, se lo habías prevenido: Me vas a negar tres veces, antes de que el gallo cante. Pedro se puso en peligro, él que era tan miedoso. Y cayó en él. Tentado, por el miedo que sentía no supo resistir valientemente. Cada día nos sucede algo parecido a los Cristianos. No escuchamos los gallos cantar. Pero conocemos muy bien nuestras miserias, nuestras cobardías.

 

JUNTO AL LAGO. QUISO PESCAR. Cuando Tú había vuelto a la Vida, después de tu Muerte, Te mostraste a Simón. Fue una muestra de tu bondad, de tu consideración con el que habían puesto como Piedra y de perdón por las negaciones superadas. No sabemos cómo se desenvolvió la entrevista. Pero la afirman los Apóstoles escondidos, cuando regresan a ellos los dos discípulos que estaban huyendo hacia Emaús, según los refiere Juan en su último Capítulo, el 24. Esta narración larga y pormenorizada es una exclusiva de Lucas, aunque Marcos también dice algo de ella en forma muy resumida, en su último capítulo que es el 16.

 

Unos días después, junto al Lago de Tiberíades, se reprodujo algo semejante a lo de la Pesca Milagrosa. Porque Pedro quiso pescar, y los demás le siguieron. No pescaron nada durante la noche. Pero, al amanecer, Jesús resucitado les esperaba en la costa, y entabla un diálogo con ellos sobre lo que habían pescado. No tenían nada que vender. Entonces Jesús le dice que echen las redes a su derecha. Pedro obedeció, sin quejarse, y ya no podían con las redes de llenas que estaban.

 

Ya en la orilla, Tú les habías preparado un desayuno. Y entablaste con Pedro un hermoso diálogo qye le llevó a profresarTe su amor ppot tres veces. La última vez dijo, conmovido: "Señor, Tú lo sabes todo. Tu sabes que Te quiero". Y de esta forma, le encargaste el cuidado de su grey, ovejas y coorderos. Y le preanunciaste la muerte violenta con la que iba a glorificar a Dios.

 

Le dijiste: "En verdad, en verdad te digo: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas a donde querías. Pero cuando llegues a viejo, extenderás tus manos y otro te ceñirá y te llevará a donde tú no quieras".

 

Pedro estaba preparado para todo lo que le esperaba. Era Fuerte y Humilde. La última palabra que Tú dijiste a Pedro sonaba a mandato: "Tú sígueme". Y se lo dijiste una segunda vez: "Tú sígueme". Parecía un mandato, pero era realmente una Consagración del Primer Papa, del Primer Obispo de Jerusalén, de Antioquía, de Roma.

 

EN JERUSALÉN. DESPUéS DE TU ASCENSIóN. Pentecostés le transformó, como Tú habías prometido a todos. Llegó la Fiesta Judía de los Cincuenta Días. Y cayó sobre María y tus Apóstoles el Espíritu Santo, el Defensor, el Abogado, el Espíritu de la Verdad y de la Fuerza. Y ellos experimentaron el cambio, un cambio total. Su personalidad cristiana se convierte en acero, imperturbable, valiente, arrolladora. Está en todas partes. Predica y convierte a multitudes. Es encarcelado. Es llevado a los tribunales, y se niega a obedecerles. Hace milagros. Es liberado milagrosamente. No se cansa. Alienta a sus compañeros.

 

Pedro aparece en el balcón de la Casa. Y comienza a predicar. Es perseguido pero no se cansa. No se esconde. Es encarcelado, y gracias a tu ayuda, se escapa. Sigue predicando. Da verdaderas conferencias bíblicas. Hace milagros. Ora intensamente. Elige otro Apóstol en el lugar que dejó Judas. Reúne a la Comunidad. Abre la puerta a los gentiles. Este hombre ya es la Piedra Tallada. Tú la fuiste perfeccionando, para que fuera estable y sostén inquebratable de tu Comunidad Eclesial. Obispo de Jerusalén, Obispo de Antioquía, Obispo de Roma. Viaja. Funda. Convierte. Hace milagros. Es "Testigo" Integral de tu Personalidad, de tu Mensaje, de tu Muerte, de tu Resurrección, de tu Salvación, como Tú le habían pedido a él, a los demás Apóstoles y a todos tus Seguidores. "Testigo" de Tí hasta su Muerte en Roma. Porque murió "Martir", es decir, como "Testigo".

 

Y cuando, con Pablo, surge una Controversia sobre el nacionalismo Judío y la Iglesia de Dios, Pedro hace triunfar la Tesis de la Internacionalidad del Cristianismo, en el llamado Concilio de Jerusalén, Primer Concilio Ecuménico. Decide: que vengan a Cristo los Paganos y que no se les impongan obligaciones de las costumbres judías.

 

El Libro de los Hechos de los Apóstoles describe las actividades, ideas, sermones, etc., de Pedro desde el Capítulo 1 hasta el Capítulo 15, con el Concilio. Las últimas palabras de Pedro que el Libro de los Hechos recoge en su Capítulo 15, son una profesión de Fe en la Universalidad de tu Mensaje de Salvación. Pedro ha roto las fronteras: "Hermanos, vosotros sabéis que ya desde los primeros días me eligió Dios entre vosotros para que por mi boca oyesen los gentiles la Palabra de la Buena Nueva y creyeran. Y Dios, conocedor de los corazones, dio testimonio en su favor comunicándoles el Espíritu Santo como a nosotros. Y no hizo distinción alguna entre ellos y nosotros, pues purificó sus corazones con la fe. ¿Por qué, pues, ahora tentáis a Dios queriendo poner sobre el cuelo de los discípulos un yugo que ni nuestros padres ni nosotros pudimos sobrellevar?. Nosotros creemos más bien que nos salvamos por la gracia del Señor Jesús, del mismo modo que ellos".

 

Fue la palabra definitiva en la Controversia con los judíos y los judeo-cristianos. Pedro había hablado. Todos aceptaron. Hasta Santiago, citando a Pedro, el Obispo de Jerusalén, más inclinado al Judaismo, se doblegó, y fue el promotor de la carta que el Concilio enviaría a los cristianos especialmente a los que provenían de la gentilidad y el paganismo.

 

Pedro había tomado la iniciativa. Y ejercía como Piedra Fundamental. Hasta cuando tuvo alguna dificultad con Pablo, (Gálatas, capítulo 2), soportó las acusaciones del Apóstol de Tarso, por quien fue humillado y corregido. Lo que era prudencia para Pedro fue mal interpretado. Pedro quería evitar los choques entre hermanos. Y así se manifestó claramente en el Concilio de Jerusalén. Pero había aprendido, a través de la vida y de los nacionalismos, que la Piedra Fundamental debía mantener siempre el equilibrio, debía arraigar sobre terreno firme, para que la comunidad se mantuviera firme e inexpugnable.

 

PEDRO EJERCE DE PIEDRA. SUS DOS CARTAS. Pedro, desde Roma, escribe a las comunidades del Asia Menor, en griego, aunque muy probablemente necesitó la ayuda de un experto en este lenguaje clásico, que fue Silvano, a quien tenía como Secretario, como el mismo Pedro indica en el Capítulo 5 de su Carta: "Por medio de Silvano, a quien tengo por hermano fiel, os he escrito brevemente, exhortándoos y atestiguándoos que ésta es la verdadera gracia de Dios. Perseverad en ella". También se encuentra con él "mi hijo Marcos". En esta carta hay una forma de resumen de toda la teología cristiana común a la época en que se escribió. Sencilla. Pero llena de emoción. Una de las sugerencias más vigorosas es la llamada a la fortaleza y perseverancia en las dificultades y persecuciones. Cristo es el modelo. Como El, los Cristianos han de saber sufrir y vencer. Oponer siempre el Bien, la Paciencia, la Caridad y la Obediencia a los poderes públicos. Ha de prevalecer la dulzura.

 

En su Segunda Carta, Pedro relata su bella experiencia ante la Transfiguración de tu Personalidad Divina. Y previene a todos contra los Falsos Doctores. La Vocación cristiana consiste en la "Participación en la Naturaleza Divina". Algunos dudan de que esta segunda Carta pueda atribuirse a Pedro, pero el fondo de la Carta es perfectamente compatible con los Mensajes del Evagelio y de las demás Cartas Pastorales.

 

En la primera Carta  Pedro pone unas frases que a mi especialmente me emocionan, porque se me pueden aplicar textualmente: "Rebosáis de alegría, aunque sea preciso que  todavía por algun tiempo seáis afligidos con diversas pruebas, a fin de que la calidad probada de vuestra fe, más preciosa que el oro perecedero que es probabdo por el fuego, se convierta en motivo de alabanza, de gloria y de honor, en la Revelación de Jessucristo. A QUIEN AMáIS SIN HABERLE VISTO. EN QUIEN CREéIS, AUNQUE DE MOMENTO NO LE VEáIS, REBOSANDO DE ALEGRíA INEFABLE Y GLORIOSA. Y ALCANZáIS LA META DE VUESTRA FE, LA SALVACIóN DE LAS ALMAS".

 

Así es en realidad. Yo no Te he visto jamás. Yo no Te he escuchado jamás directamente. Pero a vecesd pienso verTe como un gigante sobre las montañas, y me parece escuchar tu Sugerencias en lo más íntimo de mi ser humano.

 

Y Te lo puedo decir con todo mi corazón y con toda la verdad posible: Te creo. Te amo. Te escucho. Quiero imitarTe. Quiero que todo lo que Tú eres y has comunicado llegue al Universo. Por todo esto, trabajo, escribo, pienso, hablo.

 

DESPUéS SABEMOS POCO DE EL. PERO CONFIRMó A SUS HERMANOS. Yo he procurado seguir sus pasos a través de la hermosa ciudad de Roma. Sé que reunió a Cristianos, que le dio a conocer tu Personalidad, que fue perseguido, que estuvo detenido en la Cárcel Mamertina, junto al Capitolio, que fue crucificado, según una dudosa tradición, en las estribaciones del Gianícolo, en el lugar que ahora ocupa San Pietro in Montorio, donde se conservaría el agujero en la tierra donde se levantaría la Cruz. Y finalmente fue sepultado en el monte Vaticano, en el hermoso lugar que ahora ocupa la espléndida y grandiosa Basílica de San Pedro.

 

El Altar Mayor se llama Altar de la Confesión. Bajo él hay un pequeña cripta en forma de capilla. Y debajo de esta Capilla, las excavaciones de los especialistas han encontrado los huesos de un hombre de unos sesenta- setenta años, que vivió y murió hacia comienzos del siglo primero de nuestra historia Cristiana. ¿Qué más se podía descubrir?.

 

La colina del Vaticano contenía un cementerio, y en aquel cementerio fue sepultado Pedro. Muy pronto apareció sobre el lugar una estela de piedra, después una capillita, más tarde una basílica que fue creciendo y derrumbándose, y que en el siglo XV y XVI se convirtió en la grandiosa Basílica que ahora todos podemos admirar y venerar. Vamos a Roma. Y no podemos dejar de ir a la Vía della Conciliazione, pasar por la Plaza de Pio XII, abrazar la de San Pedro y penetrar en la enorme Iglesia, Madre y Centro de todas las del Universo.

 

Aquello es probablemente la Tumba de Pedro, Simón Bar Yona, tu amigo, el Pescador, el Titubeante y siempre cobarde e inculto Apóstol, el yerno de aquella mujer a quien tu curaste de la fiebra y que os quiso servir después, el hombre de Betsaida, el hermano o pariente de Andrés, aquel a quien preferiste para ser Fundamento de tu Iglesia que iba a conquistar el mundo.

 

Todavía le quedaba algo de su miedo. Tú le habías profetizado que moriría violentamente, que le arrastrarían a donde él no quisiera, cuando fuera mayor.

 

Llegó a Roma, capital del Imperio. Allí también trabajó. Pero comenzó la persecución. Y entonces sintió miedo. Quiso huir de Roma para buscar ciudades más tranquilas.  Pero en la Vía Appia Antica se cruzó contigo. Tú le esperabas en aquel recodo. El Te reconoció. Y Te preguntó titubeante: ¿A dónde vas, Señor?. Y Tú le diste una respuesta valiente: "Voy a Roma a donde voy a ser crucificado".

 

Pero comprendió. Sería crucificado él, él mismo en persona, La Piedra. Y entonces, sin decir más, cambió de ruta y de idea, y se volvió por donde había venido. Regresó a Roma. Y poco tiempo después fue condenado y crucificado, en la ladera del Gianícolo, donde ahora se levanta San Pietro in Montorio, desde donde se puede contemplar a lo lejos, la Cúpula de San Pedro, la Basílica Centro del Mundo, la que es la Tumba de Pedro

 

¿Ficción?. ¿Leyenda?. ¿Novela?. No me importa. Me parece muy verosímil y conforme con la realidad psicológica de Simón Hijo de Juan. Y me encanta que el Primer y más importante Apóstol, el Primer Papa, tu Primer Vicario, fuera un hombre capaz de sentir miedo ante las lanzas, las cruces y las espadas. Y, a pesar de todo su miedo, supiera morir crucificado, como Tú.

 

Tú le habías dicho unas frases que ha recogido en exclusiva Lucas, en su Capítulo 22: "¡Simón!, ¡Simón!. Mira que Satanás  ha solicitado el poder cribaros como trigo. Pero Yo he rogado por tí, para que tu Fe no desfallezca. Y tú, cuando hayas vuelto, confirma a tus hermanos". 

 

Pedro no supo callarse humildemente, como hubiera sido conveniente en aquella ocasión, y dijo: "Señor, estoy dispuesto a ir contigo hasta la cárcel y la muerte". Fue entonces, cuando Jesús le profetizó con cierta amargura: "Te digo, Pedro: No cantará hoy el gallo antes que hayas negado tres veces que me conoces".

 

Y así fue. Lo negó tres veces, cobardemente.

 

Pero volvió, después de llorar amargamente. Y fue siempre la columna fuerte de sus hermanos. Y lo sigue siendo. Hasta el final de los siglos.

 

LA PERDONALIDAD DE PEDRO. Pedro ha sido mucho más de lo que Te he recordado en esta Carta. Tú lo conoces perfectamente. Y sabes por qué lo seleccionaste, por qué pusiste en él tanta confianza y por qué le nombraste, formaste y proclamaste "Piedra Fundamental" de la Iglesia.

 

En esta Carta sólamente he recordado las situaciones especiales en que Simón Te ofreció algunas resistencias, desorientaciones, malas interpretaciones, desviaciones, y Tú las aprovechaste para golpear la Piedra y tallarla a la medida de la Comunidad Mundial que estabas creando, fundando.

 

LA TUMBA DE PEDRO. Normalmente las tumbas de los hombres y de las mujeres van perdiendo interés según se van sucediendo los años, y se aleja el día de su muerte. Después de unos años, se abren las tumbas, se recogen los restos, y se los coloca en alguna fosa común o en una pequeña caja para que ocupe menos sitio. Ahora, además, hay muchos que prefieren ser "incinerados". Y así su cadáver es metido en un horno, que en pocos minutos, los convierte en un montoncito de cenizas. Unos quieren que estas cenizas sean esparcidas por el mas, otros, en algun rio. En otras ocasiones, las cenizas son recogidas en alguna pequeña arca familiar que se coloca sobre algun mueble de la casa, y a veces es transportada por el mundo,cuando la familia emprende algun viaje.

 

Entre los Cristianos hay sobre todo dos Tumbas Importantes, y que atraen la atención de todos, a través de los tiempos. Estas dos tumbas son objeto de una especial veneración.ç

 

Una se halla en Jerusalén. Y está vacía. Es la tumba que ocupó tu Cuerpo Muerto, durante unas pocas horas, después de tu muerte hasta tu Resurrección. Esta Tumba Vacía está en la Basílica llamada del Santo Sepulcro. Y es visitada constantemente por miles y miles de peregrinos cristianos y de otras religiones que visitan la Ciudad Santa.

 

Otra tumba es la de Pedro, tu Vicario, que se halla exactamente debajo de la enorme Cúpula de San Pedro de Roma. debajo del Altar de la Confesión que es el Altar Mayor de la Basílica, donde sólamente puede celebrar la Eucaristía el Papa, debajo de la cripta, una pequeña capilla que he podido visitar, y debajo de unos muros derruidos  e investigados, junto a un famoso "Muro Rojo", que son los restos de la más primitiva tumba, construída sobre el lugar  donde fueron depositados con veneración, los restos de Pedro, por sus Cristianos de Roma.